23 de febrero - JUEVES DESPUÉS DE CENIZA, feria o SAN POLICARPO, obispo y mártir (para la conmemoración)



  JUEVES DE CENIZA, feria
  o SAN POLICARPO, obispo y mártir (para la conmemoración)
  Oficio propio del Jueves después de Ceniza, Semana IV del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta     Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
JUEVES, 23 DE FEBRERO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Exposición del Santísimo (17.45 h.).

- Celebración del Jueves después de Ceniza (a las 18.30 h.), en la Parroquia.

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

Exposición del Santísimo (18.00 h.).

- Rezo del Santo Rosario (19.30 h.) y Eucaristía del Jueves después de Ceniza, en la Parroquia (a las 20.00 h.): Tercer Día del Quinario en honor al Santísimo Cristo de la Sagrada Lanzada.



MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2023

"Ascesis cuaresmal, un camino sinodal"

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.  

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco 



DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

En el tiempo de Cuaresma

124. La Cuaresma es el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las "armas de la penitencia cristiana": la oración, el ayuno y la limosna (cfr. Mt 6,1-6.16-18).

En el ámbito de la piedad popular no se percibe fácilmente el sentido mistérico de la Cuaresma y no se han asimilado algunos de los grandes valores y temas, como la relación entre el "sacramento de los cuarenta días" y los sacramentos de la iniciación cristiana, o el misterio del "éxodo", presente a lo largo de todo el itinerario cuaresmal. Según una constante de la piedad popular, que tiende a centrarse en los misterios de la humanidad de Cristo, en la Cuaresma los fieles concentran su atención en la Pasión y Muerte del Señor.

125. El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.

A pesar de la secularización de la sociedad contemporánea, el pueblo cristiano advierte claramente que durante la Cuaresma hay que dirigir el espíritu hacia las realidades que son verdaderamente importantes; que hace falta un esfuerzo evangélico y una coherencia de vida, traducida en buenas obras, en forma de renuncia a lo superfluo y suntuoso, en expresiones de solidaridad con los que sufren y con los necesitados.

También los fieles que frecuentan poco los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía saben, por una larga tradición eclesial, que el tiempo de Cuaresma-Pascua está en relación con el precepto de la Iglesia de confesar lo propios pecados graves, al menos una vez al año, preferentemente en el tiempo pascual.

126. La divergencia existente entre la concepción litúrgica y la visión popular de la Cuaresma, no impide que el tiempo de los "Cuarenta días" sea un espacio propicio para una interacción fecunda entre Liturgia y piedad popular.

Un ejemplo de esta interacción lo tenemos en el hecho de que la piedad popular favorece algunos días, algunos ejercicios de piedad y algunas actividades apostólicas y caritativas, que la misma Liturgia cuaresmal prevé y recomienda. La práctica del ayuno, tan característica desde la antigüedad en este tiempo litúrgico, es un "ejercicio" que libera voluntariamente de las necesidades de la vida terrena para redescubrir la necesidad de la vida que viene del cielo: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4,4; cfr. Dt 8,3; Lc 4,4; antífona de comunión del I Domingo de Cuaresma).


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SANTORAL DE HOY

Elogio: Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los acontecimientos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y permitido participar del cáliz de Cristo.

Patronazgos: protector contra las enfermedades del oído.

Refieren a este santo: San Aniceto, San Germánico de Filadelfia, San Ignacio de Antioquía, San Ireneo de Lyon, San Pionio, Santos Rufo y Zósimo


   San Sireno, mártir   

En Sirmio, en Panonia, san Sireno, mártir, de oficio hortelano, que fue denunciado por una mujer a la que había reprochado su lascivia, y por haber declarado ante el juez su condición de cristiano y negarse a sacrificar a los dioses, fue decapitado.

   Santa Mildburga, abadesa   

En Wenlock, en Inglaterra, santa Mildburga, virgen, de la familia real de Mercia, que fue abadesa de este monasterio.

   San Willigiso de Maguncia, obispo   

En Maguncia, de la Franconia, san Willigiso, obispo, eximio por su celo pastoral.

   San Juan «Theristes», monje   

En Stilo, en Calabria, san Juan, que fue monje según los estatutos de los Padres orientales y mereció ser llamado «Theristes» o «Segador» porque, persona de suma caridad para con los pobres, tenía la costumbre de prestar ayuda a los segadores.

   Beato Nicolás Tabouillot, presbítero y mártir   

En Francia, en una nave prisión anclada frente a la ciudad de Rochefort, beato Nicolás Tabouillot, presbítero y mártir, que era párroco, y por razón de su ministerio sacerdotal fue detenido durante la Revolución Francesa y terminó sus días en un hospital, consumido por la enfermedad.

