19 de septiembre - DOMINGO DE LA XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

  

DOMINGO DE LA XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 

PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 19 DE SEPTIEMBRE

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Eucaristía del Domingo de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.) 

Para ver la transmisión en directo, pincha aquí

 

- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía II Vísperas del Domingo de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario (a las 20.30 h.) 

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NOTICIAS DE ACTUALIDAD 

(Domingo 19.09.2021)






Este 34º Viaje Internacional del Papa Francisco, con el que suma 54 países visitados hasta el momento, fue una peregrinación al corazón de Europa, durante la que el Sucesor de Pedro abordó temas de interés para todo el continente. Y, sobre todo, fue "un viaje espiritual", que comenzó con la adoración de la Eucaristía y concluyó con la invocación orante a la Virgen de los Dolores que, en este siglo, no ha dejado de velar por las tierras eslavas heridas por el totalitarismo.




El Cardenal Seán Patrick O'Malley, Presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, se dirigió a los participantes en la conferencia sobre la protección de la infancia para Europa Central y Oriental titulada: "Nuestra misión común de salvaguardar a los niños de Dios", reiterando el concepto de la necesaria conversión pastoral. A continuación, un resumen de su discurso de apertura



Homilía del Domingo 19.09.2021

(Misa de la mañana)


Portada

Esta joven de Pamplona ingresa este sábado en las carmelitas de Zarautz

La lección de alegría y paz de Fátima antes de entrar al convento: «Creo que puedo cambiar el mundo»

Los arzobispos Cordileone y Gómez consideran «indignante» la ley que busca su desaparición

Vuelven al ataque contra San Junípero Serra: una doble defensa y 10 hechos contra su linchamiento

Se cumple además el 75 aniversario de la Sociedad Española de Microbiología

Día Internacional de los Microorganismos: el papel que tuvieron en España dos científicos católicos

Vídeos

  Obispo Aguirre: la fe en Bangassou

  Simone Weil: el silencio de Dios

  Nunca temamos pedir nada a Dios

  Los planes secretos de los carbonarios

  La conversión de Marino Restrepo

Otras noticias

  ¡Magia! Desde que el socialista Tezanos manda en el CIS, la bajada de católicos se multiplica por 15

  El arzobispo de La Plata pregunta si el presidente argentino quiere copiar el socialismo español

  ¿Es inconstitucional la Ley de Eutanasia española? El Tribunal Constitucional admite el recurso

  Congreso online sobre amor, sexo y afectividad, a partir del día 23: «Queremos formar formadores»

  El Europarlamento vota imponer la adopción gay a toda Europa: de España, sólo Vox votó en contra

Opinión

  Memoria histórica, desmemoria y destrucción de pruebas , por Daniel Arasa

Blogs

  Hoy el reto del amor es usar la marcha atrás que Cristo te regala. , por El Reto Del Amor

  ¿Agobiados? Comentario para Matrimonios: Lucas 8, 1-3 , por ProyectoAmorConyugal.es


 

SANTORAL DE HOY 


(† s. IV)

Elogio: San Jenaro, obispo de Benevento, mártir por Cristo en Puzzuoli, cerca de la ciudad de Nápoles, en la Campania, en tiempo de persecución contra la fe cristiana.
Patronazgos: patrono de Nápoles, de la orfebrería y para pedir contra las erupciones volcánicas.
Refieren a este santo: Santos Festo y Desiderio, San Pantaleón, Santos Próculo, Euticio y Acuto, San Sosso

Oración
Tú que nos concedes, Señor, venerar la memoria de tu mártir san Jenaro, otórganos también la gracia de gozar de su compañía en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Otros santos de este día:

