SÁBADO, 06 DE NOVIEMBRE
- Horario de la
parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 23.00 h.
- ERMITA DE MONTEMAYOR:
NO HAY MISA EN LA ERMITA HASTA
QUE VUELVA LA VIRGEN.
- SAN FRANCISCO:
¡OJO: HOY NO HAY MISA EN SAN FRNCISCO, SINO EN LA PARROQUIA!
- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía I Vísperas del Domingo de la XXXII Semana del Tiempo Ordinario: Tercer Día de Triduo en honor a la Virgen de la Soledad (Hermandad de la Vera+Cruz, a las 19.30 h.)
- Eucaristía – Comunidades Neocatecumenales (a las 20.30 h.)
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
Carta del Obispo
Día de la Iglesia
Diocesana,para celebrar que «somos una gran familia contigo»
El próximo
Domingo día 7 celebramos el Día de la Iglesia Diocesana con el lema: Somos lo
que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo. Esta Jornada, situada
en el contexto de la fase sinodal diocesana de la XI Asamblea General Ordinaria
del Sínodo de los Obispos, es una ocasión para sentir y obrar en el espíritu
que quiere promover este acontecimiento eclesial: Por una Iglesia sinodal.
Comunión, participación, misión. La Iglesia
siempre nos remite a la familia, a la familia de los hijos de Dios, en la que vamos edificando,
bajo la acción del Espíritu, el pueblo santo que constituimos a partir del
bautismo. Nuestra pertenencia a la Iglesia universal se realiza en la Iglesia
particular, en nuestro caso la Diócesis
de Huelva. Como nos recuerda el Concilio Vaticano II: «la diócesis es una parte
del Pueblo de Dios que se confía a un obispo para que la apaciente con la cooperación
del presbiterio, de forma que unida a su pastor y reunida por él en el Espíritu
Santo por el Evangelio y la Eucaristía, constituye una Iglesia particular, en
la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa,
Católica y Apostólica» (Christus Dominus, 11). Para vivir la
unidad entre todos los fieles que peregrinamos
en nuestra Iglesia de
Huelva debemos coser sin
desfallecer las tres redes en las que
está el Pueblo de Dios: la red que constituyen
las parroquias, vertebrando todo el territorio de nuestra iglesia
particular; la red de la vida
consagrada, con sus comunidades de monjas de clausura, comunidades de
religiosos y religiosas, y otras formas de vida consagrada; y la red de los
movimientos, asociaciones de fieles, nuevas comunidades e instituciones eclesiales.
Todos debemos comprendernos en la fraternidad recibida y en el trabajo
misionero hecho en comunión que Huelva necesita. La Jornada de la Iglesia
Diocesana es una ocasión para fijarnos, particularmente, en las parroquias. Una familia
que anuncia Nuestra
pertenencia a la Iglesia se abre en la fuente bautismal, situada en la
parroquia. Allí se realiza nuestro primer contacto con la familia de Dios, se
nos acompaña en la iniciación cristiana, recibimos la Palabra de Vida y se nos
envía a evangelizar, a ser misioneros. Es el primer núcleo familiar dentro de
la familia diocesana, donde nos han llevado, en la mayoría de las ocasiones,
nuestras propias familias humanas. En la tarea
misionera de la Iglesia, la parroquia tiene
un papel imprescindible. Cada una
de ellas lleva a cabo su misión de anunciar el Evangelio a través de múltiples
actividades: catequesis de niños y de adultos, catequesis presacramentales,
formación de sus miembros. Para ello las parroquias han de contar con la
implicación de los fieles, que sientan suya a la parroquia donde viven su ser
eclesial. Una familia
que sirve También en la
parroquia logramos tener el primer contacto con la Iglesia que sirve como
Cristo, que ejerce su función de diakonía. Los pobres siempre tuvieron en las
parroquias un referente de familia, donde son estimados. Muchas veces con
medios y recursos muy escasos, pero con mucho amor. También en este aspecto hay
que subrayar la colaboración de los fieles y de los pastores, que sostienen con
su generosidad las Cáritas parroquiales junto a las iniciativas de caridad
protagonizadas por Hermandades y otras instituciones eclesiales vinculadas a la
parroquia. La Iglesia
diocesana impulsa esta labor de las parroquias y suple lo que por ellas mismas
no pueden afrontar. Es más, anima la presencia de Cristo en tantas periferias
de nuestro mundo, nos permite besar las llagas de Cristo en los pobres. Una familia
que alaba La parroquia
nos introduce en la alabanza divina, especialmente con la Eucaristía dominical.
