29 de mayo - VII DOMINGO DE PASCUA, ASCENSIÓN DEL SEÑOR, solemnidad



 
  
VII DOMINGO DE PASCUA, ASCENSIÓN DEL SEÑORSolemnidad
  Oficio de la Ascensión del Señor
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta   Nona Vísperas - Completas)
 



PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 29 DE MAYO

- Eucaristía de la Ascensión del Señor (a las 11.00 h).

- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía II Vísperas de la Ascensión del Señor (a las 20.30 h).
 



Portada

Santiago Cantera, prior del Valle, habla a ReL de Dom Geoffrey Kemlin, en cuya elección participó

El nuevo abad de Solesmes, un joven monje para una orden que resiste con éxito la crisis vocacional

Este sábado 28 de mayo, la iniciativa desbordará las calles de multitud de países en Hispanoamérica

Comienza la «batalla espiritual», «¡recuperemos las calles!»: el Rosario de Hombres avanza imparable

«Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte»

¿Estás preparado para morir ahora y estar con Cristo? 10 consejos prácticos para el gran momento

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SANTORAL DE HOY

Elogio: Memoria litúrgica de san Pablo VI, papa, cuyo nacimiento en el cielo ocurrió el 6 de agosto.


Otros santos de este día:

   San Hesiquio Palatino, mártir

En Antioquía de Siria, san Hesiquio Palatino, mártir, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, al escuchar la orden de que quien no sacrificase a los ídolos debía abandonar el ejército, se despojó inmediatamente de las armas, y por este motivo fue arrojado al río Orontes con una gran piedra atada a su brazo derecho. († c. 303)

   San Maximino de Tréveris, obispo y confesor

En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Maximino, obispo, que, como valiente defensor de la integridad de la fe frente a los arrianos, acogió fraternalmente a san Atanasio de Alejandría y a otros obispos desterrados, y al ser expulsado de su sede por sus enemigos, murió en Poitiers, su tierra natal. († c. 346)

   Santos Sisinio, Martirio y Alejandro, mártires   

En Val de Non, en el territorio de Trento, santos mártires Sisinio, diácono, Martirio, lector, y Alejandro, ostiario, capadocios de origen, que tras fundar una iglesia en aquella región e introducir el uso de los cantos de alabanza al Señor, fueron asesinados por algunos paganos que estaban ofreciendo sacrificios lustrales. († 397)

   San Exuperancio de Ravena, obispo

En Ravena, de la Flaminia, san Exuperancio, obispo, que gobernó prudentemente esta Iglesia en la época en que el rey Odoacro se apoderó de Italia y de la ciudad. († 430 o 476/7)

   San Senador de Milán, obispo

En Milán, san Senador, obispo, a quien el papa san León Magno había enviado como legado a Constantinopla cuando era aún presbítero. († c. 480)

   San Gerardo de Mâcon, monje y obispo   

En Mâcon, en Borgoña, san Gerardo, que, monje en primer lugar y elegido después obispo de esta ciudad, llevó finalmente vida solitaria en un bosque. († c. 940)

   Santa Bona, virgen   

En Pisa, de la Toscana, santa Bona, virgen, que peregrinó piadosa y repetidamente a Tierra Santa, Roma y Compostela. († 1207)

   Beatos Guillermo Arnaud y diez compañeros, mártires

En Avignonet, cerca de Toulouse, en Francia, beatos Guillermo Arnaud y sus diez compañeros, los cuales, unidos en la tarea de contrarrestar el daño causado por los cátaros, mediante engaño fueron apresados por su fe en Cristo y su obediencia a la Iglesia Romana, siendo muertos a espada en la noche de la Ascensión del Señor, mientras entonaban a una voz el Te Deum. Sus nombres son los siguientes: beatos Bernardo de Roquefort, García d’Aure, Esteban de Saint-Thierry; Raimundo de Cortisan, de sobrenombre Escribán, canónigo; Bernardo; Pedro d’Arnaud, Fortanerio y Ademaro, clérigos; y el Prior de Avignonet, cuyo nombre se ignora. († 1242)

