SAN JERÓNIMO, presbítero y doctor de la Iglesia (MO)
PROGRAMA PARROQUIAL:
JUEVES, 30 DE SEPTIEMBRE
- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 22.00 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Celebración del Jueves de la XXVI Semana del Tiempo Ordinario (a las 20.30 h.):
MAÑANA VIERNES 1 DE OCTUBRE
CAMBIAMOS A HORARIO DE INVIERNO
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
SANTORAL DE HOY
Elogio: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, ciudad en la que cultivó con esmero todos los saberes y recibió el bautismo cristiano. Después, seducido por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética al ir a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, tras fijar su residencia en Belén de Judea, vivió una vida monástica dedicado a traducir y explicar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe en muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegado a una edad provecta, descansó en la paz del Señor.
Patronazgos: patrono de Dalmacia y Lyon, de los estudiantes, profesores, académicos, teólogos, traductores, facultades de teología, sociedades científicas, sociedades bíblicas y ascetas; protector contra enfermedades de los ojos.
Refieren a este santo: San Anastasio I, San Anfiloquio de Iconio, San Cromacio de Aquilea, Santa Eustoquio, San Exuperio de Toulouse, Santa Fabiola, San Gregorio de Nacianzo, Santa Melania la Joven, San Pammaquio, Santa Paula, San Siricio.
Otros santos de este día:
En Piacenza, en la Emilia, san Antonino, mártir.
En Solothurn, en el territorio de Helvecia, santos Urso y Víctor,
mártires, que, según la tradición, pertenecieron a la legión Tebea.
En Armenia, san Gregorio, llamado el «Iluminador», obispo, que después de
sobrellevar muchos trabajos se retiró a una cueva cercana a la confluencia de
unos ramales del Éufrates, y allí descansó en paz, luego de ganar fama como
apóstol de los armenios.
En Marsella, de la Provenza, en la Galia, santa Eusebia, virgen, fiel
servidora de Dios desde la juventud hasta la ancianidad.
En Canterbury, en el condado de Kent, en Inglaterra, san Honorio, obispo,
antes monje romano, enviado por el papa san Gregorio Magno como compañero de
san Agustín para evangelizar Inglaterra, al que finalmente sucedió en la sede
episcopal
En Roma, san Simón, monje, antes conde de Crèpy, en Francia, que,
renunciando a la patria, al matrimonio y a todo, eligió la vida monástica y
después la eremítica en las montañas del Jura, y, reclamado muchas veces como
legado de paz para conciliación entre príncipes, murió finalmente en Roma y fue
sepultado en la basílica de San Pedro.
Cerca de Nusco, lugar de Campania, san Amado, obispo.
En Die, en la Galia Lugdunense, san Ismidón, obispo, que, enamorado de
los Santos Lugares, por dos veces peregrinó piadosamente a Palestina.
En Pesaro, en la región del Piceno, beata Felicia Meda, abadesa Clarisa.
En Roma, san Francisco de Borja, presbítero, quien, muerta su mujer, con
la que había tenido ocho hijos, ingresó en la Orden de la Compañía de Jesús y,
pese a haber abdicado de las dignidades del mundo y rehusado las de la Iglesia,
resultó elegido prepósito general, y fue memorable por su austeridad de vida y
oración. Su memoria se celebra, en España, el 3 de octubre.
En el litoral de Francia, frente a Rochefort, beato Juan Nicolás Cordier,
presbítero y mártir, que, suprimida la Orden de la Compañía de Jesús, siguió
ejerciendo el ministerio sacerdotal en la región de Verdún, hasta que, en la
recrudecida Revolución Francesa, por su condición de sacerdote fue encarcelado
en una nave anclada en el mar, donde murió de enfermedad e inanición.
En la localidad de Lanzo, cercana a Turín, en Italia, beato Federico
Albert, presbítero, que, siendo párroco, fundó la Congregación de Hermanas de San
Vicente de Paúl de la Inmaculada Concepción, destinada a la redención de las
gentes caídas en la miseria.
En Lisieux, también en Francia, muerte de santa Teresa del Niño Jesús,
cuya memoria se celebra el día siguiente.
LITURGIA DE HOY
Misa de la memoria (blanco).
Antífona de entrada Cf. Sal 1, 2-3
Dichoso
el hombre que medita la ley del Señor día y noche, dará fruto en su sazón.
Monición
de entrada
Se celebra hoy la memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la
Iglesia, el cual, nacido en Dalmacia, estudió en Roma y recibió el bautismo.
Después se entregó a la vida ascética en Oriente, donde se ordenó de
presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, quien le encomendó
la tarea de traducir al latín, entonces la lengua del pueblo, las Sagradas
Escrituras. Por su profundo conocimiento de la Palabra de Dios y sus
comentarios bíblicos y espirituales, mereció ser llamado doctor de la Iglesia.
Murió el año 420 en Belén, donde se había retirado los últimos años de su vida.
Oración
colecta
Oh,
Dios, que concediste al presbítero san Jerónimo un amor suave y vivo a la
Sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor
abundancia y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor
Jesucristo.
LECTURAS
DE LA MISA
Audio y
comentario del Evangelio de hoy
Audio y
comentario del Evangelio de hoy
Esdras abrió el libro de la Ley, y bendijo al Señor, y todo el pueblo respondió: «Amén, amén»
Lectura del libro de Nehemías (Neh 8, 1-4a. 5-6. 8-12)
EN AQUELLOS DÍAS, el pueblo entero se reunió como un solo hombre en la
plaza que está delante de la Puerta del Agua y dijeron a Esdras, el escriba,
que trajese el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado a Israel.
El día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la
ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el
libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta
el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo
el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley. El escriba
Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión. Esdras
abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud
podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al
Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas:
«Amén, amén».
Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.
Los levitas explicaron la ley al pueblo, que permanecía en pie. Leyeron
el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que
entendieran la lectura.
Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los
levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: «Este día está
consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo
el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).
Nehemías les dijo:
«Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no
tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis
tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!».
También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo, diciendo:
«¡Callad, no estéis tristes, porque este día es santo!».
Así que el pueblo entero se fue a comer y beber, a invitar a los demás y
a celebrar una gran fiesta, porque habían comprendido lo que les habían
enseñado.
R. Te alabamos, Señor.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Está cerca el reino de Dios; convertíos y creed en el Evangelio. R.
EVANGELIO
Descansará sobre ellos vuestra paz
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó
delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir
él.
Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies
que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No
llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa” Y si allí
hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el
obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a
los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a
vosotros”.
Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas,
decid: «Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos
lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha
llegado”.
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».