Feria
PROGRAMA PARROQUIAL:
JUEVES, 21 DE OCTUBRE
- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 20.00 h.
- Celebración de Inicio de Curso de los niños de 5ºP. de catequesis, (a las 17.00 h.).
- Adoración del Santísimo y Celebración del Jueves Eucarístico, (a las 18.00 h.).
- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Celebración del Sacramento de la Confirmación (a las 19.30 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
para jóvenes y adultos:
SANTORAL DE HOY
Elogio: En la isla de Chipre, san Hilarión, abad, que, siguiendo las huellas de san Antonio, primero llevó vida solitaria cerca de la ciudad de Gaza y después fue fundador y ejemplo de la vida eremítica en esta región.
Refieren a este santo: San Hesiquio.
Santos Dasio, Zótico y Cayo, mártires
En Nicomedia, de Bitinia, santos Dasio, Zótico y Cayo, que eran
servidores del emperador Diocleciano y, acusados falsamente de haber incendiado
el palacio, fueron condenados a muerte y arrojados al mar con una piedra atada
al cuello.
Santas Úrsula y compañeras vírgenes, vírgenes
y mártires
Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que
entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se
levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como
la principal del grupo.
San Malco, monje
Conmemoración de san Malco, monje, del que san Jerónimo expuso por
escrito el testimonio de su ascesis y de su vida en Maronea, cerca de Antioquía
de Siria.
San Viator, lector
En Lyon, también de la Galia, conmemoración de san Viator, lector, que,
discípulo y ministro del obispo Justo de Lyon, siguió a éste en su retiro a
Egipto y en su muerte.
San Severino de Burdeos, obispo
En Burdeos, de Aquitania, san Severino, obispo, el cual, originario de
las regiones de Oriente, fue recibido calurosamente por san Amando, quien le
quiso como su sucesor.
Santa Cilina, madre de familia
En Laon, ciudad de la Galia, santa Cilina, madre de los santos obispos
Principio de Soissons y Remigio de Reims.
San Vendelino, eremita
En Tréveris, de Austrasia, san Vendelino, eremita.
San Mauronto de Marsella, abad y obispo
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Mauronto, obispo,
que fue también abad del monasterio de San Víctor.
Beato Pedro Capucci, religioso
presbítero
En Cortona, en la Toscana, beato Pedro Capucci, presbítero de la Orden de
Predicadores, el cual, meditando sobre la muerte, se ejercitó en la vida
espiritual y con su predicación exhortó a los fieles a evitar la muerte eterna.
Beato Julián Nakaura Jingoró, presbítero y
mártir
En la colina Nishizaka, en Nagasaki, Japón, beato Julián Nakaura Jingoró,
presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, se dedicó a la
evangelización en medio de grandes peligros, y luego de una agonía de tres días
en el tormento de la fosa, murió confesando su fe.
San Pedro Yu Tae-ch´ol, mártir
En Seúl, en Corea, san Pedro Yu Tae-ch´ol, mártir, que a los trece años
exhortaba a los compañeros de cárcel a aceptar los tormentos, consumando su
martirio al recibir cien azotes y ser estrangulado.
Beatos Genaro Fueyo Castañon, Segundo Alonso
González e Isidro Fernández Cordero, mártires
En Nembra, parroquia del concejo asturiano de Aller, en España, beatos
Genaro Fueyo Castañon, presbítero, y Segundo Alonso González e Isidro Fernández
Cordero, laicos pertenecientes a la Adoración Nocturna, todos ellos mártires en
la cruel persecución religiosa que acompañó a la contienda civil.
Santa Laura de Santa Catalina de Siena
Montoya y Upeguí, virgen y fundadora
En el lugar de Belencito, cerca de Medellín, en Colombia, santa Laura de
Santa Catalina de Siena Montoya y Upeguí, virgen, que con notable éxito se
dedicó a anunciar el Evangelio entre los pueblos indígenas que aún desconocían
la fe en Cristo, y fundó la Congregación de Hermanas Misioneras de María
Inmaculada y Santa Catalina de Siena.
