25 de marzo - SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA, La Anunciación del Señor, Solemnidad.




  SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA, La Anunciación del Señor, Solemnidad.
  Oficio propio de la Anunciación del Señor del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia - Sexta   Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
SÁBADO, 25 DE MARZO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Eucaristía I Vísperas del V Domingo de Cuaresma, en la Parroquia (a las 18.30 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Rezo del Santo Rosario (19.00 h.) y Eucaristía I Vísperas del V Domingo de Cuaresma, en la Parroquia (a las 19.30 h.).




Portada

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SANTORAL DE HOY

La Anunciación o Encarnación del Señor, solemnidad

Elogio: solemnidad de la Anunciación del Señor. Cuando en la ciudad de Nazaret el ángel del Señor anunció a María: «Concebirás y darás a luz un hijo, y se llamará Hijo del Altísimo», María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y así, llegada la plenitud de los tiempos, el que desde antes de los siglos era el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por obra del Espíritu Santo se encarnó en María, la Virgen, y se hizo hombre.

Refieren a este santo: Natividad de la bienaventurada Virgen María.


   San Dimas, santo del NT 

Conmemoración del santo ladrón, que en la cruz reconoció a Cristo, y de Él mereció oír: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso». († s. I)

   San Dula, mártir

En Nicomedia, san Dula, mártir. († s. inc.)

   San Quirino de la Vía Portuense, mártir   

En Roma, en el cementerio de Ponciano, en la vía Portuense, san Quirino, mártir. († s. inc.)

   Santa Matrona, mártir   

En Tesalónica, de Macedonia, santa Matrona, mártir, que, siendo esclava de cierta judía, mientras daba culto secretamente a Cristo, fue descubierta por su señora y castigada con muchos suplicios. Finalmente, condenada a muerte, confesando su fe en Cristo, entregó a Dios su espíritu incorrupto. († s. inc.)

   San Mona de Milán, obispo   

En Milán, en la región transpadana, san Mona, obispo. († c. 300)

   San Hermelando, abad   

En la isla de Antrum (hoy Aindre), cerca de Nantes, san Hermelando, quien, después de servir en la corte real, se hizo monje del monasterio de Fontenelle y finalmente fue designado primer abad del lugar. († c. 720)

   San Nicodemo, eremita   

En Mammola, cerca de Gerace, en Calabria, san Nicodemo, eremita, que fue maestro de vida monástica, célebre por su austeridad y por sus virtudes. († 990)

   San Procopio, abad   

En Sázava, en Bohemia, san Procopio, que, dejando mujer e hijo, abrazó la vida eremítica, y después fundó en aquel lugar un monasterio que presidió él mismo, donde celebraba las divinas alabanzas en rito griego y en lengua eslava. († 1053)

   Beato Everardo, monje   

En Schaffhausen, en Suabia, beato Everardo, que, siendo conde de Nellenburg, abrazó la vida monástica en el cenobio de Todos los Santos (Allerheiligen), construido con su esfuerzo. († 1078)

   Beato Tomás de Costacciaro, eremita   

Junto a Costacciaro, en la Umbría, beato Tomás, ermitaño, que durante sesenta y cinco años practicó la vida de anacoreta y enseñó a otros a vivirla. († 1337)

   Santa Margarita Clitherow, mártir   

En York, en Inglaterra, santa Margarita Clitherow, mártir, que, con el consentimiento de su marido, abrazó la fe católica, en la que educó también a sus hijos, y se preocupó de ocultar en su casa a sacerdotes que eran perseguidos, por cuyo motivo fue detenida varias veces durante el reinado de Isabel I. Finalmente, y tras rehusar que su causa fuese llevada ante el tribunal, para que los ánimos de los consejeros del juez no cargasen con la responsabilidad de su sentencia de muerte, por su fe en Cristo fue asfixiada bajo un enorme peso hasta morir. († 1586)

   Beato Jacobo Bird, mártir   

En Winchester, también en Inglaterra, beato Jacobo Bird, mártir, que en tiempo de la misma reina Isabel I, a los diecinueve años de edad, convertido desde poco tiempo antes al catolicismo, rechazó participar en una liturgia herética, por lo cual mereció llegar a la celebración del culto celestial. († 1592)

   Santa Lucía Filippini, fundadora   

En el Montefiascone, en la Toscana, santa Lucía Filippini, fundadora del Instituto de Maestras Pías, para promover la enseñanza cristiana de jóvenes y mujeres, especialmente las carentes de recursos. († 1732)

   Beata María Rosa Flesch, virgen y fundadora   

En Niederwenigern, Alemania, beata María Rosa Flesch, virgen y fundadora de la Congregación de Hermanas Franciscanas de la BVM de los Ángeles. († 1906)

   Beato Plácido Riccardi, monje y presbítero   

En Roma, junto a San Pablo, en la vía Ostiense, beato Plácido Riccardi, presbítero de la Orden de San Benito, quien, a pesar de sentirse afectado por fiebres continuas, enfermedades y parálisis, abrazó incansablemente la observancia de la Regla y la oración. († 1915)

   Beata Josafata Hordáshevska, virgen y fundadora   

En la localidad de Chervonohrad, junto a Lwiw, en Ucrania, beata Josafata (Miguelina) Hordáshevska, virgen, que fundó el Instituto de Hermanas Esclavas de María Inmaculada, dedicándose a hacer el bien donde fuese mayor la necesidad. († 1919)

   Santa Marie-Alphonsine Danil Ghattas, virgen y fundadora   

En Jerusalén, Isarel, santa Marie-Alphonsine Danil Ghattas, virgen, cofundadora de las Hermanas del Santo Rosario de Jerusalén de los Latinos. († 1927)

   Beato Emiliano Kovc, presbítero y mártir   

En la ciudad de Majdanek, cerca de Lublín, en Polonia, beato Emiliano Kovc, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra fue deportado a un campo de concentración, donde, por el combate de la fe, alcanzó la vida eterna. († 1944)

   Beato Ndre Zadeja, presbítero y mártir 

En Shkodrë, Albania, beato Ndre Zadeja, presbítero de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártir. († 1945)

   Beato Hilario Januszewski, presbítero y mártir   

En el campo de concentración de Dachau, cercano a Munich, de Baviera, en Alemania, beato Hilario Januszewski, presbítero de la Orden de los Carmelitas Descalzos y mártir, que en tiempo de guerra, por confesar a Cristo fue deportado desde Polonia a esta cárcel, y habiéndose contagiado del tifus por asistir a los enfermos, falleció dejando un hermoso testimonio de fe y caridad. († 1945)


LITURGIA DE HOY


DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA

El "Ángelus Domini"

195. El Ángelus Domini es la oración tradicional con que los fieles, tres veces al día, esto es, al alba, a mediodía y a la puesta del sol, conmemoran el anuncio del ángel Gabriel a María. El Ángelus es, pues, un recuerdo del acontecimiento salvífico por el que, según el designio del Padre, el Verbo, por obra del Espíritu Santo, se hizo hombre en las entrañas de la Virgen María.

La recitación del Ángelus está profundamente arraigada en la piedad del pueblo cristiano y es alentada por el ejemplo de los Romanos Pontífices. En algunos ambientes, las nuevas condiciones de nuestros días no favorecen la recitación del Ángelus, pero en otros muchos las dificultades son menores, por lo cual se debe procurar por todos los medios que se mantenga viva y se difunda esta devota costumbre, sugiriendo al menos la recitación de tres avemarías. La oración del Ángelus, por "su sencilla estructura, su carácter bíblico,... su ritmo casi litúrgico, que santifica diversos momentos de la jornada, su apertura al misterio pascual,... a través de los siglos conserva intacto su valor y su frescura".

"Incluso es deseable que, en algunas ocasiones, sobre todo en las comunidades religiosas, en los santuarios dedicados a la Virgen, durante la celebración de algunos encuentros, el Ángelus Domini... sea solemnizado, por ejemplo, mediante el canto del Avemaría, la proclamación del Evangelio de la Anunciación" y el toque de campanas.


Solemnidad de la Anunciación del Señor. Llegada la plenitud de los tiempos, el que desde antes de los siglos era el Unigénito Hijo de Dios, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, por obra del Espíritu Santo se encarnó en María, la Virgen, y se hizo hombre (elog. del Martirologio Romano).


