FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
PROGRAMA PARROQUIAL:
MIÉRCOLES, 02 FEBRERO
- Horario de la
parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.
- Horario de
despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía del Miércoles de la III Semana del Tiempo Ordinario (a las 19.30 h.).
Catecismo de la
Iglesia Católica
529 La
Presentación de Jesús en el templo (cf. Lc 2, 22-39) lo muestra como el
Primogénito que pertenece al Señor (cf. Ex 13, 2. 12-13). Con Simeón y Ana toda
la expectación de Israel es la que viene al Encuentro de su Salvador (la
tradición bizantina llama así a este acontecimiento). Jesús es reconocido como
el Mesías tan esperado, "luz de las naciones" y "gloria de
Israel", pero también "signo de contradicción". La espada de
dolor predicha a María anuncia otra oblación, perfecta y única, la de la Cruz
que dará la salvación que Dios ha preparado "ante todos los pueblos".
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
El video del Papa (ENERO 2022):
"DISCRIMINACIÓN Y PERSECUCIÓN RELIGIOSA"
Explicación de la Presencia de Cristo en la Eucaristía
Nueva Misión parroquialA partir del lunes 31 de enero
Catequesis para jóvenes y adultos
"Jesucristo quiere encontrarse contigo y cambiar tu vida. Ven y lo verás"
SANTORAL DE HOY
Elogio: Fiesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapante por los griegos: cuarenta días después de Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley mosaica se convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso. Se manifestó, así, como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel.
Refieren a este santo: Natividad de la bienaventurada Virgen María, San Valentín.
Elogio: Fiesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapante por los griegos: cuarenta días después de Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley mosaica se convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso. Se manifestó, así, como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel.
Refieren a este santo: Natividad de la bienaventurada Virgen María, San Valentín.
San Flósculo de Orleans, obispo
En Orleans, en la Galia Lugdunense, san Flósculo, obispo.
San Lorenzo de Canterbury, obispo
En Cantorbery, en Inglaterra, san Lorenzo, obispo, que gobernó esta Iglesia después de san Agustín y la engrandeció al convertir a la fe al rey Edbaldo.
San Burcardo de Würzburg, obispo
En Würzburg, en Austrasia, san Burcardo, el cual, oriundo de Inglaterra, fue ordenado por san Bonifacio como primer obispo de esta sede.
Beato Simón Fidati de Cascia, monje y presbítero
En Florencia, de la Toscana, beato Simón Fidati de Cassia, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que con sus palabras y sus escritos condujo a muchos a vivir con más fidelidad la vida cristiana.
Beato Pedro Cambiani de Ruffia, presbítero y mártir
En Susa, en el Piamonte, beato Pedro Cambiani de Ruffia, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que por odio a la Iglesia fue asesinado en el claustro por los herejes.
Santa Catalina de Ricci, virgen
En Prato, de la Toscana, santa Catalina de' Ricci, virgen de la Tercera Orden Regular de Santo Domingo, que se dedicó de lleno a la restauración de la religión. Logró, de alguna manera, experimentar en ella los misterios de la pasión de Jesucristo, gracias a su asidua meditación.
Santa Juana de Lestonnac, viuda y fundadora
En Burdeos, en Francia, santa Juana de Lestonnac, que, siendo niña, rechazó la invitación y los esfuerzos de su madre para apartarla de la Iglesia católica. Al quedar viuda, y después de educar convenientemente a sus cinco hijos, fundó la Sociedad de Hijas de Nuestra Señora, a imitación de la Orden de la Compañía de Jesús, para la educación cristiana de las muchachas.
San Nicolás Saggio de Langobardis, religioso
En Roma, san Nicolás Saggio de Langobardis, religioso de la Orden de los Mínimos, que ejerció con humildad y santidad el oficio de portero.
Beato Esteban Bellesini, religioso presbítero
En Genezzano, del Lacio, beato Esteban Bellesini, presbítero de la Orden de San Agustín, que permaneció fiel a su congregación durante tiempos difíciles y se dedicó infatigablemente a la educación de la juventud, a la predicación y al trabajo pastoral.
San Juan Teófano Vénard, presbítero y mártir
En Hanoi, en Tonkin, san Juan Teófano Vénard, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras pasar seis años de trabajos ministeriales en la clandestinidad y en medio de grandes dificultades, fue encerrado en una jaula y condenado a muerte en tiempo del emperador Tu Duc, marchando serenamente a consumar su martirio por decapitación.
