01 de abril - SÁBADO DE LA V SEMANA DE CUARESMA, feria.



  SÁBADO DE LA V SEMANA DE CUARESMA, feria.
  Oficio propio del Sábado de la Semana I del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia - Sexta   Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
SÁBADO, 01 DE ABRIL

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía I Vísperas del Domingo de Ramos, en la Parroquia (a las 19.00 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Rezo del Santo Rosario (19.30 h.) y Eucaristía I Vísperas del Domingo de Ramos, en la Parroquia (a las 20.00 h.).



HORARIOS PARA LAS CELEBRACIONES
DE SEMANA SANTA 2023






NUEVOS HORARIOS DE VERANO:
A PARTIR DE HOY, SÁBADO 1 DE ABRIL, LAS MISAS DE LA TARDE SERÁN:

- EN LA PARROQUIA DEL CARMEN, A LAS 19.00 H.

-EN LA PARROQUIA DE LOS DOLORES, A LAS 20.00H







NOTICIAS DE ACTUALIDAD




La decisión ha sido tomada por el equipo médico que sigue al Pontífice tras evaluar los resultados de los exámenes efectuados hoy y la evolución clínica favorable. Esta tarde, el Santo Padre había visitado a los niños del reparto de oncología pediátrica en el hospital romano.





Portada

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  Más riqueza material pero menos riqueza ética , por Familia, Educación y Cultura


SANTORAL DE HOY

Elogio: En Grenoble, ciudad de Burgundia, san Hugo, obispo, que trabajó denodadamente en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y, amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió como primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad.

Patronazgos: protector contra dolores de cabeza.

Refieren a este santo: San Bruno, Beato Hugo de Bonnevaux.

Elogio: En Lisboa, de Portugal, san Nuno Alvarez Pereira, que primero fue puesto al frente de la defensa del reino y más tarde recibido entre los hermanos oblatos en la Orden Carmelitana, donde llevó una vida pobre y escondida en Cristo.

Oración

Señor, Dios nuestro, que distes a San Nuno de Santa María la gracia de combatir el buen combate, y lo volviste eximio vencedor de sí mismo, concede a tus siervos que, dominando como él las seducciones del mundo, con él vivan para siempre en la patria celestial. Por Cristo nuestro Señor. Amén (oración litúrgica).


   Santos Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, mártires   

En Roma, conmemoración de los santos mártires Venancio, obispo, y compañeros de Dalmacia y de Istria, a saber, Anastasio, Mauro, Pauliniano, Telio, Asterio, Septimio, Antioquiano y Gayano, que la Iglesia se complace en honrar juntamente. († s. III/IV)

   Santas Agape y Quionia, vírgenes y mártires   

En Tesalónica, ciudad de Macedonia, santas Agape y Quionia, vírgenes y mártires, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, por negarse a comer carne sacrificada a los ídolos, fueron entregadas al prefecto Dulcecio, quien las condenó a ser quemadas vivas. († 305)

   Santa María Egipcíaca, penitente

En Palestina, santa María Egipcíaca, célebre pecadora de Alejandría, que por la intercesión de la Bienaventurada Virgen se convirtió a Dios en la Ciudad Santa, y llevó una vida penitente y solitaria a la otra orilla del Jordán. († s. V)

   San Valerico o Valerio, presbítero   

En Lauconne, cerca de Amiens, en la Galia, san Valerico o Valerio, presbítero, que atrajo a no pocos compañeros hacia la vida eremítica. († s. VII)

   San Celso de Armagh, obispo   

En el lugar llamado Ardpatrick, en la región de Munster, en Irlanda, san Celso, obispo de Armagh, que promovió intensamente la restauración de la Iglesia. († 1129)

   San Hugo de Grenoble, obispo

En Grenoble, ciudad de Burgundia, san Hugo, obispo, que trabajó denodadamente en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y, amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió como primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad. († 1132)

   Beato Hugo de Bonnevaux, abad   

En el monasterio cisterciense de Bonnevaux, en el Delfinado, en Francia, beato Hugo, abad, cuya caridad y prudencia lograron la armonía entre el papa Alejandro III y el emperador Federico I. († 1194)

   San Gilberto de Caithness, obispo   

En Caithness, en Escocia, san Gilberto, obispo, que erigió la iglesia catedral en Dornoch y dispuso hospederías para los pobres, y al morir recomendó lo que él mismo había observado durante su vida, a saber, no hacer daño a ningún ser, llevar con paciencia las correcciones divinas y a nadie dar ocasión de tropiezo. († c. 1245)