   Beata Gerardesca, reclusa   

En Pisa, de la Toscana, beata Gerardesca, viuda, que pasó su vida en una celda cercana al monasterio camaldulense de San Sabino, dedicada a alabar a Dios y a la intimidad con el Señor. († c. 1269)

   Beato Ricardo Thirkeld, presbítero y mártir   

En York, en Inglaterra, beato Ricardo Thirkeld, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I, condenado a muerte por ser sacerdote y por haber reconciliado a muchas personas con la Iglesia católica, fue conducido al suplicio del patíbulo. († 1583)

   Beato José Gerard, presbítero   

En el lugar llamado Roma, en Basutolandia, en África del Sur, beato José Gerard, presbítero de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, que primero anunció a Cristo en la provincia de Natal, y luego, principal e infatigablemente, entre el pueblo de los basutos. († 1914)

   Santa Úrsula Ledóchowska, virgen y fundadora   

En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante, y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia. († 1939)


LITURGIA DE HOY


DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

La novena de Pentecostés

155. La Escritura da testimonio de que en los nueve días entre la Ascensión y Pentecostés, los Apóstoles "permanecían unidos y eran asiduos en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos" (Hech 1, 14), en espera de ser "revestidos con el poder de lo alto" (Lc 24, 49). De la reflexión orante sobre este acontecimiento salvífico ha nacido el ejercicio de piedad de la novena de Pentecostés, muy difundido en el pueblo cristiano.

En realidad, en el Misal y en la Liturgia de las Horas, sobre todo en las Vísperas, esta "novena" ya está presente: los textos bíblicos y eucológicos se refieren, de diversos modos, a la espera del Paráclito. Por lo tanto, en la medida de lo posible, la novena de Pentecostés debería consistir en la celebración solemne de las Vísperas. Donde esto no sea posible, dispóngase la novena de Pentecostés de tal modo que refleje los temas litúrgicos de los días que van de la Ascensión a la Vigilia de Pentecostés.

En algunos lugares se celebra durante estos días la semana de oración por la unidad de los cristianos.

Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, cuando cuarenta días después de la Resurrección fue elevado al cielo en presencia de los discípulos, sentándose a la derecha del Padre, hasta que venga en su gloria a juzgar a vivos y muertos (elog. del Martirologio Romano).

Misa del día de la solemnidad (blanco).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. I ó II de la Ascensión, embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV.

LECC.: vol. I (C).

- Hch 1, 1-11. A la vista de ellos, fue elevado al cielo.
- Sal 46. R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
- Ef 1, 17-23. Lo sentó a su derecha en el cielo.
o bien: Heb 9, 24-28; 10, 19-23. Cristo entró en el mismo cielo.
- Lc 24, 46-53. Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo.

Con la ascensión del Señor se consuma la encarnación del Verbo que ha glorificado en sí a la naturaleza humana que había asumido para redimirla (cf. orac. después de la comunión). La presencia de Cristo glorificado a la derecha del Padre es una presencia de intercesión sacerdotal por todos nosotros. Él nos enviará el Espíritu que actuará siempre con nosotros en la labor de anunciar la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos (cf. Ev.). Él es, por tanto, el autor de la santidad y la gracia que se nos da en los sacramentos (cf. Pf. para después de la ascensión). El Señor volverá al fin de los tiempos para dar plenitud a lo que ha comenzado a gestarse en su ascensión: nuestra entrada definitiva en la casa del Padre (cf. 1.ª orac.).

* JORNADA MUNDIAL Y COLECTA DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES (pontificia): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ., colecta.
Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.


Liturgia de las Horas: oficio de la solemnidad. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 30 de mayo, pág. 337.
CALENDARIOS: Valladolid: Aniversario de la ordenación episcopal del cardenal Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo (1988).


Antífona de entrada Hch 1, 11

Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Volverá como lo habéis visto marcharse al cielo. Aleluya.


Monición de entrada

Como a sus primeros discípulos, también a nosotros nos ha convocado hoy Cristo Jesús, para que vivamos en la fe el acontecimiento que celebramos: la Ascensión del Señor, cuando fue elevado a la gloria. Para la Iglesia naciente comienza un tiempo nuevo: la tarea misionera y la espera del Espíritu Santo como nuestro guía y defensor.