En Sínada, de Frigia, san Trófimo, mártir.
En Palestina, santos mártires Peleo y Nilo, obispos en Egipto, Elías, presbítero, y Patermucio, todos ellos, por su fe en Cristo, consumidos por el fuego, junto con otros muchísimos clérigos, durante la persecución en tiempo del emperador Diocleciano.
En Tours, en la Galia Lugdunense, san Eustoquio, obispo, que, procedente del gremio senatorial, cual varón santo y religioso sucedió a san Bricio en la sede episcopal.
En el monasterio de Sisteron, cerca de Langres, también en la Galia, san Secuano, presbítero y abad.
En el territorio de Bourges, en Aquitania, san Mariano, eremita, que solo se alimentaba de manzanas agrestes y a veces de miel, si la encontraba.
En Metz, en Austrasia, san Goerico o Abbón, obispo, sucesor de san Arnulfo, a quien trasladó con veneración a esta ciudad.
En Canterbury, en Inglaterra, san Teodoro, obispo, antes monje de Tarso, que, elevado al episcopado por el papa san Vitaliano y enviado a Inglaterra casi septuagenario, gobernó con fortaleza de ánimo la Iglesia a él encomendada.
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santa Pomposa, virgen y mártir, la cual, durante la persecución desencadenada por los sarracenos, sabedora del martirio de santa Columba, salió a escondidas del monasterio cordobés de Pefiamelera y confesó intrépida a Cristo ante el juez, por lo cual fue inmediatamente decapitada ante las puertas del palacio y consiguió, así, la palma del martirio.
En Frisinga, en la región de Baviera, san Lantberto, obispo.
En Buonvicino, cerca de Cosenza, en Calabria, san Ciríaco, abad.
En Gap, de la Provenza, san Arnulfo, obispo, que sufrió mucho para restaurar la vida de la Iglesia.
En Barcelona, en la región española de Cataluña, santa María de Cervelló, virgen de la Orden de Santa María de la Merced, llamada popularmente «María del Socorro» por la ayuda prestada a sus devotos.
En Madrid, en España, san Alonso de Orozco, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que, encargado de la predicación en el palacio del rey, siempre se mostró austero y humilde.
En Seúl, en Corea, pasión de san Carlos Hyon Song-mun, mártir, que, siendo catequista, hizo largas y difíciles gestiones para facilitar la llegada de misioneros a su país, y finalmente, encarcelado junto con otros cristianos, nunca dejó de exhortar a los compañeros hasta que, por Cristo, murió decapitado.
En Villefranche, en la región de Rodez, en Francia, santa María Guillerma Emilia de Rodat, virgen, fundadora de la Congregación de la Sagrada Familia, dedicadas a la educación de niñas y a ayuda para los necesitados.
En Ciempozuelos, cerca de Madrid, en España, beato Jacinto Hoyuelos González, religioso de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios y mártir, que, confesando a Cristo, coronó su vida con un glorioso martirio en la persecución contra la Iglesia durante la contienda civil.
En Benifaió, en la provincia de Valencia, también en España, beata Francisca Cualladó Baixauli, virgen y mártir, que derramó su sangre por su fe en Cristo en la misma persecución religiosa.

En Madrid, nuevamente en España, beatas María de Jesús de la Iglesia y de Varo, María Dolores y su hermana Consuelo Aguiar-Mella y Díaz, vírgenes del Instituto de Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías, mártires por su testimonio de Cristo.


LITURGIA DE HOY


Misa
 del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (B).
- Sab 2, 12. 17-20. Lo condenaremos a muerte ignominiosa.
- Sal 53. R. El Señor sostiene mi vida.
- Sant 3, 16 — 4, 3. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.
- Mc 9, 30-37. El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.

La 1 lect. de hoy, del libro de la Sabiduría, fue escrita siglos antes de Cristo y, sin embargo, da la impresión de que describe lo que vivió Jesucristo en su pasión: «Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos». Dice el Ev.: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará». Sus discípulos no entendían aquello, tanto que discutían entre sí quién sería el más importante. Él les dijo que «quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Ev.). Un aviso muy importante para la comunidad cristiana, pues tantas veces caemos en el pecado de las envidias y peleas, queriendo averiguar quién manda más (cf. 2 lect.).


Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.


Martirologio: elogs. del 20 de septiembre, pág. 564.
CALENDARIOS: Sagrada Familia de Villefranche: Santa Emilia de Rodat (S).
Misioneros de Nuestra Señora de la Saleta: Nuestra Señora de la Saleta (S).
Ávila: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Jesús García Burillo, obispo, emérito (1998).
Tarragona: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Jaume Pujol Balcells, arzobispo, emérito (2004).
Ourense: Aniversario de la muerte de Mons. Ángel Temiño Saiz, obispo (1991).

 

Antífona de entrada
Yo soy la salvación del pueblo, dice el Señor. Cuando me invoquen en la tribulación, los escucharé y seré para siempre su Señor.

Monición de entrada

Al celebrar la eucaristía, reconocemos que el Señor es el que sostiene, anima e ilumina nuestra vida. Además, en el camino del seguimiento del Maestro es necesario mantener una actitud de servicio, de abnegación y de humildad. Solo quien recorra ese camino podrá acoger a Cristo y al Padre que lo ha enviado.

