TIEMPO DEL ADVIENTO:
TIEMPO DE GRACIA, ESPERANZA Y SALVACIÓN!!
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
En el tiempo de Adviento
96. El Adviento es tiempo de espera, de conversión, de esperanza:
- espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne mortal; espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la historia y Juez universal;
- conversión, a la cual invita con frecuencia la Liturgia de este tiempo, mediante la voz de los profetas y sobre todo de Juan Bautista: "Convertios, porque está cerca el reino de los cielos" (Mt 3,2);
- esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cfr. Rom 8,24-25) y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su madurez y plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe en visión y "nosotros seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es" (1 Jn 3,2)
97. La piedad popular es sensible al tiempo de Adviento, sobre todo en cuanto memoria de la preparación a la venida del Mesías. Está sólidamente enraizada en el pueblo cristiano la conciencia de la larga espera que precedió a la venida del Salvador. Los fieles saben que Dios mantenía, mediante las profecías, la esperanza de Israel en la venida del Mesías.
A la piedad popular no se le escapa, es más, subraya llena de estupor, el acontecimiento extraordinario por el que el Dios de la gloria se ha hecho niño en el seno de una mujer virgen, pobre y humilde. Los fieles son especialmente sensibles a las dificultades que la Virgen María tuvo que afrontar durante su embarazo y se conmueven al pensar que en la posada no hubo un lugar para José ni para María, que estaba a punto de dar a luz al Niño (cfr. Lc 2,7).
Con referencia al Adviento han surgido diversas expresiones de piedad popular, que alientan la fe del pueblo cristiano y transmiten, de una generación a otra, la conciencia de algunos valores de este tiempo litúrgico.
La Corona de Adviento
98. La colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramos verdes, que es costumbre sobre todo en los países germánicos y en América del Norte, se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos.
La Corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia (cfr. Mal 3,20; Lc 1,78).
Las Procesiones de Adviento
99. En el tiempo de Adviento se celebran, en algunas regiones, diversas procesiones, que son un anuncio por las calles de la ciudad del próximo nacimiento del Salvador (la "clara estrella" en algunos lugares de Italia), o bien representaciones del camino de José y María hacia Belén, y su búsqueda de un lugar acogedor para el nacimiento de Jesús (las "posadas" de la tradición española y latinoamericana).
La Virgen María en el Adviento
101. Durante el tiempo de Adviento, la Liturgia celebra con frecuencia y de modo ejemplar a la Virgen María: recuerda algunas mujeres de la Antigua Alianza, que eran figura y profecía de su misión; exalta la actitud de fe y de humildad con que María de Nazaret se adhirió, total e inmediatamente, al proyecto salvífico de Dios; subraya su presencia en los acontecimientos de gracia que precedieron el nacimiento del Salvador. También la piedad popular dedica, en el tiempo de Adviento, una atención particular a Santa María; lo atestiguan de manera inequívoca diversos ejercicios de piedad, y sobre todo las novenas de la Inmaculada y de la Navidad.
Sin embargo, la valoración del Adviento "como tiempo particularmente apto para el culto de la Madre del Señor" no quiere decir que este tiempo se deba presentar como un "mes de María".
En los calendarios litúrgicos del Oriente cristiano, el periodo de preparación al misterio de la manifestación (Adviento) de la salvación divina (Teofanía) en los misterios de la Navidad-Epifanía del Hijo Unigénito de Dios Padre, tiene un carácter marcadamente mariano. Se centra la atención sobre la preparación a la venida del Señor en el misterio de la Deípara. Para el Oriente, todos los misterios marianos son misterios cristológicos, esto es, referidos al misterio de nuestra salvación en Cristo. Así, en el rito copto durante este periodo se cantan las Laudes de María en los Theotokia; en el Oriente sirio este tiempo es denominado Subbara, esto es, Anunciación, para subrayar de esta manera su fisonomía mariana. En el rito bizantino se nos prepara a la Navidad mediante una serie creciente de fiestas y cantos marianos.
