30 de noviembre - SAN ANDRÉS, APÓSTOL, Fiesta

 

  

MARTES DE LA I SEMANA DE ADVINETO,
Fiesta de SAN ANDRÉS, apóstol


PROGRAMA PARROQUIAL:
MARTES, 30 DE NOVIEMBRE

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.

- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 20.00 h.

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Celebración de la Palabra del Martes de la I Semana de Adviento (a las 19.30 h.).


NOTICIAS DE ACTUALIDAD

Padre Ángel Espinosa de los Monteros:

"Preparación para el adviento" (I)


"Un auténtico Adviento" (II)




SANTORAL DE HOY


Elogio: Fiesta de san Andrés, apóstol, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue el primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y que le siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en la región de Acaya, en Grecia, y que fue crucificado en Patrás. La Iglesia de Constantinopla lo venera como muy insigne patrono.

Patronazgos: patrono de Rusia, Escocia, España, Grecia, Sicilia, Austria, Borgoña, Grecia, y en multitud de ciudades, patrono de pescadores y comerciantes de pescado, mineros, protector del noviazgo, la felicidad conyugal y los niños, protector contra la gota, dolores de garganta, calambres, y erisipela (enfermedad de Andrés).

Refieren a este santo: Santos Pedro y Pablo

Oración

Protégenos, Señor, con la constante intercesión del apóstol san Andrés, a quien escogiste para ser predicador y pastor de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


Otros santos de este día:

   San Mirocleto, obispo

En Milán, de la Liguria, san Mirocleto, obispo, del que hace memoria san Ambrosio entre los obispos fieles que le precedieron.

   San Tugdual, abad y obispo   

En la Bretaña Menor, san Tugdual, llamado «Pabu», abad y obispo, que fundó un monasterio en la ciudad de Tréguier.

   San Gálgano Guidotti, eremita   

En el monte Sebio, en la Toscana, san Gálgano Guidotti, eremita, quien se convirtió a Dios después de una juventud disipada y vivió el resto de su vida dedicado voluntariamente a la penitencia corporal.

   Beato Juan de Vercelli, religioso presbítero   

En Montpellier, de la Provenza, en Francia, beato Juan de Vercelli, presbítero, maestro general de la Orden de Predicadores, que predicó incansablemente la reverencia al nombre de Jesús.

   Beato Federico, religioso   

En Ratisbona, en el territorio de Baviera, en Alemania, beato Federico, religioso de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, siendo hábil carpintero, sobresalió por el fervor en la oración, por la obediencia y por la caridad.

   San Cutberto Mayne, presbítero y mártir   

En Lanceston, en Inglaterra, san Cutberto Mayne, presbítero y mártir, el cual, abrazada la fe católica y ordenado sacerdote, ejerció su ministerio en Cornualles, hasta que, bajo el reinado de Isabel I, condenado a muerte por haber dado a conocer públicamente una Carta Apostólica, fue conducido al patíbulo, siendo el primer alumno del Colegio de los Ingleses de Douai en sufrir el martirio.

   Beato Alejandro Crow, presbítero y mártir   

En York, también en Inglaterra, beato Alejandro Crow, presbítero y mártir, que, siendo humilde costurero, fue ordenado presbítero, hecho por el cual, en tiempo de la reina Isabel I, terminó gloriosamente condenado al patíbulo.

   San Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir   

En el lugar llamado Quxian, en la provincia de Sichuan, en China, san Tadeo Liu Ruiting, presbítero y mártir, estrangulado por quienes odiaban la fe.

   San José Marchand, presbítero y mártir   

En Hué, localidad de Annam, san José Marchand, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que bajo el imperio de Minh Mang fue condenado al suplicio de los cien azotes.

   Beatos Miguel Ruedas Mejías y seis compañeros, religiosos mártires   

En el lugar llamado Paracuellos del Jarama, cerca de Madrid, en España, beato Miguel Ruedas Mejías y seis compañeros, mártires, religiosos de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, que, esclarecidos por su testimonio cristiano, durante la cruel persecución volaron hacia el Señor, víctimas de la violencia de los enemigos de la Iglesia. Sus nombres son: beatos Diego de Cádiz (Santiago) García Molina, Nicéforo Salvador del Río, Ramón (Rafael) Tonceda Fernández, religiosos; Arturo Donoso Murillo, Jesús Gesta de Piquer y Antonio Martínez Gil-Leonis, profesos.

   Beato José Otín Aguilé, presbítero y mártir   

En Valencia, también en España, beato José Otín Aguilé, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que en la misma persecución, invencible y constante en su fe, arribó al reino de los cielos.

