Semana III de Adviento:
"Alégrete y goza Jerusalén"
(Salmo 97, Francisco Palazón)
Canto del Adviento
(Salmo 97, Francisco Palazón)
Canto del Adviento
PROGRAMA PARROQUIAL:DOMINGO, 11 DE DICIEMBREPARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Adviento "Dominica Gaudete", en la Parroquia (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Adviento "Dominica Gaudete", en la Parroquia (a las 12.30 h.).
PARROQUIA DEL CARMEN:
- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Adviento "Dominica Gaudete", en la Parroquia (a las 11.00 h.).
PARROQUIA DE LOS DOLORES:
- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Adviento "Dominica Gaudete", en la Parroquia (a las 12.30 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
Ángelus del Papa Francisco
(11.12.2022)
(11.12.2022)
Homenaje del Papa Francisco
al Inmaculada Concepción
al Inmaculada Concepción
ante la imagen de Inmaculada en la Plaza de España en Roma
SANTORAL DE HOY
Para ver el video, pincha aquí
Elogio: Santa Eulalia, virgen y mártir, que, según se cuenta, en Mérida, población de Lusitania, siendo aún joven no dudó en ofrecer su vida por confesar a Cristo.
Patronazgos: Patrona de las parturientas, los viajeros, y protectora contra la disentería y la infelicidad.
Refieren a este santo: Santa Eulalia de Barcelona.
Oración
Oh Dios, fuente de todos los bienes, que para llevarnos a la confesión de tu nombre te has servido incluso del martirio de los niños, haz que tu Iglesia, alentada por el ejemplo de Santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir, no tema sufrir por ti y desee ardientemente la gloria del premio eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Otros santos de este día:
San Mauro, mártir
En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Mauro, mártir, a quien el papa san Dámaso celebra como un niño inocente, al que los tormentos no lograron apartar de la fe.
San Gemelo, mártir
En Ancira, de Galacia, san Gemelo, mártir.
San Gregorio III, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Gregorio III, papa, que procuró la predicación del Evangelio a los germanos y, en contra de los iconoclastas de la Urbe, adornó las iglesias con sagradas imágenes.
San Lucas de Insula, obispo
En el monasterio de San Nicolás de Viotorito, en Calabria, san Lucas, obispo de Insula, que trabajó con insistencia en favor de los pobres y en la formación de los monjes.
Santos Edmundo Gennings y Suintino Wells, mártires
En Londres, en Inglaterra, santos mártires Edmundo Gennings, presbítero, y Suintino Wells, los cuales, en tiempo de la cruel persecución durante el reinado de Isabel I, fueron condenados a la pena capital, el primero por ser sacerdote, y el segundo por haberle hospedado, y los ahorcaron, colgados en la puerta de su casa, y martirizaron hasta la muerte.
Santos Poliodoro Plasden y Eustacio White y beatos Brian Lacy, Juan Mason y Sidney Hogdson, mártires
También en Londres, santos Poliodoro Plasden y Eustacio White, presbíteros, y también los beatos Brian Lacy, Juan Mason y Sidney Hogdson, todos ellos mártires, que en el mismo año sufrieron idéntico tormento en Tyburn, los primeros porque, siendo sacerdotes, habían entrado en Inglaterra, y los otros por haberles prestado ayuda.
San Juan Roberts y beato Tomás Somers, presbíteros y mártires
Igualmente en Tyburn, diecinueve años después, san Juan Roberts, de la Orden de San Benito, y beato Tomás Somers, presbíteros y mártires, que en tiempo del rey Jaime I, condenados a causa de su sacerdocio, fueron colgados en el patíbulo junto con dieciséis ladrones.
Beato Marco Antonio Durando, presbítero y fundador
En Turín, del Piamonte, en Italia, beato Marco Antonio Durando, presbítero de la Congregación de la Misión, que fundó las Hermanas de la Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno, para cuidar enfermos y jóvenes abandonadas.
Beato Arsenio de Trigolo, presbítero y fundador
En Bérgamo, Italia, beato Arsenio de Trigolo, de nacimiento José Antonio Migliavacca, presbítero y religioso franciscano, fundador de las Hermanas de María Santísima Consoladora.
