PROGRAMA PARROQUIAL:
VIERNES, 11 DE FEBRERO
- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 20.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía del Viernes de la V Semana del Tiempo ordinario (a las 19.30 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA XXX JORNADA MUNDIAL DEL
ENFERMO
11 de febrero de 2022
«Sean
misericordiosos
así
como el Padre de ustedes es misericordioso» (Lc 6,36)
Estar
al lado de los que sufren en un camino de caridad
Queridos hermanos y hermanas:
Hace treinta años, san Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan [1].
Estamos
agradecidos al Señor por el camino realizado en las Iglesias locales de todo el
mundo durante estos años. Se ha avanzado bastante, pero todavía queda mucho
camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas,
principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y
exclusión, la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento
pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo
crucificado y resucitado. Que la XXX Jornada Mundial del Enfermo —cuya
celebración conclusiva no tendrá lugar en Arequipa, Perú, debido a la pandemia,
sino en la Basílica de San Pedro en el Vaticano— pueda ayudarnos a crecer en el
servicio y en la cercanía a las personas enfermas y a sus familias.
1. Misericordiosos como el Padre
El tema elegido para esta trigésima Jornada, «Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso»(Lc 6,36), nos hace volver la mirada hacia Dios «rico en misericordia» (Ef 2,4), que siempre mira a sus hijos con amor de padre, incluso cuando estos se alejan de Él. De hecho, la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que Él realiza. Es fuerza y ternura a la vez. Por eso, podemos afirmar con asombro y gratitud que la misericordia de Dios tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como la de la maternidad (cf. Is 49,15), porque Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo.
2. Jesús, misericordia del Padre
El testigo supremo del amor misericordioso del Padre a los enfermos es su Hijo unigénito. ¡Cuántas veces los Evangelios nos narran los encuentros de Jesús con personas que padecen diversas enfermedades! Él «recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de los judíos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente» (Mt 4,23). Podemos preguntarnos: ¿por qué esta atención particular de Jesús hacia los enfermos, hasta tal punto que se convierte también en la obra principal de la misión de los apóstoles, enviados por el Maestro a anunciar el Evangelio y a curar a los enfermos? (cf. Lc 9,2).
Un pensador del siglo XX nos sugiere una motivación: «El dolor aísla completamente y es de este aislamiento absoluto del que surge la llamada al otro, la invocación al otro» [2]. Cuando una persona experimenta en su propia carne la fragilidad y el sufrimiento a causa de la enfermedad, también su corazón se entristece, el miedo crece, los interrogantes se multiplican; hallar respuesta a la pregunta sobre el sentido de todo lo que sucede es cada vez más urgente. Cómo no recordar, a este respecto, a los numerosos enfermos que, durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la última etapa de su existencia atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, pero lejos de sus seres queridos y de las personas más importantes de su vida terrenal. He aquí, pues, la importancia de contar con la presencia de testigos de la caridad de Dios que derramen sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolación y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de Jesús, misericordia del Padre [3].
3. Tocar la carne sufriente de
Cristo
La invitación de Jesús a ser misericordiosos como el Padre adquiere un significado particular para los agentes sanitarios. Pienso en los médicos, los enfermeros, los técnicos de laboratorio, en el personal encargado de asistir y cuidar a los enfermos, así como en los numerosos voluntarios que donan un tiempo precioso a quienes sufren. Queridos agentes sanitarios, su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión para convertirse en una misión. Sus manos, que tocan la carne sufriente de Cristo, pueden ser signo de las manos misericordiosas del Padre. Sean conscientes de la gran dignidad de su profesión, como también de la responsabilidad que esta conlleva.
Bendigamos al Señor por los progresos que la ciencia médica ha realizado, sobre todo en estos últimos tiempos. Las nuevas tecnologías han permitido desarrollar tratamientos que son muy beneficiosos para las personas enfermas; la investigación sigue aportando su valiosa contribución para erradicar enfermedades antiguas y nuevas; la medicina de rehabilitación ha desarrollado significativamente sus conocimientos y competencias. Todo esto, sin embargo, no debe hacernos olvidar la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y sus fragilidades [4]. El enfermo es siempre más importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología. Por eso espero que la formación profesional capacite a los agentes sanitarios para saber escuchar y relacionarse con el enfermo.
