17 de octubre - DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 

 

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

  


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 17 DE OCTUBRE

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

 

- Eucaristía del Domingo de la XXIX Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.):

Función Principal de Instituto Extraordinaria en Honor a Nuestro padre Jesús Nazareno con motivo del CCCL Aniversario de las Reglas Primitivas. 

Para ver la transmisión en directo,pincha aquí

 

- ESTA TARDE NO TEMENOS MISA.

- SALIDA PROCESIONAL EXTRAORDINARIA DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO (a las 17.00 h.).


NOTICIAS DE ACTUALIDAD 

Ángelus del Papa Francisco
(17.10.2021)


Homilía del Domingo 17.10.2021
Eucaristía Solemne en honor a Padre Jesús Nazareno

Anuncio de Catequesis
para jóvenes y adultos:
Lunes y Jueves, a las 20.30h  (desde el lunes, 18 oct)




SANTORAL DE HOY 

Elogio: Memoria de san Ignacio, obispo y mártir, discípulo del apóstol san Juan y segundo sucesor de san Pedro en la sede de Antioquía, que en tiempo del emperador Trajano fue condenado al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo, y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo.

Refieren a este santo: San Policarpo de Esmirna.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, tú has querido que el testimonio de tus mártires glorificara a toda la Iglesia, cuerpo de Cristo; concédenos que, así como el martirio que ahora conmemoramos fue para san Ignacio de Antioquía causa de gloria eterna, nos merezca también a nosotros tu protección constante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Otros santos de este día:

    San Oseas, santo del AT  

Conmemoración de san Oseas, profeta, que no sólo con sus palabras, sino con su misma vida mostró al Señor al pueblo infiel de Israel, como Esposo siempre fiel y movido por una misericordia infinita.

   Santos Rufo y Zósimo, mártires  

Conmemoración de los santos Rufo y Zósimo, mártires, acerca de los cuales san Policarpo, como compañeros de martirio de san Ignacio, confirmó, al escribir a los filipenses, que «participaron en la pasión del Señor, no amaron la vida presente, sino a Aquel que por ellos y por todos los hombres murió y resucitó».

   Santos Mártires Volitanos, mártires

En África Proconsular, santos mártires Volitanos, a los que san Agustín celebró en un sermón.

   San Juan de Licópolis, eremita  

En Licópolis, de Egipto, san Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético.

   San Dulcidio de Agen, obispo

En Agen, ciudad de Aquitania, san Dulcidio, obispo, que luchó denodadamente por la fe católica contra la herejía arriana.

   San Florencio de Orange, obispo

En la ciudad de Orange, en la Provenza, de la Galia, san Florencio, obispo.

   San Gilberto, abad

En Toulouse, de nuevo en la Galia, muerte de san Gilberto, abad de Citeaux, el cual, nacido en Inglaterra, varón ilustre por su saber, defendió a santo Tomás Becket.

   Beato Baltasar Ravaschieri de Chiavari, religioso presbítero  

En Binasco, de la Lombardía, beato Baltasar de Chiavari Ravaschieri, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores.

   San Ricardo Gwyn, mártir  

En Wrexham, en el País de Gales, san Ricardo Gwyn, mártir, que siendo padre de familia y maestro de escuela, devoto de la fe católica, le encarcelaron bajo la acusación de animar a otras personas a la conversión, y tras repetidas torturas, manteniéndose en su fe, fue ahorcado y, mientras aun respiraba, descuartizado.

   Beato Pedro de la Natividad de Santa María Virgen Casani, religioso presbítero  

En Roma, beato Pedro de la Natividad de Santa María Virgen Casani, presbítero de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, que orientò sus dotes naturales y de la gracia a la educación de los niños, contento de servir a Dios en los párvulos.

   Santa Margarita María Alacoque, virgen  

En Paray-le-Monial, en la región de Autun, en Francia, muerte de santa Margarita María Alacoque, virgen, cuya memoria se celebró ayer.

   Beato Jacobo Burin, presbítero y mártir

En la región de Laval, también en Francia, beato Jacobo Burin, presbítero y mártir, que durante la Revolución Francesa ejerció su ministerio pastoral a escondidas, debiendo pasar de casa en casa, hasta que fue fusilado mientras sostenía en sus manos el cáliz.