102. La solemnidad de la Inmaculada (8 de Diciembre), profundamente sentida por los fieles, da lugar a muchas manifestaciones de piedad popular, cuya expresión principal es la novena de la Inmaculada. No hay duda de que el contenido de la fiesta de la Concepción purísima y sin mancha de María, en cuanto preparación fontal al nacimiento de Jesús, se armoniza bien con algunos temas principales del Adviento: nos remite a la larga espera mesiánica y recuerda profecías y símbolos del Antiguo Testamento, empleados también en la Liturgia del Adviento.
Donde se celebre la Novena de la Inmaculada se deberían destacar los textos proféticos que partiendo del vaticinio de Génesis 3,15, desembocan en el saludo de Gabriel a la "llena de gracia" (Lc 1,28) y en el anuncio del nacimiento del Salvador (cfr. Lc 1,31-33).
TIEMPO DEL ADVIENTO:
TIEMPO DE GRACIA, ESPERANZA Y SALVACIÓN!!
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
En el tiempo de Adviento
96. El Adviento es tiempo de espera, de conversión, de esperanza:
- espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne mortal; espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la historia y Juez universal;
- conversión, a la cual invita con frecuencia la Liturgia de este tiempo, mediante la voz de los profetas y sobre todo de Juan Bautista: "Convertios, porque está cerca el reino de los cielos" (Mt 3,2);
- esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cfr. Rom 8,24-25) y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su madurez y plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe en visión y "nosotros seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es" (1 Jn 3,2)
97. La piedad popular es sensible al tiempo de Adviento, sobre todo en cuanto memoria de la preparación a la venida del Mesías. Está sólidamente enraizada en el pueblo cristiano la conciencia de la larga espera que precedió a la venida del Salvador. Los fieles saben que Dios mantenía, mediante las profecías, la esperanza de Israel en la venida del Mesías.
A la piedad popular no se le escapa, es más, subraya llena de estupor, el acontecimiento extraordinario por el que el Dios de la gloria se ha hecho niño en el seno de una mujer virgen, pobre y humilde. Los fieles son especialmente sensibles a las dificultades que la Virgen María tuvo que afrontar durante su embarazo y se conmueven al pensar que en la posada no hubo un lugar para José ni para María, que estaba a punto de dar a luz al Niño (cfr. Lc 2,7).
Con referencia al Adviento han surgido diversas expresiones de piedad popular, que alientan la fe del pueblo cristiano y transmiten, de una generación a otra, la conciencia de algunos valores de este tiempo litúrgico.
La Corona de Adviento
98. La colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramos verdes, que es costumbre sobre todo en los países germánicos y en América del Norte, se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos.
La Corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia (cfr. Mal 3,20; Lc 1,78).
Las Procesiones de Adviento
99. En el tiempo de Adviento se celebran, en algunas regiones, diversas procesiones, que son un anuncio por las calles de la ciudad del próximo nacimiento del Salvador (la "clara estrella" en algunos lugares de Italia), o bien representaciones del camino de José y María hacia Belén, y su búsqueda de un lugar acogedor para el nacimiento de Jesús (las "posadas" de la tradición española y latinoamericana).
La Virgen María en el Adviento
101. Durante el tiempo de Adviento, la Liturgia celebra con frecuencia y de modo ejemplar a la Virgen María: recuerda algunas mujeres de la Antigua Alianza, que eran figura y profecía de su misión; exalta la actitud de fe y de humildad con que María de Nazaret se adhirió, total e inmediatamente, al proyecto salvífico de Dios; subraya su presencia en los acontecimientos de gracia que precedieron el nacimiento del Salvador. También la piedad popular dedica, en el tiempo de Adviento, una atención particular a Santa María; lo atestiguan de manera inequívoca diversos ejercicios de piedad, y sobre todo las novenas de la Inmaculada y de la Navidad.
Sin embargo, la valoración del Adviento "como tiempo particularmente apto para el culto de la Madre del Señor" no quiere decir que este tiempo se deba presentar como un "mes de María".
En los calendarios litúrgicos del Oriente cristiano, el periodo de preparación al misterio de la manifestación (Adviento) de la salvación divina (Teofanía) en los misterios de la Navidad-Epifanía del Hijo Unigénito de Dios Padre, tiene un carácter marcadamente mariano. Se centra la atención sobre la preparación a la venida del Señor en el misterio de la Deípara. Para el Oriente, todos los misterios marianos son misterios cristológicos, esto es, referidos al misterio de nuestra salvación en Cristo. Así, en el rito copto durante este periodo se cantan las Laudes de María en los Theotokia; en el Oriente sirio este tiempo es denominado Subbara, esto es, Anunciación, para subrayar de esta manera su fisonomía mariana. En el rito bizantino se nos prepara a la Navidad mediante una serie creciente de fiestas y cantos marianos.
102. La solemnidad de la Inmaculada (8 de Diciembre), profundamente sentida por los fieles, da lugar a muchas manifestaciones de piedad popular, cuya expresión principal es la novena de la Inmaculada. No hay duda de que el contenido de la fiesta de la Concepción purísima y sin mancha de María, en cuanto preparación fontal al nacimiento de Jesús, se armoniza bien con algunos temas principales del Adviento: nos remite a la larga espera mesiánica y recuerda profecías y símbolos del Antiguo Testamento, empleados también en la Liturgia del Adviento.
Donde se celebre la Novena de la Inmaculada se deberían destacar los textos proféticos que partiendo del vaticinio de Génesis 3,15, desembocan en el saludo de Gabriel a la "llena de gracia" (Lc 1,28) y en el anuncio del nacimiento del Salvador (cfr. Lc 1,31-33).
Padre Ángel Espinosa de los Monteros:
"Preparación para el adviento" (I)
"Un auténtico Adviento" (II)
Santos Facundo y Primitivo, mártires
A orillas del río Cea, en Gallaecia, santos Facundo y Primitivo, mártires.
San Laverio, mártir
En Grumento, de Lucania, san Laverio, mártir.
San Valeriano de Aquilea, obispo
En Aquilea, de la región de Venecia, san Valeriano, obispo, que, frente a los arrianos, defendió la fe ortodoxa en el Ilírico, y reunió a clérigos y laicos para vivir en comunidad.
San Jacobo el Interciso, mártir
En Persia, san Jacobo, por sobrenombre «Interciso» («dividido»), mártir, que en tiempo del emperador Teodosio el Joven renegó de Cristo por congraciarse con el rey Iasdigerd, pero al ser ásperamente reprendido por su madre y su esposa, se arrepintió e, intrépidamente, confesó ser cristiano ante Varam, hijo y sucesor del soberano de Persia, quien, airado, pronunció contra él sentencia de muerte, ordenando que lo despedazaran miembro a miembro y finalmente decapitaran.
San Máximo de Riez, abad y obispo
Cerca de Riez, en la Provenza, san Máximo, abad del monasterio de Lérins, sucesor de san Honorato, el fundador de ese cenobio y, luego, obispo de la Iglesia de Riez.
San Eusicio, eremita
En el territorio de Blois, también en Francia, san Eusicio, ermitaño, que construyó su estrecha celda al pie del monte Caro.
San Sifrido de Carpentras, obispo
En Carpentras, de la Provenza, san Sifrido, obispo.
San Acario de Noyon-Tournay, monje y obispo
En Noyon, localidad de la Galia, san Acario, obispo, que, siendo monje en Luxeuil, fue elegido para la Iglesia de Noyon y de Tournay, y se dedicó totalmente a evangelizar a los pueblos de aquellas regiones del norte.
Santa Bilhildis, virgen y fundadora
En Maguncia, de Renania, en Austrasia, santa Bilhildis, virgen, que fundó un cenobio en el que murió santamente.
San Fergusto, obispo
En Escocia, san Fergusto, obispo, que, según la tradición, ejerció su ministerio entre el pueblo de los pictos.
San Virgilio de Salzburgo, obispo
En la región de Baviera meridional, san Virgilio, obispo, hombre doctísimo nacido en Irlanda, que con el apoyo del rey Pipino se puso al frente de la Iglesia de Salzburgo, donde construyó la catedral en honor de san Ruperto y se dedicó gozosa y felizmente a propagar la fe entre los carintios.
San Gulstano, monje
En el lugar llamado Beauvoir-sur-mer, en la costa de Francia, en la región de Nantes, de la Bretaña Menor, san Gulstano, monje, que, siendo joven, se evadió de las manos de los piratas y fue acogido por san Félix, eremita entonces. Se hizo famoso en el monasterio de Rhuys porque, pese a ser analfabeto, recitaba de memoria el salterio, así como por sus desvelos en favor de los navegantes.
Beato Bernardino de Fossa, religioso presbítero
En L’Aquila, de la región de los vestinos, beato Bernardino de Fossa (Juan) Amici, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que propagó la fe católica en muchas regiones de Italia.
Beatos Tomás Koteda Kiuni y sus diez compañeros, mártires
En Nagasaki, en Japón, beatos Tomás Koteda Kiuni y sus diez compañeros, mártires, que por orden del gobernador Gonzuku fueron decapitados por quienes odiaban la fe cristiana. Sus nombres son: beatos Bartolomé Seki, Antonio Kimura, Juan Iwanaga, Alejo Nakamura, León Nakanishi, Miguel Takeshita, Matías Kozasa, Román Matsuoka Mio-ta, Matías Nakano Miota y Juan Motoyama.
Beato Bronislao Kostowski, mártir
En el campo de concentración de Dachau, próximo a Munich, en Alemania, beato Bronislao Kostowski, mártir, que, trasladado allí durante la ocupación militar de Polonia en tiempo de guerra, cruelmente atormentado alcanzó la palma de martirio.
Santos Facundo y Primitivo, mártires
A orillas del río Cea, en Gallaecia, santos Facundo y Primitivo, mártires.
San Laverio, mártir
En Grumento, de Lucania, san Laverio, mártir.
San Valeriano de Aquilea, obispo
En Aquilea, de la región de Venecia, san Valeriano, obispo, que, frente a los arrianos, defendió la fe ortodoxa en el Ilírico, y reunió a clérigos y laicos para vivir en comunidad.
San Jacobo el Interciso, mártir
En Persia, san Jacobo, por sobrenombre «Interciso» («dividido»), mártir, que en tiempo del emperador Teodosio el Joven renegó de Cristo por congraciarse con el rey Iasdigerd, pero al ser ásperamente reprendido por su madre y su esposa, se arrepintió e, intrépidamente, confesó ser cristiano ante Varam, hijo y sucesor del soberano de Persia, quien, airado, pronunció contra él sentencia de muerte, ordenando que lo despedazaran miembro a miembro y finalmente decapitaran.
San Máximo de Riez, abad y obispo
Cerca de Riez, en la Provenza, san Máximo, abad del monasterio de Lérins, sucesor de san Honorato, el fundador de ese cenobio y, luego, obispo de la Iglesia de Riez.
San Eusicio, eremita
En el territorio de Blois, también en Francia, san Eusicio, ermitaño, que construyó su estrecha celda al pie del monte Caro.
San Sifrido de Carpentras, obispo
En Carpentras, de la Provenza, san Sifrido, obispo.
San Acario de Noyon-Tournay, monje y obispo
En Noyon, localidad de la Galia, san Acario, obispo, que, siendo monje en Luxeuil, fue elegido para la Iglesia de Noyon y de Tournay, y se dedicó totalmente a evangelizar a los pueblos de aquellas regiones del norte.
