- ERMITA DE MONTEMAYOR:
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SANTORAL DE HOY
Nuestra Señora de los Desamparados
Elogio: En Convent Station, New Jersey, beata Miriam Teresa Demjanovich, religiosa profesa de las Hermanas de la Caridad de Santa Isabel.
Otros santos de este día:
San Víctor, mártir
En Milán, en la región de Liguria, conmemoración de san Víctor, mártir, el cual, originario de Mauritania, era soldado del ejército imperial, y al imponer el emperador Maximiano la obligación de sacrificar a los ídolos, depuso sus armas, por lo que le llevaron a la ciudad de Lodi, donde fue decapitado.
San Acacio el soldado, mártir
En Bizancio, san Acacio, soldado y mártir.
San Heladio de Auxerre, obispo
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Heladio, obispo.
San Arsenio, eremita
Cerca del monte Scete, en Egipto, san Arsenio, que, según la tradición, fue diácono de la Iglesia de Roma, y en tiempo del emperador Teodosio se retiró a la vida de soledad, donde, lleno de todas las virtudes, rindió su espíritu a Dios.
San Gibriano, presbítero
En la región de Chalons, en la Galia, san Gibriano, presbítero, el cual, originario de Irlanda, recorrió la Galia como peregrino por amor a Cristo.
San Desiderato de Bourges, obispo
En Bourges, en Aquitania, san Desiderato, obispo, que había desempeñó anteriormente el cargo de canciller en la corte, y dotó a su Iglesia con reliquias de mártires.
San Martín de Saujon, abad y presbítero
En Saujon, en la región de Saintes, también en Aquitania, san Martín, presbítero y abad.
San Bonifacio IV, papa
En Roma, junto a la basílica de San Pedro, san Bonifacio IV, papa, que obtuvo del emperador Focas el templo del Panteón, el cual transformó en iglesia dedicada a la Santísima Virgen y a todos los mártires, y fomentó mucho la disciplina monástica.
San Benedicto II, papa
También en Roma, junto a San Pedro, san Benedicto II, papa, el cual, de espíritu humilde, manso y paciente, se distinguió por su amor a la pobreza y fue insigne también por sus limosnas.
San Metrón, eremita
En Verona, en la región de Venecia, san Metrón, ermitaño, de quien se dice que llevó una vida austera y penitente.
San Wiro, misionero
En Roermond, junto al río Mosa, en el territorio de Brabante, en Austrasia, san Wiro, que, según la tradición, se dedicó a evangelizar dicho territorio junto con sus compañeros Plechelmo y Odgero.
San Amato Ronconi, laico
En Saludecio, del Piceno, san Amato Ronconi, que se distinguió por su dedicación a la hospitalidad y a la atención espiritual de los peregrinos.
Beato Ángel de Massaccio, presbítero y mártir
En el monasterio de Santa María della Serra, en el Piceno, beato Ángel de Massaccio, presbítero de la Orden de los Camaldulenses y mártir, que fue un incansable defensor de la observancia del precepto dominical.
Beato Luis Rabatá, religioso presbítero
En Randazzo, lugar de Sicilia, beato Luis Rabatá, presbítero de la Orden del Carmen, fidelísimo en su observancia de la Regla y resplandeciente en su amor a los enemigos.
Beata María Catalina de san Agustín, virgen
En Quebec, en el dominio de Canadá, beata María Catalina de San Agustín (Catalina Symon de Longprey), virgen, religiosa de las Hermanas Hospitalarias de la Misericordia de la Orden de San Agustín, que, hasta su muerte, vivió dedicada al cuidado de los enfermos, distinguiéndose por el consuelo que les proporcionaba y la esperanza que les infundía.
Beata Clara Fey, fundadora
En Simpelveld, Limburgo, Países Bajos, beata Clara Fey, fundadora de la congregación educativa de las Hermanas del Pobre Niño Jesús.
Beata Ulrica Nisch, virgen
En el lugar llamado Hegne, en la región de Baden, en Alemania, beata Ulrica (Francisca) Nisch, virgen, religiosa de la Congregación de Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz, quien, como infatigable sierva del Señor, vivió siempre entregada a los trabajos más humildes, principalmente en la labor de ayudante de cocina.
