PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 17 DE OCTUBRE
- Horario de la
parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Eucaristía del
Domingo de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.):
Función Principal de Instituto Extraordinaria en Honor a Nuestro padre Jesús Nazareno con motivo del CCCL Aniversario de las Reglas Primitivas.
Para ver la transmisión en directo,pincha aquí
- ESTA TARDE NO TEMENOS MISA.
- SALIDA PROCESIONAL EXTRAORDINARIA DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO (a las 17.00 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
Homilía del Domingo 17.10.2021
Eucaristía Solemne en honor a Padre Jesús Nazareno
para jóvenes y adultos:
SANTORAL DE HOY
Elogio: Memoria de san Ignacio, obispo y mártir, discípulo del apóstol san Juan y segundo sucesor de san Pedro en la sede de Antioquía, que en tiempo del emperador Trajano fue condenado al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo, y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo.
Refieren a este santo: San Policarpo de Esmirna.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, tú has querido que el testimonio de tus mártires glorificara a toda la Iglesia, cuerpo de Cristo; concédenos que, así como el martirio que ahora conmemoramos fue para san Ignacio de Antioquía causa de gloria eterna, nos merezca también a nosotros tu protección constante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
San Oseas, santo del AT
Conmemoración de san Oseas,
profeta, que no sólo con sus palabras, sino con su misma vida mostró al Señor
al pueblo infiel de Israel, como Esposo siempre fiel y movido por una
misericordia infinita.
Santos Rufo y Zósimo, mártires
Conmemoración de los santos Rufo
y Zósimo, mártires, acerca de los cuales san Policarpo, como compañeros de
martirio de san Ignacio, confirmó, al escribir a los filipenses, que
«participaron en la pasión del Señor, no amaron la vida presente, sino a Aquel
que por ellos y por todos los hombres murió y resucitó».
Santos Mártires Volitanos, mártires
En África Proconsular, santos
mártires Volitanos, a los que san Agustín celebró en un sermón.
San Juan de Licópolis, eremita
En Licópolis, de Egipto, san
Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu
profético.
San Dulcidio de Agen, obispo
En Agen, ciudad de Aquitania,
san Dulcidio, obispo, que luchó denodadamente por la fe católica contra la
herejía arriana.
San Florencio de Orange, obispo
En la ciudad de Orange, en la
Provenza, de la Galia, san Florencio, obispo.
San Gilberto, abad
En Toulouse, de nuevo en la
Galia, muerte de san Gilberto, abad de Citeaux, el cual, nacido en Inglaterra,
varón ilustre por su saber, defendió a santo Tomás Becket.
Beato Baltasar Ravaschieri de Chiavari, religioso presbítero
En Binasco, de la Lombardía,
beato Baltasar de Chiavari Ravaschieri, presbítero de la Orden de los Hermanos
Menores.
San Ricardo Gwyn, mártir
En Wrexham, en el País de Gales,
san Ricardo Gwyn, mártir, que siendo padre de familia y maestro de escuela,
devoto de la fe católica, le encarcelaron bajo la acusación de animar a otras
personas a la conversión, y tras repetidas torturas, manteniéndose en su fe,
fue ahorcado y, mientras aun respiraba, descuartizado.
Beato Pedro de la Natividad de Santa María Virgen Casani, religioso
presbítero
En Roma, beato Pedro de la
Natividad de Santa María Virgen Casani, presbítero de la Orden de Clérigos
Regulares de las Escuelas Pías, que orientò sus dotes naturales y de la gracia
a la educación de los niños, contento de servir a Dios en los párvulos.
Santa Margarita María Alacoque, virgen
En Paray-le-Monial, en la región
de Autun, en Francia, muerte de santa Margarita María Alacoque, virgen, cuya
memoria se celebró ayer.
Beato Jacobo Burin, presbítero y mártir
En la región de Laval, también
en Francia, beato Jacobo Burin, presbítero y mártir, que durante la Revolución
Francesa ejerció su ministerio pastoral a escondidas, debiendo pasar de casa en
casa, hasta que fue fusilado mientras sostenía en sus manos el cáliz.
Beatas María Natalia de San Luis Vanot y cuatro compañeras, vírgenes y
mártires
En Valenciennes, igualmente de
Francia, beatas María Natalia de San Luis (María Luisa Josefa) Vanot y cuatro
compañeras, vírgenes de la Orden de las Ursulinas y mártires, que, durante la
Revolución Francesa, fueron condenadas a muerte por quienes odiaban la fe
católica, y subieron al patíbulo recitando el salmo Miserere. Sus nombres son:
beatas María Laurentina de San Estanislao (Juana Regina) Prin, María Úrsula de
San Bernardino (Jacinta Agustina Gabriela) Bourla, María Luisa de San Francisco
(María Genoveva) Ducrez y María Agustina del Sagrado Corazón de Jesús (María
Magdalena) Déjardin.
San Isidoro Gagelin, presbítero y mártir
En Hué, en Annam, san Isidoro
Gagelin, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir,
que por su fe en Cristo fue estrangulado en tiempo del emperador Minh Mang.