LITURGIA DE HOY
Misa de
feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf.
común.
LECC.: vol. III-impar.
- Rom 6, 19-23. Ahora estáis liberados del pecado y hechos esclavos
de Dios.
- Sal 1. R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en
el Señor.
- Lc 12, 49-53. No he venido a traer paz, sino división.
Liturgia de las Horas: oficio de
feria.
Martirologio: elogs. del 22 de octubre, pág. 625.
CALENDARIOS: Misioneros de la Preciosa Sangre: San Gaspar de Búfalo
(S). Adoratrices de la Sangre de Cristo: (F).
Clérigos de San Viator: San Viator (F).
Pamplona y Tudela: Santas Nunilo y Alodia, vírgenes y mártires
(MO).
Mínimos: Beato Nicolás Barré, presbítero (MO).
Burgos: Santa Úrsula, virgen y mártir (ML).
Urgell: San Juan de Capistrano, presbítero (ML).
Dominicos: Beato Pedro de Città di Castello, presbítero (ML).
Jesuitas: Beato Diego Luis de San Vitores, presbítero, y san Pedro
Calungsod, mártires (ML).
Orden de San Juan de Jerusalén: Beato Carlos de Austria (ML).
Antífona de entrada Cfr Jn 14, 26; 16, 13
Cuando venga el Espíritu de la verdad, os enseñará toda la verdad, dice el
Señor.
Monición de entrada
En Jesucristo la revelación y la historia de la salvación han llegado a su
momento culminante. La Iglesia continúa en la historia la obra redentora de
Cristo bajo la acción del Espíritu Santo. Cristo resucitado nos promete que el
Espíritu Santo nos conducirá hasta la verdad plena. Mientras vamos de camino
nos detenemos para recibir el alimento de la eucaristía, en la que el Espíritu
Santo veladamente nos muestra la verdad y nos hace partícipes, ya en prenda, de
los bienes futuros.
Oración colecta
y, según la promesa de tu Hijo,
Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
y no hay para ti secreto alguno,
purifica, por la efusión del Espíritu Santo, los pensamientos de nuestro corazón,
para que merezcamos amarte de verdad y alabarte dignamente.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 6, 19-23)
HERMANOS:
Hablo al modo humano, adaptándome a vuestra debilidad natural: lo mismo que
antes ofrecisteis vuestros miembros a la impureza y a la maldad, como esclavos
suyos, para que obrasen la maldad, ofreced ahora vuestros miembros a la
justicia, como esclavos suyos, para vuestra santificación.
Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres n lo que toca a la
justicia. ¿Y qué fruto obteníais entonces? Cosas de las que ahora os
avergonzáis, porque conducen a la muerte.
Ahora, en cambio, liberados del pecado y hechos esclavos de Dios, dais frutos
para la santidad que conducen a la vida eterna.
Porque la paga del pecado es la muerte, mientras que el don de Dios es la vida
eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 1, 1-2. 3. 4 y 6)
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
V. Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
V. Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
V. No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos
pero el camino de los impíos acaba mal.
R. Dichoso
el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Aleluya Flp 3, 8-9
R. Aleluya,
aleluya, aleluya.
V. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar
a Cristo y ser hallado en él. R.
No he venido a traer paz, sino división
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
San Josemaría Escrivá, Es Cristo
que pasa 120.
Con la maravillosa normalidad de lo divino, el alma contemplativa se desborda
en afán apostólico: me ardía el corazón dentro del pecho, se encendía
el fuego en mi meditación (Sal 39, 4). ¿Qué fuego es ése sino el mismo
del que habla Cristo: fuego he venido a traer a la tierra y qué he de
querer sino que arda? (Lc 12, 49). Fuego de apostolado que se
robustece en la oración: no hay medio mejor que éste para desarrollar, a lo
largo y a lo ancho del mundo, esa batalla pacífica en la que cada cristiano
está llamado a participar: cumplir lo que resta que padecer a Cristo (Cfr. Col
1, 24).