   Beato Ludovico Roque Gietyngier, presbítero y mártir   

Cerca de Munich, en la región de Baviera, en Alemania, en el campo de concentración de Dachau, beato Ludovico Roque Gientyngier, presbítero y mártir, que, en la ocupación de Polonia durante la guerra, y entre los crímenes cometidos por el régimen enemigo de la fe, padeció el martirio y entregó su espíritu al Señor.


LITURGIA DE HOY

Fiesta de san Andrés, apóstol, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue el primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y que le siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en la región de Acaya, en Grecia, y que fue crucificado en Patrás. La Iglesia de Constantinopla lo venera como muy insigne patrono (elog. del Martirologio Romano).

Misa de la fiesta (rojo).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Pf. de los apóstoles. Conveniente PE I. No se puede decir la PE IV.

LECC.: vol. IV.

- Rom 10, 9-18. La fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo.

- Sal 18. R. A toda la tierra alcanza su pregón.

- Mt 4, 18-22. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

* Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum.

Martirologio: elogs. del 1 de diciembre, pág. 699.


Antífona de entrada Cf. Mt 4, 18-19

El Señor, paseando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Pedro y Andrés, y los llamó: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».


Monición de entrada

Hoy es la fiesta de san Andrés, apóstol, natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue al primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y él lo siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en Asia Menor y Grecia, y que fue crucificado en la ciudad griega de Patrás en el siglo I. La Iglesia de Constantinopla lo venera como patrono.

Se dice Gloria.


Oración colecta

Señor, humildemente pedimos a tu majestad que, así como san Andrés, apóstol de tu Iglesia, brilló como predicador y pastor, sea también nuestro perpetuo intercesor delante de ti. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA
La fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 10, 9-18)

HERMANOS:

Si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación.

Pues dice la Escritura:

«Nadie que crea en él quedará confundido».

En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».

Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar? ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito:

«¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!».

Pero no todos han prestado oídos al Evangelio. Pues Isaías afirma:

«Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?».

Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo.

Pero digo yo: ¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario:

«A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 18, 2-3. 4-5 [R.: 5a])

R. A toda la tierra alcanza su pregón.

V. El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

R. A toda la tierra alcanza su pregón.

V. Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

R. A toda la tierra alcanza su pregón.


Aleluya Mt 4, 19
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Venid y seguidme -dice el Señor- y os haré pescadores de hombres. R.


EVANGELIO
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron

╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 4, 18-22)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, paseando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 5, 1

Pedro y Andrés no habían visto que Jesucristo hubiese hecho algún milagro. Nada habían oído del premio eterno y, sin embargo al oír la voz del Salvador se olvidaron de todo lo que creían poseer. De donde se sigue: Pero ellos en seguida, dejando las redes le siguieron. En ello debemos ver más bien el afecto de los bienes, pues mucho dejó quien nada conservó para sí; mucho ha abandonado quien renunció con las cosas que poseían sus concupiscencias. Los que le seguían dejaron tanto como podían apetecer los que no le seguían. Nuestros actos exteriores, por pequeños que sean, agradan a Dios. Y no consideremos cuánto sea el sacrificio que cuestan sino cómo los manifestamos. El reino de Dios no tiene precio: vale tanto cuanto tienes.


29 de noviembre - LUNES DE LA I SEMANA DE ADVIENTO, feria

 

  

LUNES DE LA  I SEMANA DE ADVIENTO, feria

  

PROGRAMA PARROQUIAL:
LUNES, 29 DE NOVIEMBRE 

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Eucaristía del Domingo I de Adviento (a las 11.00 h.).

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Celebración de la Palabra del Lunes de la  I Semana de Adviento (a las 19.30 h.) 


 

 

NOTICIAS DE ACTUALIDAD

Padre Ángel Espinosa de los Monteros:

"Preparación para el adviento" (I)


"Un auténtico Adviento" (II)


Actualidad comentada por el P. Santiago Martín

"Vivir y comulgar en gracia"
(19.26.2021)


"Gases venenosos"
(26.11.2021)





Homilía del Domingo 28.11.2021
(Misa de la tarde)






SANTORAL DE HOY



Elogio: En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Saturnino de Cartago, mártir, quien, según refiere el papa san Dámaso, bajo el emperador Decio, por confesar a Cristo, primero fue atormentado en el potro en su misma patria, y después, extraditado a Roma, tras superar otros atroces tormentos, convirtió a la fe al tirano Graciano, y finalmente alcanzó la corona del martirio al ser decapitado.

Refieren a este santo: Santos Papías y Mauro.


Otros santos de este día:

   San Saturnino de Toulouse, obispo y mártir   

En Toulouse, de la Galia Narbonense, conmemoración de san Saturnino, obispo y mártir, que, según la tradición, en tiempo del mismo Decio fue detenido por los paganos en el Capitolio de esta ciudad, y arrastrado por las escaleras desde lo alto del edificio, hasta que, destrozados la cabeza y el cuerpo, entregó su alma a Cristo.

   San Filomeno, mártir

En Ancira, de Galacia, san Filomeno, mártir, que en la persecución bajo el emperador Aureliano, y siendo prefecto Félix, después de arrojarlo al fuego le acribillaron manos, pies y cabeza con clavos, y así consumó su martirio, según se refiere.

   Santa Iluminada, virgen

En Todi, de la Umbría, santa Iluminada, virgen.

   San Jacobo de Sarug, obispo   

En Sarug de Batnan, de Osroene, en Mesopotamia, san Jacobo, obispo, que ilustró con su fe purísima a esta Iglesia por medio de sus sermones, homilías y traducciones, y es reconocido por los sirios como doctor y columna de la Iglesia, junto con san Efrén.

   San Radbodo de Utrecht, obispo

En Daventer, de Frisia, traslación de san Radbodo, obispo de Utrecht, pastor docto y prudente, que murió visitando a los campesinos.

   Beato Eduardo Burden, presbítero y mártir   

En York, en Inglaterra, beato Eduardo Burden, presbítero y mártir, que habiendo estudiado en el Colegio de los Ingleses en Reims, ya ordenado presbítero, por regresar a los dominios de la reina Isabel I fue condenado al patíbulo ante una turba enfurecida.

   Beatos Jorge Errington, Guillermo Gibson y Guillermo Knight, presbíteros y mártires   

En la misma ciudad, ocho años más tarde, beatos Jorge Errington, Guillermo Gibson y Guillermo Knight, mártires y sacerdotes, que, vigilados como proscritos por el mero hecho de ser presbíteros, fueron martirizados cruelmente.

   Beatos Dionisio de la Natividad Berthelot y Redento de la Cruz Rodríguez, religiosos mártires   

En la isla de Sumatra llamada Aceh, beatos mártires Dionisio de la Natividad (Pedro) Berthelot, presbítero, y Redento de la Cruz (Tomás) Rodríguez, religiosos de la Orden de los Carmelitas Descalzos, a quienes los mahometanos sometieron a esclavitud y, finalmente, llevaron a la orilla del mar para acabar asaetándolos y decapitándolos.

   Beato Bernardo de Hoyos, religioso presbítero   

En Valladolid, beato Bernardo de Hoyos, religioso de la Compañía de Jesús y presbítero, que escribió amorosamente del Sagrado Corazón de Jesús.

   San Francisco Antonio Fasani, religioso presbítero   

En Lucera, de la Apulia, san Francisco Antonio Fasani, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, varón de exquisita doctrina, sumamente fundamentado en la escuela de la predicación y de la penitencia, el cual sirvió hasta tal punto a los pobres y necesitados, que nunca dudó en despojarse incluso de sus vestidos para cubrir al mendigo, ofreciendo a todo el mundo ayuda cristiana.

   Beata María Magdalena de la Encarnación, virgen y fundadora   

En Roma, beata María Magdalena de la Encarnación (Catalina) Sordini, virgen, fundadora de las Hermanas de la Adoración Perpetua.

   Beato Alfredo Simón Colomina, presbítero y mártir   

En el lugar llamado El Saler, cerca de Valencia, en España, beato Alfredo Simón Colomina, presbítero, de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que en la persecución contra la Iglesia confirmó con su sangre su fidelidad al Señor.


LITURGIA DE HOY

Misa de feria (morado).

MISAL: ants. y oracs. props., Pf. I o III Adv.
LECC.: vol. II.
- Is 2, 1-5. 
El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios.
- Sal 121. R. Vamos alegres a la casa del Señor.
- Mt 8, 5-11. Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 30 de noviembre, pág. 697.
CALENDARIOS: Pamplona-ciudad: San Saturnino, obispo y mártir (S). Pamplona-diócesis y Tudela: (MO). Bilbao y San Sebastián: (ML).
Familia Franciscana: Todos los santos de la Orden (F).
Sevilla: Beatos Antonio Martínez, religioso, y compañeros, mártires (ML).
Agustinos: Beato Federico de Ratisbona, religioso (ML).
Carmelitas Descalzos: Beatos Dionisio de la Natividad y Redentor de la Cruz, mártires (MO). Carmelitas: (ML).
Jesuitas: Beato Bernardo Francisco de Hoyos, presbítero (ML).


Antífona de entrada Cfr Jr 31, 10; Is 35, 4

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor; anunciadla en los confines de la tierra: he aquí nuestro Salvador que viene, no temáis.

 

Oración colecta

Concédenos, Señor Dios nuestro,
esperar vigilantes la venida de Cristo, tu Hijo,
para que, cuando llegue y llame a la puerta,
nos encuentre velando en oración y cantando con alegría sus alabanzas.
Por nuestro Señor Jesucristo.