Acto penitencial
- Tú, que has conocido el abandono, la traición y la ingratitud: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, que has vencido el pecado en tu propia carne: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, que has dado tu vida en rescate por todos: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

Se dice Gloria.


Oración colecta

Oh, Dios, que has puesto la plenitud de la ley divina
en el amor a ti y al prójimo,
concédenos cumplir tus mandamientos,
para que merezcamos llegar a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA
Lo condenaremos a muerte ignominiosa

Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 2, 12. 17-20)

SE DECÍAN los impíos:
«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso:
se opone a nuestro modo de actuar,
nos reprocha Las faltas contra la ley
y nos reprende contra la educación recibida.
Veamos si es verdad lo que dice,
comprobando cómo es su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará
y lo librará de las manos de sus enemigos.
Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial Sal 53, 3-4. 5. 6 y 8 (R.: 6b)

R. El Señor sostiene mi vida.

V. Oh, Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh, Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.

R. El Señor sostiene mi vida.

V. Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.

R. El Señor sostiene mi vida.

V. Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno.

R. El Señor sostiene mi vida.


SEGUNDA LECTURA
El fruto de la justicia se siembro en la paz para quienes trabajan por la paz

Lectura de la carta del apóstol Santiago (Sant 3, 16-4, 3)

QUERIDOS HERMANOS:
Donde hay envidia y rivalidad, hay turbulencia y todo tipo de malas acciones.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.
¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros? Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís.
Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


Aleluya Cf. 2Tes 2, 14

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Dios nos llamó por medio del Evangelio, para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R.


EVANGELIO
El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos


╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 9, 30-37)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco
Homilía del Santo Padre en la Santa Misa.
Parque Santakos de Kaunas, Lituania. Domingo, 23 de septiembre de 2018.

San Marcos dedica toda una parte de su evangelio a la enseñanza de los discípulos. Pareciera que Jesús, a mitad de camino hacia Jerusalén, quiso que los suyos volvieran a elegir sabiendo que ese seguimiento suponía momentos de prueba y de dolor. El evangelista relata ese período de la vida de Jesús recordando que en tres ocasiones él anunció su pasión; ellos expresaron tres veces su desconcierto y resistencia, y el Señor en las tres oportunidades quiso dejarles una enseñanza. Nosotros acabamos de escuchar la segunda de esas tres secuencias (cf. Mc 9, 30-37).

La vida cristiana siempre pasa por momentos de cruz, y a veces parecen interminables. Las generaciones pasadas habrán dejado grabado a fuego el tiempo de la ocupación, la angustia de los que eran llevados, la incertidumbre de los que no volvían, la vergüenza de la delación, de la traición. El libro de la Sabiduría nos habla acerca del justo perseguido, aquel que sufre ultrajes y tormentos por el solo hecho de ser bueno (cf. Sb 2, 10-20). Cuántos de vosotros podríais relatar en primera persona, o en la historia de algún familiar, este mismo pasaje que hemos leído. Cuántos también habéis visto tambalear vuestra fe porque no apareció Dios para defenderos; porque el hecho de permanecer fieles no bastó para que él interviniera en vuestra historia. Kaunas sabe de esto; Lituania entera lo puede testimoniar con un escalofrío ante la sola mención de Siberia, o los guetos de Vilna y de Kaunas, entre otros; y puede decir al unísono con el apóstol Santiago, en el fragmento de su carta que hemos escuchado: ambicionan, matan, envidian, combaten y hacen la guerra (cf. St 4, 2).

Pero los discípulos no querían que Jesús les hablase de dolor y cruz, no quieren saber nada de pruebas y angustias. Y san Marcos recuerda que se interesaban por otras cosas, que volvían a casa discutiendo quién era el mayor. Hermanos: el afán de poder y de gloria constituye el modo más común de comportarse de quienes no terminan de sanar la memoria de su historia y, quizás por eso mismo, tampoco aceptan esforzarse en el trabajo del presente. Y entonces se discute sobre quién brilló más, quién fue más puro en el pasado, quién tiene más derecho a tener privilegios que los otros. Y así negamos nuestra historia, «que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 96). Es una actitud estéril y vanidosa, que renuncia a implicarse en la construcción del presente al perder el contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel. No podemos ser como esos "expertos" espirituales, que solo juzgan desde afuera y se entretienen en un continuo hablar sobre "lo que habría que hacer" (cf. ibíd.).

