26 de diciembre - DOMINGO DENTRO DE LA OCTAVA DDE NAVIDAD, FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ


Tiempo de la Octava de Navidad:


"Veni, Veni, Emmanuel"



Cantos para la Navidad

  

DOMINGO, 26 - SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ, Fiesta


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 26 DE DICIEMBRE

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.

- Eucaristía de la Sagrada Familia de Jesús, María y José (a las 11.00 h.).

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía de la Sagrada Familia (a las 19.30 h.).

 

DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

La fiesta de la Sagrada Familia

112. La fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José (Domingo en la octava de Navidad) ofrece un ámbito celebrativo apropiado para el desarrollo de algunos ritos o momentos de oración, propios de la familia cristiana.

El recuerdo de José, de María y del niño Jesús, que se dirigen a Jerusalén, como toda familia hebrea observante, para realizar los ritos de la Pascua (cfr. Lc 2,41-42), animará a que toda la familia acepte la invitación a participar unida, ese día, en la Eucaristía. Y resultaría muy significativo que la familia se encomendase nuevamente al patrocinio de la Sagrada Familia de Nazaret, la bendición de los hijos, prevista en el Ritual, y donde sea oportuno, la renovación de las promesas matrimoniales asumidas por los esposos, convertidos ya en padres, en el día de su matrimonio, así como las promesas de los desposorios con las que los novios formalizan su proyecto de fundar en el futuro una nueva familia.

Pero más allá del día de la fiesta, a los fieles les agrada recurrir a la Sagrada Familia de Nazaret en muchas circunstancias de la vida: se inscriben con gusto en las Asociaciones de la Sagrada Familia, para configurar su propio núcleo familiar según el modelo de la Familia de Nazaret, y dirigen a la misma jaculatorias frecuentes, mediante las que se encomiendan a su patrocinio y piden la asistencia para el momento de la muerte.


NOTICIAS DE ACTUALIDAD












Actualidad comentada por el P. Santiago Martín

Portada

Con 1.500 personas permitidas en la Basílica de San Pedro

«Dios no busca fuerza y poder, pide ternura y pequeñez»: el Papa en la misa de Nochebuena

«Al cabo de un largo rato vi que el niño rebullía y lo oí llorar»

José y María miraban a Jesús con «lágrimas de alegría»: la visión de la Navidad de la beata Emmerich

Evgeny y su esposa Natalya empezaron a ir a misa a los 45 años; Juan Pablo II tiene que ver

Eran rusos en un país comunista de África, sonó una campana, era Navidad... y la fe tocó su corazón

Vídeos

  Madre Verónica: meditación navideña

  Beato Juan Pablo I: ya hay fecha

  Harpa Dei, a la Santísima Virgen

  Que sepas que «Es por ti la Navidad»

  La Navidad: una visión bíblica

Otras noticias

  Bendición «Urbi et Orbi»: se equivoca quien busca atajos en vez del diálogo, dice el Papa Francisco

  Mensaje del Rey Felipe VI: sin alusiones religiosas, más allá de un belén y la palabra Navidad

  En Belén, misa con el Niño pero sin peregrinos: el Patriarca latino pide trabajar por la convivencia

  La XXV edición de las Edades del Hombre, dedicada a la Virgen María, anuncia 8 meses de prórroga

Opinión

  Chesterton y la tristeza en Navidad , por José Durand Mendioroz

Blogs

  Hoy el reto del amor es saltar las distancias , por El Reto Del Amor

  Nuevo comienzo. Comentario para Matrimonios: Juan 1, 1-18 , por ProyectoAmorConyugal.es

  Reflexión de la Solemnidad de la Natividad del Señor , por La alegría de la Buena Noticia

  El Buey y la Mula , por Un alma para el mundo


SANTORAL DE HOY




Elogio: Fiesta de san Esteban, protomártir, varón lleno de fe y de Espiritu Santo, que fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio, y también fue el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús al afirmar que veía al Señor sentado en la gloria a la derecha del Padre, al ser lapidado mientras oraba por los perseguidores.

Patronazgos: patrono de Roma, de los caballos, los mozos de cuadra, cocheros, canteros, albañiles, carpinteros, tejedores, sastres, toneleros, y protector contra la obsesión, las piedras y cálculos, la pleuresía, los dolores de cabeza, y para pedir una buena muerte.
Tradiciones, refranes, devociones: Refrán en catalán: "Per Nadal un pas de pardal i per Sant Esteve un pas de llebre."(Por Navidad un paso de gorrión y por San Esteban un paso de liebre, en relación a que los días se van alargando).