 
PRIMERA LECTURA
El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios

Lectura del libro de Isaías (Is 2, 1-5)
 
VISIÓN DE ISAÍAS, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sion saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.
 
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4d-5. 6-7. 8-9 [R.: cf. 1bc])

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
 
V. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
 
V. Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
 
V. Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
 
V. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
 
V. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

R. Vamos alegres a la casa del Señor.

 

Aleluya Cf Sal 79, 4
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ven a librarnos, Señor, Dios nuestro; que brille tu rostro y nos salve. R.


 EVANGELIO 
Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos

╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 8, 5-11)
R. Gloria a ti, Señor.
 
EN AQUEL TIEMPO, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».
 
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco, Homilía en santa Marta 3-diciembre-2018

Se trata de cuidar nuestra casa interior; y el Adviento es también un poco para eso. De aquí la importancia de vivir en plenitud las tres dimensiones del Adviento. Purificar la memoria para recordar que no nació un árbol de Navidad, no: ¡nació Jesucristo! El árbol es una bonita señal, pero nació Jesucristo, es un misterio. Purificar el futuro: un día me encontraré cara a cara con Jesucristo: ¿qué le diré? ¿Le hablaré mal de los demás? Y la tercera dimensión: hoy. ¿Qué pasa hoy en mi corazón cuando el Señor viene y llama a la puerta? Es el encuentro de todos los días con el Señor. Pidamos que el Señor nos dé esta gracia de la purificación del pasado, del futuro y del presente para encontrar siempre la memoria, la esperanza y el encuentro diario con Jesucristo.
 

28 de noviembre - DOMINGO I DE AVIENTO (CICLO C)

 

  

DOMINGO I DE ADVIENTO (CICLO C)

  

PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 28 DE NOVIEMBRE 

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Eucaristía del Domingo I de Adviento (a las 11.00 h.).

(Esta Misa no la retransmitiremos)

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía del Domingo I de Adviento (a las 19.30 h.) 

 

 

NOTICIAS DE ACTUALIDAD

Padre Ángel Espinosa de los Monteros:

"Preparación para el adviento" (I)


"Un auténtico Adviento" (II)


Actualidad comentada por el P. Santiago Martín

"Vivir y comulgar en gracia"
(19.26.2021)


"Gases venenosos"
(26.11.2021)





Homilía del Viernes 26.11.2021


Portada

Los premiados, personalidades de ámbitos diversos, hablaron de fe, verdad y valentía

IV Premios Religión en Libertad: una gala que ofreció respuestas luminosas para tiempos oscuros

El doctor Anthony Levatino ya vivía un conflicto moral con algunas técnicas abortivas

Había arrancado la vida a 1.200 bebés: la muerte de su hija le hizo cambiar su visión del aborto

Murió a los 24 años y ofreció sus dolores por la santificación de los sacerdotes

Tilde Manzotti, tuberculosa desde niña, pedía subir al Calvario para sufrir como Jesús y la Virgen

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SANTORAL DE HOY


Martirologio Romano: En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santas Flora y María, vírgenes y mártires, que en la persecución llevada a cabo por los musulmanes fueron encarceladas con san Eulogio y después muertas a espada (851).

Otros santos de este día:

   Santos Facundo y Primitivo, mártires

A orillas del río Cea, en Gallaecia, santos Facundo y Primitivo, mártires.

   San Laverio, mártir

En Grumento, de Lucania, san Laverio, mártir.

   San Valeriano de Aquilea, obispo

En Aquilea, de la región de Venecia, san Valeriano, obispo, que, frente a los arrianos, defendió la fe ortodoxa en el Ilírico, y reunió a clérigos y laicos para vivir en comunidad.

   San Jacobo el Interciso, mártir

En Persia, san Jacobo, por sobrenombre «Interciso» («dividido»), mártir, que en tiempo del emperador Teodosio el Joven renegó de Cristo por congraciarse con el rey Iasdigerd, pero al ser ásperamente reprendido por su madre y su esposa, se arrepintió e, intrépidamente, confesó ser cristiano ante Varam, hijo y sucesor del soberano de Persia, quien, airado, pronunció contra él sentencia de muerte, ordenando que lo despedazaran miembro a miembro y finalmente decapitaran.

   San Máximo de Riez, abad y obispo

Cerca de Riez, en la Provenza, san Máximo, abad del monasterio de Lérins, sucesor de san Honorato, el fundador de ese cenobio y, luego, obispo de la Iglesia de Riez.

   San Eusicio, eremita

En el territorio de Blois, también en Francia, san Eusicio, ermitaño, que construyó su estrecha celda al pie del monte Caro.

   San Sifrido de Carpentras, obispo

En Carpentras, de la Provenza, san Sifrido, obispo.

