31 de octubre - DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO

 

    

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO

 


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 31 DE OCTUBRE

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Eucaristía del Domingo de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.).



¡¡LA MISA DE LA TARDE YA ES
DE LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS!!

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía I Vísperas de la Solemnidad deTodos los Santo (a las 19.30 h.).

Para ver la transmisión en directo, pincha aquí

 


 NOTICIAS DE ACTUALIDAD


Anuncio de Catequesis
para jóvenes y adultos:
Lunes y Jueves, a las 20.30h  (desde el lunes, 18 oct)



Portada

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Vídeos

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Opinión

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  ¡2.050 santos y beatos de la persecución religiosa! , por Victor in vínculis


SANTORAL DE HOY

Elogio: En la ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, en España, san Alonso Rodríguez, que al perder a su esposa e hijos entró como religioso en la Orden de la Compañía de Jesús y estuvo como portero del colegio de aquella ciudad durante largos años, mostrando una gran humildad, obediencia y constancia en una vida penitente.

Patronazgos: patrono de la isla de Mallorca y de la ciudad de Palma.

Refieren a este santo: Beata Humiliana.

Otros santos de este día:

   San Epímaco de Pelusio, mártir

En Alejandría de Egipto, san Epímaco de Pelusio, mártir, del cual cuenta la tradición que en tiempo de persecución bajo el emperador Decio, al ver cómo el prefecto obligaba a los cristianos a ofrecer sacrificios a los ídolos, intentó destruir el ara, a causa de lo cual fue inmediatamente detenido, torturado y decapitado.

   San Quintín, mártir  

Cerca de la ciudad de Vermand, en la Galia Bélgica, san Quintín, mártir, del orden senatorial, que padeció por Cristo en tiempo del emperador Maximiano.

   San Foilán, abad  

En Fosses, en el territorio de Brabante, en Austrasia, san Foilán, presbítero y abad, el cual, nacido en Hibernia y hermano y compañero de san Furseo, fue siempre fiel a la disciplina monástica de su patria, fundó monasterios dobles de monjes y monjas en Fosses y en Nivelles, y en un viaje entre estos dos cayó en manos de malhechores, que lo asesinaron.

   San Antonino de Milán, obispo

En Milán, de la Lombardía, san Antonino, obispo, que trabajó esforzadamente para acabar con la herejía arriana de los lombardos.

   San Wolfgango de Ratisbona, monje y obispo  

En Ratisbona, en el territorio de Baviera, san Wolfgango, obispo, que, después de ser maestro de escuela y haber profesado como monje, fue elevado a la sede episcopal, desde donde reinstauró la disciplina del clero, y mientras visitaba la región de Pupping descansó en el Señor.

   Beato Cristóbal de Romagna, religioso presbítero  

En Cahors, lugar de Aquitania, beato Cristóbal de Romagna, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, enviado por san Francisco, después de muchos trabajos en favor de las almas murió ya centenario.

   Beato Tomás de Florencia Bellaci, religioso  

En Rieti, en la Sabina, beato Tomás de Florencia Bellaci, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que, enviado a Tierra Santa y Etiopía, a causa de Cristo sufrió cautividad y pruebas de toda clase por parte de los infieles, y, habiendo vuelto a su patria, casi centenario descansó en paz.

   Beato Domingo Collins, religioso y mártir  

En Youghall, cerca de Cork, en Irlanda, beato Domingo Collins, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir. el cual, encarcelado largo tiempo mientras padecía interrogatorios y torturas, confesó constantemente su fe católica, y consumó su martirio al ser ahorcado.

   Beata Irene Stefani, virgen  

En Gikondi, diócesis de Nyeri, Kenya, beata Irene Stefani, virgen profesa del Instituto de las Hermanas Misioneras de la Consolata, que entregó su vida al servicio de las víctimas de la peste, como oblación por las misiones.