Acto penitencial

Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las siguientes invocaciones:

- Tú, que eres el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

- Tú, que nos edificas como piedras vivas en el templo santo de Dios: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

- Tú, que has ascendido a la derecha del Padre para enviarnos el don del Espíritu: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.


Monición al Gloria

Se dice Gloria. Puede introducirse con la siguiente monición.

Cantemos (recitemos) el himno de alabanza, invocando a Dios Padre y a Jesucristo, el Señor, sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros.


Oración colecta

Dios todopoderoso, concédenos exultar santamente de gozo
y alegrarnos con religiosa acción de gracias,
porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria,
y adonde ya se ha adelantado gloriosamente nuestra Cabeza,
esperamos llegar también los miembros de su cuerpo.
Por nuestro Señor Jesucristo.

O bien:

Dios todopoderoso, concédenos habitar espiritualmente
en las moradas celestiales a cuantos creemos
que tu Unigénito y Redentor nuestro ascendió hoy a la gloria.
Él, que vive y reina contigo.


LECTURAS DE LA MISA

Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)

 

PRIMERA LECTURA
A la vista de ellos, fue levantado al cielo

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 1-11)

EN MI PRIMER LIBRO, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseno desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».

Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».

Palabra de Dios.

R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 46, 2-3. 6-7. 8-9 [R.: 6])

R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas

 

O bien: Aleluya.

V. Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra.

R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

V. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad.

R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.

V. Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.


(opción 1)

SEGUNDA LECTURA
Lo sentó a su derecha en el cielo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 1, 17-23)

HERMANOS:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.


Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

(opción 2)
SEGUNDA LECTURA
Cristo entró en el mismo cielo

Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 9, 24-28; 10, 19-23)

CRISTO entró no en un santuario construido por hombres, imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena. Si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde la fundación del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos,
para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar a los que lo esperan.
Así pues, hermanos, teniendo libertad para entrar en el santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.
Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.


Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
 

Aleluya Mt 28, 19a. 20b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Id y haced discípulos a todos los pueblos —dice el Señor—;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos. R.


EVANGELIO
Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo

Conclusión del santo Evangelio según san Lucas (Lc 24, 46-53)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.


Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


PAPA FRANCISCO
REGINA COELI. Plaza de San Pedro. Domingo 8 de mayo de 2016

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, en Italia y en otros países, se celebra la Ascensión de Jesús al cielo, acaecida cuarenta días después de la Pascua. Contemplamos el misterio de Jesús que sale de nuestro espacio terreno para entrar en la plenitud de la gloria de Dios, llevando consigo nuestra humanidad. Es decir, nosotros, nuestra humanidad entra por primera vez en el cielo. El Evangelio de Lucas nos muestra la reacción de los discípulos ante el Señor que «se separó de ellos y fue llevado al cielo» (24, 51). No hubo en ellos dolor y desconsuelo, sino que se postraron «ante él, y se volvieron a Jerusalén con gran gozo» (v. 52). Es el regreso de quien no teme ya a la ciudad que había rechazado al Maestro, que había visto la traición de Judas y la negación de Pedro, había visto la dispersión de los discípulos y la violencia de un poder que se sentía amenazado. A partir de aquel día para los apóstoles y para todo discípulo de Cristo fue posible habitar en Jerusalén y en todas las ciudades del mundo, también en las más atormentadas por la injusticia y la violencia, porque sobre todas las ciudades está el mismo cielo y cualquier habitante puede alzar la mirada con esperanza. Jesús, Dios, es un hombre verdadero, con su cuerpo de hombre está en el cielo. Y esta es nuestra esperanza, es nuestra ancla, y nosotros estamos firmes en esta esperanza si miramos al cielo.
En este cielo habita aquel Dios que se ha revelado tan cercano que llegó a asumir el rostro de un hombre, Jesús de Nazaret. Él permanece para siempre el Dios-con-nosotros —recordemos esto: Emmanuel, Dios con nosotros— y no nos deja solos. Podemos mirar hacia lo alto para reconocer delante de nosotros nuestro futuro. En la Ascensión de Jesús, el crucificado resucitado, está la promesa de nuestra participación en la plenitud de vida junto a Dios.
Antes de separarse de sus amigos, Jesús, refiriéndose al evento de su muerte y resurrección, les había dicho: «Vosotros sois testigos de estas cosas» (v. 48). Es decir, los discípulos son testigos de la muerte y de la resurrección de Cristo, ese día, también de la Ascensión de Cristo. Y, en efecto, después de haber visto a su Señor subir al cielo, los discípulos regresaron a la ciudad como testigos que con gozo anuncian a todos la vida nueva que viene del Crucificado resucitado, en cuyo nombre «se predicarán a todos los pueblos la conversión y el perdón de los pecados» (v. 47). Este es el testimonio —hecho no sólo de palabras sino también con la vida cotidiana—, el testimonio que cada domingo debería salir de nuestras iglesias para entrar durante la semana en las casas, en las oficinas, en la escuela, en los lugares de encuentro y de diversión, en los hospitales, en las cárceles, en las casas para ancianos, en los lugares llenos de inmigrantes, en las periferias de la ciudad... Este testimonio nosotros debemos llevarlo cada semana: ¡Cristo está con nosotros; Jesús subió al cielo, está con nosotros; Cristo está vivo!
Jesús nos ha asegurado que en este anuncio y en este testimonio seremos «revestidos de poder desde lo alto» (v. 49), es decir, con el poder del Espíritu Santo. Aquí está el secreto de esta misión: la presencia entre nosotros del Señor resucitado, que con el don del Espíritu continúa abriendo nuestra mente y nuestro corazón, para anunciar su amor y su misericordia también en los ambientes más refractarios de nuestras ciudades. Es el Espíritu Santo el verdadero artífice del multiforme testimonio que la Iglesia y cada bautizado ofrece al mundo. Por lo tanto, no podemos jamás descuidar el recogimiento en la oración para alabar a Dios e invocar el don del Espíritu. En esta semana, que nos lleva a la fiesta de Pentecostés, permanezcamos espiritualmente en el Cenáculo, junto a la Virgen María, para acoger al Espíritu Santo. Lo hacemos también ahora, en comunión con los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional súplica.


BENEDICTO XVI
REGINA CAELI. Solemnidad de la Ascensión del Señor. Domingo 16 de mayo de 2010

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy en Italia y otros países se celebra la Ascensión de Jesús al cielo, que tuvo lugar cuarenta días después de la Pascua. Este domingo celebramos, además, la Jornada mundial de las comunicaciones sociales, sobre el tema: «El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios de comunicación al servicio de la Palabra». En la liturgia se narra el episodio de la última vez que el Señor Jesús se separó de sus discípulos (cf. Lc 24, 50-51; Hch 1, 2.9); pero no se trata de un abandono, porque él permanece para siempre con ellos —con nosotros— de una forma nueva. San Bernardo de Claraval explica que la Ascensión de Jesús al cielo se realiza en tres grados: «El primero es la gloria de la resurrección; el segundo, el poder de juzgar; y el tercero, sentarse a la derecha del Padre» (Sermo de Ascensione Domini, 60, 2: Sancti Bernardi Opera, t. VI, 1, 291, 20-21). Inmediatamente antes de este acontecimiento tuvo lugar la bendición de los discípulos, que los preparó a recibir el don del Espíritu Santo, para que la salvación fuera proclamada en todas partes. Jesús mismo les dijo: «Vosotros sois testigos de estas cosas. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre» (Lc 24, 48-49).
El Señor atrae la mirada de los Apóstoles —nuestra mirada— hacia el cielo para indicarles cómo recorrer el camino del bien durante la vida terrena. Sin embargo, él permanece en la trama de la historia humana, está cerca de cada uno de nosotros y guía nuestro camino cristiano: acompaña a los perseguidos a causa de la fe, está en el corazón de los marginados, se halla presente en aquellos a los que se niega el derecho a la vida. Podemos escuchar, ver y tocar al Señor Jesús en la Iglesia, especialmente mediante la palabra y los sacramentos. A este propósito, exhorto a los muchachos y jóvenes que en este tiempo pascual reciben el sacramento de la Confirmación a permanecer fieles a la Palabra de Dios y a la doctrina que han aprendido, como también a acercarse asiduamente a la Confesión y a la Eucaristía, conscientes de haber sido elegidos y constituidos para testimoniar la Verdad. Renuevo también mi invitación especial a los hermanos en el sacerdocio a que «con su vida y sus obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico» (Carta de convocatoria del Año sacerdotal) y sepan utilizar con sabiduría también los medios de comunicación, para dar a conocer la vida de la Iglesia y ayudar a los hombres de hoy a descubrir el rostro de Cristo (cf. Mensaje para la 44ª Jornada mundial de las comunicaciones sociales, 24 de enero de 2010).
Queridos hermanos y hermanas, el Señor, al abrirnos el camino del cielo, nos permite saborear ya en esta tierra la vida divina. Un autor ruso del siglo XX, en su testamento espiritual, escribió: «Observad más a menudo las estrellas. Cuando tengáis un peso en el alma, mirad las estrellas o el azul del cielo. Cuando os sintáis tristes, cuando os ofendan, … deteneos a mirar el cielo. Así vuestra alma encontrará la paz» (N. Valentini - L. Žák (ed.), Pavel A. Florenskij. Non dimenticatemi. Le lettere dal gulag del grande matematico, filosofo e sacerdote russo, Milán 2000, p. 418). Doy gracias a la Virgen María, a quien en los días pasados pude venerar en el santuario de Fátima, por su materna protección durante la intensa peregrinación a Portugal. A ella, que vela por los testigos de su Hijo amado, dirigimos con confianza nuestra oración.