   San Acario de Noyon-Tournay, monje y obispo

En Noyon, localidad de la Galia, san Acario, obispo, que, siendo monje en Luxeuil, fue elegido para la Iglesia de Noyon y de Tournay, y se dedicó totalmente a evangelizar a los pueblos de aquellas regiones del norte.

   Santa Bilhildis, virgen y fundadora

En Maguncia, de Renania, en Austrasia, santa Bilhildis, virgen, que fundó un cenobio en el que murió santamente.

   San Fergusto, obispo

En Escocia, san Fergusto, obispo, que, según la tradición, ejerció su ministerio entre el pueblo de los pictos.

   San Virgilio de Salzburgo, obispo

En la región de Baviera meridional, san Virgilio, obispo, hombre doctísimo nacido en Irlanda, que con el apoyo del rey Pipino se puso al frente de la Iglesia de Salzburgo, donde construyó la catedral en honor de san Ruperto y se dedicó gozosa y felizmente a propagar la fe entre los carintios.

   San Gulstano, monje

En el lugar llamado Beauvoir-sur-mer, en la costa de Francia, en la región de Nantes, de la Bretaña Menor, san Gulstano, monje, que, siendo joven, se evadió de las manos de los piratas y fue acogido por san Félix, eremita entonces. Se hizo famoso en el monasterio de Rhuys porque, pese a ser analfabeto, recitaba de memoria el salterio, así como por sus desvelos en favor de los navegantes.

   Beato Bernardino de Fossa, religioso presbítero

En L’Aquila, de la región de los vestinos, beato Bernardino de Fossa (Juan) Amici, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que propagó la fe católica en muchas regiones de Italia.

   Beatos Tomás Koteda Kiuni y sus diez compañeros, mártires

En Nagasaki, en Japón, beatos Tomás Koteda Kiuni y sus diez compañeros, mártires, que por orden del gobernador Gonzuku fueron decapitados por quienes odiaban la fe cristiana. Sus nombres son: beatos Bartolomé Seki, Antonio Kimura, Juan Iwanaga, Alejo Nakamura, León Nakanishi, Miguel Takeshita, Matías Kozasa, Román Matsuoka Mio-ta, Matías Nakano Miota y Juan Motoyama.

   Beato Bronislao Kostowski, mártir

En el campo de concentración de Dachau, próximo a Munich, en Alemania, beato Bronislao Kostowski, mártir, que, trasladado allí durante la ocupación militar de Polonia en tiempo de guerra, cruelmente atormentado alcanzó la palma de martirio.


LITURGIA DE HOY

Primer domingo del Adviento de nuestro Señor Jesucristo; en este tiempo se recuerda la primera venida del Hijo de Dios a los hombres y se espera, a la vez, su segunda venida al final de los tiempos (elog. del Martirologio Romano).

Misa del Domingo (morado).

MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. I o III Adv.

LECC.: vol. I (C).

- Jer 33, 14-16. Suscitaré a David un vástago legítimo.

- Sal 24. R. A ti, Señor, levanto mi alma.

- 1 Tes 3, 12 — 4, 2. Que el Señor afiance vuestros corazones, para cuando venga Cristo.

- Lc 21, 25-28. 34-36. Se acerca vuestra liberación.

Con el Adviento comenzamos el ciclo litúrgico de Navidad-Epifanía, en el que al mismo tiempo que hacemos memoria de la primera venida de Cristo nos lanzamos a esperar con alegría y esperanza su segunda venida al fin de los tiempos, como profesamos en el Credo: «Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin». Se trata en este tiempo de Adviento de salir al encuentro de Cristo que sigue viniendo a nosotros en su Palabra, en la Eucaristía y en los hermanos. Precisamente practicando el amor mutuo y no dejándonos embotar la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero nos preparamos para su segunda venida, de la que no sabemos ni el día ni la hora (cf. 2 lect. y Ev.).

* Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 29 de noviembre, pág. 695.


Antífona de entrada Sal 24, 1-3 

A ti levanto mi alma, Dios mío, en ti confío; no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados.

Después del saludo inicial puede hacerse la bendición de la corona de Adviento.


Bendición de la corona de Adviento

El sacerdote hace una breve monición con estas palabras u otras semejantes:


Hermanos:

Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre y nos ha dado la verdadera vida.

El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de Adviento, bendecimos esta corona y encendemos el primer cirio.

Luego el sacerdote, con las manos extendidas dice la oración de bendición:

Oremos

La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijos, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.

Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramo del bosque y la ha adornado con luces.

Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Y se enciende el primer cirio

Se omite el acto penitencial

Si no se hace la bendición de la corona de Adviento, después del saludo inicial el sacerdote o el diácono, y otro ministro idóneo, puede hacer una monición muy breve para introducir a los fieles en la misa del día.


