23 de marzo - JUEVES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA, feria o SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO, obispo (para la conmemoración)



  JUEVES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA, feria
  o SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO, (para la conmemoración)
  Oficio propio del Jueves de la Semana IV del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - Tercia - Sexta   Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
JUEVES, 23 DE MARZO

PARROQUIA DEL CARMEN:

- Rezo del Santo Rosario (18.00 h.) y Eucaristía del Jueves de la IV Semana de Cuaresma, en la Parroquia (a las 18.30 h.).

PARROQUIA DE LOS DOLORES:

- Rezo del Santo Rosario (19.00 h.) y Eucaristía del Jueves de la IV Semana de Cuaresma, en la Parroquia (a las 19.30 h.).



Portada

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SANTORAL DE HOY

Elogio: Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, en Perú. Laico de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América, donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía a la Iglesia y catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente, en la población de Saña, descansó en el Señor.

Patronazgos: patrono de Perú, de Lima y del episcopado latinoamericano.

Refieren a este santo: San Francisco Solano, Santa Rosa de Lima.



   San Fingar, mártir   

En Cornualles, san Fingar o Guignero, mártir. († c. 460)

   Santos Victoriano y compañeros, mártires   

Conmemoración de los santos mártires Victoriano, procónsul de Cartago, de dos hermanos de la ciudad de Aguas Regias, hoy Henchir-Baboucha, así como de dos mercaderes, ambos de nombre Frumencio, que, en la persecución desencadenada por los vándalos, bajo el rey arriano Hunerico, padecieron atroces suplicios por su constancia en confesar la fe cristiana, consiguiendo así la gloriosa corona. († 484)

   San Gualterio, abad

En Pontoise, cerca de París, en Francia, san Gualterio, primer abad del monasterio del lugar, que, renunciando a su inclinación por la soledad, con su ejemplo enseñó a los monjes la disciplina de la Regla y fustigó en el clero las costumbres simoníacas. († c. 1095)

   San Otón, eremita   

En Ariano Irpinio, en la Campania, san Otón, ermitaño. († c. 1120)

   Beato Pedro de Gubbio, presbítero   

En Gubbio, de la Umbría, beato Pedro, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín. († c. 1287)

   Beato Edmundo Sykes, presbítero y mártir   

En York, en Inglaterra, beato Edmundo Sykes, presbítero y mártir, que durante el reinado de Isabel I fue desterrado por ser sacerdote, y habiendo regresado a Inglaterra de nuevo, fue apresado y ajusticiado. († 1587)

   Beato Pedro Higgins, presbítero y mártir   

En la localidad de Naas, cerca de Dublín, en Irlanda, beato Pedro Higgins, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que en tiempo del rey Carlos I fue ahorcado sin juicio previo por guardar fidelidad a la Iglesia Romana. († 1642)

   San José Oriol, presbítero  

En Barcelona, en España, san José Oriol, presbítero, que con su mortificación corporal, su cultivo de la pobreza y su continua oración mantuvo una constante unión con Dios, que le enriqueció con dones celestiales. († 1702)

   Beata Anunciata Cocchetti, virgen   

En el pueblo de Cemmo, en la región de Lombardía, en Italia, beata Anunciata Cocchetti, virgen, que con fortaleza y humildad dirigió el Instituto de Hermanas de Santa Dorotea, recién fundado. († 1882)

   Santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, virgen   

Cerca de ad-Dahr, santa Rebeca de Himlaya ar-Rayyas, virgen de la Orden de las Hermanas Libanesas de San Antonio de los Maronitas, que, ciega durante treinta años, y después con parálisis de todos los miembros, permaneció continuamente en oración, fija sólo en Dios. († 1914)

   Beato Metodio Domingo Trcka, presbítero y mártir   

En Leopoldov, en Eslovaquia, beato Metodio Domingo Trcka, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor y mártir, que en tiempo de persecución por causa de la fe, con su glorioso martirio cambió su peregrinar terreno en vida eterna. († 1959)

   Beato Álvaro del Portillo Díez de Sollano, obispo   

En Roma, beato Álvaro del Portillo Díez de Sollano, obispo, prelado de la Opus Dei, primer sucesor del santo fundador en esa dignidad. († 1994)


LITURGIA DE HOY


Día 26º de Cuaresma:
La Cuaresma: Arrepentirse de los pecados


Misa de feria (morado).