Posiblemente relacionado con el mismo fenómeno de alargarse los días está la versión castellana "Por San Esteban, un paso de liebre lleva, por San Antonio un paso de demonio."

El Diccionario de la Lengua recoge la expresión «ver (alguien) los cielos abiertos" con el significado de "presentársele ocasión o coyuntura favorable para salir de un apuro o conseguir lo que deseaba.", que proviene sin duda de la expresión de Hechos 7,56 en boca del propio Esteban, aunque también se utiliza en otros pasajes bíblicos.

Refieren a este santo: San Felipe el diácono, Santos Pedro y Pablo, Santos Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás.


Otros santos de este día:

   San Dionisio, papa   

En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Dionisio, papa, el cual, después de la persecución bajo el emperador Valeriano, consoló con piadosas cartas y con su presencia a los hermanos y a los afligidos, con dinero redimió de los sufrimientos a los cautivos, y enseñó a los ignorantes los principios de la fe, brillando en toda virtud.

   San Zenón de Mayuma, obispo

Conmemoración de san Zenón, obispo de Mayuma, en Palestina, que edificó una basílica a sus sobrinos mártires Eusebio, Nestabio y Zenón, y hasta el fin de su vida trabajó como tejedor para procurarse el sustento y ayudar a los pobres.

   San Zósimo, papa   

En Roma, en la vía Tiburtina, junto a San Lorenzo, sepultura del papa san Zósimo.

   San Eutimio de Sardes, obispo y mártir

En Sardes, de Lidia, san Eutimio, obispo y mártir, a quien el emperador Miguel el Iconoclasta desterró a causa del enfrentamiento motivado por el culto de las sagradas imágenes, y más tarde, durante el imperio de Teófilo, tras ser castigado inhumanamente con azotes, consumó el martirio.

   Santa Vicenta María López Vicuña, virgen y fundadora

En Madrid, en España, santa Vicenta María López Vicuña, virgen, que fundó y propagó el Instituto de Hijas de María Inmaculada, para que cuidaran del cuerpo y del alma de las jóvenes que, por razón del servicio doméstico, se encontraban alejadas de sus familias.

   Beatas Inés Phila, Lucía Khambang y compañeras, mártires   

En el pueblo de Song-Khon, en Tailandia, beatas mártires Inés Phila y Lucía Khambang, vírgenes de la Congregación de Hermanas Amantes de la Cruz, y también Agueda Phutta, Cecilia Butsi, Bibiana Hampai y María Phon, todas las cuales, al no querer negar la fe cristiana, fueron fusiladas en el cementerio del pueblo.

   Beato Segundo Pollo, presbítero   

En el lugar llamado Dragali, en Montenegro, beato Segundo Pollo, presbítero de Vercelli, que ejerciendo de capellán castrense durante la guerra, al asistir a un soldado moribundo fue herido, y poco después murió desangrado.


LITURGIA DE HOY

 Fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos (elog. del Martirologio Romano).


Misa de la fiesta (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. Nav., embolismos props. de la Octava en las PP. EE. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. I (B).
- Eclo 3, 2-6. 12-14.
 Quien teme al Señor honrará a sus padres.
- Sal 127. R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
- Col 3, 12-21. La vida de familia en el Señor.
- Lc 2, 41-52. Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los maestros. 

Lecturas alternativas para el presente año C: 

- 1 Sam 1, 20-22. 24-28. Samuel queda cedido al Señor de por vida. 

- Sal 83. R. ¡Dichosos los que viven en tu casa, Señor! 

- 1 Jn 3, 1-2. 21-24. Somos llamados hijos de Dios, pues ¡lo somos!

 

El Hijo de Dios se hizo hombre consagrando la familia como el lugar normal para nacer, ir creciendo en sabiduría, estatura y gracia (cf. Ev.). La 1 lect. nos habla de cómo los hijos deben honrar a sus padres, algo con cierta frecuencia olvidado. Y en la 2 lect. san Pablo nos habla de la vida de familia vivida en el Señor: la paciencia mutua, el perdón y por encima de todo el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Si se echara cuenta de los mandamientos de Dios en la vida de familia, no habría tantas familias rotas o viviendo el maltrato y la violencia. La sagrada familia es un ejemplo para seguir en sus virtudes domésticas y su unión en el amor (cf. 1. orac.).