   Beato Juan Bretton, mártir   

En York, en Inglaterra, beato Juan Bretton, mártir, que, siendo padre de familia, mostró una gran constancia en la fe de la Iglesia Romana durante el reinado de Isabel I y, amenazado varias veces, se mantuvo firme, por lo que al fin, bajo la falsa acusación de sedición, murió estrangulado. († 1598)

   Beata Sofia Czeska-Maciejowska, viuda y fundadora   

En Cracovia, Polonia, beata Sofia Czeska-Maciejowska, viuda, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María. († 1650)

   San Luis Pavoni, presbítero   

En Brescia, en la región de Lombardía, en Italia, san Luis Pavoni, presbítero, que se entregó con ánimo decidido a la formación de los jóvenes pobres y se interesó sobre todo en su educación religiosa y artesana, para lo cual fundó la Congregación de Hijos de María Inmaculada. († 1849)

   Beato Carlos de Austria, rey   

En la Isla de Madeira (Portugal), beato Carlos de Austria, rey. († 1922)

   Beatos Anacleto González Flores y tres compañeros, mártires

En Guadalajara, México, beatos laicos José Anacleto González Flores, José Dionisio Luis Padilla Gómez, Jorge Ramón Vargas González y Ramón Vicente Vargas González, mártires. († 1927)

   Beato José Girotti, presbítero y mártir   

En el campo de concentración de Dachau, en Alemania, beato José Girotti, sacerdote profeso de la Orden de Predicadores y mártir. († 1945)

   Beato Marin Shkurti, presbítero y mártir 

En Shkodrë, Albania, beato Marin Shkurti, presbítero de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártir. († 1969)


LITURGIA DE HOY


DIRECTORIO SOBRE
LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

La Semana Santa

138. "Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén".

Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de la Semana Santa. Algunos muestran todavía señales de su origen en el ámbito de la piedad popular. Sin embargo ha sucedido que, a lo largo de los siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de paralelismo celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos, sobre todo las procesiones.

Esta diferencia se debería reconducir a una correcta armonización entre las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad. En relación con la Semana Santa, el amor y el cuidado de las manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente a valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de piedad popular.

Domingo de Ramos

Las palmas y los ramos de olivo o de otros árboles

139. "La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos "de la Pasión del Señor", que comprende a la vez el triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión".

La procesión que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tiene un carácter festivo y popular. A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión.

Sin embargo es preciso instruir a los fieles sobre el significado de la celebración, para que entiendan su sentido. Será oportuno, por ejemplo, insistir en que lo verdaderamente importante es participar en la procesión y no simplemente procurarse una palma o ramo de olivo; que estos no se conserven como si fueran amuletos, con un fin curativo o para mantener alejados a los malos espíritus y evitar así, en las casas y los campos, los daños que causan, lo cual podría ser una forma de superstición.

La palma y el ramo de olivo se conservan, ante todo, como un testimonio de la fe en Cristo, rey mesiánico, y en su victoria pascual.


Introducción al Triduo pascual

140. Todos los años en el «sacratísimo triduo del Crucificado, del Sepultado y del Resucitado», o Triduo pascual, que se celebra desde la misa vespertina del Jueves en la cena del Señor hasta las Vísperas del Domingo de Resurrección, la Iglesia celebra, «en íntima comunión con Cristo su Esposo», los grandes misterios de la redención humana.


Otras observaciones

- Es sagrado el ayuno pascual de los dos primeros días del Triduo, en los cuales, según la antigua tradición, la Iglesia ayuna «porque el Esposo le ha sido arrebatado». El Viernes Santo de la Pasión del Señor hay que observar en todas partes el ayuno y la abstinencia, y se recomienda que se observe también durante el Sábado Santo, a fin de que la Iglesia pue- da llegar con espíritu abierto a la alegría del Domingo de Resurrección (cf. PCFP, n. 39).

- Las celebraciones de la primera parte del Triduo (misa vespertina del Jueves Santo y celebraciones del Viernes y Sábado Santos durante el día) son intensamente sobrias; en cambio la Noche Santa de la Resurrec- ción es una fiesta rebosante de alegría. El paso de la tristeza al gozo se expresa en la misma Vigilia pascual, celebración del tránsito de Cristo, de su muerte a su resurrección. Que se haga este paso en la liturgia es fundamental, para captar la realidad salvífica que se conmemora. La culminación del Triduo pascual es la Vigilia pascual, en la que hacemos memoria sacramental de la resurrección del Señor.