Beato Antonio Bajewski, presbítero y mártir
En el campo de concentración de Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, beato Antonio Bajewski, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que alcanzó la gloria del Señor en tiempo de guerra, terriblemente quebrantado por los tormentos sufridos en dicha cárcel a causa de su fe.
LITURGIA DE HOY
Misa del Domingo (blanco).
MISAL: ants.
y oracs. props., Gl., Cr., Pf. Pasc.
LECC.: vol. I
(C).
- Hch 13, 14. 43-52. Sabed
que nos dedicamos a los gentiles.
- Sal 99. R. Nosotros
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
- Ap 7, 9. 14b-17. El
Cordero los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
- Jn 10, 27-30. Yo
doy la vida eterna a mis ovejas.
Somos el débil rebaño del Hijo y
comenzaremos la celebración pidiendo «tener parte en la admirable victoria de
nuestro Pastor» (1.ª orac.). Una victoria que ha comenzado ya en los
sacramentos de la iniciación cristiana y en el testimonio de vida incluso hasta
en el martirio. Es lo que expresan las vestiduras blancas y las palmas en las
manos de los que están de pie delante del Cordero (2 lect.) y que alcanzará su
plenitud cuando podamos gozar eternamente de las verdes praderas de su reino
(cf. orac. después de la comunión). Todos están llamados a recibir esa vida
eterna que solo puede dar Cristo, el Buen Pastor (cf. Ev.). Y será la labor
evangelizadora, lle- vada a cabo desde las diversas vocaciones y carismas, la
que hará llegar a todo el mundo ese mensaje salvador (cf. 1 lect.).
* JORNADA MUNDIAL DE
ORACIÓN POR LAS VOCACIONES (pontificia) y JORNADA Y COLECTA DE VOCACIONES
NATIVAS (pontificia: OMP): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en
la hom., intenciones en la orac. univ.
* Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Antífona de entrada Cf. Sal 32, 5-6
La misericordia del Señor llena la tierra, la
palabra del Señor hizo el cielo. Aleluya.
Monición
de entrada
Hermanos: Esta es la reunión santa de los
que reconocemos a Jesucristo como verdadero pastor que nos conoce, nos cuida y
nos regala la vida nueva de la resurrección. Convocados por su voz, queremos o
y nos disponemos a participar en la celebración en la que se renueva su
Misterio pascual.
Acto
penitencial
Monición al Gloria
Se dice Gloria. Puede introducirse
con la siguiente monición.
Cantemos el himno de alabanza, invocando a
Dios Padre y a Jesucristo, el Señor, sentado a la derecha del Padre para
interceder por nosotros.
Dios todopoderoso y eterno,
condúcenos a la asamblea gozosa del cielo,
para que la debilidad del rebaño llegue
hasta donde le ha precedido la fortaleza del Pastor.
Él, que vive y reina contigo.
Sabed que nos dedicamos a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 13, 14. 43-52)
V. Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
V. Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
V. El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.
R. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 7, 9. 14b-17)
YO, JUAN, vi una muchedumbre inmensa, que
nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie
delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con
palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus
vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios,
dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el
Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes
de aguas vivas.
Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
R. Te alabamos, Señor.
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna; no perecerán para
siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar
nada de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno».
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos
días!
El cuarto domingo del tiempo de Pascua se
caracteriza por el Evangelio del Buen Pastor, que se lee cada año. El pasaje de
hoy refiere estas palabras de Jesús: "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las
conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para
siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor
que todo, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre
somos uno" (Jn 10, 27-30). En estos cuatro versículos está todo el mensaje
de Jesús, está el núcleo central de su Evangelio: Él nos llama a participar en
su relación con el Padre, y ésta es la vida eterna.
Jesús quiere entablar con sus amigos una
relación que sea el reflejo de la relación que Él mismo tiene con el Padre: una
relación de pertenencia recíproca en la confianza plena, en la íntima comunión.
Para expresar este entendimiento profundo, esta relación de amistad, Jesús usa
la imagen del pastor con sus ovejas: Él las llama y ellas reconocen su voz,
responden a su llamada y le siguen. Es bellísima esta parábola. El misterio de
la voz es sugestivo: pensemos que desde el seno de nuestra madre aprendemos a
reconocer su voz y la del papá; por el tono de una voz percibimos el amor o el
desprecio, el afecto o la frialdad. La voz de Jesús es única. Si aprendemos a
distinguirla, Él nos guía por el camino de la vida, un camino que supera también
el abismo de la muerte.