* JORNADA DE LA SAGRADA FAMILIA (pontificia y dependiente de la CEE): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ.
* Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.


Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 27 de diciembre, pág. 736.
CALENDARIOS: Hijos e Hijas de la Sagrada Familia, Siervas de San José y Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia: (S).

Girona: Aniversario de la muerte de Mons. Jaume Camprodón Rovira, obispo, emérito (2016).


TEXTOS MISA

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
Fiesta

Antífona de entrada Cf. Lc 2, 16

Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en un pesebre.


Monición de entrada

Hoy contemplamos a Jesús con María y José: es la fiesta de la Sagrada Familia. Jesús, hecho hombre, ha tenido necesidad de una familia, donde ha pasado la mayor parte de su existencia sin otro acontecimiento extraordinario que la vida cotidiana, donde ha aprendido la sabiduría de la fe de su pueblo y la oración confiada a Dios. La Sagrada Familia se nos propone como modelo de confianza en Dios, de disponibilidad a su plan de salvación y de fidelidad para ponerlo en práctica.


Acto penitencial

Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las invocaciones propias del tiempo de Navidad o las que se proponen a continuación.

- Tú, que has venido a cumplir la voluntad del Padre: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, que, despojado de tu rango, pasaste por uno de tantos: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, que te sometiste obediente a María y a José: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.


Monición al Gloria

Se dice Gloria. Puede introducirse con la siguiente monición.

Recitamos (cantamos) el himno de alabanza que prolonga el cántico de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor.


Oración colecta

Oh, Dios, que nos has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo, concédenos, con bondad, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

 LECTURAS DE LA MISA

Audio y comentario del Evangelio de hoy

 

PRIMERA LECTURA 
Quien teme al Señor honrará a sus padres

Lectura del libro del Eclesiástico (Eclo 3, 2-6. 12-14)

EL SEÑOR honra más al padre que a los hijos

y afirma el derecho de la madre sobre ellos.

Quien honra a su padre expía sus pecados,

y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.

Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos

y, cuando rece, será escuchado.

Quien respeta a su padre tendrá larga vida,

y quien honra a su madre obedece al Señor.

Hijo, cuida de tu padre en su vejez

y durante su vida no le causes tristeza.

Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él,

y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.

Porque la compasión hacia el padre no será olvidada

y te servirá para reparar tus pecados.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 127, 1bc-2. 3. 4-5 [R.: cf. 1bc])

R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

V. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.

R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

V. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.

R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

V. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.


SEGUNDA LECTURA 
La vida de familia vivida en el Señor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (Col 3, 12-21)

HERMANOS:

Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.

Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.

El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.

Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.

Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.

Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

 

Lecturas de la fiesta de la Sagrada Familia, 1ª, salmo y 2ª opcionales para el ciclo C. (Lec. I C)

 

PRIMERA LECTURA 
Samuel queda cedido al Señor de por vida.

Lectura del primer libro de Samuel (1 Sam 1, 20-22. 24-28)

AL CABO de los días Ana concibió y dio a luz un hijo, al que puso por nombre Samuel, diciendo:

«se lo pedí al Señor».

El esposo Elcaná y toda su casa subieron a ofrecer al Señor el sacrificio anual y cumplir su voto. Ana, en cambio, no subió, manifestando a su esposo:

«Esperemos hasta que el niño sea destetado. Entonces lo llevaré, lo ofreceré al Señor y se quedará allí para siempre».

Una vez destetado, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del Señor a Siló y el niño se quedó como siervo. Inmolaron el novillo y presentaron el niño a Elí.

Ella le dijo:

«Perdón, por tu vida, mi señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida».

Y se postraron allí ante el Señor.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10 [R.: cf. 5a])

R. ¡Dichosos los que viven en tu casa, Señor!

V. ¡Qué deseables son tus moradas,
Señor del universo!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.

R. ¡Dichosos los que viven en tu casa, Señor!

V. Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos el que encuentra en ti su fuerza,
y tiene tus caminos en su corazón.

R. ¡Dichosos los que viven en tu casa, Señor!
 
V. Señor del universo,
escucha mi súplica,
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, escudo nuestro,
mira el rostro de tu Ungido.

R. ¡Dichosos los que viven en tu casa, Señor!


SEGUNDA LECTURA 
Somos llamados hijos de Dios, pues ¡lo somos!

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1 Jn 3, 1-2. 21-24)

QUERIDOS HERMANOS:

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para nos llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Cuanto pidamos los recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.

Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Palabra del Dios.
R. Te alabamos, Señor.
 

Aleluya Cf. Hch 16, 14b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Abre, Señor, nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. R.


EVANGELIO (ciclo C) 
Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los maestros

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 41-52)
R. Gloria a ti, Señor.

LOS PADRES de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.

Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.

Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:

«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contestó:

«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.

Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco
ÁNGELUS. Plaza de San Pedro. Domingo, 30 de diciembre de 2018

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y la liturgia nos invita a reflexionar sobre la experiencia de María, José y Jesús, unidos por un inmenso amor y animados por una gran confianza en Dios. El pasaje del Evangelio de hoy (cf. Lucas 2, 41-52 ) narra el viaje de la familia de Nazaret a Jerusalén, para la fiesta de Pascua. Pero, en el viaje de regreso, los padres se dan cuenta de que el hijo de doce años no está en la caravana. Después de tres días de búsqueda y temor, lo encuentran en el templo, sentado entre los doctores, concentrado discutiendo con ellos. Al ver al Hijo, María y José «quedaron sorprendidos» (v. 48) y la Madre expresó su temor diciendo: «Tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando» (ibíd.).

El asombro, ellos «quedaron sorprendidos», y la angustia, «tu padre y yo, angustiados», son los dos elementos sobre los que me gustaría llamar tu atención: asombro y angustia.

En la familia de Nazaret, el asombro nunca cesó, ni siquiera en un momento dramático como la pérdida de Jesús: es la capacidad de sorprenderse por la manifestación gradual del Hijo de Dios. Es el mismo asombro que también afecta a los doctores del templo, admirados «por su inteligencia y sus respuestas» (v.47). Pero, ¿qué es el asombro, qué es sorprenderse? Sorprenderse y maravillarse es lo contrario a dar todo por sentado, es lo contrario a interpretar la realidad que nos rodea y los acontecimientos de la historia solo de acuerdo con nuestros criterios. Y una persona que hace esto no sabe lo que es la maravilla, lo que es el asombro. Sorprenderse es abrirse a los demás, comprender las razones de los demás: esta actitud es importante para sanar las relaciones comprometidas entre las personas y también es indispensable para sanar heridas abiertas dentro de la familia. Cuando hay problemas en las familias, asumimos que tenemos razón y cerramos la puerta a los demás. En su lugar, uno debe pensar: «¿Qué tiene de bueno esta persona?» Y maravillarse con eso «bueno». Y esto ayuda a la unidad de la familia. Si tenéis problemas en la familia, pensad en las cosas buenas que tiene el familiar con el que tenéis problemas, y maravillaos con eso. Y esto ayudará a sanar las heridas familiares.

El segundo elemento que me gustaría comprender del Evangelio es la angustia que experimentaron María y José cuando no encontraban a Jesús. Esta angustia manifiesta la centralidad de Jesús en la Sagrada Familia. La Virgen y su esposo habían acogido a ese Hijo, lo custodiaron y lo vieron crecer en edad, sabiduría y gracia en medio de ellos, pero sobre todo creció en sus corazones; Y, poco a poco, su afecto y comprensión por él aumentaron. He aquí por lo que la familia de Nazaret es santa: porque estaba centrada en Jesús, todas las atenciones y cuidados de María y José estaban dirigidas a él.

La angustia que sintieron en los tres días de la pérdida de Jesús también debe ser nuestra angustia cuando estamos lejos de Él, cuando estamos lejos de Jesús. Debemos sentir angustia cuando nos olvidamos de Jesús durante más de tres días, sin rezar, sin leer el Evangelio, sin sentir la necesidad de su presencia y su amistad consoladora. Y muchas veces pasan los días sin que yo recuerde a Jesús. Pero esto es malo, esto es muy malo. Debemos sentir angustia cuando suceden estas cosas. María y José lo buscaron y lo encontraron en el templo mientras enseñaba: nosotros también, es sobre todo en la casa de Dios donde podemos encontrarnos con el divino Maestro y acoger su mensaje de salvación. En la celebración eucarística hacemos una experiencia viva de Cristo; Él nos habla, nos ofrece su Palabra, nos ilumina, ilumina nuestro viaje, nos da su Cuerpo en la Eucaristía, del cual obtenemos fuerzas para enfrentar las dificultades de cada día.