   Beata Rafaela de Ybarra y Arambarri de Vilallonga, fundadora   

En Bilbao, en el País Vasco, en España, beata Rafaela de Ybarra y Arambarri de Vilallonga, que, siendo madre de siete hijos y con el consentimiento de su marido, hizo profesión religiosa y fundó el Congregación de los Santos Ángeles Custodios, para la protección de las jóvenes y para enseñarles el camino de los preceptos del Señor.

   Santa Josefina Vannini, virgen y fundadora

En Roma, santa Josefina (Judit Adaleide) Vannini, virgen, que fundó la Congregación de Hijas de San Camilo, para servir a los enfermos.

   Beato Luis Mzyk, presbítero y mártir   

En Poznan, ciudad de Polonia, beato Luis Mzyk, presbítero de la Sociedad del Verbo Divino y mártir, que durante la ocupación militar de su patria por un régimen sectario, inhumano y hostil a la fe, fue asesinado por los guardias de la ciudad, confesando a Cristo hasta la muerte.

   Beato Vicente Frelichowski, presbítero y mártir   

En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato Vicente Frelichowski, presbítero, que durante la guerra, encarcelado en varias prisiones, nunca decayó en la fe ni en su misión pastoral. Atendiendo a compañeros enfermos, también él enfermó y, tras muchos sufrimientos, llegó a la posesión de la paz eterna.


LITURGIA DE HOY




La Cuaresma: Elegir entre la vida o la muerte


Misa de feria (morado).

MISAL: ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Pf. Cuaresma.

LECC.: vol. II.

- Dt 30, 15-20. Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición.

- Sal 1. R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

- Lc 9, 22-25. El que pierda su vida por mi causa la salvará.

Liturgia de las Horas: oficio de feria. Se puede hacer conmemoración del santo.

Martirologio: elogs. del 24 de febrero, pág. 177.

CALENDARIOS: Astorga-ciudad: Santa Marta, virgen y mártir (F). Astorga-diócesis: (conm.).

RR. Ángeles Custodios: Beata Rafaela de Ybarra (F).

Bilbao: Beata Rafaela de Ybarra (conm.) o san Policarpo (conm.).


RITOS INICIALES


Antífona de entrada Cf. Sal 54, 17-20. 23

Invoqué al Señor, y Él me escuchó; me defendió de los que me atacaban. Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá.


Oración colecta

TE ROGAMOS, Señor,
que inspires con tu gracia nuestras acciones
y las acompañes con tu ayuda,
para que todas nuestras obras tengan siempre en ti su principio
y por ti lleguen a buen término.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición

Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 30, 15-20)

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.

Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.

Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob».

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

 

Salmo responsorial (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6 [R: Sal 39, 5ab])
R/. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
V/. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
R/. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
V/. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
R/. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
V/. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
R/. Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.
 
Versículo antes del Evangelio Mt 4, 17

R/. Gloria a ti, Señor, Hijo de Dios vivo.
V/. Convertíos —dice el Señor—,
porque está cerca el reino de los cielos. R.
 

EVANGELIO
El que pierda su vida por mi causa la salvará

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 22-25)

EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús a sus discípulos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Entonces decía a todos:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».

Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.



Oración sobre las ofrendas
MIRA favorablemente, Señor
las ofrendas que presentamos en tu altar,
para que nos alcancen tu perdón y den gloria tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio II de Cuaresma
La penitencia espiritual

40. Este prefacio se dice en el tiempo de Cuaresma, sobre todo en los domingos, cuando no corresponda decir un prefacio que sea más indicado.

 

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque has establecido generosamente
este tiempo de gracia
para renovar en santidad a tus hijos,
de modo que, libres de todo afecto desordenado,
vivamos las realidades temporales
como primicias de las realidades eternas.
Por eso,
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la comunión Sal 50, 12
Señor, crea en mí un corazón puro, y renuévame por dentro con espíritu firme.

Oración después de la comunión
HABIENDO recibido la bendición del don celestial,
te rogamos, Dios todopoderoso,
que este mismo don se convierta para nosotros
en fuente de perdón y de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
DIOS todopoderoso,
que has dado a conocer a tu pueblo la senda de la vida eterna,
te rogamos que, por el mismo camino,
nos hagas llegar hasta ti,que eres la luz sin ocaso. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Fijemos con atención nuestra mirada en la sangre de Cristo, y reconozcamos cuán preciosa ha sido a los ojos de Dios, su Padre, pues, derramada por nuestra salvación, alcanzó la gracia de la penitencia para todo el mundo» (San Clemente Romano).

«No podemos pensar en la vida cristiana fuera de este camino que Él recorrió primero. Es el camino de la humildad. El estilo cristiano sin cruz no es de ninguna manera cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana» (Francisco).

«La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho, (…) la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.435).


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