MISAL: ants. y oracs. props. [para la conm.: 1.ª orac. prop. y el resto de la feria], Pf. Cuaresma.

LECC.: vol. II.

- Ex 32, 7-14. Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.

- Sal 105. R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

- Jn 5, 31-47. Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

Liturgia de las Horas: oficio de feria. Se puede hacer con- memoración del santo.

Martirologio: elogs. del 24 de marzo, pág. 220.

CALENDARIOS: Salamanca: Santo Toribio de Mogrovejo, obispo (conm.). Barcelona, Sant Feliu de Llobregat y Terrassa: San José Oriol, presbítero (conm.). 

Tortosa: Aniversario de la muerte de Mons. Manuel Moll Salord, obispo (1972).


RITOS INICIALES

Antífona de entrada Sal 68, 14
Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Busquen al Señor y serán fuertes; busquen su rostro sin descanso.


Oración colecta

IMPLORAMOS, Señor, con fervor tu misericordia,
para que hagas que, convertidos por el arrepentimiento
y ejercitados en las buenas obras, nosotros, tus siervos,
perseveremos guardando fielmente tus mandamientos
y lleguemos bien dispuestos a las fiestas pascuales.
Por nuestro Señor Jesucristo.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo

Lectura del libro del Éxodo (Éx 32, 7-14)

EN AQUELLOS DÍAS, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman:
“Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 105, 19-20. 21-22. 23 [R.: cf. 4ab])

R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

V. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba.

R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

V. Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo.

R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

V. Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio.

R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.

Versículo antes del Evangelio Cf. Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna.

EVANGELIO 
Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza

╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 5, 31-47)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa:
Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco, Ex. Ap. Evangelii gaudium 93.

La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: «¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?» (Jn 5, 44). Es un modo sutil de buscar «sus propios intereses y no los de Cristo Jesús» (Flp 2, 21). Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de personas y con los estamentos en los que se enquista. Por estar relacionada con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta con pecados públicos, y por fuera todo parece correcto. Pero, si invadiera la Iglesia, «sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral» (H. de Lubac, Méditation sur l’Église, Paris 1968, 231).


LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

Oración sobre las ofrendas

TE ROGAMOS, Dios todopoderoso,
que la oblación de este sacrificio purifique nuestra debilidad
y la proteja de todo lo malo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Antífona de la comunión Jr 31, 33

Yo pondré mi ley en lo más profundo de su ser y voy a grabarla en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo, dice el Señor.


Oración después de la comunión

TE PEDIMOS, Señor, que los sacramentos recibidos
purifiquen y liberen de toda culpa a tus siervos,
para que, quienes nos sentimos abatidos por el peso de los pecados,
nos gloriemos en la plenitud del remedio celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Oración sobre el pueblo

DIOS y Padre nuestro,
protector de los que esperan en ti, bendice a tu pueblo:
sálvalo, protégelo y disponlo para que, libre de todo pecado
y a salvo de las asechanzas del enemigo,
persevere siempre en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«No se trata de conocer algo de Dios, sino de tener a Dios en el alma» (San Gregorio de Nisa).

«Haced que brille vuestra luz en nuestra sociedad, en la política, en el mundo de la economía, en el mundo de la cultura y de la investigación. Aunque sea una lucecita en medio de tantos fuegos artificiales, recibe su fuerza y su esplendor de la gran Estrella de la mañana, Cristo resucitado» (Benedicto XVI).

«Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado. Invitan a creer en Jesús (…). Los milagros fortalecen la fe en Aquél que hace las obras de su Padre (…). Pero también pueden ser ‘ocasión de escándalo’ (Mt 11,6). No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos; incluso se le acusa de obrar movido por los demonios» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 548).

 

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