Pero, en un momento determinado, Jesús
dijo, refiriéndose a sus ovejas: "Mi Padre, que me las ha dado..."
(cf. Jn 10, 29). Esto es muy importante, es un misterio profundo, no fácil de
comprender: si yo me siento atraído por Jesús, si su voz templa mi corazón, es
gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de mí el deseo del amor, de la
verdad, de la vida, de la belleza... y Jesús es todo esto en plenitud. Esto nos
ayuda a comprender el misterio de la vocación, especialmente las llamadas a una
especial consagración. A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirle, pero tal
vez sucede que no nos damos cuenta de que es Él, precisamente como le sucedió
al joven Samuel. Hay muchos jóvenes hoy, aquí en la plaza. Sois muchos
vosotros, ¿no? Se ve... Eso. Sois muchos jóvenes hoy aquí en la plaza. Quisiera
preguntaros: ¿habéis sentido alguna vez la voz del Señor que, a través de un
deseo, una inquietud, os invitaba a seguirle más de cerca? ¿Le habéis oído? No
os oigo. Eso... ¿Habéis tenido el deseo de ser apóstoles de Jesús? Es necesario
jugarse la juventud por los grandes ideales. Vosotros, ¿pensáis en esto?
¿Estáis de acuerdo? Pregunta a Jesús qué quiere de ti y sé valiente.
¡Pregúntaselo! Detrás y antes de toda vocación al sacerdocio o a la vida
consagrada, está siempre la oración fuerte e intensa de alguien: de una abuela,
de un abuelo, de una madre, de un padre, de una comunidad... He aquí porqué
Jesús dijo: "Rogad, pues, al Señor de la mies –es decir, a Dios Padre–
para que mande trabajadores a su mies" (Mt 9, 38). Las vocaciones nacen en
la oración y de la oración; y sólo en la oración pueden perseverar y dar fruto.
Me complace ponerlo de relieve hoy, que es la "Jornada mundial de oración
por las vocaciones". Recemos en especial por los nuevos sacerdotes de la
diócesis de Roma que tuve la alegría de ordenar esta mañana. E invoquemos la
intercesión de María. Hoy hubo diez jóvenes que dijeron "sí" a Jesús
y fueron ordenados sacerdotes esta mañana... Es bonito esto. Invoquemos la
intercesión de María que es la Mujer del "sí". María dijo
"sí", toda su vida. Ella aprendió a reconocer la voz de Jesús desde
que le llevaba en su seno. Que María, nuestra Madre, nos ayude a reconocer cada
vez mejor la voz de Jesús y a seguirla, para caminar por el camino de la vida.
Gracias.
Monición
al Credo
Se dice Credo. Puede introducirse
con la siguiente monición.
Al recitar el Credo, proclamemos con gozo
el Misterio pascual, que es el núcleo de nuestra fe.
Oración
de los fieles (Año C)
Concédenos, Señor, alegrarnos siempre por estos misterios pascuales
y que la actualización continua de tu obra redentora
sea para nosotros fuente de gozo incesante.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
La restauración del universo por el misterio pascual
es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor;
pero más que nunca exaltarte en este tiempo glorioso
en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque, demolida nuestra antigua miseria,
fue reconstruido cuanto estaba derrumbado
y renovada en plenitud nuestra vida en Cristo.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual,
el mundo entero se desborda de alegría,
y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles,
cantan el himno de tu gloria
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión
Ha resucitado el Buen Pastor, que dio la vida por
sus ovejas y se dignó morir por su rebaño. Aleluya.
Oración
después de la comunión
Pastor bueno, vela compasivo sobre tu
rebaño y conduce a los pastos eternos a las ovejas que has redimido con la
sangre preciosa de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Se puede utilizar la fórmula de la bendición
solemne. Tiempo pascual
Dios, que por la resurrección de su
Unigénito os ha redimido y adoptado como hijos, os llene de alegría con sus
bendiciones.
R. Amén.
Y ya que por la redención de Cristo
recibisteis el don de la libertad verdadera, por su bondad recibáis también la
herencia eterna.
R. Amén.
Y, pues confesando la fe habéis resucitado
con Cristo en el bautismo, por vuestras buenas obras merezcáis ser admitidos en
la patria del cielo.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
R. Amén.
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