 

Monición al Credo

Se dice Credo. Puede introducirse con la siguiente monición.

Confesamos nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en la unidad de la santa Iglesia.


Oración de los fieles

Dirijamos nuestras súplicas al Señor Jesús, mediador nuestro, sentado a la derecha del Padre, que vive y reina para siempre, intercediendo por nosotros.

- Para que asista continuamente a su Iglesia, a la que ha encomendado la misión de proseguir el anuncio del Evangelio hasta su venida gloriosa. Roguemos al Señor.

- Para que inspire a los que gobiernan las naciones sentimientos de paz y de justicia. Roguemos al Señor.

- Para que consuele a los que sufren en este mundo, de manera que se sientan confortados con la fuerza poderosa del que ha vencido el dolor y la muerte. Roguemos al Señor.

- Para que los comunicadores sociales no perviertan con la falsedad el don precioso de la realidad que nos rodea y sepan trasmitir la paz, verdadera noticia, sin impregnarla de nada que le reste verdad. Roguemos al Señor.

- Para que ilumine los ojos de nuestro corazón, y así comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama y la riqueza de gloria que nos ha prometido en herencia. Roguemos al Señor.

Señor Jesús, que estás sentado

a la derecha del Padre como Mediador nuestro,
escucha nuestras súplicas y ruega al Padre por nosotros,
ya que ponemos toda nuestra confianza en ti.
Tú, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.


Oración sobre las ofrendas

Te presentamos ahora, Señor, el sacrificio
para celebrar la admirable ascensión de tu Hijo;
concédenos, por este sagrado intercambio,
elevamos hasta las realidades del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I de la Ascensión del Señor
El misterio de la Ascensión

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque Jesús, el Señor, el rey de la gloria,
vencedor del pecado y de la muerte,
ha ascendido [hoy], ante el asombro de los ángeles, a lo más alto de los cielos,
como Mediador entre Dios y los hombres,
como Juez del mundo y Señor del universo.

No se ha ido para desentenderse de nuestra pobreza,
sino que nos precede el primero como cabeza nuestra,
para que nosotros, miembros de su Cuerpo,
vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual,
el mundo entero se desborda de alegría,
y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles,
cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo…


Antífona de comunión Mt 28, 20

Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos. Aleluya.