Beato Gonzalo Viñes Masip, presbítero y mártir
En el pueblo llamado Vallés, de Valencia, en España, beato Gonzalo Viñes Masip, presbítero y mártir, el cual, en tiempo de persecución, libró un insigne combate por Cristo.
Beatos Antonio Martín Hernández y Agustín García Calvo, religiosos mártires
En el Picadero de Paterna, en la misma región de Valencia, en España, beatos mártires Antonio Martín Hernández, presbítero, y Agustín García Calvo, religiosos de la Sociedad Salesiana, los cuales, en la misma persecución, por la fe de Cristo recibieron el vestido de la gloria.
Beato Marcelino Martín Rubio, monje mártir
En Santander, en el monasterio trapense de Viaceli, beato Marcelino Martín Rubio, novicio y mártir de la fe en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
Beata María Emilia Riquelme Zayas, virgen y fundadora
En Granada, España, beata María Emilia Riquelme Zayas, religiosa, fundadora de la Congregación de Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada.
Otros santos de este día:
San Mauro, mártir
En Roma, en el cementerio de Trasón, en la vía Salaria Nueva, san Mauro, mártir, a quien el papa san Dámaso celebra como un niño inocente, al que los tormentos no lograron apartar de la fe.
San Gemelo, mártir
En Ancira, de Galacia, san Gemelo, mártir.
San Gregorio III, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, san Gregorio III, papa, que procuró la predicación del Evangelio a los germanos y, en contra de los iconoclastas de la Urbe, adornó las iglesias con sagradas imágenes.
San Lucas de Insula, obispo
En el monasterio de San Nicolás de Viotorito, en Calabria, san Lucas, obispo de Insula, que trabajó con insistencia en favor de los pobres y en la formación de los monjes.
Santos Edmundo Gennings y Suintino Wells, mártires
En Londres, en Inglaterra, santos mártires Edmundo Gennings, presbítero, y Suintino Wells, los cuales, en tiempo de la cruel persecución durante el reinado de Isabel I, fueron condenados a la pena capital, el primero por ser sacerdote, y el segundo por haberle hospedado, y los ahorcaron, colgados en la puerta de su casa, y martirizaron hasta la muerte.
Santos Poliodoro Plasden y Eustacio White y beatos Brian Lacy, Juan Mason y Sidney Hogdson, mártires
También en Londres, santos Poliodoro Plasden y Eustacio White, presbíteros, y también los beatos Brian Lacy, Juan Mason y Sidney Hogdson, todos ellos mártires, que en el mismo año sufrieron idéntico tormento en Tyburn, los primeros porque, siendo sacerdotes, habían entrado en Inglaterra, y los otros por haberles prestado ayuda.
San Juan Roberts y beato Tomás Somers, presbíteros y mártires
Igualmente en Tyburn, diecinueve años después, san Juan Roberts, de la Orden de San Benito, y beato Tomás Somers, presbíteros y mártires, que en tiempo del rey Jaime I, condenados a causa de su sacerdocio, fueron colgados en el patíbulo junto con dieciséis ladrones.
Beato Marco Antonio Durando, presbítero y fundador
En Turín, del Piamonte, en Italia, beato Marco Antonio Durando, presbítero de la Congregación de la Misión, que fundó las Hermanas de la Compañía de la Pasión de Jesús Nazareno, para cuidar enfermos y jóvenes abandonadas.
Beato Arsenio de Trigolo, presbítero y fundador
En Bérgamo, Italia, beato Arsenio de Trigolo, de nacimiento José Antonio Migliavacca, presbítero y religioso franciscano, fundador de las Hermanas de María Santísima Consoladora.
Beato Gonzalo Viñes Masip, presbítero y mártir
En el pueblo llamado Vallés, de Valencia, en España, beato Gonzalo Viñes Masip, presbítero y mártir, el cual, en tiempo de persecución, libró un insigne combate por Cristo.
Beatos Antonio Martín Hernández y Agustín García Calvo, religiosos mártires
En el Picadero de Paterna, en la misma región de Valencia, en España, beatos mártires Antonio Martín Hernández, presbítero, y Agustín García Calvo, religiosos de la Sociedad Salesiana, los cuales, en la misma persecución, por la fe de Cristo recibieron el vestido de la gloria.