4. Los centros de asistencia
sanitaria, casas de misericordia
La Jornada Mundial del Enfermo también es una ocasión propicia para centrar nuestra atención en los centros de asistencia sanitaria. A lo largo de los siglos, la misericordia hacia los enfermos ha llevado a la comunidad cristiana a abrir innumerables “posadas del buen samaritano”, para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias, debido a la pobreza o a la exclusión social, o por las dificultades a la hora de tratar ciertas patologías. En estas situaciones son sobre todo los niños, los ancianos y las personas más frágiles quienes sufren las peores consecuencias. Muchos misioneros, misericordiosos como el Padre, acompañaron el anuncio del Evangelio con la construcción de hospitales, dispensarios y centros de salud. Son obras valiosas mediante las cuales la caridad cristiana ha tomado forma y el amor de Cristo, testimoniado por sus discípulos, se ha vuelto más creíble. Pienso sobre todo en los habitantes de las zonas más pobres del planeta, donde a veces hay que recorrer largas distancias para encontrar centros de asistencia sanitaria que, a pesar de contar con recursos limitados, ofrecen todo lo que tienen a su disposición. Aún queda un largo camino por recorrer y en algunos países recibir un tratamiento adecuado sigue siendo un lujo. Lo demuestra, por ejemplo, la falta de disponibilidad de vacunas contra el virus del Covid-19 en los países más pobres; pero aún más la falta de tratamientos para patologías que requieren medicamentos mucho más sencillos.
En este contexto, deseo reafirmar la importancia de las instituciones sanitarias católicas: son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercanía a los enfermos más pobres y a las situaciones más olvidadas [5]. ¡Cuántos fundadores de familias religiosas han sabido escuchar el grito de hermanos y hermanas que no disponían de acceso a los tratamientos sanitarios o que no estaban bien atendidos y se han entregado a su servicio! Aún hoy en día, incluso en los países más desarrollados, su presencia es una bendición, porque siempre pueden ofrecer, además del cuidado del cuerpo con toda la pericia necesaria, también aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar central. En una época en la que la cultura del descarte está muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida, estas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la protección y el cuidado de toda existencia, aun de la más frágil, desde su concepción hasta su término natural.
5. La misericordia pastoral:
presencia y cercanía
A lo largo de estos treinta años el servicio indispensable que realiza la pastoral de la salud se ha reconocido cada vez más. Si la peor discriminación que padecen los pobres —y los enfermos son pobres en salud— es la falta de atención espiritual, no podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe [6]. A este propósito, quisiera recordar que la cercanía a los enfermos y su cuidado pastoral no sólo es tarea de algunos ministros específicamente dedicados a ello; visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos. ¡Cuántos enfermos y cuántas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolación es responsabilidad de todo bautizado, consciente de la palabra de Jesús: «Estuve enfermo y me visitaron» (Mt 25,36).
Queridos hermanos y hermanas, encomiendo todos los enfermos y sus familias a la intercesión de María, Salud de los enfermos. Que unidos a Cristo, que lleva sobre sí el dolor del mundo, puedan encontrar sentido, consuelo y confianza. Rezo por todos los agentes sanitarios para que, llenos de misericordia, ofrezcan a los pacientes, además de los cuidados adecuados, su cercanía fraterna.
A todos les imparto con afecto la Bendición Apostólica.
Roma, San Juan de Letrán, 10 de diciembre de 2021, Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Loreto.
[1] Cf.
Carta al Cardenal Fiorenzo Angelini, Presidente del Consejo Pontificio para la
Pastoral de los Agentes Sanitarios, con ocasión de la institución de la Jornada
Mundial del Enfermo (13 mayo 1992).
[2] E.
Lévinas, «Une éthique de la souffrance », en Souffrances. Corps et âme,
épreuves partagées, J.-M. von Kaenel edit., Autrement, París 1994, pp. 133-135.
[3] Cf.
Misal Romano, Prefacio Común VIII, Jesús, buen samaritano.
[4] Cf.
Discurso a la Federación Nacional de los Colegios de Médicos y Cirujanos
Dentales (20 septiembre 2019).
[5] Cf.
Ángelus desde el Policlínico «Gemelli» de Roma (11 julio 2021).
[6] Cf.
Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 200.
SANTORAL DE HOY
Elogio: Nuestra Señora la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, cerca de la población de Lourdes, en Francia, y, desde entonces, aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.
Refieren a este santo: Santa María Bernarda Soubirous
Elogio: Nuestra Señora la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, cerca de la población de Lourdes, en Francia, y, desde entonces, aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.
Refieren a este santo: Santa María Bernarda Soubirous
Santa Soteris, virgen y mártir
En Roma, en la vía Apia, en el cementerio que lleva su nombre, santa Soteris, virgen y mártir, que, como relata san Ambrosio, renunciando por causa de la fe a la nobleza y a los honores de su familia, no se prestó a inmolar a los ídolos, ni se dejó vencer por humillantes injurias, ni temió morir herida por una espada.
Santos Mártires de Numidia
Conmemoración de los numerosos santos mártires apresados en Numidia, durante la persecución llevada a cabo bajo Diocleciano, que fueron víctimas de crueles suplicios por no querer entregar las Sagradas Escrituras, conforme al edicto del emperador.
San Castrense, mártir
En Volturno, en la Campania, san Castrense, mártir.
San Secundino de Apulia, obispo
En Apulia, san Secundino, obispo.