Santa Bilhildis, virgen y fundadora
En Maguncia, de Renania, en Austrasia, santa Bilhildis, virgen, que fundó un cenobio en el que murió santamente.
San Fergusto, obispo
En Escocia, san Fergusto, obispo, que, según la tradición, ejerció su ministerio entre el pueblo de los pictos.
San Virgilio de Salzburgo, obispo
En la región de Baviera meridional, san Virgilio, obispo, hombre doctísimo nacido en Irlanda, que con el apoyo del rey Pipino se puso al frente de la Iglesia de Salzburgo, donde construyó la catedral en honor de san Ruperto y se dedicó gozosa y felizmente a propagar la fe entre los carintios.
San Gulstano, monje
En el lugar llamado Beauvoir-sur-mer, en la costa de Francia, en la región de Nantes, de la Bretaña Menor, san Gulstano, monje, que, siendo joven, se evadió de las manos de los piratas y fue acogido por san Félix, eremita entonces. Se hizo famoso en el monasterio de Rhuys porque, pese a ser analfabeto, recitaba de memoria el salterio, así como por sus desvelos en favor de los navegantes.
Beato Bernardino de Fossa, religioso presbítero
En L’Aquila, de la región de los vestinos, beato Bernardino de Fossa (Juan) Amici, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que propagó la fe católica en muchas regiones de Italia.
Beatos Tomás Koteda Kiuni y sus diez compañeros, mártires
En Nagasaki, en Japón, beatos Tomás Koteda Kiuni y sus diez compañeros, mártires, que por orden del gobernador Gonzuku fueron decapitados por quienes odiaban la fe cristiana. Sus nombres son: beatos Bartolomé Seki, Antonio Kimura, Juan Iwanaga, Alejo Nakamura, León Nakanishi, Miguel Takeshita, Matías Kozasa, Román Matsuoka Mio-ta, Matías Nakano Miota y Juan Motoyama.
Beato Bronislao Kostowski, mártir
En el campo de concentración de Dachau, próximo a Munich, en Alemania, beato Bronislao Kostowski, mártir, que, trasladado allí durante la ocupación militar de Polonia en tiempo de guerra, cruelmente atormentado alcanzó la palma de martirio.
LITURGIA DE HOY
Misa de feria (morado).
LITURGIA DE HOY
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. I o III Adv.
LECC.: vol. II.
- Is 2, 1-5. El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios.
- Sal 121. R. Vamos alegres a la casa del Señor.
- Mt 8, 5-11. Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 30 de noviembre, pág. 697.
CALENDARIOS:
Cádiz: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Franciscanos: San Jaime de la Marca, presbítero (MO).
Paúles e Hijas de la Caridad: Santa Catalina Labouré (MO).
Albacete: Beato Eduardo Bautista Jiménez (ML).
Pamplona y Tudela: San Honesto de Nimes, presbítero (ML).
Hospitalarios de San Juan de Dios: Traslación de las reliquias de
San Juan de Dios (ML).
Antífona de entrada Cfr Jr 31, 10; Is 35, 4
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor; anunciadla en los confines de la tierra: he aquí nuestro Salvador que viene, no temáis.
Oración colecta
Concédenos, Señor Dios nuestro,
esperar vigilantes la venida de Cristo, tu Hijo,
para que, cuando llegue y llame a la puerta,
nos encuentre velando en oración y cantando con alegría sus alabanzas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
PRIMERA LECTURAEl Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios
Lectura del libro de Isaías (Is 2, 1-5)
VISIÓN DE ISAÍAS, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sion saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
(Opcional para el año A)PRIMERA
LECTURA Será
ornamento para los redimidosLectura del libro de Isaías (Is
4, 2-6)AQUEL DÍA, el vástago del Señor
será el esplendor y la gloria, y el fruto del país será orgullo y ornamento
para los redimidos de Israel.
