27 de marzo - LUNES DE LA SEMANA V DE CUARESMA, feria




  LUNES DE LA SEMANA V DE CUARESMA, feria
  Oficio del Lunes de la Semana I del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta     Nona Vísperas - Completas)
 



PROGRAMA PARROQUIAL:
LUNES, 27 DE MARZO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Día de descanso en la Parroquia.

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Día de descanso en la Parroquia.










HORARIOS PARA LAS CELEBRACIONES
DE SEMANA SANTA 2023






NUEVOS HORARIOS DE VERANO:
A PARTIR DEL PRÓXIMO SÁBADO, 1 DE ABRIL LAS MISAS DE LA TARDE SERÁN:

- EN LA PARROQUIA DEL CARMEN, A LAS 19.00 H.

-EN LA PARROQUIA DE LOS DOLORES, A LAS 20.00H

Portada

Un accidente, un atraco de gángsters, el Covid... Los católicos le ayudaban en todo

Budista, un «brote sagrado» y una misteriosa protección ante el peligro le llevaron a abrazar la fe

España sufre nuevas leyes de aborto, eutanasia, acoso a la libre expresión y a objetores

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  Más riqueza material pero menos riqueza ética , por Familia, Educación y Cultura


SANTORAL DE HOY

Elogio: En Salzburgo, en Baviera meridional, san Ruperto, obispo, que, residiendo en la región de Worms, a petición del duque Teodón se dirigió a Baviera, y en dicha ciudad de Salzburgo, la antigua Juvavum, edificó una iglesia y un monasterio, que gobernó como obispo y como abad, difundiendo desde allí la fe cristiana.

Patronazgos: patrono Salzburgo, de la industria y los trabajadores de la sal; protector de los perros.

Refieren a este santo: Santa Erentrudis, San Vital de Salzburgo.


   Beato Peregrino de Falerone, religioso   

En la región Septempedana, beato Peregrino de Falerone, presbítero, que fue uno de los primeros discípulos de san Francisco y, en peregrinación por Tierra Santa, llegó a ser admirado incluso por los sarracenos. († 1232)

   Beata Panacea de’ Muzzi, virgen y mártir   

En Quarona, junto a Novara, en el Piamonte, también en Italia, beata Panacea de’ Muzzi, virgen y mártir, que a los quince años de edad, mientras estaba orando en la iglesia, fue asesinada por su propia madrastra, de quien siempre había recibido vejaciones. († 1383)

   Beato Luis Eduardo Cestac, presbítero y fundador   

En Anglet, Departamento de los Pirineos Atlánticos, Francia, beato Luis Eduardo Cestac, presbítero, cofundador de las Religiosas Siervas de María. († 1868)

   Beato Francisco Faá di Bruno, presbítero   

En Turín, de nuevo en el Piamonte, beato Francisco Faá di Bruno, presbítero, que unió la ciencia de las matemáticas y de la física con la práctica de las obras de caridad. († 1888)

   Beato María-Eugenio del Niño Jesús Grialou, presbítero y fundador   

En Venasque, Vaucluse, Francia, beato María-Eugenio del Niño Jesús, en el siglo Enrique Grialou, sacerdote profeso de los Carmelitas Descalzos, fundador del instituto secular «Nuestra Señora de la Vida». († 1967)


LITURGIA DE HOY


La Cuaresma: Dios salva, no condena


Misa de feria (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. Cuaresma.
LECC.: vol. II.
- Dan 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62. Ahora tengo que morir, siendo inocente.
- Sal 22. R. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
- Jn 8, 1-11. El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
o bien: Jn 8, 12-20. Yo soy la luz del mundo.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 28 de marzo, pág. 226.
CALENDARIOS: Clérigos Regulares de Somasca: Beato Francisco Fara de Bruno, presbítero (conm.).

RITOS INICIALES

Antífona de entrada Sal 55, 2
Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día.