- Para la celebración adecuada del Triduo pascual se requiere un número conveniente de ministros y colaboradores, que han de ser instruidos cuidadosamente acerca de lo que han de hacer (PCFP, n. 41).

- No se celebren los oficios del Triduo pascual en aquellos lugares donde falte el número suficiente de participantes, ministros y cantores, y procúrese que los fieles se reúnan para participar en una iglesia más importante (PCFP, n. 43).

- Los pastores no dejen de explicar a los fieles, en el mejor modo posible, el significado y la estructura de las celebraciones, preparándoles a una participación activa y fructuosa (PCFP, n. 41).

- Tiene una importancia especial en las celebraciones de la Semana Santa, y especialmente durante el Triduo pascual, el canto del pueblo, de los ministros y del sacerdote celebrante, porque es concorde a la solemnidad de dichos días y, también, porque los textos adquieren toda su fuerza precisamente cuando son cantados (cf. PCFP, n. 42).

- En la celebración del matrimonio se advertirá a los esposos que tengan en cuenta la naturaleza peculiar de este tiempo litúrgico. En ningún caso se celebrará el matrimonio el Viernes Santo ni el Sábado Santo (cf. Ritual del matrimonio, n. 32).

- La práctica de organizar en una misma comunidad parroquial dos vigilias pascuales, una abreviada y otra muy desarrollada, es incorrecta, como contraria a los más elementales principios de la celebración pascual, que requieren una única asamblea, signo de la única Iglesia que se renueva en la celebración de los Misterios pascuales. Hay que favorecer el hecho de que los grupos particulares tomen parte en la celebración común de la Vigilia pascual, de suerte que todos los fieles, formando una única asamblea, puedan experimentar más profundamente el sentido de pertenencia a la comunidad eclesial.



(Hasta la Hora Nona)

Misa de sábado (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
- Ez 37, 21-28. Los haré una sola nación.
- Salmo: Jer 31, 10-13. R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
- Jn 11, 45-57. Para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Liturgia de las Horas: oficio de sábado.
Martirologio: elog. prop. del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, pág. 44, y elogs. del 2 de abril, pág. 233.
CALENDARIOS: Orden de San Juan de Jerusalén: San Nuño Álvares Pereira,
religioso (conm.). 

RITOS INICIALES

Antífona de entrada Cf. Sal 21, 20. 7

Señor, no te quedes lejos, defiéndeme; porque soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo.

Oración colecta

Oh, Dios, que has hecho a todos los renacidos en Cristo
pueblo escogido y sacerdocio real,
concédenos querer y realizar cuanto nos mandas,
para que el pueblo, llamado a la vida eterna,
tenga una misma fe en el corazón
y una misma santidad en los actos.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Los haré una solo nación

Lectura de la profecía de Ezequiel (Ez 37, 21-28)

ESTO DICE el Señor Dios:
«Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los haré una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.
No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitaban y en los cuales pecaron. Los purificaré;
ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Jr 31, 10. 11-12ab. 13 [R.: cf. 10d])

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño


V. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño.

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

V. Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor.

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.

V. Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas.

R. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.


Versículo antes del Evangelio Cf. Ez 18, 31
Apartad de vosotros todos vuestros delitos —dice el Señor—, renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.


EVANGELIO
Para reunir a los hijos de Dios dispersos

╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 11, 45-57)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.



Papa Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 2

A las palabras de Caifás, que equivalían prácticamente a una condena a muerte, Juan ha añadido un comentario en la perspectiva de fe de los discípulos. Primero subraya –como ya hemos observado– que las palabras sobre el morir por el pueblo habían tenido su origen en una inspiración profética, y prosigue: «Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos» (Jn 11, 52). Efectivamente, esto se corresponde ante todo con el modo de hablar judío. Expresa la esperanza de que en el tiempo del Mesías los israelitas dispersos por el mundo serían reunidos en su propio país (cf. Barrett, p. 403).

Pero en labios del evangelista estas palabras adquieren un nuevo significado. El reencuentro ya no se orienta a un país geográficamente determinado, sino a la unificación de los hijos de Dios; aquí resuena ya la palabra clave de la oración sacerdotal de Jesús. La reunión mira a la unidad de todos los creyentes y, por tanto, alude a la comunidad de la Iglesia y, ciertamente, más allá de ella, a la unidad escatológica definitiva.