Misa de la solemnidad (blanco).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr. (a las palabras «Y por obra...», todos se arrodillan), Pf. prop. No se puede decir la PE IV.

LECC.: vol. IV.

- Is 7, 10-14; 8, 10b: Mirad: la virgen está encinta.

- Sal 39: R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

- Hb 10, 4-10: Así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí: para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad.

- Lc 1, 26-38: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

En la celebración de hoy, hay que resaltar en primer lugar la fe de la Virgen María en las palabras del ángel. Una fe no fanática, sino razonada: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». Una fe que es obediencia a la voluntad de Dios: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Ev.). Y esa obediencia es la que Cristo tuvo desde el primer momento de su encarnación: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad» (cf. sal. resp. y 2 lect.). Por esa fe de la Virgen María, el Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, fue llevado con amor en sus purísimas entrañas, y Dios cumplió sus promesas a los hijos de Israel y colmó de manera insospechada la esperanza de los otros pueblos (cf. Pf.).

JORNADA PRO-VIDA (dependiente de la CEE): Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ.

* Hoy puede utilizarse la música instrumental y se puede adornar el altar con flores.

* Hoy no se permiten otras celebraciones, excepto la misa exequial.

 

Liturgia de las Horas: oficio la solemnidad. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 26 de marzo, pág. 224.

CALENDARIOS: Cádiz y Ceuta: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Antonio Ceballos Atienza, obispo, emérito (1988).

Segorbe-Castellón: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Casimiro López Llorente, obispo (2001).


RITOS INICIALES

Monición de entrada

Celebramos hoy la solemnidad de la Anunciación del Señor, momento central de la Historia de la Salvación en que la Virgen María con su «sí» hace posible el designio de Dios. Llegada la plenitud de los tiempos, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, el Hijo de Dios se encarnó por obra del Espíritu Santo en las entrañas de la Virgen Madre.


Antífona de entrada Hb 10, 5. 7

El Señor al entrar en el mundo dice: He aquí que vengo para hacer tu voluntad.


Acto penitencial

- Tú, que te hiciste semejante a nosotros, excepto en el pecado: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

- Tú. que al entrar en el mundo te ofreciste en sacrificio por nosotros: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.

- Tú, el fruto bendito del vientre de María: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
 
Se dice Gloria.


Oración colecta

Oh, Dios, has querido que tu Verbo
asumiera la verdad de la carne humana
en el seno de la Virgen María,
concédenos que cuantos confesamos
a nuestro Redentor Dios y hombre
merezcamos ser partícipes también de su naturaleza divina.
Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA 
Mirad: la virgen está encinta


Lectura del libro de Isaías (Is 7, 10-14; 8, 10)
 
EN AQUELLOS DÍAS, el Señor habló a Acaz y le dijo:

«Pide una signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».

    Respondió Acaz:

«No lo pido, no quiero tentar al Señor».

    Entonces dijo Isaías:

«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, porque con nosotros está Dios».


Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 39, 7-8a. 8b-9. 10. 11 [R.: cf. 8a y 9a])

V. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

V. «-Como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

V. He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

V. No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.


SEGUNDA LECTURA
Así está escrito en el comienzo del libro acerca de mi: para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad

Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 10, 4-10)
 
HERMANOS:

    Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dice:

«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas,
pero me formaste un cuerpo;
no aceptaste
holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo
-pues está escrito en el comienzo del libro acerca de mi-
para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad».

    Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley.

    Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad».

Niega lo primero, para afirmar lo segundo.

    Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.


Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


Aleluya Jn 1, 14ab

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria. R.

 
EVANGELIO
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 26-38)
R. Gloria a ti, Señor.
 
EN AQUEL TIEMPO, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

    El ángel, entrando en su presencia, dijo:

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

    Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:

«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

    Y María dijo al ángel:

«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».

    El ángel le contestó:

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque “para Dios nada hay imposible”».

    María contestó:

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».

    Y el ángel se retiró.


Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Y la que ha de ser Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento. ¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan, además, confirmadas al saber que Isabel ha obtenido también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen» (San León Magno).