Monición de entrada

Comienza hoy un nuevo año litúrgico en el que iremos celebrando de diversas maneras el misterio de la salvación que nos viene de Cristo. Empieza con el ciclo de Adviento, Navidad y Epifanía en el que haremos el memorial del nacimiento y manifestación del Hijo de Dios hecho Hombre por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María.

Iniciamos hoy estas cuatro semanas del tiempo de Adviento, un tiempo de alegre esperanza ante la venida de Cristo Salvador en la humildad de nuestra carne y su retorno glorioso al fin de los tiempos.


Acto penitencial

No se dice Gloria.


Oración colecta

Concede a tus fieles, Dios todopoderoso,
el deseo de salir acompañados de buenas obras
al encuentro de Cristo que viene,
para que, colocados a su derecha,
merezcan poseer el reino de los cielos.
Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA
Suscitaré a David un vástago legítimo

Lectura del libro de Jeremías (Jr 33, 14-16)

YA LLEGAN DÍAS -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá.

En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra.

En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: "El Señor es nuestra justicia".

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL Sal 24, 4-5a. 8-9. 10 y 14 (R.: 1b)

R. A ti, Señor, levanto mi alma.

V. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. 

R. A ti, Señor, levanto mi alma.

V. El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. 

R. A ti, Señor, levanto mi alma.

V. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía a los que lo temen,
y les da a conocer su alianza.

R. A ti, Señor, levanto mi alma.


SEGUNDA LECTURA 
Que el Señor afiance vuestros corazones, para cuando venga Cristo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1 Ts 3, 12-4, 2)

HERMANOS:

Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; Y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.

Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante.

Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.


Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


Aleluya Sal 84, 8
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R.


EVANGELIO
Se acerca vuestra liberación

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 21, 25-28. 34-36)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.

Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.

Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».


Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco
ÁNGELUS. Plaza de San Pedro. Domingo, 2 de diciembre de 2018

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy empieza el Adviento, el tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad, invitándonos a levantar la mirada y abrir nuestros corazones para recibir a Jesús. En Adviento, no vivimos solamente la espera navideña, también estamos invitados a despertar la espera del glorioso regreso de Cristo —cuando volverá al final de los tiempos— preparándonos para el encuentro final con él mediante decisiones coherentes y valientes. Recordamos la Navidad, esperamos el glorioso regreso de Cristo y también nuestro encuentro personal: el día que el Señor nos llame. Durante estas cuatro semanas, estamos llamados a despojarnos de una forma de vida resignada y rutinaria y a salir alimentando esperanzas, alimentando sueños para un futuro nuevo. El evangelio de este domingo (cf. Lc 21, 25-28, 34-36) va precisamente en esta dirección y nos advierte de que no nos dejemos oprimir por un modo de vida egocéntrico o de los ritmos convulsos de los días. Resuenan de forma particularmente incisiva las palabras de Jesús: “Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida y venga aquel Día de improviso sobre vosotros […] Estad en vela, pues, orando todo el tiempo” (vv 34-36).

Estar despiertos y orar: he aquí como vivir este tiempo desde hoy hasta la Navidad. Estar despiertos y orar. El sueño interno viene siempre de dar siempre vueltas en torno a nosotros mismos, y del permanecer encerrados en nuestra propia vida con sus problemas, alegrías y dolores, pero siempre dando vueltas en torno a nosotros mismos. Y eso cansa, eso aburre, esto cierra a la esperanza. Esta es la raíz del letargo y de la pereza de las que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un esfuerzo de vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el corazón para abrirnos a las necesidades de la gente, de los hermanos y al deseo de un mundo nuevo. Es el deseo de tantos pueblos martirizados por el hambre, por la injusticia, por la guerra; es el deseo de los pobres, de los débiles, de los abandonados. Este es un tiempo oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién gastamos nuestras vidas.

La segunda actitud para vivir bien el tiempo de la espera del Señor es la oración. “Cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque vuestra liberación está cerca” (v. 28), es la admonición del evangelio de Lucas. Se trata de levantarse y rezar, dirigiendo nuestros pensamientos y nuestro corazón a Jesús que está por llegar. Uno se levanta cuando se espera algo o a alguien. Nosotros esperamos a Jesús, queremos esperarle en oración, que está estrechamente vinculada con la vigilancia. Rezar, esperar a Jesús, abrirse a los demás, estar despiertos, no encerrados en nosotros mismos. Pero si pensamos en la Navidad en un clima de consumismo, de ver qué puedo comprar para hacer esto o aquello, de fiesta mundana, Jesús pasará y no lo encontraremos. Nosotros esperamos a Jesús y queremos esperarle en oración, que está estrechamente vinculada con la vigilancia.

