PROGRAMA PARROQUIAL:
MARTES, 01 DE FEBRERO
- Horario de la
parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.
- Horario de
despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 20.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía del Martes de la IV Semana del Tiempo Ordinario (a las 19.30 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
Explicación de la Presencia de Cristo en la Eucaristía
Nueva Misión parroquialA partir del lunes 31 de enero
Catequesis para jóvenes y adultos
"Jesucristo quiere encontrarse contigo y cambiar tu vida. Ven y lo verás"
SANTORAL DE HOY
Elogio: En Kildare, de Hibernia, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio.
Patronazgos: Patrona de Irlanda junto con los santos Patricio y Columba.
Refieren a este santo: San Conleto de Kildare, San Gildas «el Sabio», San Melis de Ardagh.
Elogio: En Kildare, de Hibernia, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio.
Patronazgos: Patrona de Irlanda junto con los santos Patricio y Columba.
Refieren a este santo: San Conleto de Kildare, San Gildas «el Sabio», San Melis de Ardagh.
San Trifón, mártir
En Frigia, conmemoración de san Trifón, mártir.
San Severo de Ravena, obispo
En Ravena, en la región de Flaminia, san Severo, obispo.
San Pablo de Trois-Châteaux, obispo
En Augusta Tricastina, en la Galia Vienense, san Pablo, obispo, que dio posteriormente su actual nombre a la ciudad, Saint-Paul-Trois-Châteaux.
San Urso, presbítero
En Augusta Pretoria, en los Alpes Grayos, san Urso, presbítero.
San Agripano de Le Puy, obispo y mártir
En Anicio, en Aquitania, san Agripano, obispo y mártir, el cual, de regreso a Roma, a su llegada a dicha región fue asesinado por unos idólatras.
San Sigeberto III, rey
En Metz, en Austrasia, el santo rey Sigeberto III, que fundó los monasterios de Stavelot y Malmedy, así como muchos otros, y se distinguió por su liberalidad en hacer limosnas a las iglesias y a los pobres.
San Raimundo de Fitero, abad y fundador
En la villa de Ciruelos, en la región española de Castilla la Nueva, san Raimundo, abad de Fitero, fundador de la Orden de Calatrava, bajo la Regla del Cister, e insigne sostenedor del cristianismo.
San Juan de Craticula, obispo
En Saint-Malo, en Bretaña Menor, san Juan, obispo, varón de gran austeridad y justicia, que trasladó su sede episcopal desde Aleth a esa ciudad. San Bernardo lo alabó como obispo pobre, amigo de los pobres y amante de la pobreza.
Beato Reginaldo de Orleans, religioso presbítero
En París, en Francia, beato Reginaldo de Orleans, presbítero, quien, de paso por Roma, conmovido por la predicación de santo Domingo, entró en la Orden de Predicadores, donde atrajo a muchos con el ejemplo de sus virtudes y el ardor de su palabra.
Santa Viridiana, virgen y reclusa
En Castro Fiorentino, en la Toscana, santa Viridiana, virgen, que vivió recluida desde la juventud hasta la ancianidad.
Beato Andrés de Segni, religioso presbítero
En el convento de Piglio, en el Lacio, beato Andrés, de la familia de los condes de Segni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, renunciando a altas dignidades, prefirió servir a Cristo en la humildad y simplicidad.
Beatos Conor O`Devany y Patricio O`Lougham, mártires
En Dublín, en Irlanda, beatos mártires Conor O'Devany, obispo de Down and Connor, de la Orden de los Hermanos Menores, y Patricio O'Lougham, presbítero, ahorcados ambos por ser católicos, bajo el reinado de Jacobo I.
San Enrique Morse, mártir
En Londres, en Inglaterra, san Enrique Morse, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, apresado en diversas ocasiones y exiliado por dos veces, fue encarcelado de nuevo, en tiempo del rey Carlos I, por ser sacerdote, y, después de haber celebrado la Misa en la cárcel, entregó su alma a Dios, ahorcado en Tyburn.