Y hoy volvemos a casa con estas dos palabras: asombro y angustia. ¿Sé experimentar el asombro cuando veo las cosas buenas de los demás, y así resuelvo los problemas familiares? ¿Me siento angustiado cuando me he apartado de Jesús?

Recemos por todas las familias del mundo, especialmente aquellas en las que, por diversas razones, hay una falta de paz y armonía. Y las confiamos a la protección de la Sagrada Familia de Nazaret.



Homilía. Misa para las familias. Domingo 27 de diciembre de 2015.
Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.

Las Lecturas bíblicas que hemos escuchado nos presentan la imagen de dos familias que hacen su peregrinación hacia la casa de Dios. Elcaná y Ana llevan a su hijo Samuel al templo de Siló y lo consagran al Señor (cf. 1S 1, 20- 22, 24-28). Del mismo modo, José y María, junto con Jesús, se ponen en marcha hacia Jerusalén para la fiesta de Pascua (cf. Lc 2, 41-52).
Podemos ver a menudo a los peregrinos que acuden a los santuarios y lugares entrañables para la piedad popular. En estos días, muchos han puesto en camino para llegar a la Puerta Santa abierta en todas las catedrales del mundo y también en tantos santuarios. Pero lo más hermoso que hoy pone de relieve la Palabra de Dios es que la peregrinación la hace toda la familia. Papá, mamá y los hijos, van juntos a la casa del Señor para santificar la fiesta con la oración. Es una lección importante que se ofrece también a nuestras familias. Podemos decir incluso que la vida de la familia es un conjunto de pequeñas y grandes peregrinaciones.
Por ejemplo, cuánto bien nos hace pensar que María y José enseñaron a Jesús a decir sus oraciones. Y esto es una peregrinación, la peregrinación de educar en la oración. Y también nos hace bien saber que durante la jornada rezaban juntos; y que el sábado iban juntos a la sinagoga para escuchar las Escrituras de la Ley y los Profetas, y alabar al Señor con todo el pueblo. Y, durante la peregrinación a Jerusalén, ciertamente cantaban con las palabras del Salmo: «¡Qué alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor". Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén» (Sal 122, 1-2).
Qué importante es para nuestras familias a caminar juntos para alcanzar una misma meta. Sabemos que tenemos un itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con dificultades, pero también con momentos de alegría y de consuelo. En esta peregrinación de la vida compartimos también el tiempo de oración. ¿Qué puede ser más bello para un padre y una madre que bendecir a sus hijos al comienzo de la jornada y cuando concluye? Hacer en su frente la señal de la cruz como el día del Bautismo. ¿No es esta la oración más sencilla de los padres para con sus hijos? Bendecirlos, es decir, encomendarles al Señor, como hicieron Elcaná y Ana, José y María, para que sea él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día. Qué importante es para la familia encontrarse también en un breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por estos dones, y para aprender a compartir lo que hemos recibido con quien más lo necesita. Son pequeños gestos que, sin embargo, expresan el gran papel formativo que la familia desempeña en la peregrinación de cada día.
Al final de aquella peregrinación, Jesús volvió a Nazaret y vivía sujeto a sus padres (cf. Lc 2, 51). Esta imagen tiene también una buena enseñanza para nuestras familias. En efecto, la peregrinación no termina cuando se ha llegado a la meta del santuario, sino cuando se regresa a casa y se reanuda la vida de cada día, poniendo en práctica los frutos espirituales de la experiencia vivida. Sabemos lo que hizo Jesús aquella vez. En lugar de volver a casa con los suyos, se había quedado en el Templo de Jerusalén, causando una gran pena a María y José, que no lo encontraban. Por su «aventura», probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos suponer. La pregunta de María, además, manifiesta un cierto reproche, mostrando claramente la preocupación y angustia, suya y de José. Al regresar a casa, Jesús se unió estrechamente a ellos, para demostrar todo su afecto y obediencia. Estos momentos, que con el Señor se transforman en oportunidad de crecimiento, en ocasión para pedir perdón y recibirlo y de demostrar amor y obediencia, también forman parte de la peregrinación de la familia.
Que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado para esta peregrinación en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio. Pobres de nosotros si Dios no nos perdonase. En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no obstante los errores que se puedan cometer.
No perdamos la confianza en la familia. Es hermoso abrir siempre el corazón unos a otros, sin ocultar nada. Donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón. Encomiendo a vosotras, queridas familias, esta cotidiana peregrinación doméstica, esta misión tan importante, de la que el mundo y la Iglesia tienen más necesidad que nunca.