Oración después de la comunión

Dios todopoderoso y eterno, que, mientras vivimos aún en la tierra,
nos concedes gustar los divinos misterios,
te rogamos que el afecto de nuestra piedad cristiana
se dirija allí donde nuestra condición humana está contigo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Se puede usar la fórmula de bendición solemne. Ascensión del Señor.

Dios todopoderoso, por medio de su Hijo, que ascendió hoy a lo alto de los cielos y os abrió el camino para seguirle hasta su reino, os colme de bendiciones.

R. Amén.

Jesucristo, que después de su resurrección se manifestó visiblemente a sus discípulos, se os manifieste también como Juez benigno cuando vuelva para juzgar al mundo.

R. Amén.

Y a quienes confesáis que está sentado a la derecha del Padre os conceda la alegría de sentir que, según su promesa, está con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.


28 de mayo - SÁBADO DE LA VI SEMANA DE PASCUA, feria



 
  SÁBADO DE LA VI SEMANA DE PASCUA
feria
 Oficio del Sábado de la II Semana del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta   Nona Vísperas - Completas)
 



PROGRAMA PARROQUIAL:
SÁBADO, 28 DE MAYO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 a 13.30 h.

- Rezo del Santo Rosario (a las 18.30 h.) y Eucaristía I Vísperas del Domingo de la Ascensión del Señor, en la Ermita de Montemayor (a las 19.00 h.).

- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía I Vísperas del Domingo de la Ascensión del Señor, en San Francisco (a las 20.30 h.).

- Celebración de la Eucaristía con las Comunidades Neocatecumenales, en la Parroquia (a las 21.30 h.).



Portada

Santiago Cantera, prior del Valle, habla a ReL de Dom Geoffrey Kemlin, en cuya elección participó

El nuevo abad de Solesmes, un joven monje para una orden que resiste con éxito la crisis vocacional

Este sábado 28 de mayo, la iniciativa desbordará las calles de multitud de países en Hispanoamérica

Comienza la «batalla espiritual», «¡recuperemos las calles!»: el Rosario de Hombres avanza imparable

«Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte»

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SANTORAL DE HOY

San Germán de París, abad y obispo

Elogio: En París, en la Galia, san Germán, obispo, que habiendo sido antes abad de San Sinforiano de Autún, fue llamado a la sede de esta ciudad, donde, conservando el estilo de vida monástico, ejerció una fructuosa cura de almas.

Patronazgos: patrono de la música; protector de los presos y contra los incendios y la fiebre.

Refieren a este santo: San Aunacario de Auxerre, San Domnolo de Le Mans, San Droctoveo, Santa Radegunda


Otros santos de este día:

Santa Helicónides, mártir

En Corinto, ciudad de Acaya, santa Helicónides, mártir, que en tiempo del emperador Gordiano, bajo el gobernador Perenne y después bajo su sucesor Justino, fue probada con muchos tormentos y consumó finalmente el martirio con la decapitación.

San Carauno, mártir

En Chartres, en la Galia Lugdunense, san Carauno, mártir.

San Justo de Urgel, obispo

En Urgel, en la Hispania Tarraconense, san Justo, obispo, quien expuso por escrito en clave alegórica el Cantar de los Cantares y participó en varios concilios hispanos.

San Guillermo de Gelona, monje

En el monasterio de Gelona, en la Galia Narbonense, san Guillermo, monje, el cual, habiendo sido personaje muy brillante en la corte imperial, se unió luego con verdadero afecto de amor a san Benito de Aniano y vistió el hábito monástico con gran honestidad de costumbres.

Beato Lanfranco de Canterbury, monje y obispo

En Canterbury, en Inglaterra, beato Lanfranco, obispo, que, monje de Bec, fundó en Normandía una célebre escuela y debatió con Berengario acerca de la presencia real del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en el sacramento de la Eucaristía. Posteriormente fue promovido a la sede de Canterbury, donde se ocupó con empeño en la reforma de la disciplina eclesiástica en Inglaterra.

Santa Ubaldesca, virgen

En Pisa, de la Toscana, santa Ubaldesca, virgen, quien durante cincuenta años, desde los dieciséis de edad hasta su muerte, realizó de forma constante y perfecta obras de misericordia en el hospital de su ciudad

Beato Herculano de Piegaro, religioso presbítero

En Castelnuovo de Garfagnana, también en la Toscana, beato Herculano de Piegaro, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, el cual, predicador eximio, refulgió por su austeridad de vida, por su constante abstinencia y por la fama de sus milagros.