Beatas Maria Ana Vaillot y cuarenta y seis compañeras, mártires
En Avrillé, en las cercanías de Angers, en Francia, pasión de las beatas María Ana Vaillot y sus cuarenta y seis compañeras, que recibieron la corona del martirio durante la Revolución Francesa. Estos son sus nombres: Otilia Baumgarten, religiosa; Juana Gruget, Luisa Rallier de la Tertinilre, Magdalena Perrotin, María Ana Pichery y Simona Chauvigné, viudas; Francisca Pagis, Juana Fouchard, Margarita Riviére, María Cassin, María Fausseuse, María Galard, María Gasnier, María Juana Chauvigné, María Lenée, María Leroy Brevet, María Rouault, Petrina Phélippeaux, Renata Cailleau, Renata Martin y Victoria Bauduceau, esposas; Juana, Magdalena y Petrina Sailland d'Espinatz, hermanas; Gabriela, Petrina y Susanna Androuin, hermanas; María y Renata Grillard, hermanas; Ana Francisca de Villencuye, Ana Hamard, Carla Davy, Catalina Cottanceau, Francisca Bellanger, Francisca Bonneau, Francisca Michau, Jacoba Monnier, Juana Bourigault, Luisa Amata Déan de Luigné, Magdalena Blond, María Leroy, Petrina Besson, Petrina Ledoyen, Petrina Grille, Renata Valin y Rosa Quenion.
Santos Pablo Hong Yông-ju, Juan Yi Mun-u y Bárbara Ch'oe Yong-i, mártires
En la ciudad de Seúl, en Corea, santos mártires Pablo Hong Yông-ju, catequista, Juan Yi Mun-u, que se ocupaba de los pobres y enterraba los cuerpos de los mártires, y Bárbara Ch'oe Yong-i, la cual, siguiendo el ejemplo de sus padres y esposo muertos por el nombre de Cristo, fue decapitada al igual que los otros.
Beata Juana Francisca de la Visitación, virgen y fundadora
En Turín, en Italia, beata Juana Francisca de la Visitación (Ana) Michelotti, virgen, que fundó el Instituto de Hermanitas del Sagrado Corazón, para servir al Señor cuidando desinteresadamente a los enfermos pobres.
Beato Luis Variara, presbítero y fundador
En la ciudad de Cúcuta, en Colombia, beato Luis Variara, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales, que dedicó toda su actividad en favor de los leprosos y fundó la Congregación de Hermanas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
LITURGIA DE HOY
Misa de feria (verde).
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf.
común.
LECC.: vol. III-par.
- 2 Sam 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 — 19, 3. ¡Hijo mío, Absalón!
¡Quién me diera haber muerto en tu lugar!
- Sal 85. R. Inclina tu oído, Señor, escúchame.
- Mc 5, 21-43. Contigo hablo, niña, levántate.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 2 de febrero, pág. 142.
CALENDARIOS: Granada-ciudad: San Cecilio, obispo y mártir
(S). Granada-diócesis: (F).
Ibiza: San Juan Bosco, presbítero (MO).
Pamplona y Tudela y O. Cist.: San Raimundo de Fitero, abad (ML).
Carmelitas: Beata Candelaria de san José, virgen (ML).
Misioneros del Sagrado Corazón: Samuel Benedicto Daswa, mártir
(ML).
Paúles e Hijas de la Caridad: Beatas María Ana Vaillot y Otilia
Baumgarten, vírgenes y mártires (ML).
Familia Salesiana: Conmemoración de todos los difuntos de la
Congregación.
Antífona de entrada Cf. Mt 19, 21
Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres,
y luego ven y sígueme, dice el Señor.
Monición de entrada
La Iglesia y el mundo necesitan el testimonio de cristianos que realizan en
su vida los consejos evangélicos, con una actitud de renuncia y sacrificio.