   Beatas María Natalia de San Luis Vanot y cuatro compañeras, vírgenes y mártires  

En Valenciennes, igualmente de Francia, beatas María Natalia de San Luis (María Luisa Josefa) Vanot y cuatro compañeras, vírgenes de la Orden de las Ursulinas y mártires, que, durante la Revolución Francesa, fueron condenadas a muerte por quienes odiaban la fe católica, y subieron al patíbulo recitando el salmo Miserere. Sus nombres son: beatas María Laurentina de San Estanislao (Juana Regina) Prin, María Úrsula de San Bernardino (Jacinta Agustina Gabriela) Bourla, María Luisa de San Francisco (María Genoveva) Ducrez y María Agustina del Sagrado Corazón de Jesús (María Magdalena) Déjardin.

   San Isidoro Gagelin, presbítero y mártir  

En Hué, en Annam, san Isidoro Gagelin, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que por su fe en Cristo fue estrangulado en tiempo del emperador Minh Mang.

   Beato Contardo Ferrini, laico  

En la localidad de Suna, junto al lago Maggiore, en Italia, beato Contardo Ferrini, que, dedicado a la educación de la juventud, superó con la fe y la vida cristiana las ciencias humanas.

   Beato Fidel Fuidio Rodríguez, religioso y mártir  

En Ciudad Real, en España, beato Fidel Fuidio Rodríguez, religioso de la Sociedad de María y mártir, que durante la persecución religiosa descansó en el Señor al ser fusilado.

   Beato Raimundo Esteban Bou Pascual, presbítero y mártir  

En la localidad de La Nucía, cerca de Alicante, también en España, beato Ramón Esteban Julio Bou Pascual, presbítero y mártir, que durante la misma persecución mereció, cual discípulo fiel, ser redimido por la sangre de Cristo.

   Beata Tarsila Córdoba Belda, mártir  

En Algemesí, en la región de Valencia, igualmente en España, beata Tarsila Córdoba Belda, mártir, que, siendo madre de familia, pasó a la gloria del Señor en la misma persecución.


LITURGIA DE HOY


Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (B).
- Is 53, 10-11. Al entregar su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años.
- Sal 32. R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
- Heb 4, 14-16. Comparezcamos confiados ante el trono de la gracia.
- Mc 10, 35-45. El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos.

«Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti» (sal. resp.). Esta misericordia de Dios nos vino, como nos anunció el profeta Isaías, por medio del siervo «que justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos» (1 lect.). Esa profecía se cumple plenamente en nuestro Señor Jesucristo, «probado en todo, como nosotros, menos en el pecado» (2 lect.), pues «el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos». Desde ahí tenemos que estar dispuestos a compartir los sufrimientos de Cristo para la salvación del mundo, haciéndonos servidores de los demás (Ev.).


Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 18 de octubre, pág. 619.


Antífona de entrada Sal 16, 6. 8

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme.

Monición de entrada

La eucaristía es el memorial del sacrificio de Cristo en la cruz. Por eso, seguir a Jesús supone recorrer el mismo camino que hizo él: un camino de amor, humildad y obediencia a la voluntad de Dios, hasta entregar la propia vida. Pero no tengamos miedo, mantengamos la fe en aquel que sabe bien de nuestras debilidades e intercede constantemente por nosotros ante el Padre.

Acto penitencial

- Tú, que te compadeces de nuestras debilidades: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, que has sido probado, como nosotros: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, que has dado tu vida en rescate por todos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
En lugar del acto penitencial, se puede celebrar el rito de la bendición y de la aspersión del agua bendita.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, haz que te presentemos una voluntad solícita y estable, y sirvamos a tu grandeza con sincero corazón. Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA 
Al entregar su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años

Lectura del libro de Isaías (Is 53, 10-11)

EL SEÑOR quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 [R.: 22])

R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

V. La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

V. Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

V. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.


SEGUNDA LECTURA 
Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia

Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 4, 14-16)

HERMANOS:
Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Aleluya Mc 10, 45
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Hijo del hombre ha venido a servir y dar su vida en rescate por muchos. R.


EVANGELIO (forma larga)
El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos

╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 35-45)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».
Les preguntó:
«¿Qué queréis que haga por vosotros?».
Contestaron:
«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».
Contestaron:
«Podemos».
Jesús les dijo:
«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

EVANGELIO (forma breve) 
El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos

╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 42-45)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, Jesús, llamando a los Doce, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco
ÁNGELUS. Plaza de San Pedro. Domingo, 21 de octubre de 2018

