PROGRAMA PARROQUIAL:
VIERNES, 04 DE FEBRERO
- Horario de la
parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.
- Horario de
despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo
Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía del Viernes de la IV Semana del T.O. (a
las 19.30 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
"Jesucristo quiere encontrarse contigo y cambiar tu vida. Ven y lo verás"
SANTORAL DE HOY
San Eutiquio, mártir
En Roma, en las catacumbas de la vía Apia, san Eutiquio, mártir, que durante mucho tiempo fue torturado con privación de alimentos y sin poder dormir, para ser arrojado, finalmente, a una profunda cavidad, venciendo, con su fe en Cristo, todas las crueldades del tirano.
Santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires
En Perge, lugar de Panfilia, santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires.
Santos Fileas y Filoromo, mártires
En Alejandría de Egipto, pasión de los santos mártires Fileas, obispo de Thmuis, y Filoromo, tribuno militar, quienes, durante la persecución llevada a cabo bajo el emperador Diocleciano, no cedieron a las persuasiones de sus deudos y amigos para que salvaran su vida, y obtuvieron del Señor la palma del martirio al ser decapitados.
San Isidoro de Pelusio, monje y presbítero
En Pelusio, también en Egipto, san Isidoro, presbítero, hombre de profunda doctrina, que, despreciando el mundo y las riquezas, trató de imitar la vida de san Juan Bautista en el desierto, para lo que vistió el hábito monástico.
San Aventino de Chartres, obispo
En Châteaudun, cerca de Chartres, en la Galia, tránsito de san Aventino, obispo, que había ocupado la mencionada sede de Chartres.
San Aventino, laico
En Troyes, en la Galia Lugdunense, san Aventino, que fue servidor de san Lupo, obispo.
San Rabano Mauro, monje y obispo
En Maguncia, de la Franconia, en Alemania, san Rabano, llamado Mauro, obispo, que, siendo monje de Fulda, fue elevado a la sede de Maguncia. Docto en ciencia y elocuente en el hablar, nunca dejó de llevar a cabo todo lo que pudiese redundar en mayor gloria de Dios.
San Nicolás Estudita, monje
En Constantinopla, san Nicolás Estudita, monje, que exiliado repetidas veces por defender el culto de las santas imágenes, terminó sus días como abad del monasterio de Estudion.
San Gilberto de Sempringham, monje y presbítero
En Sempringham, lugar de Inglaterra, san Gilberto, presbítero, que fundó, con la aprobación del papa Eugenio III, una Orden monástica, en la que impuso una doble disciplina: la Regla de san Benito para las monjas y la de san Agustín para los clérigos.
Beato Juan Speed, mártir
En Durham, en Inglaterra, beato Juan Speed, mártir, el cual, por haber auxiliado a unos sacerdotes, alcanzó, durante el reinado de Isabel I, la palma del martirio al ser decapitado.
San José de Leonessa, religioso presbítero
En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, quien, en Constantinopla, sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y sufrió grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio, incluso en el mismo palacio del Sultán. De regreso a su patria, se distinguió por atender a los pobres.
San Juan de Brito, presbítero y mártir
En Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Brito, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, tras convertir a muchos a la fe imitando la vida y la conducta de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio.
Santa Verónica, santa del NT
Mujer piadosa que enjugó el rostro de Jesús camino del calvario; la leyenda la ha identificado con distintos personajes, entre ellos la hemorroísa. En algunos lugares se celebraba el 12 de julio, aunque debe aclararse que esta devoción popular no sólo no está en el Martirologio Romano actual, sino que tampoco estaba -oficialmente- en el anterior.
LITURGIA DE HOY
Misa de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- Eclo 47, 2-11. Con todo su corazón David entonó himnos, demostrando el amor por su Creador.
- Sal 17. R. Bendito sea mi Dios y Salvador.
- Mc 6, 14-29. Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 5 de febrero, pág. 148.
CALENDARIOS: Adoratrices de la Sangre de Cristo: Santa María de
Mattias (S). Misioneros de la Preciosa Sangre: (MO).
Familia Mínima: Santa Juana de Valois (F).
Canónigos Regulares de Letrán: San Gilberto, presbítero (MO).
Dominicos: Santa Catalina de Ricci, virgen (MO).
OFM Cap.: San José de Leonisa, presbítero (MO).
Orden Premonstratense: San Federico, abad (MO).
Trinitarios: Beata Isabel Canori Mora (MO).
Jesuitas: San Juan de Brito, presbítero, beatos Rodolfo Acquaviva,
presbítero, y compañeros, mártires (ML)
Antífona de entrada Cf. Sal 32, 11. 19
Los proyectos del Corazón del Señor
subsisten de edad en edad, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en
tiempo de hambre.
Monición de entrada
El corazón, en el lenguaje bíblico, representa el lugar donde residen
nuestros sentimientos y, sobre todo, nuestro amor. Celebrar el Sagrado Corazón
de Jesús significa, por tanto, actualizar la presencia de su amor inmenso al
Padre y a nosotros; este amor ha llegado a su extremo en la prueba máxima de
dar la vida por nosotros y ahora lo celebramos, aquí presente, en la
eucaristía.
Oración colecta
Señor, Dios nuestro, revístenos con las virtudes del Corazón de tu Hijo
e inflámanos en sus mismos sentimientos,
para que, conformados a su imagen,
merezcamos participar de la redención eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Lectura del libro del Eclesiástico (Eclo 47, 2-13)
COMO se separa la grasa en el sacrificio de comunión, así David fue
separado de entre los hijos de Israel.
Jugó con los leones como si fueran cabritos,
y con los osos como si fueran corderos.
¿Acaso no mató de joven al gigante,
y quitó el oprobio del pueblo,
lanzando la piedra con la honda
y abatiendo la arrogancia de Goliat?
Porque invocó al Señor altísimo,
quien dio vigor a su diestra,
para aniquilar al potente guerrero
y reafirmar el poder de su pueblo.
Por eso lo glorificaron por los diez mil
y lo alabaron por las bendiciones del Señor,
ofreciéndole la diadema de gloria.
Pues él aplastó a los enemigos del contorno,
aniquiló a los filisteos, sus adversarios,
para siempre quebrantó su poder.
Por todas sus acciones daba gracias
al Altísimo, el Santo, proclamando su gloria.
Con todo su corazón entonó himnos,
demostrando el amor por su Creador.
Organizó coros de salmistas ante el altar,
y con sus voces armonizó los cantos;
y cada día tocarán su música.
Dio esplendor a las fiestas,
embelleció las solemnidades a la perfección,
haciendo que alabaran el santo nombre del Señor,
llenando de cánticos el santuario desde la aurora.
El Señor le perdonó sus pecados
y exaltó su poder para siempre:
le otorgó una alianza real
y un trono de gloria en Israel.
R. Te alabamos, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
Unos decían:
«Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él». Otros decían:
«Es Elías».
Otros:
«Es un profeta como los antiguos».
Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella salió a preguntarle a su madre:
«Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla.
Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
San Gregorio Magno, Moralia, 3, 4
No puedo considerar sin profundo desconcierto que este hombre, lleno del espíritu de profecía desde el vientre de su madre, de quien se dijo que no hubo otro mayor que él entre los nacidos de mujer, fuese enviado a la cárcel por aquellos inicuos, fuese degollado para premiar el baile de una muchacha, y muriese -siendo varón de tanta austeridad- entre la risa de hombres tan oscuros. ¿Acaso podemos creer que hubiese habido en su vida algo que excusase aquella infame muerte? ¿Pero cómo pudo pecar con la comida el que se alimentó sólo de langostas y miel silvestre? ¿Cuándo pudo ofender con su trato quien no salió del desierto? ¿De dónde viene que Dios Todopoderoso abandone de tal modo a los que eligió a tan alta dignidad antes de los siglos, de manera que reciban semejante trato? Lo que sucede es que -como es evidente a la piedad de los fieles- los aflige tanto el Señor en el mundo para que se vea de qué modo los premia en el cielo, y los deja caer exteriormente en el desprecio, porque en lo interior los hace llegar hasta lo incomprensible. De aquí podemos concluir cuánto habrán de sufrir aquellos a quienes Dios reprueba, cuando aflige de tal modo en el mundo a los que ama.