01 de febrero - MARTES DE LA IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

    
MARTES DE LA IV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

 

PROGRAMA PARROQUIAL:
MARTES, 01 DE FEBRERO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.

- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 20.00 h.

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía del Martes de la IV Semana del Tiempo Ordinario (a las 19.30 h.). 


NOTICIAS DE ACTUALIDAD

Portada

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Vídeos

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Opinión

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Blogs

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  IV Domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo C) , por Diario de un Cura de Aldea Global en su Celda Parroquial


SANTORAL DE HOY

Elogio: En Kildare, de Hibernia, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio.

Patronazgos: Patrona de Irlanda junto con los santos Patricio y Columba.

Refieren a este santo: San Conleto de Kildare, San Gildas «el Sabio», San Melis de Ardagh.

   San Trifón, mártir  

En Frigia, conmemoración de san Trifón, mártir.

   San Severo de Ravena, obispo   

En Ravena, en la región de Flaminia, san Severo, obispo.

   San Pablo de Trois-Châteaux, obispo   

En Augusta Tricastina, en la Galia Vienense, san Pablo, obispo, que dio posteriormente su actual nombre a la ciudad, Saint-Paul-Trois-Châteaux.

   San Urso, presbítero   

En Augusta Pretoria, en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero.

   San Agripano de Le Puy, obispo y mártir   

En Anicio, en Aquitania, san Agripano, obispo y mártir, el cual, de regreso a Roma, a su llegada a dicha región fue asesinado por unos idólatras.

   San Sigeberto III, rey   

En Metz, en Austrasia, el santo rey Sigeberto III, que fundó los monasterios de Stavelot y Malmedy, así como muchos otros, y se distinguió por su liberalidad en hacer limosnas a las iglesias y a los pobres.

   San Raimundo de Fitero, abad y fundador   

En la villa de Ciruelos, en la región española de Castilla la Nueva, san Raimundo, abad de Fitero, fundador de la Orden de Calatrava, bajo la Regla del Cister, e insigne sostenedor del cristianismo.

   San Juan de Craticula, obispo   

En Saint-Malo, en Bretaña Menor, san Juan, obispo, varón de gran austeridad y justicia, que trasladó su sede episcopal desde Aleth a esa ciudad. San Bernardo lo alabó como obispo pobre, amigo de los pobres y amante de la pobreza.

   Beato Reginaldo de Orleans, religioso presbítero   

En París, en Francia, beato Reginaldo de Orleans, presbítero, quien, de paso por Roma, conmovido por la predicación de santo Domingo, entró en la Orden de Predicadores, donde atrajo a muchos con el ejemplo de sus virtudes y el ardor de su palabra.

   Santa Viridiana, virgen y reclusa

En Castro Fiorentino, en la Toscana, santa Viridiana, virgen, que vivió recluida desde la juventud hasta la ancianidad.

   Beato Andrés de Segni, religioso presbítero

En el convento de Piglio, en el Lacio, beato Andrés, de la familia de los condes de Segni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, renunciando a altas dignidades, prefirió servir a Cristo en la humildad y simplicidad.

   Beatos Conor O`Devany y Patricio O`Lougham, mártires   

En Dublín, en Irlanda, beatos mártires Conor O'Devany, obispo de Down and Connor, de la Orden de los Hermanos Menores, y Patricio O'Lougham, presbítero, ahorcados ambos por ser católicos, bajo el reinado de Jacobo I.

   San Enrique Morse, mártir   

En Londres, en Inglaterra, san Enrique Morse, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, apresado en diversas ocasiones y exiliado por dos veces, fue encarcelado de nuevo, en tiempo del rey Carlos I, por ser sacerdote, y, después de haber celebrado la Misa en la cárcel, entregó su alma a Dios, ahorcado en Tyburn.

   Beatas Maria Ana Vaillot y cuarenta y seis compañeras, mártires   

En Avrillé, en las cercanías de Angers, en Francia, pasión de las beatas María Ana Vaillot y sus cuarenta y seis compañeras, que recibieron la corona del martirio durante la Revolución Francesa. Estos son sus nombres: Otilia Baumgarten, religiosa; Juana Gruget, Luisa Rallier de la Tertinilre, Magdalena Perrotin, María Ana Pichery y Simona Chauvigné, viudas; Francisca Pagis, Juana Fouchard, Margarita Riviére, María Cassin, María Fausseuse, María Galard, María Gasnier, María Juana Chauvigné, María Lenée, María Leroy Brevet, María Rouault, Petrina Phélippeaux, Renata Cailleau, Renata Martin y Victoria Bauduceau, esposas; Juana, Magdalena y Petrina Sailland d'Espinatz, hermanas; Gabriela, Petrina y Susanna Androuin, hermanas; María y Renata Grillard, hermanas; Ana Francisca de Villencuye, Ana Hamard, Carla Davy, Catalina Cottanceau, Francisca Bellanger, Francisca Bonneau, Francisca Michau, Jacoba Monnier, Juana Bourigault, Luisa Amata Déan de Luigné, Magdalena Blond, María Leroy, Petrina Besson, Petrina Ledoyen, Petrina Grille, Renata Valin y Rosa Quenion.

   Santos Pablo Hong Yông-ju, Juan Yi Mun-u y Bárbara Ch'oe Yong-i, mártires   

En la ciudad de Seúl, en Corea, santos mártires Pablo Hong Yông-ju, catequista, Juan Yi Mun-u, que se ocupaba de los pobres y enterraba los cuerpos de los mártires, y Bárbara Ch'oe Yong-i, la cual, siguiendo el ejemplo de sus padres y esposo muertos por el nombre de Cristo, fue decapitada al igual que los otros.