Santa María Catalina Kasper, virgen y fundadora
En Dernach, lugar de Renania, en Alemania, santa María Catalina Kasper, virgen, que fundó el Instituto de Pobres Siervas de Jesucristo, para servir al Señor en los indigentes.
Beato Luis Brisson, presbítero y fundador
En Plancy, población de Aube, en Francia, beato Luis Brisson, presbítero y fundador de los Oblatos de San Francisco de Sales y Hermanas Oblatas de San Francisco de Sales.
Beato Andrés Carlos Ferrari, obispo
En Milán, en Italia, beato Andrés Carlos Ferrari, obispo, que trabajó en favor de las tradiciones religiosas de su pueblo y abrió nuevos cauces para dar a conocer en el mundo el amor de Cristo y de la Iglesia.
Beata María Dominica Mantovani, virgen y fundadora
En Verona, también en Italia, beata María Dominica Mantovani, virgen, que junto con el beato José Nascimbeni, presbítero, fundó el Instituto de Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, del cual fue primera superiora, para atender a los pobres, huérfanos y enfermos, y llevó siempre una vida humilde por amor a Cristo.
Beato Tshimangadzo Samuel Benedicto Daswa, mártir
En Mbahe, Limpopo, Sudafrica, beato Tshimangadzo Samuel Benedicto Daswa, mártir de la fe al oponerse a las prácticas de brujería.
LITURGIA DE HOY
Fiesta de la Presentación del Señor, llamada Hypapante por los griegos: cuarenta días después de Navidad, Jesús fue llevado al Templo por María y José, y lo que pudo aparecer como cumplimiento de la ley mosaica se convirtió, en realidad, en su encuentro con el pueblo creyente y gozoso. Se manifestó, así, como luz para alumbrar a las naciones y gloria de su pueblo, Israel (elog. del Martirologio Romano).
Bendición
y procesión de las candelas
Primera forma: Procesión
1. En la hora más oportuna se reúnen todos en una
iglesia o en otro lugar conveniente, fuera de la iglesia hacia la que va a
encaminarse la procesión. Los fieles tienen en sus manos las candelas,
apagadas.
2. Llega el sacerdote con sus ministros, revestido
con vestiduras blancas como para la misa; no obstante, el sacerdote puede usar,
en lugar de la casulla, la capa pluvial, que se quita terminada la procesión.
3.Mientras se encienden las candelas se canta la
antífona:
Nuestro Señor llega con poder, para iluminar los
ojos de sus siervos. Aleluya.
U otro cántico apropiado.
4. El sacerdote, terminado el canto, vuelto
hacia el pueblo dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Después saluda, como de costumbre, al pueblo y luego hace
una monición introductoria para invitar a los fieles a celebrar esta fiesta de
manera activa y consciente, con estas o parecidas palabras:
Queridos
hermanos:
Hace
hoy cuarenta días celebrábamos, llenos de gozo, la fiesta del Nacimiento del
Señor. Hoy es aquel día santo en el cual Jesús es presentado en el templo por
María y José para cumplir públicamente con la ley, pero en realidad para
encontrarse con el pueblo creyente.
Los
santos ancianos Simeón y Ana, impulsados por el Espíritu Santo, habían acudid,
al templo y reconocieron al Señor, iluminados por el mismo Espíritu, y lo
proclamaron con alegría.
Del
mismo modo, congregados también nosotros por el Espíritu Santo, vayamos hacia
la casa de Dios al encuentro de Cristo. Lo encontraremos y lo reconoceremos en
la fracción del pan, hasta que vuelva revestido de gloria.
5. Después de la monición, el sacerdote bendice las
candelas diciendo con las manos juntas:
que manifestaste hoy al justo Simeón
te rogamos suplicantes que santifiques estos cirios con tu + bendición;
acepta los deseos de tu pueblo
llevándolos en sus manos, y así merezca llegar,
por la senda de las virtudes, a la luz eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
Oh, Dios, luz verdadera, autor y dador de la luz eterna,
infunde en el corazón de los fieles
el resplandor de la luz que no se extingue,
para que, cuantos son iluminados en tu templo santo
por el brillo de estos cirios,
puedan llegar felizmente a la luz de tu gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Asperja las candelas con agua bendita, sin decir nada, y pone el incienso para la procesión.