Beato Contardo Ferrini, laico
En la localidad de Suna, junto
al lago Maggiore, en Italia, beato Contardo Ferrini, que, dedicado a la
educación de la juventud, superó con la fe y la vida cristiana las ciencias
humanas.
Beato Fidel Fuidio Rodríguez, religioso y mártir
En Ciudad Real, en España, beato
Fidel Fuidio Rodríguez, religioso de la Sociedad de María y mártir, que durante
la persecución religiosa descansó en el Señor al ser fusilado.
Beato Raimundo Esteban Bou Pascual, presbítero y mártir
En la localidad de La Nucía,
cerca de Alicante, también en España, beato Ramón Esteban Julio Bou Pascual,
presbítero y mártir, que durante la misma persecución mereció, cual discípulo
fiel, ser redimido por la sangre de Cristo.
Beata Tarsila Córdoba Belda, mártir
En Algemesí, en la región de
Valencia, igualmente en España, beata Tarsila Córdoba Belda, mártir, que,
siendo madre de familia, pasó a la gloria del Señor en la misma persecución.
LITURGIA DE HOY
La página del Evangelio de hoy
(cf. Mc 10, 35-45) describe a Jesús, que una vez más y con gran paciencia,
intenta corregir a sus discípulos convirtiéndolos de la mentalidad del mundo a
la de Dios. Le brindan la ocasión los hermanos Santiago y Juan, dos de los
primeros que Jesús encontró y llamó a seguirlo. Ya han recorrido un largo
camino con Él y pertenecen al grupo de los doce Apóstoles. Por eso, mientras se
dirigen a Jerusalén, donde los discípulos esperan con ansia que Jesús, con
ocasión de la fiesta de Pascua, instaure finalmente el Reino de Dios, los dos
hermanos se arman de valor, se acercan y dirigen al maestro su petición:
«Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu
izquierda» (Mc 10, 37). Jesús sabe que Santiago y Juan están animados por un
gran entusiasmo por Él y por la causa del Reino, pero sabe también que sus
expectativas y su celo están contaminados por el espíritu del mundo. Por eso
responde: «No sabéis lo que pedís» (Mc 10, 38). Y mientras ellos hablaban de
«tronos de gloria» en los que sentarse junto a Cristo Rey, Él habla de un
«cáliz» para beber, de un «bautismo» a recibir, es decir de su pasión y muerte.
Santiago y Juan, siempre mirando
al privilegio esperado, dicen deprisa: ¡sí «podemos»! Pero tampoco aquí se dan
cuenta de lo que verdaderamente dicen. Jesús preanuncia que su cáliz lo beberán
y su bautismo lo recibirán, es decir, ellos también, como los demás apóstoles,
participarán en su cruz, cuando llegue el momento. Sin embargo –concluye Jesús–
«sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que
es para quienes está preparado» (Mc 10, 40). Como diciendo: ahora seguidme y
aprended el camino del amor «con pérdida», y el Padre celestial se hará cargo
del premio. El camino del amor es siempre «con pérdida», porque amar significa
dejar a parte el egoísmo, la autorreferencialidad, para servir a los demás.
Jesús se da cuenta de que los otros diez Apóstoles se enfadan con Santiago y Juan,
demostrando así que tienen la misma mentalidad mundana. Y esto le ofrece la
inspiración para una lección que se aplica a los cristianos de todos los
tiempos, también para nosotros. Dice: «Sabéis que los que son tenidos como
jefes de las naciones las dominan como señores absolutos y los grandes las
oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros; sino que el que
quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor» (Mc 10,
42-44). Es la regla del cristiano. El mensaje del Maestro es claro: mientras
los grandes de la Tierra construyen «tronos» para el poder propio, Dios elige
un trono incómodo, la cruz, desde donde reinar dando la vida: «Tampoco el Hijo
del Hombre –dice Jesús– ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida
como rescate por muchos» (Mc 10, 45).
El camino del servicio es el
antídoto más eficaz contra la enfermedad de la búsqueda de los primeros
puestos; es la medicina para los arribistas, esta búsqueda de los primeros
puestos, que infecta muchos contextos humanos y no perdona tampoco a los
cristianos, al pueblo de Dios, ni tampoco a la jerarquía eclesiástica. Por lo
tanto, como discípulos de Cristo, acojamos este Evangelio como un llamado a la
conversión, a dar testimonio con valentía y generosidad de una Iglesia que se
inclina a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez. Que la
Virgen María, que se adhirió plenamente y humildemente a la voluntad de Dios,
nos ayude a seguir a Jesús con alegría en el camino del servicio, el camino
maestro que lleva al Cielo.
Comparezcamos confiados -hemos
escuchado- ante el trono de la gracia y oremos para alcanzar misericordia y
encontrar gracia para un auxilio oportuno.
- Por el papa y los obispos, y
por todos los que han recibido alguna responsabilidad en la Iglesia. Roguemos
al Señor.
- Por los que han recibido el
poder de decidir a todos los niveles de la sociedad. Roguemos al Señor.
- Por todos los que llevan sobre
sí, con ánimo generoso, las cargas de los demás. Roguemos al Señor.
O bien: Mc
10, 45
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