Beata Margarita Pole, mártir

En Londres, en Inglaterra, beata Margarita Pole, madre de familia y mártir, que, siendo condesa de Salisbury y madre del cardenal Reginaldo, fue decapitada en la cárcel de la Torre de Londres en tiempo del rey Enrique VIII por haber desaprobado su divorcio, encontrando así reposo en la paz de Cristo.

Beata María Bartolomea Bagnesi, virgen  

En Florencia, de la Toscana, beata María Bartolomea Bagnesi, virgen, hermana de la Orden de Penitencia de Santo Domingo, que soportó muchos y muy duros dolores durante casi cuarenta años.

Beatos Tomás Ford, Juan Shert y Roberto Johnson, presbíteros y mártires

En Londres, en Inglaterra, beatos Tomás Ford, Juan Shert y Roberto Johnson, presbíteros y mártires, los cuales, habiendo sido falsamente acusados de conjuración ante la reina Isabel I, fueron condenados a muerte y colgados a un mismo tiempo en el patíbulo de Tyburn.

San Pablo Hanh, mártir

En la localidad de Cho Quan, en Cochinchina, san Pablo Hanh, mártir, que, habiendo rechazado la moral cristiana, encabezó una banda de ladrones, pero más tarde, apresado en tiempo del emperador Tu Duc, confesó ser cristiano, y no habiéndose desviado de la fe ni por halagos, ni azotes, ni por lacerantes tenazas, culminó su glorioso martirio con la decapitación.

Beato Ladislao Demski, mártir

En Sachsenhausen, en Alemania, beato Ladislao Demski, mártir, el cual, siendo polaco de nacimiento, fue internado en el campo de concentración y cruelmente torturado por defender su fe ante los sectarios de las doctrinas que negaban toda la dignidad humana y cristiana.

Beato Antonio Julián Nowowiejski, obispo

En la ciudad de Dzialdowo, en Polonia, beato Antonio Julián Nowowiejski, obispo de Plock, quien, habiendo sido recluido en un campo de concentración durante la guerra, emigró al encuentro del Señor consumido por el hambre y las crueles torturas.

LITURGIA DE HOY


DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

La novena de Pentecostés

155. La Escritura da testimonio de que en los nueve días entre la Ascensión y Pentecostés, los Apóstoles "permanecían unidos y eran asiduos en la oración, junto con algunas mujeres y con María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos" (Hech 1, 14), en espera de ser "revestidos con el poder de lo alto" (Lc 24, 49). De la reflexión orante sobre este acontecimiento salvífico ha nacido el ejercicio de piedad de la novena de Pentecostés, muy difundido en el pueblo cristiano.

En realidad, en el Misal y en la Liturgia de las Horas, sobre todo en las Vísperas, esta "novena" ya está presente: los textos bíblicos y eucológicos se refieren, de diversos modos, a la espera del Paráclito. Por lo tanto, en la medida de lo posible, la novena de Pentecostés debería consistir en la celebración solemne de las Vísperas. Donde esto no sea posible, dispóngase la novena de Pentecostés de tal modo que refleje los temas litúrgicos de los días que van de la Ascensión a la Vigilia de Pentecostés.

En algunos lugares se celebra durante estos días la semana de oración por la unidad de los cristianos.

Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, cuando cuarenta días después de la Resurrección fue elevado al cielo en presencia de los discípulos, sentándose a la derecha del Padre, hasta que venga en su gloria a juzgar a vivos y muertos (elog. del Martirologio Romano).

(Hasta la Hora Nona) 

Misa de sábado (blanco). 

MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Pasc. 

LECC.: vol. II. 

- Hch 18, 23-28. Apolo demostraba con la Escritura que Jesús es el Mesías. 

- Sal 46. R. Dios es el rey del mundo. 

- Jn 16, 23b-28. El Padre os quiere porque vosotros me queréis y creéis. 

