MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (B).
- Núm 11, 25-29. ¿Estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo
profetizara!
- Sal 18. R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el
corazón.
- Sant 5, 1-6. Vuestra riqueza está podrida.
- Mc 9, 38-43. 45. 47-48. El que no está contra nosotros está a
favor nuestro. Si tu mano te induce a pecar, córtatela.
La 1 lect. y el Ev. de hoy nos advierten sobre la cerrazón espiri- tual en la
que caemos a veces no queriendo reconocer la acción de Dios en los hermanos de
otras confesiones, incluso de otros grupos católicos distintos de los nuestros:
«El que no está contra nosotros está a favor nuestro». También el Ev. nos llama
a evitar no solo el pecado, sino cuanto puede conducirnos a él: «Si tu mano te
induce a pecar, córtatela». Por otra parte, el apóstol Santiago, en la 2 lect.,
nos da un ejemplo de cómo los cristianos no podemos callar ante la corrupción,
la injusticia o la explotación de los trabajadores: «El jornal de los obreros
que segaron vuestros campos, el que vosotros habéis retenido, está gritando».
JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y DEL REFUGIADO (pontificia). Liturgia del día
(por mandato o con permiso del Ordinario del lugar puede usarse el formulario
«Por los prófugos y los exiliados», cf. OGMR, 373), alusión en la mon. de
entrada y en la hom., intención en la orac. univ.
Liturgia de las Horas: oficio
dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 27 de septiembre, pág. 578.
CALENDARIOS: Zaragoza: Aniversario de la ordenación episcopal de
Mons. Carlos Manuel Escribano Subías, obispo (2010).
Antífona de entrada Cf. Dan 3, 31. 29. 30. 43.
42
Cuanto has hecho con nosotros, Señor, es un castigo merecido, porque hemos
pecado contra ti y no hemos obedecido tus mandamientos; pero da gloria a tu
nombre y trátanos según tu gran misericordia.
Monición de entrada
En la eucaristía reconocemos la
presencia y la fuerza del Espíritu de Dios, que actúa donde quiere y como
quiere. Este Espíritu que cada uno hemos recibido nos capacita para ser
colaboradores eficaces de la obra de la salvación y profetas que anuncien la alegría
del Evangelio.
Acto penitencial
- Tus mandamientos son verdaderos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Ayúdanos a conocer nuestras
faltas: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Absuélvenos de lo que se nos
oculta: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
Se dice Gloria.
Oración colecta
Oh, Dios, que manifiestas tu poder
sobre todo con el perdón y la misericordia,
aumenta en nosotros tu gracia,
para
que, aspirando a tus promesas,
nos hagas participar de los bienes del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
¿Estás tú celoso por mí? ¡Ojalá
todo el pueblo profetizare!
Lectura del libro de los Números
(Nm 11, 25-29)
EN AQUELLOS DÍAS, el Señor bajó en la Nube, habló con Moisés y, apartando algo
del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. En cuanto se posó
sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar. Pero no volvieron a hacerlo.
Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque eran
de los designados, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó
sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
«Eldad y Medad están profetizando en el campamento».
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
«Señor mío, Moisés, prohíbeselo».
Moisés le respondió:
«¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el
espíritu del Señor y profetizara!».
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 18, 8. 10. 12-13. 14 [R.: 9ab])
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
V. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
V. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
V. También tu siervo es instruido por ellos
y guardarlos comporta una gran recompensa.
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
V. Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré limpio e inocente
del gran pecado.
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
SEGUNDA LECTURA
Vuestra riqueza está podrida
Lectura de la carta del apóstol
Santiago (Sant 5, 1-6)
ATENCIÓN, ahora, los ricos: llorad a gritos por las desgracias que se os vienen
encima.
Vuestra riqueza está podrida y vuestros trajes se han apolillado. Vuestro oro y
vuestra plata están oxidados y su herrumbre se convertirá en testimonio contra
vosotros y devorará vuestras carnes como fuego.
¡Habéis acumulado riquezas… en los últimos días!
Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que vosotros
habéis retenido, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado a los
oídos del Señor del universo.
Habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis dado a la gran vida, habéis
cebado vuestros corazones para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis
asesinado al inocente, el cual no os ofrece resistencia.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Aleluya Cf Jn 17, 17b.a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Tu palabra, Señor, es verdad; santifícanos en la verdad. R.