A los que queden en Sion y al
resto en Jerusalén
los llamarán santos: todos los
que en Jerusalén están inscritos para la vida.
Cuando el Señor haya lavado la
impureza de las hijas de Sion y purificado la sangre derramada en Jerusalén,
con viento justiciero, con un
soplo ardiente,
creará el Señor sobre toda la
extensión del monte Sion y sobre su asamblea
una nube de día, un humo y un
resplandor de fuego llameante de noche.
Y por encima, la gloria será un
baldaquino
y una tienda, sombra en la
canícula,
refugio y abrigo de la tempestad
y de la lluvia.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 121, 1bc-2. 3-4b. 4d-5. 6-7. 8-9 [R.: cf. 1bc])
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
V. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
V. Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
V. Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
V. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
V. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
Aleluya Cf Sal 79, 4
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Ven a librarnos, Señor, Dios nuestro;que brille tu rostro y nos salve. R.
EVANGELIO
Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos
╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 8, 5-11)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Papa Francisco, Homilía en santa Marta 3-diciembre-2018
Se trata de cuidar nuestra casa interior; y el Adviento es también un poco para eso. De aquí la importancia de vivir en plenitud las tres dimensiones del Adviento. Purificar la memoria para recordar que no nació un árbol de Navidad, no: ¡nació Jesucristo! El árbol es una bonita señal, pero nació Jesucristo, es un misterio. Purificar el futuro: un día me encontraré cara a cara con Jesucristo: ¿qué le diré? ¿Le hablaré mal de los demás? Y la tercera dimensión: hoy. ¿Qué pasa hoy en mi corazón cuando el Señor viene y llama a la puerta? Es el encuentro de todos los días con el Señor. Pidamos que el Señor nos dé esta gracia de la purificación del pasado, del futuro y del presente para encontrar siempre la memoria, la esperanza y el encuentro diario con Jesucristo.
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. I o III Adv.
LECC.: vol. II.
- Is 2, 1-5. El Señor congrega a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios.
- Sal 121. R. Vamos alegres a la casa del Señor.
- Mt 8, 5-11. Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 30 de noviembre, pág. 697.
CALENDARIOS: Cádiz: Dedicación de la iglesia-catedral (F).
Franciscanos: San Jaime de la Marca, presbítero (MO).
Paúles e Hijas de la Caridad: Santa Catalina Labouré (MO).
Albacete: Beato Eduardo Bautista Jiménez (ML).
Pamplona y Tudela: San Honesto de Nimes, presbítero (ML).
Hospitalarios de San Juan de Dios: Traslación de las reliquias de
San Juan de Dios (ML).
Antífona de entrada Cfr Jr 31, 10; Is 35, 4
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor; anunciadla en los confines de la tierra: he aquí nuestro Salvador que viene, no temáis.
Concédenos, Señor Dios nuestro,
esperar vigilantes la venida de Cristo, tu Hijo,
para que, cuando llegue y llame a la puerta,
nos encuentre velando en oración y cantando con alegría sus alabanzas.
Por nuestro Señor Jesucristo.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sion saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.
R. Te alabamos, Señor.
A los que queden en Sion y al resto en Jerusalén
los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida.
Cuando el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sion y purificado la sangre derramada en Jerusalén,
con viento justiciero, con un soplo ardiente,
creará el Señor sobre toda la extensión del monte Sion y sobre su asamblea
una nube de día, un humo y un resplandor de fuego llameante de noche.
Y por encima, la gloria será un baldaquino
y una tienda, sombra en la canícula,
refugio y abrigo de la tempestad y de la lluvia.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
V. Ven a librarnos, Señor, Dios nuestro;
Vendrán muchos de oriente y occidente al reino de los cielos
R. Gloria a ti, Señor.
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; a mi criado: “Haz esto”, y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Papa Francisco, Homilía en santa Marta 3-diciembre-2018