PROGRAMA PARROQUIAL:
VIERNES, 17 DE SEPTIEMBRE
- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 22.00 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía del Viernes de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario (a las 20.30 h.):
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
SANTORAL DE HOY
Elogio: San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Orden de la Compañía de Jesús, que intervino de modo conspicuo, con sutiles y peculiares aportaciones, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia. Finalmente, desempeñó en la Curia romana múltiples actividades relacionadas con la defensa doctrinal de la fe.
Refieren a este santo: Beato Juan Juvenal Ancina, San Luis Gonzaga.
Elogio: En el monasterio de Rupertsberg, cerca de Bingen, en Hesse, santa Hildegardis, virgen y doctora de la Iglesia, que expuso y describió piadosamente en libros los conocimientos conseguidos experimentalmente, tanto sobre ciencias naturales, médicas y musicales, como de contemplación mística.
Patronazgos: patrona de los lingüistas y científicos de la naturaleza.
Refieren a este santo: Beato Eugenio III, San Gerlaco, Santa Isabel de Schönau, San Ruperto.
Otros santos de este día:
En Milán, de la Liguria,
sepultura de san Sátiro, cuyos insignes méritos relata su hermano san Ambrosio.
Cuando aún no estaba iniciado en los misterios cristianos, sufrió un naufragio
sin temor a la muerte, pero, salvado de las aguas, entró en la Iglesia de Dios
para no morir con las manos vacías. Unido en íntima y mutua fraternidad a su
hermano Ambrosio, fue enterrado por el obispo de Milán junto al mártir san
Víctor.
En Lieja, de Austrasia, pasión
de san Lamberto, obispo de Maastricht y mártir, que, desterrado, se retiró al
monasterio de Stavelot, y tiempo después, restituido a la sede, siendo inocente
fue asesinado por los enemigos de la Iglesia mientras desempeñaba
brillantemente la función pastoral.
En el bosque de la región de
Argona, a orillas del Mosa, en Austrasia, san Rodingo, abad, fundador y piadoso
pre-pósito del monasterio de Beaulieu, cercano a Lyon.
En Córdoba, en la región
hispánica de Andalucía, santa Columba, virgen y mártir, que en la persecución
desencadenada por los musulmanes confesó espontáneamente su fe ante el juez y
demás magistrados, por lo que fue decapitada frente a las puertas del palacio.
En Mélinais, en el territorio de
Angers, en la Galia, san Reinaldo, que abrazó la vida eremítica en las montañas
de Craon, para mejor vivir los preceptos del Señor.
En el monasterio de Rupertsberg,
cerca de Bingen, en Hesse, santa Hildegardis, virgen y doctora de la Iglesia, que
expuso y describió piadosamente en libros los conocimientos conseguidos
experimentalmente, tanto sobre ciencias naturales, médicas y musicales, como de
contemplación mística.
En Avigliana, en el territorio
de Turín, en el Piamonte, beato Querubín Testa, presbítero de la Orden de
Ermitaños de San Agustín, devotísimo de la pasión del Señor.
En Zaragoza, en el reino de
Aragón, san Pedro Arbués, presbítero y mártir, canónigo regular de la Orden de
San Agustín. que, dedicado en dicho reino a combatir supersticiones y herejías.
fue asesinado ante el altar de la iglesia catedral a manos de algunos afectados
por su oficio de inquisidor.
En Gora Kalwaria, Polonia, san
Estanislao de Jesús y María (Juan Papczynski), presbítero y fundador de la
congregación de Clérigos de la Inmaculada Concepción de la Ssima. Virgen María.
En Hue, de Annam, pasión de san
Manuel Nguyen Van Triêu, presbítero, mártir bajo el régimen del emperador Canh
Thinh.
En Génova, de la región de la
Liguria, san Francisco María de Camporosso, religioso de la Orden de los
Hermanos Menores Capuchinos, que fue eximio por su caridad para con los pobres,
así como por su entrega al bien y salvación de sus vecinos enfermos de una
peste arrasadora, de la cual también él mismo se hizo ofrenda como víctima.
En Cracovia, ciudad de Polonia,
san Segismundo Félix Felinski, obispo de Varsovia, que en medio de grandes
dificultades trabajó por la libertad y la instauración de la Iglesia, y para
atender a las necesidades del pueblo fundó la Congregación de Hermanas Franciscanas
de la Familia de María.
En la población de Castillo de
Villamalefa, en la provincia de Castellón de la Región Valenciana, en España,
beato Juan Ventura Solsona, presbítero y mártir, que, perseverante en su fe,
emigró a la gloria celestial durante la cruel persecución religiosa.
En Madrid, de nuevo en España,
beato Timoteo Valero Pérez, presbítero de los Terciarios Capuchinos de Nuestra
Señora de los Dolores y mártir, que en la misma contienda libró su buen combate
por la fe de Cristo.
En los bosques de Palmiry, cerca
de Varsovia, en Polonia, beato Segismundo Sajna, presbítero y mártir, fusilado
en tiempo de guerra por no abdicar de su fe bajo un régimen extranjero hostil a
Dios.
En Mogadishu, Somalia, Leonella
Sgorbati, en el siglo Rosa María, mártir, misionera del Instituto de las
Hermanas Misioneras de la Consolata.
LITURGIA DE HOY
Liturgia de las
Horas: oficio de
feria o de la memoria.
Monición de entrada
Recordamos en esta celebración a
san Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Orden de la
Compañía de Jesús. Nació el año 1542. Intervino sabiamente, con sutiles y
peculiares aportaciones, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal
y, durante algún tiempo, también obispo de la diócesis de Capua, en Italia.
Finalmente, desempeñó en la Curía romana múltiples actividades relacionadas con
la defensa doctrinal de la fe. Entregó su alma a Dios el año 1621.
Oh, Dios, que dotaste a san Roberto Belarmino, obispo,
de admirable sabiduría y santidad para defender la fe de tu Iglesia,
concede a tu pueblo, por su intercesión,
alegrarse siempre en la integridad de esta misma fe.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Tú, en cambio, hombre de Dios, busca la justicia
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a Timoteo (1 Tim 6, 2c-12)
QUERIDO HERMANO:
Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar.
R. Te alabamos, Señor.
R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
V. ¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
V. Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
V. No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
V. Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con la generación de sus padres,
que no verán nunca la luz.
R. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Aleluya Cf. Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bendito eres, Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a
los pequeños. R.
Las mujeres iban con ellos, y les servían con sus bienes
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Como en los orígenes, así
también en su desarrollo sucesivo la Iglesia siempre ha conocido -si bien en
modos diversos y con distintos acentos- mujeres que han desempeñado un papel
quizá decisivo y que han ejercido funciones de considerable valor para la misma
Iglesia. Es una historia de inmensa laboriosidad, humilde y escondida la mayor
parte de las veces, pero no por eso menos decisiva para el crecimiento y para
la santidad de la Iglesia. Es necesario que esta historia se continúe, es más
que se amplíe e intensifique ante la acrecentada y universal conciencia de la
dignidad personal de la mujer y de su vocación, y ante la urgencia de una
"nueva evangelización" y de una mayor "humanización" de las
relaciones sociales.
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