EVANGELIO
El que no está
contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te induce a pecar, córtatela
╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 9, 38-43.
45. 47-48)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos
querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego
hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo
que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos
que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y
lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar
manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se
apaga.
Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida,
que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino
de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no
muere y el fuego no se apaga».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Del Papa Francisco
ÁNGELUS. Plaza de San
Pedro. Domingo, 30 de septiembre de 2018
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de este domingo (cf. Marcos 9, 38-43.45.47-48) nos presenta uno de
esos momentos particulares muy instructivos de la vida de Jesús con sus
discípulos. Estos habían visto que un hombre, el cual no formaba parte del
grupo de los seguidores de Jesús, expulsaba a los demonios en el nombre de
Jesús, y por eso querían prohibírselo. Juan, con el entusiasmo acérrimo típico
de los jóvenes, informa sobre el hecho al Maestro buscando su apoyo; pero
Jesús, al contrario, responde: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre
un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues
el que no está contra nosotros, está por nosotros» (vv. 39-40).
Juan y los demás discípulos manifiestan una actitud de cerrazón frente a un
suceso que no entra en sus esquemas, en esta caso la acción, aunque sea buena,
de una persona «externa» al círculo de seguidores. Sin embargo Jesús aparece
muy libre, plenamente abierto a la libertad del Espíritu de Dios, que en su
acción no está limitado por ningún confín o algún recinto. Jesús quiere educar
a sus discípulos, también a nosotros hoy, en esta libertad interior. Nos hace
bien reflexionar sobre este episodio, y hacer un poco de examen de conciencia.
La actitud de los discípulos de Jesús es muy humana, muy común, y lo podemos
encontrar en las comunidades cristianas de todos los tiempos, probablemente
también en nosotros mismos. De buena fe, de hecho, con celo, se quisiera
proteger la autenticidad de una cierta experiencia, tutelando al fundador o al
líder de los falsos imitadores. Pero al mismo tiempo está como el temor de la
«competencia» —esto es feo: el temor de la competencia—, que alguno pueda robar
nuevos seguidores, y entonces no se logra apreciar el bien que los otros hacen:
no va bien porque «no es de los nuestros», se dice. Es una forma de
autorreferencialidad. Es más, aquí está la raíz del proselitismo. Y la Iglesia
—decía el Papa Benedicto— no crece por proselitismo, crece por atracción, es
decir crece por el testimonio dado a los demás con la fuerza del Espíritu
Santo.
La gran libertad de Dios al donarse a nosotros constituye un desafío y una
exhortación a modificar nuestras actitudes y nuestras relaciones. Es la
invitación que nos dirige Jesús hoy. Él nos llama a no pensar según las
categorías de «amigo/enemigo», «nosotros/ellos», «quien está dentro/quien está
fuera», «mío/tuyo», sino para ir más allá, a abrir el corazón para poder
reconocer su presencia y la acción de Dios también en ambientes insólitos e
imprevisibles y en personas que forman parte de nuestro círculo. Se trata de
estar atentos más a la autenticidad del bien, de lo bonito y de lo verdadero
que es realizado, que no al nombre y a la procedencia de quien lo cumple. Y
—como nos sugiere la parte restante del Evangelio de hoy —en vez de juzgar a
los demás, debemos examinarnos a nosotros mismos, y «cortar» sin compromisos
todo lo que puede escandalizar a las personas más débiles en la fe. Que la
Virgen María, modelo de dócil acogida de las sorpresas de Dios, nos ayude a
reconocer los signos de la presencia del Señor en medio de nosotros,
descubriéndolo allá donde Él se manifieste, también en las situaciones más
impensables y raras. Que nos enseñe a amar nuestra comunidad sin envidias y
clausuras, siempre abiertos al amplio horizonte de la acción del Espíritu
Santo.