Los hijos de Dios dispersos no son únicamente los judíos, sino los hijos de Abraham en el sentido profundo desarrollado por Pablo: aquellos que, como Abraham, están en busca de Dios; quienes están dispuestos a escucharlo y a seguir su llamada; personas, podríamos decir, en actitud de «Adviento».

Se pone así de manifiesto la nueva comunidad de judíos y gentiles (cf. Jn 10, 16). De este modo se abre desde aquí un nuevo acceso a las palabras de la Última Cena sobre los «muchos» por los que el Señor da la vida: se trata de la congregación de los «hijos de Dios», es decir, de todos aquellos que se dejan llamar por Él.

LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

Oración sobre las ofrendas

ACEPTA, Señor, las ofrendas de nuestro ayuno
para que nos purifiquen,
nos hagan dignos de tu gracia
y nos conduzcan a los bienes eternos prometidos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I de la pasión del Señor
La fuerza de la cruz

43. Este prefacio se dice en las ferias de la quinta semana de Cuaresma y en las misas de
los misterios de la cruz y de la pasión del Señor.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque en la pasión salvadora de tu Hijo
el universo aprende a proclamar tu grandeza
y, por la fuerza de la cruz,
el mundo es juzgado como reo
y el Crucificado exaltado como juez poderoso.

Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y los santos
diciendo:

Santo, Santo, Santo...

Antífona de comunión Cf. Jn 11, 52

Cristo fue entregado para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Oración después de la comunión
SEÑOR, pedimos humildemente a tu majestad
que, así como nos fortaleces con el alimento
del santísimo Cuerpo y Sangre de tu Hijo,
nos hagas participar de su naturaleza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Oración sobre el pueblo (Se puede añadir ad libitum)


TEN piedad, Señor, de tu Iglesia suplicante
y atiende, compasivo,
los corazones que se humillan ante ti;
no permitas que los redimidos
por la muerte de tu Unigénito
se dejen seducir por el pecado,
ni sean víctimas de la adversidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.



Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Uno solo murió por todos; y éste mismo es quien ahora por todas las iglesias, en el misterio del pan y del vino, inmolado, nos alimenta; creído, nos vivifica; consagrado, santifica a los que los consagran» (San Gaudencio de Brescia).

«Para los cristianos siempre habrá persecuciones, incomprensiones. Pero hay que afrontarlas con la certeza de que Jesús es el Señor, y éste es el desafío y la cruz de nuestra fe» (Francisco).

«(…) La Biblia venera algunas grandes figuras de las “naciones”, como “Abel el justo”, el rey-sacerdote Melquisedec (…), o los justos “Noé, Daniel y Job”. De esta manera, la Escritura expresa qué altura de santidad pueden alcanzar los que viven según la alianza de Noé en la espera de que Cristo ‘reúna en uno a todos los hijos de Dios dispersos’ (Jn 11,52)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 58).

 
(Después de la Hora Nona:)

SEMANA SANTA
Segunda semana del Salterio


Misa vespertina del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (rojo).
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio dominical. Comp. Dom. I. 

- Is 50, 4-7. No escondí el rostro ante ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado.
- Sal 21. R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
- Flp 2, 6-11. Se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó sobre todo.
- Mt 26, 14 — 27, 66. Pasión de nuestro Señor Jesucristo.


La liturgia de la misa de este domingo, después de haber conmemorado la entrada de Jesús en Jerusalén, se centra en la pasión del Señor, ejemplo de una vida sumisa a la voluntad del Padre.

La primera lectura nos presenta la profecía de Isaías sobre la pasión de Cristo, con el tercer cántico del Siervo del Señor. El salmo responsorial es el que Cristo proclamó estando en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado». Como Evangelio se lee la Pasión según san Mateo; y, clavado en la cruz, lo aclamamos: «Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre», Dios del universo, Kyrios, vencedor del pecado y de la muerte (2 Lect).


- En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para consumar su Misterio pascual. Por esta razón, en todas las misas se hace memoria de la entrada del Señor en la ciudad santa; esta memoria se hace o bien por la procesión o entrada solemne antes de la misa principal, o bien por la entrada simple antes de las restantes misas.

La entrada solemne, no así la procesión, puede repetirse antes de aquellas misas que se celebran con gran asistencia de fieles. Cuando no se pueda hacer ni la procesión ni la entrada solemne, es conveniente que se haga una celebración de la palabra de Dios con relación a la entrada mesiánica y a la pasión del Señor, ya sea el sábado al atardecer, ya sea el domingo a la hora más oportuna.