Oración colecta
Oh, Dios, por tu gracia inefable
nos sentimos enriquecidos con toda bendición;
haz que pasemos de la corrupción del hombre viejo a la novedad de vida,
de modo que nos preparemos para la gloria del reino celestial.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA (forma larga)
Ahora tengo que morir, siendo inocente

Lectura de la profecía de Daniel (Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62)

EN AQUELLOS DÍAS, vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcias, mujer muy bella y temerosa del Señor.

Sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un jardín junto a su casa; y como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí.

Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo:

«En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo». Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos.

A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear, y sintieron deseos de ella.

Pervirtieron sus pensamientos y desviaron los ojos para no mirar al cielo, ni acordarse de sus justas leyes.

Sucedió que, mientras aguardaban ellos el día conveniente, salió ella como los tres días anteriores sola con dos criadas, y tuvo ganas de bañarse en el jardín, porque hacía mucho calor. No había allí nadie, excepto los dos ancianos escondidos y acechándola.

Susana dijo a las criadas:

«Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del jardín mientras me baño».

Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron:

«Las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros sentimos deseos de ti; así que consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas».

Susana lanzó un gemido y dijo:

«No tengo salida: si hago eso, mereceré la muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar delante del Señor».

Susana se puso a gritar, y los dos ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar contra ella. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del jardín.

Al oír los gritos en el jardín, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado. Cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.

Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos con el propósito criminal de hacer morir a Susana. En presencia del pueblo ordenaron:

«Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín».

Fueron a buscarla, y vino ella con sus padres, hijos y parientes. Toda su familia y cuantos la veían lloraban.

Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana.

Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor.

Los ancianos declararon:

«Mientras paseábamos nosotros solos por el jardín, salió esta con dos criadas, cerró la puerta del jardín y despidió a las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.

Nosotros estábamos en un rincón del jardín y, al ver aquella maldad, corrimos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros, y, abriendo la puerta, salió corriendo.

En cambio, a esta le echamos mano y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello».

Como eran ancianos del pueblo y jueces, la asamblea los creyó y la condenó a muerte.

Susana dijo gritando:

«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí».

Y el Señor escuchó su voz.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo en un muchacho llamado Daniel; y este dio una gran voz:

«Yo soy inocente de la sangre de esta».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

«Qué es lo que estás diciendo?».

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

«Pero ¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque, sin discutir la causa ni conocer la verdad condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella».

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:

«Ven, siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la ancianidad».

Daniel les dijo:

«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar».

Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:

«¡Envejecido en días y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: “No matarás al inocente ni al justo”. Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados».

Él contestó:

«Debajo de una acacia».

Respondió Daniel:

«Tu calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

«Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con ¡as mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime:

¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?».

Él contestó:

«Debajo de una encina».

Replicó Daniel:

«Tu calumnia también se vuelve contra ti. el ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les aplicaron la ley de Moisés y los ajusticiaron.

Aquel día se salvó una vida inocente.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


PRIMERA LECTURA (forma breve)
Ahora tengo que morir, siendo inocente

Lectura de la profecía de Daniel (Dan 13, 41c-62)

EN AQUELLOS DÍAS, la asamblea condenó a Susana a muerte. Susana dijo gritando:

«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí».

Y el Señor escuchó su voz.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo en un muchacho llamado Daniel; y este dio una gran voz:

«Yo soy inocente de la sangre de esta».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

«¿Qué es lo que estás diciendo?».

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

«Pero ¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque, sin discutir la causa ni conocer la verdad condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella».

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:

«Ven, siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la ancianidad».

Daniel les dijo:

«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar».

Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:

«¡Envejecido en días y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: “No matarás al inocente ni al justo”. Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados».

Él contestó:

«Debajo de una acacia».

Respondió Daniel:

«Tu calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

«Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y ¡a pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime:

¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?».

Él contestó:

«Debajo de una encina».