6. El sacerdote recibe, del diácono o de otro
ministro, su propia candela encendida y comienza la procesión, después de
decir el diácono (o en su defecto el propio sacerdote):
Vayamos
en paz al encuentro del Señor.
O bien:
Vayamos en paz.
En el nombre de Cristo. Amén.
7. Durante la procesión, llevando todas las candelas encendidas, se canta alguna de las siguientes antífonas: la antífona Luz
para alumbrar... con el cántico indicado (Lc 2,29-32), O la antífona Adorna... u
otro canto apropiado:
I
Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel.
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador.
Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel.
A quien has presentado ante todos los pueblos.
Ant. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo
Israel.
II
Ant. Adorna tu tálamo, Sion, y recibe a Cristo Rey: abraza a
María, puerta del cielo, pues ella conduce al Rey de la gloria, luz nueva.
Permanece Virgen llevando en sus manos al Hijo engendrado antes del lucero del
alba, al que Simeón tomó en sus brazos y proclamó ante las naciones: Señor de
la vida y de la muerte y Salvador del mundo.
8. Al entrar la procesión en la iglesia se
canta la antífona de entrada de la misa. Llegado el sacerdote al altar, lo
venera y, si parece oportuno, lo inciensa. Va a la sede, se quita la capa
pluvial, si es que la ha usado en la procesión, y se pone la casulla; después
del cántico del Gloria, dice la colecta. Y la misa prosigue como de
costumbre.
Segunda
forma: Entrada solemne
9. Cuando no se pueda hacer la procesión, los
fieles, con las candelas en sus manos, se reúnen en la iglesia. El sacerdote,
con vestiduras blancas como para la misa, acompañado de los ministros y algunos
fieles, va a un lugar adecuado, bien delante de la puerta, bien dentro de la
misma iglesia, con tal de que la mayor parte de los fieles puedan participar
cómodamente en el rito.
10. Una vez llegados al lugar elegido para la
bendición, se encienden las candelas mientras se canta la antífona: Nuestro
Señor llega (n. 3) o algún otro cántico apropiado.
11. Tras el saludo y la monición, el sacerdote
bendice las candelas, tal como se indica más arriba en los nn. 4-5; y se hace
la procesión hacia el altar, con cánticos (nn. 6-7). Para la misa se observa lo
ya indicado en el n. 8.
Antífona de entrada Sal 47, 10-11
Oh, Dios,
meditamos tu misericordia en medio de tu templo: como tu Nombre, oh, Dios, tu
alabanza llega al confín de la tierra. Tu diestra está llena de justicia.
Se dice Gloria.
Dios todopoderoso y eterno,
rogamos humildemente a tu majestad
que, así como tu Hijo Unigénito ha sido presentado hoy en el templo
en la realidad de nuestra carne,
nos concedas, de igual modo, ser presentados ante ti con el alma limpia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy
Llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando
Lectura de la profecía de Malaquías (Mal 3, 1-4)
ESTO DICE el Señor Dios:
«Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis
buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está
llegando, dice el Señor del universo. ¿Quién resistirá el día de su llegada?
¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como fuego de fundidor, como
lejía de lavandero. Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a
los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y
oblación justas.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño».
R. Te alabamos, Señor.
Tenía que parecerse en todo a sus hermanos
Lectura de la carta a los Hebreos (Heb 2, 14-18)
LO MISMO que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también
participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al
señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la
muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por
eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote
misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del
pueblo. Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede
auxiliar a los que son tentados.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 23, 7. 8. 9. 10 [R.: 10b])
V. ¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria.
V. ¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso,
el Señor, valeroso en la batalla.
V. ¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria.
V. ¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria.
╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 22-40)
R. Gloria a ti, Señor.
CUANDO se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés,
los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será
consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor:
«un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y
piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con
él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes
de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo
acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,puedes dejar a tu siervo irse en paz.Porque mis ojos han visto a tu Salvador,a quien has presentado ante todos los pueblos:luz para alumbrar a las nacionesy gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y
a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto
los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya
muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda
hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con
ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también
a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de
Jerusalén.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.