Pero ¿cuál es el horizonte de nuestra espera en oración? En la Biblia nos lo dicen, sobre todo, las voces de los profetas. Hoy, es la de Jeremías, que habla al pueblo sometido a la dura prueba del exilio y que corre el riesgo de perder su identidad. También nosotros, los cristianos, que somos pueblo de Dios, corremos el peligro de convertirnos en “mundanos” y perder nuestra identidad, e incluso de “paganizar” el estilo cristiano. Por eso necesitamos la Palabra de Dios que, a través del profeta, nos anuncia: “Mirad que días vienen en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de Judá. […] Haré brotar para David un Germen justo y practicará el derecho y la justicia en la tierra” (33, 14-15) Y ese germen justo es Jesús que viene y que nosotros esperamos.

¡Que la Virgen María, que nos trae a Jesús, mujer de la espera y la oración, nos ayude a fortalecer nuestra esperanza en las promesas de su Hijo Jesús, para que experimentemos que, a través de las pruebas de la historia, Dios permanece fiel y se sirve incluso de los errores humanos para manifestar su misericordia!


Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, I Domingo de Adviento, 2 de diciembre de 2012

Queridos hermanos y hermanas:

La Iglesia empieza hoy un nuevo Año litúrgico, un camino que se enriquece además con el Año de la fe, a los 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II. El primer tiempo de este itinerario es el Adviento, formado, en el Rito Romano, por las cuatro semanas que preceden a la Navidad del Señor, esto es, el misterio de la Encarnación. La palabra "adviento" significa "llegada" o "presencia". En el mundo antiguo indicaba la visita del rey o del emperador a una provincia; en el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo; un misterio que envuelve por entero el cosmos y la historia, pero que conoce dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Cristo. La primera es precisamente la Encarnación; la segunda el retorno glorioso al final de los tiempos. Estos dos momentos, que cronológicamente son distantes –y no se nos es dado saber cuánto–, en profundidad se tocan, porque con su muerte y resurrección Jesús ya ha realizado esa transformación del hombre y del cosmos que es la meta final de la creación. Pero antes del fin, es necesario que el Evangelio se proclame a todas las naciones, dice Jesús en el Evangelio de san Marcos (cf. Mc 13, 10). La venida del Señor continúa; el mundo debe ser penetrado por su presencia. Y esta venida permanente del Señor en el anuncio del Evangelio requiere continuamente nuestra colaboración; y la Iglesia, que es como la Novia, la Esposa prometida del Cordero de Dios crucificado y resucitado (cf. Ap 21, 9), en comunión con su Señor colabora en esta venida del Señor, en la que ya comienza su retorno glorioso.

A esto nos llama hoy la Palabra de Dios, trazando la línea de conducta a seguir para estar preparados para la venida del Señor. En el Evangelio de Lucas, Jesús dice a los discípulos: "Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y la inquietudes de la vida... Estad despiertos en todo tiempo, rogando" (Lc 21, 34.36). Por lo tanto, sobriedad y oración. Y el apóstol Pablo añade la invitación a "crecer y rebosar en el amor" entre nosotros y hacia todos, para que se afiancen nuestros corazones y sean irreprensibles en la santidad (cf. 1Ts 3, 12-13). En medio de las agitaciones del mundo, o los desiertos de la indiferencia y del materialismo, los cristianos acogen de Dios la salvación y la testimonian con un modo distinto de vivir, como una ciudad situada encima de un monte. "En aquellos días –anuncia el profeta Jeremías– Jerusalén vivirá tranquila y será llamada "El Señor es nuestra justicia"" (Jr 33, 16). La comunidad de los creyentes es signo del amor de Dios, de su justicia que está ya presente y operante en la historia, pero que aún no se ha realizado plenamente y, por ello, siempre hay que esperarla, invocarla, buscarla con paciencia y valor.

La Virgen María encarna perfectamente el espíritu de Adviento, hecho de escucha de Dios, de deseo profundo de hacer su voluntad, de alegre servicio al prójimo. Dejémonos guiar por ella, a fin de que el Dios que viene no nos encuentre cerrados o distraídos, sino que pueda, en cada uno de nosotros, extender un poco su reino de amor, de justicia y de paz.


ÁNGELUS, Primer domingo de Adviento, Vaticano, 29 de noviembre de 2009

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo iniciamos, por gracia de Dios, un nuevo Año litúrgico, que se abre naturalmente con el Adviento, tiempo de preparación para el nacimiento del Señor. El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la liturgia, afirma que la Iglesia "en el ciclo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, el día de Pentecostés y la expectativa de la feliz esperanza y venida del Señor". De esta manera, "al conmemorar los misterios de la Redención, abre la riqueza del poder santificador y de los méritos de su Señor, de modo que se los hace presentes en cierto modo, durante todo tiempo, a los fieles para que los alcancen y se llenen de la gracia de la salvación" (Sacrosanctum concilium, 102). El Concilio insiste en que el centro de la liturgia es Cristo, como el sol en torno al cual, al estilo de los planetas, giran la santísima Virgen María –la más cercana– y luego los mártires y los demás santos que "cantan la perfecta alabanza a Dios en el cielo e interceden por nosotros" (ib., 104).