Beato Marcelino Martín Rubio, monje mártir
En Santander, en el monasterio trapense de Viaceli, beato Marcelino Martín Rubio, novicio y mártir de la fe en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
Beata María Emilia Riquelme Zayas, virgen y fundadora
En Granada, España, beata María Emilia Riquelme Zayas, religiosa, fundadora de la Congregación de Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada.
LITURGIA DE HOY
LITURGIA DE HOY
LECC.: vol. I (A).
- Is 35, 1-6a. 10. Dios
viene en persona y os salvará.
- Sal 145. R. Ven,
Señor, a salvarnos.
- Sant 5, 7-10. Fortaleced
vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
- Mt 11, 2-11. ¿Eres tú el que
ha de venir o tenemos que esperar a otro?
La alegría ante la cercana venida del Señor en la Navidad es la característica propia de este domingo. Alegría porque Dios viene en persona y nos librará de todos nuestros males (1 Lect) Esa profecía de Isaías se cumple plenamente en Jesucristo que cura a los enfermos, resucita a los muertos y anuncia a los pobres la Buena Nueva. Él es el Mesías esperado a quien Juan Bautista había preparado el camino (Ev). Debemos mantenernos firmes en la fe, a pesar de las dificultades, porque la venida del Señor está cerca (2 Lect) y ello debe ser para nosotros fuente de alegría y esperanza.
* Hoy no se permiten otras
celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 12 de
diciembre, pág. 715.
En
esta misa se usa el color morado o rosa.
Antífona
de entrada Flp 4, 4. 5
Alegraos
siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. El Señor está cerca.
Monición
de entrada
Hoy
es el tercer domingo de Adviento, cuya liturgia se caracteriza por la alegría
ante la cercanía del Señor. Una alegría que no debe quedarse en lo puramente
exterior sino que debe brotar de nuestros corazones, necesitados de la
salvación que nos trae Cristo. [El tercer cirio que encendemos en nuestra
corona de Adviento sea expresión de la luz que el Señor trae a nuestras vidas
con su venida.]
No se
dice Gloria.
Oración
colecta
espera con fidelidad la fiesta del nacimiento del Señor,
concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación
y celebrarlo siempre con solemnidad y júbilo desbordante.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)
Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)
se alegrará la estepa y florecerá,
germinará y florecerá como flor de narciso,
festejará con gozo y cantos de júbilo.
Le ha sido dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Contemplarán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
afianzad las rodillas vacilantes;
decid a los inquietos:
«Sed fuertes, no temáis.
He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,
la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará».
Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se abrirán;
entonces saltará el cojo como un ciervo.
Retornan los rescatados del Señor.
Llegarán a Sión con cantos de júbilo:
alegría sin límite en sus rostros.
Los dominan el gozo y la alegría.
Quedan atrás la pena y la aflicción.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Sal 145,
6c-7. 8-9a. 9bc-10 (R.: cf. Is 35, 4)
R. Ven, Señor, a salvarnos.
O bien: Aleluya.
V. El Señor mantiene su fidelidad
perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.
R. Ven, Señor, a salvarnos.
V. El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.
R. Ven, Señor, a salvarnos.
V. Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
R. Ven, Señor, a salvarnos.
HERMANOS: esperad con paciencia hasta la venida del Señor.
Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.
Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
Hermanos, no os quejéis los unos de los otros, para que no seáis condenados; mirad: el juez está ya a las puertas.
Hermanos, tomad como modelo de resistencia y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.
R. Te alabamos, Señor.
R. Gloria a ti, Señor.
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los cojos andan;
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
los muertos resucitan
y los pobres son evangelizados.
¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino ante ti”.
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este tercer domingo de Adviento, llamado el “domingo de la alegría”, la
Palabra de Dios nos invita, por una parte, a la alegría y, por otra, a la
conciencia de que la existencia incluye también momentos de duda, en los que es
difícil creer. La alegría y la duda son experiencias que forman parte de
nuestras vidas.