   Beato León Nowakowski, presbítero y mártir  

En la localidad de Piotrkow Kujawski, en Polonia, beato León Nowakowski, presbítero y mártir, que, durante la ocupación militar de Polonia, por su fe fue fusilado a manos de un régimen contrario a Dios.

   Beato Timoteu de Palafrugell, presbítero y mártir

En Olot, Girona, beato Timoteu de Palafrugell (Jesús Miquel Girbau), presbítero, capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.

   Beato Gjon Pantalia, religioso y mártir

En Shkodrë, Albania, beato Gjon Pantalia, religioso profeso de la Compañía de Jesús, y mártir.


LITURGIA DE HOY


(Hasta la hora nona)

Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (B).
- Dt 6, 2-6.
 Escucha Israel: Amarás al Señor con todo tu corazón.
- Sal 17. R. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
- Heb 7, 23-28. Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa.
- Mc 12, 28b-34. Amarás al Señor, tu Dios. Amarás a tu prójimo.

El amor a Dios y al prójimo es el mensaje fundamental de este domingo. Así, en la 1 lect.: «Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas». Y en el Ev., Jesús añade: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Esta es la base de la moral cristiana, pues todos los demás mandamientos son formas concretas de ese amor a Dios y al prójimo. Además, esta es la base del auténtico culto a Dios: ese amor vale más que todos los holocaustos y sacrificios. La eucaristía es el sacramento del amor de Cristo que entregó su cuerpo y derramó su sangre para nuestra salvación. Así, ejerce su sacerdocio que no pasa, ofreciéndose en sacrificio de una vez para siempre (2 lect.).

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 1 de noviembre, pág. 643.
CALENDARIOS: Paúles: Dedicación de las iglesias en que se ignora su día (S).
Cartujos: Vigilia de Todos los Santos (misa propia).
Madrid: Aniversario de la ordenación episcopal del cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo, emérito (1976).

Antífona de entrada Sal 37, 22-23
No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos; ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación.


Monición de entrada

La palabra de Dios en este domingo nos recuerda que el primer mandamiento es agradar a Dios con nuestra vida, amarlo con corazón sincero, viviendo constantemente en su presencia. Este amor a Dios se ha de verificar en el amor que profesamos a todos. La eucaristía que vamos a celebrar nos sumerge en el misterio del amor de Dios y nos enseña a cumplir el mandamiento.


Acto penitencial

- Tú eres la imagen viva de Dios amor: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú nos has amado hasta el extremo: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú entregaste tu vida por nosotros, tus amigos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

Se dice Gloria.


Oración colecta

Dios de poder y misericordia,
de quien procede el que tus fieles te sirvan digna y meritoriamente,
concédenos avanzar sin obstáculos hacia los bienes que nos prometes.
Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA 
Escucha Israel: Amarás al Señor con todo tu corazón

Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 6, 2-6)

MOISÉS habló al pueblo diciendo:
«Teme al Señor, tu Dios, tú, tus hijos y nietos, y observa todos sus mandatos y preceptos, que yo te mando, todos los días de tu vida, a fin de que se prolonguen tus días. Escucha, pues, Israel, y esmérate en practicarlos, a fin de que te vaya bien y te multipliques, como te prometió el Señor, Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL Sal 171 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab (R.: 2)

R. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

V. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

R. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

V. Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

R. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

V. Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu ungido.

R. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.


SEGUNDA LECTURA
Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa

Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 7,23-28)

HERMANOS:
Ha habido multitud de sacerdotes de la anterior Alianza, porque la muerte les impedía permanecer; en cambio, Jesús, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos.
Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
Él no necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la ley hace sumos sacerdotes a hombres llenos de debilidades. En cambio, la palabra del juramento, posterior a la ley, consagra al Hijo, perfecto para siempre.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

Aleluya Cf. Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. R.


EVANGELIO
Amarás al Señor, tu Dios. Amarás a tu prójimo

╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 12, 28b-34)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor.