   Beata Juana Francisca de la Visitación, virgen y fundadora

En Turín, en Italia, beata Juana Francisca de la Visitación (Ana) Michelotti, virgen, que fundó el Instituto de Hermanitas del Sagrado Corazón, para servir al Señor cuidando desinteresadamente a los enfermos pobres.

   Beato Luis Variara, presbítero y fundador   

En la ciudad de Cúcuta, en Colombia, beato Luis Variara, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales, que dedicó toda su actividad en favor de los leprosos y fundó la Congregación de Hermanas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María.


LITURGIA DE HOY

Misa de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- 2 Sam 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 — 19, 3. 
¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar!
- Sal 85. R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
- Mc 5, 21-43. Contigo hablo, niña, levántate.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 2 de febrero, pág. 142.
CALENDARIOS: Granada-ciudad: San Cecilio, obispo y mártir (S). Granada-diócesis: (F).
Ibiza: San Juan Bosco, presbítero (MO).
Pamplona y Tudela y O. Cist.: San Raimundo de Fitero, abad (ML).
Carmelitas: Beata Candelaria de san José, virgen (ML).
Misioneros del Sagrado Corazón: Samuel Benedicto Daswa, mártir (ML).
Paúles e Hijas de la Caridad: Beatas María Ana Vaillot y Otilia Baumgarten, vírgenes y mártires (ML).
Familia Salesiana: Conmemoración de todos los difuntos de la Congregación.

Antífona de entrada Cf. Mt 19, 21
Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres, y luego ven y sígueme, dice el Señor.


Monición de entrada
La Iglesia y el mundo necesitan el testimonio de cristianos que realizan en su vida los consejos evangélicos, con una actitud de renuncia y sacrificio. Conscientes de esta necesidad, pidamos al Señor que no falten nunca en la Iglesia las vocaciones a la vida consagrada.

Oración colecta

Padre santo, aunque invitas a todos los fieles a alcanzar la caridad perfecta,
no dejas de llamar a muchos para que sigan más de cerca las huellas de tu Hijo;
concede a los que tú quieras elegir con una vocación especial,
manifestar, con su conducta, un signo claro de tu reino para la Iglesia y para el mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo.


 LECTURAS DE LA MISA

Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)

 

PRIMERA LECTURA
¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar!

Lectura del segundo libro de Samuel (2 Sam 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 - 19, 3)

EN AQUELLOS DÍAS, Absalón se encontró frente a los hombres de David.
Montaba un mulo y, al pasar el mulo bajo el ramaje de una gran encina, la cabeza se enganchó en la encina y quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que montaba siguió adelante.
Alguien lo vio y avisó a Joab:
«He visto a Absalón colgado de una encina».
Cogiendo Joab tres venablos en la mano, los clavó en el corazón de Absalón.
David estaba sentado entre las dos puertas.
El vigía subió a la terraza del portón, sobre la muralla. Alzó los ojos y vio que un hombre venía corriendo en solitario.
El vigía gritó para anunciárselo al rey.
El rey dijo:
«Si es uno solo, trae buenas noticias en su boca». Cuando llegó el cusita, dijo:
«Reciba una buena noticia el rey, mi señor: el Señor te ha hecho justicia hoy, librándote de la mano de todos los que se levantaron contra ti».
El rey preguntó:
«¿Se encuentra bien el muchacho Absalón?».
El cusita respondió:
«Que a los enemigos de mi señor, el rey, y a todos los que se han levantado contra ti para hacerte mal les ocurra como al muchacho».
Entonces el rey se estremeció. Subió a la habitación superior del portón y se puso a llorar. Decía al subir:
«¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!».
Avisaron a Joab:
«El rey llora y hace duelo por Absalón».
Así, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, al oír decir que el rey estaba apenado por su hijo.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 85, 1b-2. 3-4. 5-6 [R.: 1b])


V. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.

R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
 
V. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
 
V. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.


Aleluya Mt 8, 17
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades. R.


EVANGELIO
Contigo hablo, niña, levántate

╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 5, 21-43)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco, Ángelus 1-julio-2018

En esta página del Evangelio se entrelazan los temas de la fe y de la vida nueva que Jesús ha venido a ofrecer a todos. Entrando en la casa donde la muchacha yace muerta, Él echa a aquellos que se agitan y se lamentan (cf. Mc 5, 40) y dice: «La niña no ha muerto; está dormida» (Mc 5, 39). Jesús es el Señor y delante de Él la muerte física es como un sueño: no hay motivo para desesperarse. Otra es la muerte de la que tener miedo: la del corazón endurecido por el mal. ¡De esa sí que tenemos que tener miedo! Cuando sentimos que tenemos el corazón endurecido, el corazón que se endurece y, me permito la palabra, el corazón momificado, tenemos que sentir miedo de esto. Esta es la muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado, para Jesús nunca es la última palabra, porque Él nos ha traído la infinita misericordia del Padre. E incluso si hemos caído, su voz tierna y fuerte nos alcanza: «Yo te digo: ¡Levántate!». Es hermoso sentir aquella palabra de Jesús dirigida a cada uno de nosotros: «yo te digo: Levántate. Ve. ¡Levántate, valor, levántate!». Y Jesús vuelve a dar la vida a la muchacha y vuelve a dar la vida a la mujer sanada: vida y fe a las dos.


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