Jesús, sabiendo lo que sentían, les propone un antídoto a estas luchas de poder y al rechazo del sacrificio; y, para darle solemnidad a lo que va a decir, se sienta como un Maestro, los llama, y realiza un gesto: pone a un niño en el centro; un niñito que generalmente se ganaba los mendrugos haciendo los mandados que nadie quería hacer. ¿A quién pondrá en el medio hoy, aquí, en esta mañana de domingo? ¿Quiénes serán los más pequeños, los más pobres entre nosotros, aquellos que tenemos que acoger a cien años de nuestra independencia? ¿Quién no tiene nada para devolvernos, para hacer gratificante nuestro esfuerzo y nuestras renuncias? Quizás son las minorías étnicas de nuestra ciudad, o aquellos desocupados que deben emigrar. Tal vez son los ancianos solos, o los jóvenes que no encuentran sentido a la vida porque perdieron sus raíces. "En medio" significa equidistante, para que nadie se pueda hacer el distraído, ninguno pueda argumentar que "es responsabilidad de otro", porque "yo no lo vi" o "estoy más lejos". Sin protagonismos, sin querer ser los aplaudidos o los primeros. Allá, en la ciudad de Vilna, le tocó al río Vilna aportar su caudal y perder su nombre ante el Neris; acá, es el mismo Neris el que pierde su nombre aportando su caudal al Nemunas. De eso se trata, de ser una Iglesia "en salida", de no tener miedo a salir y entregarnos aun cuando parezca que nos disolvemos, de perder en pos de los más pequeños, de los olvidados, de aquellos que habitan en las periferias existenciales. Pero sabiendo que ese salir implicará también en ocasiones un detener el paso, dejar de lado ansiedades y urgencias, para saber mirar a los ojos, escuchar y acompañar al que se quedó al borde del camino. A veces tocará comportarse como el padre del hijo pródigo, que se queda a la puerta esperando su regreso, para abrirle apenas llegue (cf. ibíd., 46); y otras, como los discípulos que tienen que aprender que cuando se recibe a un pequeño es al mismo Jesús a quien se recibe.

Porque por eso estamos hoy acá, ansiosos de recibir a Jesús: en su palabra, en la eucaristía, en los pequeños. Recibirlo para que él reconcilie nuestra memoria y nos acompañe en un presente que nos sigue apasionando por sus desafíos, por los signos que nos deja, para que lo sigamos como discípulos, porque no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en el corazón de los discípulos de Cristo, y así sentimos como nuestros los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y afligidos (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. ap. Gaudium et spes, 1). Por eso, y porque como comunidad nos sentimos verdadera e íntimamente solidarios del género humano –de esta ciudad y de toda Lituania– y de su historia (cf. ibíd.), queremos entregar la vida en el servicio y en la alegría, y así hacer saber a todos que Cristo Jesús es nuestra única esperanza.