Replicó Daniel:

«Tu calumnia también se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les aplicaron la ley de Moisés y los ajusticiaron.

Aquel día se salvó una vida inocente.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 22, 1b-3a. 3bc-4. 5. 6 (R.: 4ab])



V. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.


V. Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.

V. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mí copa rebosa.

R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.

V. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.

Versículo antes del Evangelio Ez 33, 11
No me complazco en la muerte del malvado –dice el Señor–,
sino en que se convierta y viva.

EVANGELIO
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra

Lectura del santo Evangelio según san Juan Jn 8, 1-11

EN AQUEL TIEMPO, Jesús se retiró al monte de los Olivos.

Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:

«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:

«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.

Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó:

«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».

Ella contestó:

«Ninguno, Señor».

Jesús dijo:

«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».


Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)


Benedicto XVI, Ángelus 3-abril-2011

La vida cristiana es una continua configuración con Cristo, imagen del hombre nuevo, para alcanzar la plena comunión con Dios. El Señor Jesús es "la luz del mundo" (Jn 8, 12), porque en él "resplandece el conocimiento de la gloria de Dios" (2Co 4, 6) que sigue revelando en la compleja trama de la historia cuál es el sentido de la existencia humana. En el rito del Bautismo, la entrega de la vela, encendida en el gran cirio pascual, símbolo de Cristo resucitado, es un signo que ayuda a comprender lo que ocurre en el Sacramento. Cuando nuestra vida se deja iluminar por el misterio de Cristo, experimenta la alegría de ser liberada de todo lo que amenaza su plena realización. En estos días que nos preparan para la Pascua revivamos en nosotros el don recibido en el Bautismo, aquella llama que a veces corre peligro de apagarse. Alimentémosla con la oración y la caridad hacia el prójimo.



LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

Oración sobre las ofrendas
TE pedimos, Señor,
que, al disponemos a celebrar los santos misterios,
te presentemos, como fruto de la penitencia corporal,
una gozosa pureza de corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I de la Pasión del Señor
La fuerza de la cruz

43. Este prefacio se dice en las ferias de la quinta semana de Cuaresma y en las misas de
los misterios de la cruz y de la pasión del Señor.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque en la pasión salvadora de tu Hijo
el universo aprende a proclamar tu grandeza
y, por la fuerza de la cruz,
el mundo es juzgado como reo
y el Crucificado exaltado como juez poderoso.

Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría,
te aclamamos con los ángeles y los santos
diciendo:

Santo, Santo, Santo...


Antífona de comunión

Cuando se lee el Evangelio de la mujer adúltera: Jn 8, 10-11

Mujer, ¿ninguno te ha condenado? Ninguno, Señor. Tampoco yo te condeno. En adelante no peques más.

Cuando se lee otro Evangelio: Jn 8, 12

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 


Oración después de la comunión

FORTALECIDOS con la gracia de tus sacramentos,
te pedimos, Señor,
ser purificados siempre por ellos de nuestros pecados,
y avanzar presurosos hacia ti en el seguimiento de Cristo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. 


Oración sobre el pueblo

DIOS y Padre nuestro,
purifica de sus pecados al pueblo que te suplica,
para que llevando una vida santa
se vea libre de toda adversidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Conviene avisar que nunca de tal manera nos transportemos en mirar la divina misericordia, que no nos acordemos de la justicia; ni de tal manera miremos la justicia, que no nos acordemos de la misericordia; porque ni la esperanza carezca de temor, ni el temor de la esperanza» (Fray Luis de Granada).

«‘Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra’. Estas palabras están llenas de la fuerza de la verdad, que desarma, que derriba el muro de la hipocresía y abre las conciencias a una justicia mayor, la del amor» (Benedicto XVI).

«Dios manifiesta su omnipotencia convirtiéndonos de nuestros pecados y restableciéndonos en su amistad por la gracia: ‘Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia...’ (Misal Romano, Colecta Domingo XXVI)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 277).


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