* * * * *
Del Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Domingo 30 de septiembre de 2012
Queridos hermanos y hermanas:
El Evangelio de este domingo presenta uno de esos episodios de la vida de
Cristo que, incluso percibiéndolos, por decirlo así, en passant, contienen un
significado profundo (cf. Mc 9, 38-41). Se trata del hecho de que alguien, que
no era de los seguidores de Jesús, había expulsado demonios en su nombre. El
apóstol Juan, joven y celoso como era, quería impedirlo, pero Jesús no lo
permite; es más, aprovecha la ocasión para enseñar a sus discípulos que Dios
puede obrar cosas buenas y hasta prodigiosas incluso fuera de su círculo, y que
se puede colaborar con la causa del reino de Dios de diversos modos, ofreciendo
también un simple vaso de agua a un misionero (v. 41). San Agustín escribe al
respecto: "Como en la católica –es decir, en la Iglesia– se puede
encontrar aquello que no es católico, así fuera de la católica puede haber algo
de católico" (Agustín, Sobre el bautismo contra los donatistas: pl 43,
VII, 39, 77). Por ello, los miembros de la Iglesia no deben experimentar celos,
sino alegrarse si alguien externo a la comunidad obra el bien en nombre de
Cristo, siempre que lo haga con recta intención y con respeto. Incluso en el
seno de la Iglesia misma, puede suceder, a veces, que cueste esfuerzo valorar y
apreciar, con espíritu de profunda comunión, las cosas buenas realizadas por
las diversas realidades eclesiales. En cambio, todos y siempre debemos ser
capaces de apreciarnos y estimarnos recíprocamente, alabando al Señor por la
"fantasía" infinita con la que obra en la Iglesia y en el mundo.
En la liturgia de hoy resuena también la invectiva del apóstol Santiago contra
los ricos deshonestos, que ponen su seguridad en las riquezas acumuladas a
fuerza de abusos (cf. St 5, 1-6). Al respecto, Cesáreo de Arlés lo afirma así
en uno de sus discursos: "La riqueza no puede hacer mal a un hombre bueno,
porque la dona con misericordia; así como no puede ayudar a un hombre malo,
mientras la conserva con avidez y la derrocha en la disipación" (Sermones
35, 4). Las palabras del apóstol Santiago, a la vez que alertan del vano afán
de los bienes materiales, constituyen una fuerte llamada a usarlos en la
perspectiva de la solidaridad y del bien común, obrando siempre con equidad y
moralidad, en todos los niveles.
Queridos amigos, por intercesión de María santísima, oremos a fin de que
sepamos alegrarnos por cada gesto e iniciativa de bien, sin envidias y celos, y
usar sabiamente los bienes terrenos en la continua búsqueda de los bienes
eternos.
Se dice Credo.
Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios.
- Para que nuestra Iglesia
católica persevere en el diálogo con las otras Iglesias cristianas, apreciando
sus valores, alegrándose con sus éxitos, en la permanente búsqueda de la
unidad. Roguemos al Señor.
- Para que los gobernantes de
todas las naciones promuevan y guarden la necesaria convivencia respetuosa de
todos los ciudadanos. Roguemos al Señor.
- Para que nuestras sociedades
no caigan en la tentación de la intolerancia y aprendamos todos a respetar,
aceptar y amar a los que no piensan como nosotros. Roguemos al Señor.
- Para que cuantos nos preciamos
de ser discípulos de Cristo procuremos dar ejemplo de comprensión y acogida.
Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, nuestras súplica
y realiza en nosotros la unidad en la
fe y en el amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas
Concédenos, Dios de misericordia,
aceptar esta ofrenda nuestra y que, por ella,
se abra para nosotros la fuente
de toda bendición.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO VI DOMINICAL DEL TIEMPO ORDINARIO
LA PRENDA DE NUESTRA PASCUA ETERNA
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo
lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso
y eterno.
En ti vivimos, nos movemos y
existimos;
y, todavía en nuestro cuerpo,
no sólo experimentamos las pruebas
cotidianas de tu amor,
sino que poseemos ya en prenda la
vida futura;
pues esperamos gozar de la Pascua
eterna,
porque tenemos las primicias del
Espíritu,
por el que resucitaste a Jesús de
entre los muertos.
Por eso, te alabamos con todos los
ángeles, aclamándote llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de comunión Sal 118, 49-50
Recuerda la palabra que diste a tu
siervo, Señor, de la que hiciste mi esperanza; este es mi consuelo en la
aflicción.
O bien: Cf.
1Jn 3, 16
En esto hemos conocido el amor de Dios: en que él dio su
vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.
Oración después de la comunión
Señor, que el sacramento del cielo
renueve nuestro cuerpo y espíritu,
para que
seamos coherederos en la gloria de aquel
cuya muerte hemos anunciado y
compartido.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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