 

Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Domingo 30 de diciembre de 2012

Queridos hermanos hermanas:
Hoy es la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En la liturgia, el pasaje del Evangelio de san Lucas nos presenta a la Virgen María y a san José que, fieles a la tradición, suben a Jerusalén para la Pascua junto a Jesús, que tenía doce años. La primera vez que Jesús había entrado en el Templo del Señor fue a los cuarenta días de su nacimiento, cuando sus padres ofrecieron por Él "un par de tórtolas o dos pichones" (Lc 2, 24), es decir la ofrenda de los pobres. "Lucas, cuyo Evangelio está impregnado todo él por una teología de los pobres y de la pobreza, nos da a entender... que la familia de Jesús se contaba entre los pobres de Israel; nos hace comprender que precisamente entre ellos podía madurar el cumplimiento de la promesa" (La infancia de Jesús, 88). Hoy Jesús está nuevamente en el Templo, pero esta vez desempeña un papel diferente, que le implica en primera persona. Él realiza, incluso sin haber cumplido aún los trece años de edad, con María y José, la peregrinación a Jerusalén según cuánto prescribe la Ley (cf. Ex 23, 17; Ex 34, 23s): un signo de la profunda religiosidad de la Sagrada Familia. Sin embargo, cuando sus padres regresan a Nazaret, sucede algo inesperado: Él, sin decir nada, permanece en la Ciudad. María y José le buscan durante tres días y le encuentran en el Templo, dialogando con los maestros de la Ley (cf. Lc 2, 46-47); y cuando le piden explicaciones, Jesús responde que no deben asombrarse, porque ese es su lugar, esa es su casa, junto al Padre, que es Dios (cf. La infancia de Jesús, 128). "Él –escribe Orígenes– profesa estar en el templo de su Padre, aquel Padre que nos ha revelado a nosotros y de quien ha dicho ser el Hijo" (Homilías sobre el Evangelio de san Lucas, 18, 5).
La preocupación de María y de José por Jesús es la misma de todo padre que educa a un hijo, que le introduce a la vida y a la comprensión de la realidad. Hoy, por lo tanto, es necesaria una oración especial por todas las familias del mundo. Imitando a la Sagrada Familia de Nazaret, los padres se han de preocupar seriamente por el crecimiento y la educación de los propios hijos, para que maduren como hombres responsables y ciudadanos honestos, sin olvidar nunca que la fe es un don precioso que se debe alimentar en los hijos también con el ejemplo personal. Al mismo tiempo, oremos para que cada niño sea acogido como don de Dios y sostenido por el amor del padre y de la madre, para poder crecer como el Señor Jesús "en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc 2, 52). Que el amor, la fidelidad y la dedicación de María y José sean ejemplo para todos los esposos cristianos, que no son los amigos o los dueños de la vida de sus hijos, sino los custodios de este don incomparable de Dios.
Que el silencio de José, hombre justo (cf. Mt 1, 19), y el ejemplo de María, que conservaba todo en su corazón (cf. Lc 2, 51), nos hagan entrar en el misterio pleno de fe y de humanidad de la Sagrada Familia. Deseo que todas las familias cristianas vivan en la presencia de Dios con el mismo amor y con la misma alegría de la familia de Jesús, María y José.