Esta es la realidad del Año litúrgico vista, por decirlo así, "desde la perspectiva de Dios". Y, desde la perspectiva del hombre, de la historia y de la sociedad, ¿qué importancia puede tener? La respuesta nos la sugiere precisamente el camino del Adviento, que hoy emprendemos. El mundo contemporáneo necesita sobre todo esperanza: la necesitan los pueblos en vías de desarrollo, pero también los económicamente desarrollados. Cada vez caemos más en la cuenta de que nos encontramos en una misma barca y debemos salvarnos todos juntos. Sobre todo al ver derrumbarse tantas falsas seguridades, nos damos cuenta de que necesitamos una esperanza fiable, y esta sólo se encuentra en Cristo, quien, como dice la Carta a los Hebreos, "es el mismo ayer, hoy y siempre" (Hb 13, 8). El Señor Jesús vino en el pasado, viene en el presente y vendrá en el futuro. Abraza todas las dimensiones del tiempo, porque ha muerto y resucitado, es "el Viviente" y, compartiendo nuestra precariedad humana, permanece para siempre y nos ofrece la estabilidad misma de Dios. Es "carne" como nosotros y es "roca" como Dios. Quien anhela la libertad, la justicia y la paz puede cobrar ánimo y levantar la cabeza, porque se acerca la liberación en Cristo (cf. Lc 21, 28), como leemos en el Evangelio de hoy. Así pues, podemos afirmar que Jesucristo no sólo atañe a los cristianos, o sólo a los creyentes, sino a todos los hombres, porque él, que es el centro de la fe, es también el fundamento de la esperanza. Y todo ser humano necesita constantemente la esperanza.

Queridos hermanos y hermanas, la Virgen María encarna plenamente la humanidad que vive en la esperanza basada en la fe en el Dios vivo. Ella es la Virgen del Adviento: está bien arraigada en el presente, en el "hoy" de la salvación; en su corazón recoge todas las promesas pasadas y se proyecta al cumplimiento futuro. Sigamos su ejemplo, para entrar de verdad en este tiempo de gracia y acoger, con alegría y responsabilidad, la venida de Dios a nuestra historia personal y social.

Se dice Credo.


Oración de los fieles

Oremos al Señor, nuestro Dios. Los que esperan en él no quedan defraudados.

- Por la Iglesia: para que, en medio de la injusticia de este mundo, sepa anunciar a Jesucristo, que viene a traer la justicia de Dios. Roguemos al Señor.

- Por los gobernantes, para que, procurando el bien común, defiendan los derechos de todos y principalmente de los más débiles. Roguemos al Señor.

- Por los que están angustiados, en trance de desesperación, para que encuentren junto a ellos una mano amiga que los levante y sientan cercana la liberación. Roguemos al Señor.

- Por nosotros y todos los que comparten nuestra esperanza, para que, amándonos unos a otros, procedamos siempre agradando a Dios y, cuando venga el Señor Jesús, podamos presentarnos santos e irreprochables ante él. Roguemos al Señor.

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.


Oración sobre las ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te ofrecemos,
escogidos de los bienes que hemos recibido de ti,
y lo que nos concedes celebrar con devoción durante nuestra vida mortal
sea para nosotros premio de tu redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


PREFACIO I DE ADVIENTO
Las dos venidas de Cristo

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Quien, al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne,
realizó el plan de redención trazado desde antiguo
y nos abrió el camino de la salvación eterna,
para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria,
revelando así la plenitud de su obra,
podamos recibir los bienes prometidos
que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar.

Por eso, con los ángeles y arcángeles,
tronos y dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, santo santo...


Antífona de comunión Sal 84, 13

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto.


Oración después de la comunión

Fructifique en nosotros, Señor, la celebración de estos sacramentos,
con los que tú nos enseñas, ya en este mundo que pasa,
a descubrir el valor de los bienes del cielo
y a poner en ellos nuestro corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se puede usar la fórmula de bendición solemne. Adviento.

Dios todopoderoso y rico en misericordia, por su Hijo Jesucristo,

cuya venida en carne creéis y cuyo retorno glorioso esperáis,

en la celebración de los misterios del Adviento,

os ilumine y os llene de sus bendiciones.

R. Amén.

Dios os mantenga durante esta vida firmes en la fe,

alegres por la esperanza y diligentes en el amor.

R. Amén.

Y así, los que ahora os alegráis

por el próximo nacimiento de nuestro Redentor,

cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria

recibáis el premio de la vida eterna.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,

Padre, Hijo + y Espíritu Santo,

descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.

Amén.