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La página del Evangelio de hoy (cf. Mc 10, 35-45) describe a Jesús, que una vez más y con gran paciencia, intenta corregir a sus discípulos convirtiéndolos de la mentalidad del mundo a la de Dios. Le brindan la ocasión los hermanos Santiago y Juan, dos de los primeros que Jesús encontró y llamó a seguirlo. Ya han recorrido un largo camino con Él y pertenecen al grupo de los doce Apóstoles. Por eso, mientras se dirigen a Jerusalén, donde los discípulos esperan con ansia que Jesús, con ocasión de la fiesta de Pascua, instaure finalmente el Reino de Dios, los dos hermanos se arman de valor, se acercan y dirigen al maestro su petición: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda» (Mc 10, 37). Jesús sabe que Santiago y Juan están animados por un gran entusiasmo por Él y por la causa del Reino, pero sabe también que sus expectativas y su celo están contaminados por el espíritu del mundo. Por eso responde: «No sabéis lo que pedís» (Mc 10, 38). Y mientras ellos hablaban de «tronos de gloria» en los que sentarse junto a Cristo Rey, Él habla de un «cáliz» para beber, de un «bautismo» a recibir, es decir de su pasión y muerte.

Santiago y Juan, siempre mirando al privilegio esperado, dicen deprisa: ¡sí «podemos»! Pero tampoco aquí se dan cuenta de lo que verdaderamente dicen. Jesús preanuncia que su cáliz lo beberán y su bautismo lo recibirán, es decir, ellos también, como los demás apóstoles, participarán en su cruz, cuando llegue el momento. Sin embargo –concluye Jesús– «sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado» (Mc 10, 40). Como diciendo: ahora seguidme y aprended el camino del amor «con pérdida», y el Padre celestial se hará cargo del premio. El camino del amor es siempre «con pérdida», porque amar significa dejar a parte el egoísmo, la autorreferencialidad, para servir a los demás. Jesús se da cuenta de que los otros diez Apóstoles se enfadan con Santiago y Juan, demostrando así que tienen la misma mentalidad mundana. Y esto le ofrece la inspiración para una lección que se aplica a los cristianos de todos los tiempos, también para nosotros. Dice: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones las dominan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros; sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor» (Mc 10, 42-44). Es la regla del cristiano. El mensaje del Maestro es claro: mientras los grandes de la Tierra construyen «tronos» para el poder propio, Dios elige un trono incómodo, la cruz, desde donde reinar dando la vida: «Tampoco el Hijo del Hombre –dice Jesús– ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45).

El camino del servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad de la búsqueda de los primeros puestos; es la medicina para los arribistas, esta búsqueda de los primeros puestos, que infecta muchos contextos humanos y no perdona tampoco a los cristianos, al pueblo de Dios, ni tampoco a la jerarquía eclesiástica. Por lo tanto, como discípulos de Cristo, acojamos este Evangelio como un llamado a la conversión, a dar testimonio con valentía y generosidad de una Iglesia que se inclina a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez. Que la Virgen María, que se adhirió plenamente y humildemente a la voluntad de Dios, nos ayude a seguir a Jesús con alegría en el camino del servicio, el camino maestro que lleva al Cielo.


Se dice Credo.

Oración de los fieles

Comparezcamos confiados -hemos escuchado- ante el trono de la gracia y oremos para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.

- Por el papa y los obispos, y por todos los que han recibido alguna responsabilidad en la Iglesia. Roguemos al Señor.

- Por los que han recibido el poder de decidir a todos los niveles de la sociedad. Roguemos al Señor.

- Por todos los que llevan sobre sí, con ánimo generoso, las cargas de los demás. Roguemos al Señor.

- Por los que sufren indefensos opresión, violencia, injusticias, afrentas. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, que, a imitación de Cristo Jesús, debemos servir y dar la vida por todos. Roguemos al Señor.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, estar al servicio de tus dones con un corazón libre, para que, con la purificación de tu gracia, nos sintamos limpios por los mismos misterios que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


PREFACIO IX DOMINICAL DEL TIEMPO ORDINARIO
(Prefacio II del Espíritu Santo)

LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU EN LA IGLESIA

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque nos concedes en cada momento lo que más conviene y diriges sabiamente la nave de tu Iglesia, asistiéndola siempre con la fuerza del Espíritu Santo, para que, a impulso de su amor confiado, no abandone la plegaria en la tribulación, ni la acción de gracias en el gozo, por Cristo, Señor nuestro.

A quien alaban los cielos y la tierra, los ángeles y los arcángeles, proclamando sin cesar:

Santo, santo Santo…


Antífona de la comunión Sal 32, 18-19

Los ojos del Señor están puestos quien lo teme, en los que esperan su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

O bien: Mc 10, 45

El Hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por muchos.


Oración después de la comunión

Señor, haz que nos sea provechosa la celebración de las realidades del cielo, para que nos auxilien los bienes temporales y seamos instruidos por los eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 



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