A la invitación explícita a la alegría del profeta Isaías: «Que el desierto y
el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y la florezca como flor» (35, 1),
se contrapone en el Evangelio la duda de Juan el Bautista: «¿Eres tú el que ha
de venir, o debemos esperar a otro?» (Mateo 11, 3). De hecho, el profeta ve más
allá de la situación, tiene ante sí gente desanimada: manos débiles, rodillas
vacilantes, corazones intranquilos (cf. Isaías 35, 3-4). Es la misma realidad
que siempre pone a prueba la fe. Pero el hombre de Dios mira más allá, porque
el Espíritu Santo hace que su corazón sienta el poder de su promesa y anuncia
la salvación: «¡Ánimo, no temáis! Mirad que vuestro Dios viene, [...] os
salvará» (v. 4). Y entonces todo se transforma: el desierto florece, el
consuelo y la alegría se apoderan de los perdidos, los cojos, los ciegos, los
mudos se curan (cf. vv. 5-6). Esto es lo que sucede con Jesús: «los ciegos ven
y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos
resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva» (Mateo 11, 5).
Esta descripción nos muestra que la salvación envuelve al hombre entero y lo
regenera. Pero este nuevo nacimiento, con la alegría que lo acompaña, presupone
siempre una muerte para nosotros mismos y para el pecado que está dentro de
nosotros. De ahí la llamada a la conversión, que es la base de la predicación
tanto del Bautista como de Jesús; en particular, se trata de convertir la idea
que tenemos de Dios. Y el tiempo de Adviento nos estimula a hacerlo
precisamente con la pregunta que Juan el Bautista le hace a Jesús: «¿Eres tú el
que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Mateo 11, 3). Pensemos: toda su
vida Juan esperó al Mesías; su estilo de vida, su cuerpo mismo, está moldeado
por esta espera. Por eso también Jesús lo alaba con estas palabras: «no ha
surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista» (Mateo 11,
11). Sin embargo, él también tuvo que convertirse a Jesús. Como Juan, también
nosotros estamos llamados a reconocer el rostro que Dios eligió asumir en
Jesucristo, humilde y misericordioso.
El Adviento es un tiempo de gracia. Nos dice que no basta con creer en Dios: es
necesario purificar nuestra fe cada día. Se trata de prepararnos para acoger no
a un personaje de cuento de hadas, sino al Dios que nos llama, que nos implica
y ante el que se impone una elección. El Niño que yace en el pesebre tiene el
rostro de nuestros hermanos más necesitados, de los pobres, que «son los
privilegiados de este misterio y, a menudo, aquellos que son más capaces de
reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros» (Carta Apostólica Admirabile
signum, 6).
Que la Virgen María nos ayude para que, al acercarnos a la Navidad, no nos
dejemos distraer por las cosas externas, sino que hagamos espacio en nuestros
corazones a Aquél que ya ha venido y quiere volver a venir para curar nuestras
enfermedades y darnos su alegría.
Queridos
hermanos y hermanas:
"Gaudete in Domino semper", "estad siempre alegres en el
Señor" (Flp 4, 4). Con estas palabras de san Pablo se inicia la santa misa
del III domingo de Adviento, que por eso se llama domingo "Gaudete".
El Apóstol exhorta a los cristianos a alegrarse porque la venida del Señor, es
decir, su vuelta gloriosa es segura y no tardará. La Iglesia acoge esta
invitación mientras se prepara para celebrar la Navidad, y su mirada se dirige
cada vez más a Belén. En efecto, aguardamos con esperanza segura la segunda
venida de Cristo, porque hemos conocido la primera.
El misterio de Belén nos revela al Dios-con-nosotros, al Dios cercano a
nosotros, no sólo en sentido espacial y temporal; está cerca de nosotros
porque, por decirlo así, se ha "casado" con nuestra humanidad; ha
asumido nuestra condición, escogiendo ser en todo como nosotros, excepto en el
pecado, para hacer que lleguemos a ser como él.
Por tanto, la alegría cristiana brota de esta certeza: Dios está cerca, está
conmigo, está con nosotros, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la
enfermedad, como amigo y esposo fiel. Y esta alegría permanece también en la
prueba, incluso en el sufrimiento; y no está en la superficie, sino en lo más
profundo de la persona que se encomienda a Dios y confía en él.