Homilía, La Habana, Domingo 20 de septiembre de 2015

Jesús les hace a sus discípulos una pregunta aparentemente indiscreta: «¿De qué discutían por el camino?». Una pregunta que también puede hacernos hoy: ¿De qué hablan cotidianamente? ¿Cuáles son sus aspiraciones? «Ellos –dice el Evangelio– no contestaron, porque por el camino habían discutido sobre quién era el más importante». Les daba vergüenza decirle a Jesús de lo que hablaban. Como a los discípulos de ayer, también hoy a nosotros, nos puede acompañar la misma discusión: ¿Quién es el más importante?
Jesús no insiste con la pregunta, no los obliga a responderle de qué hablaban por el camino, pero la pregunta permanece no solo en la mente, sino también en el corazón de los discípulos.
¿Quién es el más importante? Una pregunta que nos acompañará toda la vida y en las distintas etapas seremos desafiados a responderla. No podemos escapar a esta pregunta, está grabada en el corazón. Recuerdo más de una vez en reuniones familiares preguntar a los hijos: ¿A quién querés más, a papá o a mamá? Es como preguntarle: ¿Quién es más importante para vos? ¿Es tan solo un simple juego de niños esta pregunta? La historia de la humanidad ha estado marcada por el modo de responder a esta pregunta.
Jesús no le teme a las preguntas de los hombres; no le teme a la humanidad ni a las distintas búsquedas que ésta realiza. Al contrario, Él conoce los «recovecos» del corazón humano, y como buen pedagogo está dispuesto a acompañarnos siempre. Fiel a su estilo, asume nuestras búsquedas, nuestras aspiraciones y les da un nuevo horizonte. Fiel a su estilo, logra dar una respuesta capaz de plantear un nuevo desafío, descolocando «las respuestas esperadas» o lo aparentemente establecido. Fiel a su estilo, Jesús siempre plantea la lógica del amor. Una lógica capaz de ser vivida por todos, porque es para todos.
Lejos de todo tipo de elitismo, el horizonte de Jesús no es para unos pocos privilegiados capaces de llegar al «conocimiento deseado» o a distintos niveles de espiritualidad. El horizonte de Jesús, siempre es una oferta para la vida cotidiana también aquí en «nuestra isla»; una oferta que siempre hace que el día a día tenga cierto sabor a eternidad.
¿Quién es el más importante? Jesús es simple en su respuesta: «Quien quiera ser el primero - o sea el más importante - que sea el último de todos y el servidor de todos». Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás.
Y esta es la gran paradoja de Jesús. Los discípulos discutían quién ocuparía el lugar más importante, quién sería seleccionado como el privilegiado –¡eran los discípulos, los más cercanos a Jesús, y discutían sobre eso!-, quién estaría exceptuado de la ley común, de la norma general, para destacarse en un afán de superioridad sobre los demás. Quién escalaría más pronto para ocupar los cargos que darían ciertas ventajas.
Y Jesús les trastoca su lógica diciéndoles sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo. Es decir, sirviendo.
La invitación al servicio posee una peculiaridad a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar. Son personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, las que Jesús nos invita a defender, a cuidar y a servir. Porque ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles.
Hay un «servicio» que sirve a los otros; pero tenemos que cuidarnos del otro servicio, de la tentación del «servicio» que «se» sirve de los otros. Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los «míos», en nombre de lo «nuestro». Ese servicio siempre deja a los «tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión.
Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del «servicio que se sirve». Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor. Y esto sin mirar de costado para ver lo que el vecino hace o ha dejado de hacer. Jesús dice: «Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos». Ese va a ser el primero. No dice, si tu vecino quiere ser el primero que sirva. Debemos cuidarnos de la mirada enjuiciadora y animarnos a creer en la mirada transformadora a la que nos invita Jesús.
Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro la cuestión del hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas.
El santo Pueblo fiel de Dios que camina en Cuba, es un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas. Es un pueblo que camina, que canta y alaba. Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza. Así la sembraron sus próceres. Hoy los invito a que cuiden esa vocación, a que cuiden estos dones que Dios les ha regalado, pero especialmente quiero invitarlos a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos. No los descuiden por proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado. Nosotros conocemos, somos testigos de la «fuerza imparable» de la resurrección, que «provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo» (cf. Evangelii gaudium, 276.278).
No nos olvidemos de la Buena Nueva de hoy: la importancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. Y en esto encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad.
Porque, queridos hermanos y hermanas, «quien no vive para servir, no sirve para vivir».

Se dice Credo.


Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre. Él es nuestro auxilio.

- Para que la Iglesia procure ser signo de Cristo, que vino a servir y dar la vida por todos. Roguemos al Señor.

- Para que los gobernantes promuevan los derechos de los más débiles de la sociedad. Roguemos al Señor.

- Para que en la sociedad se valoren la honradez, la austeridad, la sinceridad y la autenticidad. Roguemos al Señor.

- Para que cuantos nos preciamos de ser discípulos de Cristo entendamos sus palabras: «Quien quiera ser el primero que sea el servidor de todos». Roguemos al Señor.

Sálvanos, Señor, con tu poder;
atiende a nuestras súplicas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas

Recibe, Señor, en tu bondad las ofrendas de tu pueblo,
para que cuanto creemos por la fe
lo alcancemos por el sacramento celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.



Antífona de la comunión Sal 118, 4-5
Tú, Señor, promulgas tus decretos para que se observen exactamente; ojalá esté firme mi camino para cumplir tus consignas.

O bien: Jn 10, 14

Yo soy el Buen Pastor, dice el Señor, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.


Oración después de la comunión

Señor, apoya bondadoso con tu ayuda continua
a los que alimentas con tus sacramentos,
para que consigamos el fruto de la salvación
en los sacramentos y en la vida diaria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


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