Conscientes de esta necesidad, pidamos al Señor que no falten nunca en la
Iglesia las vocaciones a la vida consagrada.
Padre santo, aunque invitas a todos los fieles a alcanzar la caridad perfecta,
no dejas de llamar a muchos para que sigan más de cerca las huellas de tu Hijo;
concede a los que tú quieras elegir con una vocación especial,
manifestar, con su conducta, un signo claro de tu reino para la Iglesia y para el mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)
Audio
y comentario del Evangelio de hoy (II)
Lectura del segundo libro de Samuel (2 Sam 18, 9-10. 14b. 24-25a. 31 -
19, 3)
EN AQUELLOS DÍAS, Absalón se encontró frente a los hombres de David.
Montaba un mulo y, al pasar el mulo bajo el ramaje de una gran encina, la
cabeza se enganchó en la encina y quedó colgado entre el cielo y la tierra,
mientras el mulo que montaba siguió adelante.
Alguien lo vio y avisó a Joab:
«He visto a Absalón colgado de una encina».
Cogiendo Joab tres venablos en la mano, los clavó en el corazón de Absalón.
David estaba sentado entre las dos puertas.
El vigía subió a la terraza del portón, sobre la muralla. Alzó los ojos y vio
que un hombre venía corriendo en solitario.
El vigía gritó para anunciárselo al rey.
El rey dijo:
«Si es uno solo, trae buenas noticias en su boca». Cuando llegó el cusita,
dijo:
«Reciba una buena noticia el rey, mi señor: el Señor te ha hecho justicia hoy,
librándote de la mano de todos los que se levantaron contra ti».
El rey preguntó:
«¿Se encuentra bien el muchacho Absalón?».
El cusita respondió:
«Que a los enemigos de mi señor, el rey, y a todos los que se han levantado
contra ti para hacerte mal les ocurra como al muchacho».
Entonces el rey se estremeció. Subió a la habitación superior del portón y se
puso a llorar. Decía al subir:
«¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera haber muerto
en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!».
Avisaron a Joab:
«El rey llora y hace duelo por Absalón».
Así, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, al oír
decir que el rey estaba apenado por su hijo.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
V. Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.
V. Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor.
V. Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 5, 21-43)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le
reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a
sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure
y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que
padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de
los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar,
se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la
gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba
curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en
medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se
acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le
echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para
decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano
de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de
los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la
niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se
levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí
llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Papa Francisco, Ángelus
1-julio-2018
En esta página del Evangelio se entrelazan los temas de la fe y de la vida
nueva que Jesús ha venido a ofrecer a todos. Entrando en la casa donde la
muchacha yace muerta, Él echa a aquellos que se agitan y se lamentan (cf. Mc 5,
40) y dice: «La niña no ha muerto; está dormida» (Mc 5, 39). Jesús es el Señor
y delante de Él la muerte física es como un sueño: no hay motivo para
desesperarse. Otra es la muerte de la que tener miedo: la del corazón
endurecido por el mal. ¡De esa sí que tenemos que tener miedo! Cuando sentimos
que tenemos el corazón endurecido, el corazón que se endurece y, me permito la
palabra, el corazón momificado, tenemos que sentir miedo de esto. Esta es la
muerte del corazón. Pero incluso el pecado, incluso el corazón momificado, para
Jesús nunca es la última palabra, porque Él nos ha traído la infinita
misericordia del Padre. E incluso si hemos caído, su voz tierna y fuerte nos
alcanza: «Yo te digo: ¡Levántate!». Es hermoso sentir aquella palabra de Jesús
dirigida a cada uno de nosotros: «yo te digo: Levántate. Ve. ¡Levántate, valor,
levántate!». Y Jesús vuelve a dar la vida a la muchacha y vuelve a dar la vida
a la mujer sanada: vida y fe a las dos.
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