Algunos se preguntan: ¿también hoy es posible esta alegría? La respuesta la
dan, con su vida, hombres y mujeres de toda edad y condición social, felices de
consagrar su existencia a los demás. En nuestros tiempos, la beata madre Teresa
de Calcuta fue testigo inolvidable de la verdadera alegría evangélica. Vivía
diariamente en contacto con la miseria, con la degradación humana, con la
muerte. Su alma experimentó la prueba de la noche oscura de la fe y, sin
embargo, regaló a todos la sonrisa de Dios.
En uno de sus escritos leemos: «Esperamos con impaciencia el paraíso, donde
está Dios, pero ya aquí en la tierra y desde este momento podemos estar en el
paraíso. Ser felices con Dios significa: amar como él, ayudar como él, dar como
él, servir como él» (La gioia di darsi agli altri, Ed. Paoline 1987, p. 143).
Sí, la alegría entra en el corazón de quien se pone al servicio de los pequeños
y de los pobres. Dios habita en quien ama así, y el alma vive en la alegría.
En cambio, si se hace de la felicidad un ídolo, se equivoca el camino y es
verdaderamente difícil encontrar la alegría de la que habla Jesús. Por
desgracia, esta es la propuesta de las culturas que ponen la felicidad
individual en lugar de Dios, mentalidad que se manifiesta de forma emblemática
en la búsqueda del placer a toda costa y en la difusión del uso de drogas como
fuga, como refugio en paraísos artificiales, que luego resultan del todo
ilusorios.
Queridos hermanos y hermanas, también en Navidad se puede equivocar el camino,
confundiendo la verdadera fiesta con una que no abre el corazón a la alegría de
Cristo. Que la Virgen María ayude a todos los cristianos, y a los hombres que
buscan a Dios, a llegar hasta Belén para encontrar al Niño que nació por
nosotros, para la salvación y la felicidad de todos los hombres.
Se
dice Credo
Oración
de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios. El mantiene su fidelidad perpetuamente.
- Por la Iglesia, mensajera de Cristo en el mundo como Juan
Bautista, para que sepa decir a todos con signos y palabras quién es la Buena
Noticia de la salvación. Roguemos al Señor.
- Por los que trabajan por un mundo
mejor, para que descubran que los valores evangélicos son la mejor ayuda para
humanizar la sociedad. Roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren, para que confíen en el que viene a
traernos la salud y se sientan fortalecidos en las pruebas. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, que aguardamos la venida del Señor, para que nos
mantengamos firmes en nuestra fidelidad a él. Roguemos al Señor.
que podamos todos alegrarnos
con los signosy prodigios de tu Hijo Jesucristo,
Buena Noticia para el mundo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
como expresión de nuestra propia entrega,
para que se realice el santo sacramento que tú instituiste
y se lleve a cabo en nosotros eficazmente la obra de tu salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
realizó el plan de redención trazado desde antiguo
y nos abrió el camino de la salvación eterna,
para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria,
revelando así la plenitud de su obra,
podamos recibir los bienes prometidos que ahora,
en vigilante espera, confiamos alcanzar.
tronos y dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona
de la comunión Cf. Is 35, 4.
Decid a los
cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. He aquí nuestro Dios que viene y
nos salvará.
para que este divino alimento que hemos recibido
nos purifique del pecado y nos prepare a las fiestas que se acercan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Puede
utilizarse la Bendición solemne. Adviento.
Dios todopoderoso y rico en misericordia, por su Hijo Jesucristo, cuya
venida en carne creéis y cuyo retorno glorioso esperáis, en la celebración de
los misterios del Adviento, os ilumine y os llene de sus bendiciones.
R. Amén.
Dios os mantenga durante esta vida
firmes en la fe, alegres por la esperanza y diligentes en el amor.
R. Amén.
Y así, los que ahora os alegráis por el
próximo nacimiento de nuestro Redentor, cuando vengo de nuevo en la majestad de
su gloria recibáis el premio de la vida eterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os
acompañe siempre.
R. Amén.
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