«El ángel se va, la misión permanece, y junto con Ella madura la cercanía interior de Dios» (Benedicto XVI).

«La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que ‘nada es imposible para Dios’ (Lc 1,37) y dando su asentimiento: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 148).


Oración de los fieles

Recordando, hermanos, el momento en que el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, presentamos nuestras humildes súplicas por mediación de aquél que entró en el mundo ofreciéndose como víctima de salvación.

- Por la Iglesia, voz de los que no tienen voz: para que, fiel a su misión de iluminar las conciencias de los creyentes y de los hombres de buena voluntad, recuerde constantemente a todos que la vida humana es un don precioso de Dios. Roguemos al Señor.
 
- Por todos aquellos a los que aún no ha sido anunciado el Evangelio, para que Dios les envíe mensajeros de su Palabra. Roguemos al Señor.

- Por los enfermos, los marginados y los que sufren por cualquier causa, para que reciban con esperanza el anuncio de la redención de sus sufrimientos en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Roguemos al Señor.

- Por todos y cada uno de los presentes, para que recibamos en nuestro corazón la palabra divina y, a ejemplo de María, la Virgen creyente, estemos siempre dispuestos a hacer su voluntad. Roguemos al Señor.

Escucha la oración de tu Iglesia, Señor,
que contempla el misterio de la encarnación de tu Hijo,
y atiende nuestras peticiones
por intercesión de la bienaventurada Virgen María.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

Oración sobre las ofrendas

Dios todopoderoso,
dígnate aceptar los dones de tu Iglesia,
para que se alegre al celebrar los misterios en esta solemnidad,
pues reconoce que ha tenido su origen en la encarnación de tu Unigénito.
El, que vive y reina por los siglos de los siglos.


PREFACIO
El misterio de la encarnación

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque la Virgen escuchó con fe, del mensajero celeste:
que iba a nacer entre los hombres y en favor de los hombres,
por la fuerza del Espíritu Santo que la cubrió con su sombra,
aquel a quien llevó en sus purísimas,
para que se cumpliesen así, verdaderamente, las promesas hechas a los hijos de Israel,
y se manifestara la esperanza de los pueblos que debía realizarse de modo inefable.
 
Por él, los coros de los ángeles
adoran tu gloria eternamente, gozosos en tu presencia.
Permítenos asociarnos a sus voces cantando con ellos tu alabanza:

Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión Is 7, 14

Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel.


Oración después de la comunión

Te pedimos, Señor, que confirmes en nuestros corazones
los sacramentos de la verdadera fe,
para que cuantos confesamos al Hijo concebido por la Virgen,
Dios y hombre verdadero,
merezcamos llegar a la alegría eterna
por la fuerza de su resurrección salvadora.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Y la que ha de ser Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento. ¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan, además, confirmadas al saber que Isabel ha obtenido también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen» (San León Magno).

«El ángel se va, la misión permanece, y junto con Ella madura la cercanía interior de Dios» (Benedicto XVI).

«La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que ‘nada es imposible para Dios’ (Lc 1,37) y dando su asentimiento: ‘He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 148).

 

(Después de la Hora Nona:)

QUINTA SEMANA DE CUARESMA

Primera semana del Salterio


Misa vespertina del V Domingo de Cuaresma (morado).

Liturgia de las Horas: I Vísp. del oficio dominical. Comp. Dom. I.

MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir la PE IV.

LECC.: vol. I (A).

- Ez 37, 12-14. Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis.

- Sal 129. R. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

- Rom 8, 8-11. El Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros.

- Jn 11, 1-45. Yo soy la resurrección y la vida.

Cercanos ya los días de la pasión del Señor, la oración colecta de este domingo nos recuerda que fue el amor el que movió al Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Pero vencerá a la muerte resucitando para que nosotros participemos en su resurrección: «Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis» (1 Lect). Se trata del mismo Espíritu Santo que resucitó a Jesús de entre los muertos y que, si habita en nosotros por la gracia, también vivificará nuestros cuerpos (2 Lect). En el Evangelio Cristo se nos revela como la resurrección y la vida: «el que cree en mí no morirá para siempre».


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