Del Papa Francisco
ÁNGELUS. 4 de noviembre de 2018

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el centro del Evangelio de este domingo (cf. Marcos 12, 28b-34), está el mandamiento del amor: amor a Dios y amor al prójimo. Un escriba preguntó a Jesús: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» (v. 28). Él responde citando la profesión de fe con la que cada israelita abre y cierra su día y que empieza con las palabras «Escucha, Israel. Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh» (Deuteronomio 6, 4). De este modo Israel custodia su fe en la realidad fundamental de todo su credo: existe un solo Señor y ese Señor es «nuestro» en el sentido de que está vinculado a nosotros con un pacto indisoluble, nos ha amado, nos ama y nos amará por siempre. De esta fuente, de este amor de Dios, se deriva para nosotros el doble mandamiento: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas […] Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (vv. 30-31).
Eligiendo estas dos Palabras dirigidas por Dios a su pueblo y poniéndolas juntas, Jesús enseñó una vez para siempre que el amor por Dios y el amor por el prójimo son inseparables, es más, se sustentan el uno al otro. Incluso si se colocan en secuencia, son las dos caras de una única moneda: vividos juntos son la verdadera fuerza del creyente,
Amar a Dios es vivir de Él y para Él, por aquello que Él es y por lo que Él hace. Y nuestro Dios es donación sin reservas, es perdón sin límites, es relación que promueve y hace crecer. Por eso, amar a Dios quiere decir invertir cada día nuestras energías para ser sus colaboradores en el servicio sin reservas a nuestro prójimo, en buscar perdonar sin límites y en cultivar relaciones de comunión y de fraternidad. El evangelista Marcos no se preocupa en especificar quién es el prójimo porque el prójimo es la persona que encuentro en el camino, durante mi jornada. No se trata de preseleccionar a mi prójimo, eso no es cristiano. Pienso que mi prójimo es aquel que he preseleccionado: no, esto no es cristiano, es pagano. Se trata de tener ojos para verlo y corazón para querer su bien. Si nos ejercitamos para ver con la mirada de Jesús, podremos estar siempre a la escucha y cerca de quien tiene necesidad. Las necesidades del prójimo reclaman ciertamente respuestas eficaces, pero primero exigen compartir.
Con una imagen podemos decir que el hambriento necesita no solo un plato de comida sino también una sonrisa, ser escuchado y también una oración, tal vez hecha juntos. El Evangelio de hoy nos invita a todos nosotros a proyectarse no solo hacia las urgencias de los hermanos más pobres, sino sobre todo a estar atentos a su necesidad de cercanía fraterna, de sentido de la vida, de ternura. Esto interpela a nuestras comunidades cristianas: se trata de evitar el riesgo de ser comunidades que viven de muchas iniciativas pero de pocas relaciones; el riesgo de comunidades «estaciones de servicio», pero de poca compañía en el sentido pleno y cristiano de este término.
Dios, que es amor, nos ha creado por amor y para que podamos amar a los otros permaneciendo unidos a Él. Sería ilusorio pretender amar al prójimo sin amar a Dios y sería también ilusorio pretender amar a Dios sin amar al prójimo. Las dos dimensiones, por Dios y por el prójimo, en su unidad caracterizan al discípulo de Cristo. Que la Virgen María nos ayude a acoger y testimoniar en la vida de todos los días esta luminosa enseñanza.