San Severino de Agaune, abad
En Chateâu-Laudon, en la Galia, san Severino, abad del monasterio de Agaune.
San Gregorio II, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de san Gregorio II, papa, el cual, en los difíciles tiempos bajo el emperador León Isáurico, trabajó en defensa de la Iglesia y del culto de las sagradas imágenes, y envió a san Bonifacio por tierras de Germania a predicar el Evangelio.
San Pascual I, papa
También en Roma, memoria de san Pascual I, papa, que, llevado por la devoción, trasladó muchos cuerpos de mártires desde las catacumbas a distintas iglesias de la ciudad.
San Ardano, abad
En Borgoña, san Ardano, abad de Tournus.
San Pedro de Jesús Maldonado Lucero, presbítero y mártir
En Chihuahua, en México, san Pedro de Jesús Maldonado Lucero, presbítero y mártir, que, arrestado durante la persecución contra la Iglesia mientras administraba el sacramento de la Eucaristía, alcanzó el triunfo del martirio al ser golpeado mortalmente en la cabeza.
Beato Tobías Borrás Romeu, religioso y mártir
En Vinarós, en la región de Valencia, en España, beato Tobías (Francisco) Borrás Romeu, religioso de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios y mártir, que durante la persecución religiosa consumó su glorioso sacrificio.
LITURGIA DE HOY
Misa de feria (verde) o de la memoria (blanco).
MISAL: para la feria cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5) / para la memoria 1.ª orac. prop. y el resto del común de la bienaventurada Virgen María, o de un domingo del T.O.; Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
LECTURAS DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy
Lectura del primer libro de los Reyes (1 Re 11, 29-32; 12, 19)
SUCEDIÓ entonces que Jeroboán
salía de Jerusalén y se le presentó el profeta Ajías de Siló cubierto con un
manto nuevo. Estando los dos solos en campo abierto, tomó Ajías el manto nuevo
que llevaba puesto, lo rasgó en doce jirones y dijo a Jeroboán:
«Toma diez jirones para ti,
porque así dice el Señor, Dios de Israel: “Rasgaré el reino de manos de Salomón
y te daré diez tribus. La otra tribu será para él, en atención a mi siervo
David y a Jerusalén, la ciudad que me elegí entre todas las tribus de Israel”».
Así Israel se rebeló contra la
casa de David, hasta el día de hoy.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 80, 10-11ab. 12-13. 14-15 [cf. 11a y 9a)
R. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
V. No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la tierra de Egipto.
R. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
V. Mi pueblo no escuchó mi voz,
Israel no quiso obedecer:
los entregué a su corazón obstinado,
para que anduviesen según sus antojos.
R. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
V. ¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
en un momento humillaría a sus enemigos
y volvería mi mano contra sus adversarios.
R. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz.
╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 7, 31-37)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándolo de la gente, a
solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y
mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es, «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los
oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó
que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia
lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro
decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Pensamientos para el Evangelio de hoy · «En medio del júbilo de la fiesta, en Caná, sólo María
advierte la falta de vino… Hasta los detalles más pequeños de servicio llega
el alma si, como Ella, se vive pendiente del prójimo, por Dios» (San
Josemaría) · «En el Rosario, tan querido para Bernadette y los
peregrinos en Lourdes, se concentra la profundidad del mensaje evangélico.
Nos introduce en la contemplación del rostro de Cristo. De esta oración de
los humildes podemos sacar copiosas gracias» (Benedicto XVI) · «El Evangelio nos revela cómo María ora e intercede en
la fe: en Caná (cf. Jn 2,1-12) la madre de Jesús ruega a su hijo por las
necesidades de un banquete de bodas, signo de otro banquete, el de las bodas
del Cordero que da su Cuerpo y su Sangre a petición de la Iglesia, su Esposa.
Y en la hora de la nueva Alianza, al pie de la Cruz, María es escuchada como
la Mujer, la nueva Eva, la verdadera ‘madre de los que viven’» (Catecismo de
la Iglesia Católica, nº 2.618). (tomado de evangeli.net) |
Lectura del libro del profeta Isaías 66, 10-14c
¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos!
Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda.
Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén.
Al ver esto, se llenarán de gozo y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Jdt 13, 18bcde. 19 [R.: 15, 9d)]
R. ¡Tú eres el insigne honor de nuestra raza!
Que el Dios Altísimo te bendiga, hija mía,
más que a todas las mujeres de la tierra;
y bendito sea el Señor Dios,
creador del cielo y de la tierra. R.
R. ¡Tú eres el insigne honor de nuestra raza!
Nunca olvidarán los hombres
la confianza que has demostrado
y siempre recordarán el poder de Dios.
R. ¡Tú eres el insigne honor de nuestra raza!
Y la madre de Jesús estaba allí
╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan (2, 1-11)
R. Gloria a ti, Señor.
Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía.» Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga.»
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas.» Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete.» Así lo hicieron.
El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento.»
Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor, Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario