12 de marzo - DOMINGO III DE CUARESMA (CICLO A)



  DOMINGO III DE CUARESMA (CICLO A)
  Oficio del Domingo de la Semana III del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo III: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta     Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 12 DE MARZO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Cuaresma, en la Parroquia (11.00 h.): Función Principal de Instituto en honor a Ntro. P. Jesús del Prendimiento.


PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Eucaristía del Domingo de la III Semana de Cuaresma, en la Parroquia (a las 12.30 h.).



NOTICIAS DE ACTUALIDAD


Homilía del Domingo III de Cuaresma
(12.03.2023)

Portada

Un accidente, un atraco de gángsters, el Covid... Los católicos le ayudaban en todo

Budista, un «brote sagrado» y una misteriosa protección ante el peligro le llevaron a abrazar la fe

España sufre nuevas leyes de aborto, eutanasia, acoso a la libre expresión y a objetores

7 razones para ir a la marcha provida del domingo: médicos que matan, se prohíbe rezar e informar...

Lo afirmó un día después de la exigencia de su revisión por el Sínodo de los obispos alemanes

Francisco: el celibato es «temporal», pero suprimirlo «no traerá la solución» a la crisis vocacional

Vídeos

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  Estreno de «Purgatorio»

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Opinión

  Reconstruyendo mi Cristo roto , por Ignacio Segura Madico

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SANTORAL DE HOY

Elogio: En Tebeste, en Numidia, san Maximiliano, mártir, que, siendo hijo del veterano Víctor y llamado también al ejército, respondió al procónsul Diono que a un fiel cristiano no le era lícito ser soldado y, tras rehusar el juramento militar, fue ajusticiado a espada.

Patronazgos: patrono de los objetores de conciencia y de los no-violentos.


Elogio: En Sanremo, en la región de Liguria, en Italia, san Luis Orione, presbítero, que instituyó la Pequeña Obra de la Divina Providencia, para bien de los jóvenes y de todos los marginados.

   Santos Mígdono, Eugenio, Máximo, Domna, Mardonio, Esmaragdo e Hilario, mártires   

En Nicomedia, de Bitinia, conmemoración de los santos mártires Mígdono, presbítero, y Eugenio, Máximo, Domna, Mardonio, Esmaragdo e Hilario, que fueron ahogados uno tras otro en días sucesivos, para atemorizar a los demás. († 303)

   Santos Pedro, Doroteo y Gorgonio, mártires   

En la misma ciudad de Nicomedia, pasión de san Pedro, mártir, que, siendo ayudante de cámara del emperador Diocleciano, se lamentó con cierta libertad de los suplicios de los mártires, y por mandato del mismo augusto fue detenido y colgado, siendo torturado primero con prolongados azotes y después a fuego, en una parrilla. Doroteo y Gorgonio, servidores también del emperador, por haber protestado fueron sometidos a los mismos suplicios y, finalmente, estrangulados. († 303)

   San Inocencio I, papa   

En Roma, en el cementerio de Ponciano, sepultura de san Inocencio I, papa, que defendió a san Juan Crisóstomo, consoló a san Jerónimo y aprobó a san Agustín. († 417)

   San Pablo Aureliano, obispo   

En la ciudad de Léon (hoy Saint-Pol-de-Léon), en la Bretaña Armórica, san Pablo Aureliano, primer obispo de esta ciudad. († s. VI)

   San Gregorio I Magno, papa y doctor de la Iglesia   

En Roma, en la basílica de San Pedro, sepultura de san Gregorio I, papa, de sobrenombre «Magno», cuya memoria se celebra el día tres de septiembre, aniversario de su ordenación. († 604)

   San Teófanes «el Cronógrafo», abad   

En Sigriana, de Bitinia, en el monasterio de Campogrande, sepultura de san Teófanes, llamado «el Cronógrafo», que siendo muy rico prefirió hacerse pobre monje, y por defender el culto de las sagradas imágenes fue encarcelado por el emperador León el Armenio durante dos años y deportado después a Samotracia, donde, agotado por los padecimientos, entregó el espíritu. († 817)

   San Elpegio de Winchester, monje y obispo   

En Winchester, en Inglaterra, san Elpegio, obispo y monje, que procuró con gran empeño la instauración de la vida cenobítica. († 951)

   Beata Fina de San Geminiano, virgen   

En la ciudad de San Geminiano, en la Toscana, beata Fina, virgen, que desde temprana edad sobrellevó con invicta paciencia, apoyada únicamente en Dios, una prolongada y grave enfermedad. († 1253)

   Beata Justina Francucci Bezzoli, virgen y reclusa   

En Arezzo, en la Toscana, beata Justina Francucci Bezzoli, virgen de la Orden de San Benito y reclusa. († 1319)

   Beato Jerónimo Gherarducci, monje y presbítero   

En Recanati, en el Piceno, beato Jerónimo Gherarducci, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que trabajó por la paz y la concordia de los pueblos. († c. 1369)

   San José Zhang Dapeng, mártir

En la población de Guiyang, en la provincia china de Guangxi, san José Zhang Dapeng, mártir, el cual, recibida la luz de la fe, apenas bautizado abrió su casa a misioneros y catequistas, y ayudó a pobres, enfermos y niños hasta que, condenado a la crucifixión, derramó lágrimas de alegría por haber sido considerado digno de morir por Cristo. († 1815)

   Beata Ángela Salawa, virgen   

En Cracovia, en Polonia, beata Angela Salawa, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que, eligiendo entregar su vida en el servicio doméstico, vivió humildemente entre las criadas, y en suma pobreza descansó en el Señor. († 1922)


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.
LECC.: vol. I (A).
- Ex 17, 3-7. Danos agua que beber.
- Sal 94. R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
- Rom 5, 1-2. 5-8. El amor ha sido derramado en nosotros por el Espíritu que se nos ha dado.
- Jn 4, 5-42. Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
En la primera lectura, el pueblo de Israel en el desierto pide agua para beber y Moisés la hace brotar de una roca. Se anuncia así el agua que brotará del costado de Cristo abierto por la lanza del soldado: quien la beba, por la fe en Cristo y por el bautismo «se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna» (Ev). Esa agua significa el amor de Dios derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; amor que llevó a Cristo a morir por nosotros, pecadores (2 Lect).

- Este domingo se celebra el primer escrutinio preparatorio al bautismo de los catecúmenos que en la Vigilia pascual serán admitidos a los sacramentos de la Iniciación cristiana, con oraciones e intercesiones propias.
- Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. No se dice Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 13 de marzo, pág. 205.
CALENDARIOS: Vitoria: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Juan Carlos Elizalde Espinal, obispo (2016).
Guadix: Aniversario de la muerte de Mons. Juan García-Santacruz y Ortiz, obispo, emérito (2011).

RITOS INICIALES

Antífona de entrada Cfr. 8a124, 15-16
Mis ojos están siempre fijos en el Señor, pues él libra mis pies de toda trampa. Mírame, Señor, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.

O bien: Cfr. Ez 36, 23-26
Cuando manifieste en medio de ustedes mi santidad, los reuniré de todos los países; derramaré sobre ustedes agua pura y quedarán purificados de todos sus pecados, y les infundiré un espíritu nuevo, dice el Señor.
No se dice Gloria.

Oración colecta
SEÑOR Dios, fuente de misericordia y de toda bondad,
que enseñaste que el remedio contra el pecado
está en el ayuno, la oración y la limosna,
mira con agrado nuestra humilde confesión,
para que a quienes agobia la propia conciencia
nos reconforte siempre tu misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Danos agua que beber
Lectura del libro del Éxodo Éx 17, 3-7
EN AQUELLOS DÍAS, el pueblo, sediento, murmuró contra Moisés, diciendo:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?».
Clamó Moisés al Señor y dijo:
«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean».
Respondió el Señor a Moisés:
«Pasa al frente del pueblo y toma contigo algunos de los ancianos de Israel; empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo y marcha. Yo estaré allí ante ti, junto a la roca de Horeb. Golpea la roca, y saldrá agua para que beba el pueblo».
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y llamó a aquel lugar Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:
«¿Está el Señor entre nosotros o no?».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial Sal 94, 1-2. 6-7c. 7d-9 (R: cf. 7d-8a)
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».
V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
V/. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R/.
 
SEGUNDA LECTURA
El amor ha sido derramado en nosotros por el Espíritu que se nos ha dado
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos Rom 5, 1-2. 5-8
HERMANOS:
Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
 
Versículo antes del Evangelio Cf. Jn 4, 42. 15

V/. Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva, así no tendré más sed.
 

EVANGELIO
Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna
Lectura del santo Evangelio según san Juan Jn 4, 5-42
EN AQUEL TIEMPO, llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo.
Era hacia la hora sexta.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
«Dame de beber».
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús le contestó:
«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
La mujer le dice:
«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?».
Jesús le contestó:
«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
La mujer le dice:
«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla».
Él le dice:
«Anda, llama a tu marido y vuelve».
La mujer le contesta:
«No tengo marido».
Jesús le dice:
«Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad».
La mujer le dice:
«Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad».
La mujer le dice:
«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».
Jesús le dice:
«Soy yo, el que habla contigo».
En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?»

La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: «Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?».
Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.
Mientras tanto sus discípulos le insistían:
«Maestro, come».
Él les dijo:
«Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis».
Los discípulos comentaban entre ellos:
«¿Le habrá traído alguien de comer?».
Jesús les dice:
«Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.
¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador.
Con todo, tiene razón el proverbio: uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado. Otros trabajaron y vosotros entrasteis en el fruto de sus trabajos»
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho».
Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».
Palabra  del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

 

DOMINGO DE LA III SEMANA DE CUARESMA CICLO A

La Cuaresma tendremos que verla, como nos dice la Iglesia, tiempo de gracia y salvación. Veamos algunos aspectos en las lecturas de hoy: a pesar de las quejas del pueblo el Señor les atiende y hace brotar para ellos agua abundante (primera lectura); en el salmo: ¡ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón!

San Pablo (segunda lectura) razona con esta visión profundamente confiada: la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Con una frase feliz, la Madre Trinidad de la Santa Madre Iglesia nos invita a aprovechar el paso del Señor: el Señor pasa, se posa y te quiere poseer.

A la luz de todas estas afirmaciones admiramos la postura sencilla y paciente de Jesús con la samaritana, símbolo de la paciencia de Dios en espera de nuestra conversión.

Aspectos hermosos que nos revelan la humanidad de Jesús: cansado del camino y sediento dame de beber.

Detalles de cercanía y comprensión hacia esa mujer de Samaria; primero en un diálogo intrascendente y después elevando el tono y contenido: si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y Él te daría agua viva.

Su afirmación de mesiánica: soy yo, el que habla contigo.

El desconcierto de los apóstoles; el revuelo entre los samaritanos del pueblo de Sicar al oír a la mujer y después al oírle directamente a Él.

Creo que ante un texto tan rico en detalles lo más provechoso es releerlo y, si cabe, remarcar alguno de los detalles que nos revelan aspectos humanos y divinos de Jesús en relación con sus interlocutores; y siempre animándonos a la revisión de nuestras vidas en orden a una profunda conversión.



LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

Oración sobre las ofrendas
POR estas ofrendas, Señor,
concédenos benigno el perdón de nuestras ofensas,
y ayúdanos a perdonar a nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Cuando no se lee el evangelio de la samaritana, se dice el prefacio I o II de Cuaresma. En
cambio, cuando se lee el evangelio de la samaritana, se dice el siguiente: 

PREFACIO
La samaritana

℣. El Señor esté con vosotros.
℟ .Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.

EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque él mismo,
cuando pidió de beber a la samaritana,
ya había infundido en ella el don de la fe,
y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer,
fue para encender en ella el fuego del amor divino.
Por eso, Señor, te damos gracias
y proclamamos tu grandeza,
cantando con los ángeles:
Santo, Santo, Santo...

Antífona de la comunión Jn 4,13-14
El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna.

Oración después de la comunión
ALIMENTADOS en la tierra con el pan del cielo,
prenda de eterna salvación,
te suplicamos, Señor, que lleves a su plenitud en nuestra vida
la gracia recibida en este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
DIRIGE, Señor, los corazones de tus fieles
y da en tu bondad a tus siervos una gracia tan grande
que, cumpliendo en plenitud tus mandamientos,
nos haga permanecer en tu amor y en el de nuestro prójimo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Hay un motivo en el cansancio de Jesús. La fuerza de Cristo te ha creado, la debilidad de Cristo te ha regenerado. Con la fuerza nos ha creado, con su debilidad vino a buscarnos» (San Agustín).

«En el encuentro con la Samaritana, en el pozo, sale el tema de la “sed” de Cristo, que culmina en el grito en la cruz: ‘Tengo sed’ (Jn 19,28). Ciertamente esta sed, como el cansancio, tiene una base física. Pero Jesús tenía sed de la fe de todos nosotros» (Benedicto XVI).

«‘Si conocieras el don de Dios’ (Jn 4,10). La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.560).

 

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