 

Del Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Domingo 4 de noviembre de 2012

Queridos hermanos y hermanas:
El Evangelio de este domingo (Mc 12, 28-34) nos vuelve a proponer la enseñanza de Jesús sobre el mandamiento más grande: el mandamiento del amor, que es doble: amar a Dios y amar al prójimo. Los santos, a quienes hace poco hemos celebrado todos juntos en una única fiesta solemne, son justamente los que, confiando en la gracia de Dios, buscan vivir según esta ley fundamental. En efecto, el mandamiento del amor lo puede poner en práctica plenamente quien vive en una relación profunda con Dios, precisamente como el niño se hace capaz de amar a partir de una buena relación con la madre y el padre. San Juan de Ávila, a quien hace poco proclamé Doctor de la Iglesia, escribe al inicio de su Tratado del amor de Dios: "La causa que más mueve al corazón con el amor de Dios es considerar el amor que nos tiene este Señor... –dice–. Más mueve al corazón el amor que los beneficios; porque el que hace a otro beneficio, dale algo de lo que tiene: más el que ama da a sí mismo con lo que tiene, sin que le quede nada por dar" (n. 1). Antes que un mandato –el amor no es un mandato– es un don, una realidad que Dios nos hace conocer y experimentar, de forma que, como una semilla, pueda germinar también dentro de nosotros y desarrollarse en nuestra vida.
Si el amor de Dios ha echado raíces profundas en una persona, ésta es capaz de amar también a quien no lo merece, como precisamente hace Dios respecto a nosotros. El padre y la madre no aman a sus hijos sólo cuando lo merecen: les aman siempre, aunque naturalmente les señalan cuándo se equivocan. De Dios aprendemos a querer siempre y sólo el bien y jamás el mal. Aprendemos a mirar al otro no sólo con nuestros ojos, sino con la mirada de Dios, que es la mirada de Jesucristo. Una mirada que parte del corazón y no se queda en la superficie; va más allá de las apariencias y logra percibir las esperanzas más profundas del otro: esperanzas de ser escuchado, de una atención gratuita; en una palabra: de amor. Pero se da también el recorrido inverso: que abriéndome al otro tal como es, saliéndole al encuentro, haciéndome disponible, me abro también a conocer a Dios, a sentir que Él existe y es bueno. Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables y se encuentran en relación recíproca. Jesús no inventó ni el uno ni el otro, sino que reveló que, en el fondo, son un único mandamiento, y lo hizo no sólo con la palabra, sino sobre todo con su testimonio: la persona misma de Jesús y todo su misterio encarnan la unidad del amor a Dios y al prójimo, como los dos brazos de la Cruz, vertical y horizontal. En la Eucaristía Él nos dona este doble amor, donándose Él mismo, a fin de que, alimentados de este Pan, nos amemos los unos a los otros como Él nos amó.
Queridos amigos: por intercesión de la Virgen María oremos para que cada cristiano sepa mostrar su fe en el único Dios verdadero con un testimonio límpido de amor al prójimo.

Se dice Credo.

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, por Jesucristo, su Hijo, que vive para siempre para interceder a favor nuestro.
- Para que la Iglesia sea en medio del mundo comunidad de amor, llamada al amor. Roguemos al Señor.
- Para que los gobernantes y los que hacen las leyes procuren sobre todo el bien común. Roguemos al Señor.
- Para que los pobres, los parados y los hambrientos encuentren la debida acogida en todos nosotros. Roguemos al Señor.
- Para que comprendamos que no podemos amar a Dios, a quien no vemos, si no amamos al prójimo, a quien vemos. Roguemos al Señor.
Dios, Padre nuestro, enséñanos a amarte con todo el corazón, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Oración sobre las ofrendas

Que este sacrificio, Señor, sea para ti una ofrenda pura
y, para nosotros, una efusión santa de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 
Antífona de la comunión Cf. Sal 15, 11
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

O bien: Cf. Jn 6, 58

El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí, dice el Señor.


Oración después de la comunión

Te pedimos, Señor, que aumente en nosotros la acción de tu poder,
para que, alimentados con estos sacramentos del cielo,
nos preparemos, por tu gracia, a recibir tus promesas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

(Después de la hora nona:)

Misa vespertina de la solemnidad de Todos los Santos (blanco).
Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio de la solemnidad, Comp. Dom. I.

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