Es una familia que alaba a su Padre, porque el Señor inspira y hace suya
«nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación» (Prefacio Común
IV). Esa alabanza adquiere especial plenitud cuando nos unimos a la Iglesia
local presidida por su obispo (ese
sentido tiene la mención al obispo diocesano en el memento de la Misa). La
familia parroquial inserta en la familia diocesana nos une con Cristo presente
y actuante en su Iglesia a través de la liturgia. Esta familia
que es la Iglesia particular tiene una serie de necesidades, ocasionadas en el
ejercicio del desarrollo de la misión de anunciar, servir y alabar, que
requieren la contribución y colaboración de todos los fieles. Es inexcusable
que ofrezcamos nuestra disponibilidad, poniendo tiempo y cualidades personales
al servicio de la Iglesia. Es precisa la cooperación espiritual, que nos haga
sentir como propias las necesidades de nuestra comunidad diocesana, y rezar por
ellas. También es ineludible la colaboración económica, que forma parte de una
exigencia moral recogida en los mandamientos de la madre Iglesia, hoy tan
olvidados: ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Así estaremos haciendo
verdad lo que dice el lema de este año:
Somos lo que tú nos ayudas a ser, una familia que anuncia, sirve y alaba en
nombre del Señor y así contribuye al mayor bien de todos los hombres. Como el
niño que presentó a Jesús los panes y los peces, ofrezcamos nuestras
capacidades personales y ayuda económica en
la medida que nos sea posible. Que la Virgen
Inmaculada y San Leandro intercedan por
nosotros, para que el Señor nos conceda el don de la generosidad, que yo os
agradezco de corazón, para sostener la labor de nuestra familia diocesana. Con mi afecto
y bendición. + Santiago Gómez Sierra,Obispo de Huelva. Huelva, 4 de noviembre de 2021,Memoria litúrgica de San Carlos Borromeo.
El Video del Papa - Noviembre 2021
"Las personas que sufren depresión"
SANTORAL DE HOY
San Félix de Toniza, mártir
En Toniza, de Numidia, san Félix, mártir, del que habló san Agustín
cuando, dirigiéndose al pueblo, dijo: «Verdaderamente feliz en el nombre y en
la corona. Porque confesó y fue atormentado; y al otro día se encontró en la
cárcel su cuerpo exánime».
San Pablo de Constantinopla, obispo y
mártir
Conmemoración de san Pablo, obispo de Constantinopla y mártir, a quien
expulsaron muchas veces los arrianos por mantener la fe nicena y otras tantas
volvió a su sede, pero, al fin, el emperador Constancio le relegó a Cucuso,
pequeña población de Capadocia, donde, según la tradición, fue cruelmente
estrangulado por insidias de los arrianos.
San Melanio de Rennes, obispo
En Rennes, de la Bretaña Menor, san Melanio, obispo, que pasó al
encuentro del Señor en el lugar llamado Placio, a la vera del río Vicenon,
donde él mismo, con sus propias manos, había construido una iglesia y
congregado a monjes para el servicio de Dios.
San Iltuto, abad
En el monasterio de Llanilltud Fawr, en Cambria, que lleva su nombre, san
Iltuto, abad, que fundó un cenobio, donde la fama de su santidad y eximia
doctrina congregó gran número de discípulos.
Santos Calinizo, Himerio, Teodoro y siete compañeros, mártires
En Jerusalén, santos mártires Calinizo, Himerio, Teodoro, Esteban, Pedro,
Pablo, otro Teodoro, Juan, otro Juan y uno más cuyo nombre se desconoce, todos
los cuales eran soldados en Gaza, y al ser ocupada la ciudad por los sarracenos
fueron encarcelados, pero, animados por el obispo san Sofronio, confesaron a
Cristo, y coronaron así su martirio por decapitación.
San Severo de Barcelona, obispo y
mártir
En Barcelona, ciudad de Hispania, san Severo, obispo, que, según la
tradición, obtuvo la corona del martirio.
San Protasio de Lausanne, obispo
Entre los helvecios, en el reino de Burgundia, san Protasio, al que se venera
como obispo de Lausanne.
San Winoco, abad
En la región Taruanense, de Austrasia, san Winoco, de origen bretón, que
primero fue recibido por san Bertino en la comunidad de monjes de Sithiu, y
después construyó el monasterio de Wormhoudt, que dirigió santamente como
prior, trabajando mucho con sus propias manos.
San Esteban de Apt, obispo
En Apt, en la Provenza, de la Galia, san Esteban, obispo, famoso por su
mansedumbre, que organizó dos peregrinaciones a Jerusalén y restauró la iglesia
catedral.
San Teobaldo, presbítero
En el monasterio de Dorat, en la región de Limoges, de Aquitania, san
Teobaldo, presbítero, que, siendo canónigo regular, fue encargado de la iglesia
y nunca salía del cenobio más que para ponerse al servicio de los enfermos y
atender a sus necesidades.
Beata Cristina de Stommeln, virgen
Cerca de Colonia, en la Lotaringia, de Germania, beata Cristina de
Stommeln, virgen, que superó las tentaciones del mundo viviendo en comunión con
la pasión de Cristo.
Beato Tomás de San Agustín Kintsuba Jihyoe,
presbítero y mártir
En Nagasaki, Japón, beato Tomás de San Agustín Kintsuba Jihyoe, presbítero de la Orden de San Agustín, quien realizó su apostolado disfrazado de samurai, pudiendo así asistir a los cristianos detenidos en la cárcel, donde estaba preso también su superior, hasta que finalmente fue capturado él mismo, y murió «horca y fosa», donde mostró gran fortaleza.
LITURGIA DE HOY
(Hasta la hora nona)
Misa de la memoria (rojo).
Saludad a mi querido Epéneto, primicias de Asia para Cristo.
R. Te alabamos, Señor.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey.
V. Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey.
V. Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey.
V. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey.
Aleluya 2 Cor 8, 9
V. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza. R.
R. Gloria a ti, Señor.