 

Liturgia de las Horas: oficio de sábado. 

Martirologio: elog. prop. de la solem. de la Ascensión del Señor, pág. 44, y elogs. del 29 de mayo, pág. 335. 

CALENDARIOS: Misioneros del Sagrado Corazón: Nuestra Señora del Sagrado Corazón (S). Combonianos: (MO). 

Lleida: Dedicación de la iglesia-catedral (F). 

Sant Feliu de Llobregat: San Felipe Neri, presbítero (MO). 

Orden de San Juan de Jerusalén: Santa Ubaldesca, virgen (MO). 

León: San Agustín de Canterbury, obispo (ML). 

Segovia: Nuestra Señora de Hormuez (ML). 

Dominicos: Beata María Bartolomea Bagnesi, virgen (ML). 

OFM Cap.: Santa María Ana de Jesús de Paredes, virgen (ML).


Antífona de entrada Cf. 1 Pe 2, 9

Pueblo adquirido por Dios, anunciad las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa. Aleluya.


Oración colecta

Instruye siempre, Señor,
nuestros corazones con las buenas obras,
para que, orientándonos hacia lo mejor,
aspiremos a disfrutar plenamente el Misterio pascual.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LECTURAS DE LA MISA

Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)


PRIMERA LECTURA 
Apolo demostraba con la Escritura que Jesús es el Mesías

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 18, 23-28)

PASADO algún tiempo en Antioquía, Pablo marchó y recorrió sucesivamente Galacia y Frigia, animando a los discípulos.
Llegó a Éfeso un judío llamado Apolo, natural de Alejandría, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras. Lo habían instruido en el camino del Señor y exponía con entusiasmo y exactitud lo referente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan.

Apolo, pues, se puso a hablar públicamente en la sinagoga. Cuando lo oyeron Priscila y Áquila, lo tomaron por su cuenta y le explicaron con más detalle el camino de Dios. Decidió pasar a Acaya, y los hermanos lo animaron y escribieron a los discípulos de allí que lo recibieran bien. Una vez llegado, con la ayuda de la gracia, contribuyó mucho al provecho de los creyentes, pues rebatía vigorosamente en público a los judíos, demostrando con la Escritura que Jesús es el Mesías.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 46, 2-3. 8-9. 10 [R.: 8a])


Rex omnis terræ Deus

O bien: Aleluya.

V. Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra.

R. Dios es el rey del mundo.

V. Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

R. Dios es el rey del mundo.

V. Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.

R. Dios es el rey del mundo.

Aleluya Jn 16, 28
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre. R.


EVANGELIO 
El Padre os quiere porque vosotros me queréis y creéis

╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 16, 23b-28)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente.
Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

San Josemaría Escrivá, En diálogo con el Señor, Rezar con más urgencia n. 4.

Cuando lo recibáis en la Eucaristía cada día, decidle: Señor, en tu nombre yo le pido al Padre... Y le pedís todo eso que conviene para que podamos mejor servir a la Iglesia de Dios, y mejor trabajar para la gloria del Señor: del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; de la Beatísima Trinidad, único Dios.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«La gloria de Dios es que el hombre viva, y la vida del hombre es la visión de Dios» (San Ireneo de Lyon).

«Después del gran descubrimiento de Jesucristo entrando en el terreno de la fe, encontramos a menudo una vida oscura, dura, difícil, una siembra con lágrimas, pero seguros de que la luz de Cristo, al final, nos da una gran cosecha» (Benedicto XVI).

«Lo que el Padre nos da cuando nuestra oración está unida a la de Jesús, es ‘otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad’ (Jn 14,16-17). Esta novedad de la oración y de sus condiciones aparece en todo el Discurso de despedida. En el Espíritu Santo, la oración cristiana es comunión de amor con el Padre, no solamente por medio de Cristo, sino también en Él (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.615)


(Después de la hora nona)

SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA

Tercera semana del salterio


Misa de la vigilia de la solemnidad de la Ascensión del Señor (blanco).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. I ó II de la Ascensión, embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV.

LECC.: lecturas de la misa del día.

Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio de la solemnidad. Comp. Dom. I.