ÁNGELUS, Plaza de San Pedro, Domingo 27 de diciembre de 2009

Queridos hermanos y hermanas:
Se celebra hoy el domingo de la Sagrada Familia. Podemos seguir identificándonos con los pastores de Belén que, en cuanto recibieron el anuncio del ángel, acudieron a toda prisa, y encontraron "a María y a José, y al niño acostado en el pesebre" (Lc 2, 16). Detengámonos también nosotros a contemplar esta escena, y reflexionemos en su significado. Los primeros testigos del nacimiento de Cristo, los pastores, no sólo encontraron al Niño Jesús, sino también a una pequeña familia: madre, padre e hijo recién nacido. Dios quiso revelarse naciendo en una familia humana y, por eso, la familia humana se ha convertido en icono de Dios. Dios es Trinidad, es comunión de amor, y la familia es, con toda la diferencia que existe entre el Misterio de Dios y su criatura humana, una expresión que refleja el Misterio insondable del Dios amor. El hombre y la mujer, creados a imagen de Dios, en el matrimonio llegan a ser en "una sola carne" (Gn 2, 24), es decir, una comunión de amor que engendra nueva vida. En cierto sentido, la familia humana es icono de la Trinidad por el amor interpersonal y por la fecundidad del amor.
La liturgia de hoy propone el célebre episodio evangélico de Jesús, que a los doce años se queda en el templo, en Jerusalén, sin saberlo sus padres, quienes, sorprendidos y preocupados, lo encuentran después de tres días discutiendo con los doctores. A su madre, que le pide explicaciones, Jesús le responde que debe "estar en la propiedad", en la casa de su Padre, es decir, de Dios (cf. Lc 2, 49). En este episodio el adolescente Jesús se nos presenta lleno de celo por Dios y por el templo.
Preguntémonos: ¿de quién había aprendido Jesús el amor a las "cosas" de su Padre? Ciertamente, como hijo tenía un conocimiento íntimo de su Padre, de Dios, una profunda relación personal y permanente con él, pero, en su cultura concreta, seguro que aprendió de sus padres las oraciones, el amor al templo y a las instituciones de Israel. Así pues, podemos afirmar que la decisión de Jesús de quedarse en el templo era fruto sobre todo de su íntima relación con el Padre, pero también de la educación recibida de María y de José. Aquí podemos vislumbrar el sentido auténtico de la educación cristiana: es el fruto de una colaboración que siempre se ha de buscar entre los educadores y Dios. La familia cristiana es consciente de que los hijos son don y proyecto de Dios. Por lo tanto, no pueden considerarse como una posesión propia, sino que, sirviendo en ellos al plan de Dios, está llamada a educarlos en la mayor libertad, que es precisamente la de decir "sí" a Dios para hacer su voluntad. La Virgen María es el ejemplo perfecto de este "sí". A ella le encomendamos todas las familias, rezando en particular por su preciosa misión educativa.
Y ahora me dirijo, en lengua española, a quienes participan en la fiesta de la Sagrada Familia en Madrid.
Saludo cordialmente a los pastores y fieles congregados en Madrid para celebrar con gozo la Sagrada Familia de Nazaret. ¿Cómo no recordar el verdadero significado de esta fiesta? Dios, habiendo venido al mundo en el seno de una familia, manifiesta que esta institución es camino seguro para encontrarlo y conocerlo, así como un llamamiento permanente a trabajar por la unidad de todos en torno al amor. De ahí que uno de los mayores servicios que los cristianos podemos prestar a nuestros semejantes es ofrecerles nuestro testimonio sereno y firme de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, salvaguardándola y promoviéndola, pues ella es de suma importancia para el presente y el futuro de la humanidad. En efecto, la familia es la mejor escuela donde se aprende a vivir aquellos valores que dignifican a la persona y hacen grandes a los pueblos. También en ella se comparten las penas y las alegrías, sintiéndose todos arropados por el cariño que reina en casa por el mero hecho de ser miembros de la misma familia. Pido a Dios que en vuestros hogares se respire siempre ese amor de total entrega y fidelidad que Jesús trajo al mundo con su nacimiento, alimentándolo y fortaleciéndolo con la oración cotidiana, la práctica constante de las virtudes, la recíproca comprensión y el respeto mutuo. Os animo, pues, a que, confiando en la materna intercesión de María santísima, Reina de las familias, y en la poderosa protección de san José, su esposo, os dediquéis sin descanso a esta hermosa misión que el Señor ha puesto en vuestras manos. Contad además con mi cercanía y afecto, y os ruego que llevéis un saludo muy especial del Papa a vuestros seres queridos más necesitados o que pasan dificultades. Os bendigo a todos de corazón.


ÁNGELUS, Domingo 31 de diciembre de 2006.
Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret

Queridos hermanos y hermanas: 
En este último domingo del año celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. Con alegría dirijo un saludo a todas las familias del mundo, deseándoles la paz y el amor que Jesús nos ha dado al venir a nosotros en la Navidad. 
En el Evangelio no encontramos discursos sobre la familia, sino un acontecimiento que vale más que cualquier palabra: Dios quiso nacer y crecer en una familia humana. De este modo, la consagró como camino primero y ordinario de su encuentro con la humanidad. 
En su vida transcurrida en Nazaret, Jesús honró a la Virgen María y al justo José, permaneciendo sometido a su autoridad durante todo el tiempo de su infancia y su adolescencia (cf. Lc 2, 51-52). Así puso de relieve el valor primario de la familia en la educación de la persona. María y José introdujeron a Jesús en la comunidad religiosa, frecuentando la sinagoga de Nazaret. Con ellos aprendió a hacer la peregrinación a Jerusalén, como narra el pasaje evangélico que la liturgia de hoy propone a nuestra meditación. Cuando tenía doce años, permaneció en el Templo, y sus padres emplearon tres días para encontrarlo. Con ese gesto les hizo comprender que debía "ocuparse de las cosas de su Padre", es decir, de la misión que Dios le había encomendado (cf. Lc 2, 41-52). 
Este episodio evangélico revela la vocación más auténtica y profunda de la familia: acompañar a cada uno de sus componentes en el camino de descubrimiento de Dios y del plan que ha preparado para él. María y José educaron a Jesús ante todo con su ejemplo: en sus padres conoció toda la belleza de la fe, del amor a Dios y a su Ley, así como las exigencias de la justicia, que encuentra su plenitud en el amor (cf. Rm 13, 10). De ellos aprendió que en primer lugar es preciso cumplir la voluntad de Dios, y que el vínculo espiritual vale más que el de la sangre. 
La Sagrada Familia de Nazaret es verdaderamente el "prototipo" de toda familia cristiana que, unida en el sacramento del matrimonio y alimentada con la Palabra y la Eucaristía, está llamada a realizar la estupenda vocación y misión de ser célula viva no sólo de la sociedad, sino también de la Iglesia, signo e instrumento de unidad para todo el género humano.
Invoquemos ahora juntos la protección de María santísima y de san José sobre todas las familias, especialmente sobre las que se encuentran en dificultades. Que ellos las sostengan, para que resistan a los impulsos disgregadores de cierta cultura contemporánea, que socava las bases mismas de la institución familiar. Que ellos ayuden a las familias cristianas a ser, en todo el mundo, imagen viva del amor de Dios.

Se dice Credo

Oración de los fieles
Oremos al Señor nuestro Dios, Padre de la gran familia humana.
- Por la Iglesia, la familia de los hijos de Dios: para que sepa acoger a todos. Roguemos al Señor.
- Por los gobernantes, para que procuren con tenacidad la solución de los graves problemas de educación, vivienda y salarios que afectan a la familia. Roguemos al Señor.
- Por los padres, para que sepan educar a sus hijos, respetando su personalidad y ganándose su confianza. Roguemos al Señor.
- Por los novios, para que, preparándose seriamente durante el noviazgo, sean capaces de realizar su vida familiar según el proyecto de Dios. Roguemos al Señor.
- Por todos los hogares, para que sepamos discernir los valores permanentes que es preciso salvaguardar. Roguemos al Señor.
- Por las familias desunidas, por las familias que sufren, para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana. Roguemos al Señor.
- Por nosotros aquí reunidos, para que la Eucaristía que celebramos fomente en nosotros el espíritu de familia. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, la plegaria de tu Iglesia, que pone su confianza en tu amor y su mirada en el hogar de Nazaret. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Al ofrecerte, Señor, este sacrificio de expiación, te suplicamos, por intercesión de la Virgen Madre de Dios y de San José, que guardes a nuestras familias en tu gracia y en tu paz. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I de Navidad
Cristo, Luz del Mundo

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque, gracias al misterio del Verbo hecho carne,
la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos con nuevo resplandor,
para que, conociendo a Dios visiblemente,
él nos lleve al amor de lo invisible.

Por eso, con los ángeles y arcángeles,
tronos y dominaciones, y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo…


Se dice el recuerdo propio en la intercesión Atiende los deseos. Se dice: en tu presencia en el día santo.

Antífona de comunión Cf. Bar 3, 38
Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió en medio de los hombres.


Oración después de la comunión

Padre misericordioso,
concede a cuantos has renovado con estos divinos sacramentos
imitar fielmente los ejemplos de la Sagrada Familia
para que, después de las tristezas de esta vida,
podamos gozar de su eterna compañía en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Se puede utilizar la bendición solemne de la Natividad del Señor.

Dios, bondad infinita, que disipó las tinieblas del mundo con la encarnación de su Hijo y con su nacimiento glorioso iluminó este día santo aleje de vosotros las tinieblas del pecado y alumbre vuestros corazones con la luz de la gracia.

R. Amén.
Quien encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llene de gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangelio.

R. Amén.
Quien por la encarnación de su Hijo reconcilió lo humano y lo divino os conceda la paz a vosotros, amados de Dios, y un día os admita entre los miembros de la Iglesia del cielo.

R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.

R. Amén.