
DOMINGO III DE CUARESMA (CICLO C)
PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 20 DE MARZO
- Horario de la parroquia: abierta de 09.30 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Eucaristía del Domingo III de Cuaresma (a las 11.00 h.).
- Solemne Eucaristía del Domingo III de Cuaresma en la Capilla de San Sebastián (a las 12.00 h.), Función Principal de Instituto de la Hermandad de Ntro. P. Jesús Nazareno.
- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía II Vísperas del Domingo III de Cuaresma (a las 19.30 h.).
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
San José
218. Dios, en su providente sabiduría, para realizar el plan de la salvación, asignó a José de Nazaret, "hombre justo" (cfr. Mt 1,19), esposo de la Virgen María (cfr. ibid.; Lc 1,27), una misión particularmente importante: introducir legalmente a Jesús en la estirpe de David de la cual, según la promesa (2 Sam 7,5-16; 1 Cro 17,11-14), debía nacer el Mesías Salvador, y hacer de padre y protector para Él.
En virtud de esta misión, san José interviene activamente en los misterios de la infancia del Salvador: recibió de Dios la revelación del origen divino de la maternidad de María (cfr. Mt 1,20-21) y fue testigo privilegiado del nacimiento de Cristo en Belén (cfr. Lc 2,6-7), de la adoración de los pastores (cfr. Lc 2,15-16) y del homenaje de los Magos venidos de Oriente (cfr. Mt 2,11); cumplió con su deber religioso respecto al Niño, al introducirlo mediante la circuncisión en la alianza de Abraham (cfr. Lc 2,21) y al imponerle el nombre de Jesús (cfr. Mt 1,21); según lo prescrito en la Ley, presentó al Niño en el Templo, lo rescató con la ofrenda de los pobres (cfr. Lc 2,22-24; Ex 13,2.12-13) y, lleno de asombro, escuchó el cántico profético de Simeón (cfr. Lc 2,25-33); protegió a la Madre y al Hijo durante la persecución de Herodes, refugiándose en Egipto (cfr. Mt 2,13-23); se dirigía todos los años a Jerusalén con la Madre y el Niño, para la fiesta de Pascua, y sufrió, turbado, la pérdida de Jesús, a sus doce años, en el Templo (cfr. Lc 2,43-50); vivió en la casa de Nazaret, ejerciendo su autoridad paterna sobre Jesús, que le estaba sometido (cfr. Lc 2,51), instruyéndolo en la Ley y en la profesión de carpintero.
219. A lo largo de los siglos, especialmente en los tiempos más recientes, la reflexión eclesial ha puesto de manifiesto las virtudes de san José, entre las que destacan: la fe, que en él se traduce en adhesión plena y valerosa al designio salvífico de Dios; obediencia solícita y silenciosa ante las manifestaciones de su voluntad; amor y observancia fiel de la Ley, piedad sincera, fortaleza en las pruebas; el amor virginal a María, el debido ejercicio de la paternidad, el trabajo escondido.
220. La piedad popular comprende la validez y la universalidad del patrocinio de san José, "a cuya atenta custodia Dios quiso confiar los comienzos de nuestra redención" y "sus tesoros más preciados". Al patrocinio de san José se confían: toda la Iglesia, que el beato Pío IX quiso poner bajo la especial protección del santo Patriarca; los que se consagran a Dios eligiendo el celibato por el Reino de los cielos (cfr. Mt 19,12): estos "en san José tienen...un modelo y un defensor de la integridad virginal"; los obreros y los artesanos, de los cuales el humilde carpintero de Nazaret se considera un especial modelo; los moribundos, porque, según una piadosa tradición, san José fue asistido por Jesús y María, en la hora de su tránsito .
221. La Liturgia, al celebrar los misterios de la vida del Salvador, sobre todo los de su nacimiento e infancia, recuerda con frecuencia la figura y el papel de san José: en el tiempo de Adviento; en el tiempo de Navidad, especialmente en la fiesta de la Sagrada Familia; en la solemnidad del 19 de Marzo; en la memoria del 1º de Mayo.
El nombre de san José aparece en el Communicantes del Canon Romano y en las Letanías de los Santos. En la Recomendación de los moribundos se sugiere la invocación al santo Patriarca y, en la misma circunstancia, la comunidad ora para que el alma del difunto, que ha partido ya de este mundo, encuentre su morada "en la paz de la santa Jerusalén, con la Virgen María, Madre de Dios, con san José, con todos los Ángeles y los Santos".
222. También en la piedad popular la veneración de san José tiene un amplio espacio: en numerosas expresiones de genuino folclore; en la costumbre, establecida al menos desde el siglo XVII, de dedicar los miércoles al culto de san José, costumbre sobre la que se desarrollan algunos ejercicios de piedad como los Siete miércoles en su honor; en las jaculatorias que brotan de los labios de los fieles;en oraciones, como la compuesta por el Papa León XIII, Ad te, beate Ioseph, que no pocos fieles recitan diariamente; en las Letanías de san José, aprobadas por san Pío X; en el ejercicio de piedad de la corona de los Siete dolores y los siete gozos de san José.
223. El hecho de que la solemnidad de san José (19 de Marzo) caiga en Cuaresma, en la que la Iglesia se dedica totalmente a la preparación bautismal y a la memoria de la Pasión del Señor, provoca ciertas dificultades de armonización entre la Liturgia y la piedad popular. Por lo tanto, las prácticas tradicionales del "mes de San José" se deben poner en sintonía con el tiempo litúrgico. La renovación litúrgica ha conseguido que el significado del periodo cuaresmal sea más profundo en los fieles. Con las debidas adaptaciones en las expresiones de la piedad popular, se debe favorecer y difundir la devoción a san José, teniendo siempre presente "el insigne ejemplo... que va más allá de los diversos estados de vida y se propone a toda la comunidad cristiana, sea cual sea la condición y tareas de cada fiel".
También nuestra parroquia está recogiendo donativos para enviarlos a Cáritas Huelva, y desde ahí, a Cáritas Española para hacerlos llegar a Cáritas Ucrania.
Gracias por vuestra generosidad. Ningún céntimo o ayuda hechos con amor a Dios y al prójimo quedará sin recompensa. Dios os lo pagará.
Si queréis colaborar desde la cuenta de la parroquia lo podéis hacer aquí:
Número de cuenta: ES87 3187 0026 4510 8793 8021
Concepto: Colecta UCRANIA.
RECAUDACIÓN COLECTA EXTRAORDINARIA PARA UCRANIA ENVIADA A CÁRITAS
9.050,00 EUROS
Interesantísima conferencia del Profesor Florentino Portero hecha el 19 de enero de 2015 para entender la invasión y la guerra sobre Ucrania

Florentino Portero (Madrid, 1956) es investigador sénior asociado y miembro del Consejo Científico del Real Instituto Elcano. Profesor titular de Historia Contemporánea (UNED).
Ha sido Profesor en el Centro de Estudios Universitarios San Pablo CEU y Profesor Visitante en el Centre of Contemporary Spanish Studies of Queen Mary and Westfield College (Londres) y en la University of Minnesota. Ha impartido programas de máster en la UNED, el Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, la Universidad de Alicante, la Universidad San Antonio de Murcia y la Escuela Diplomática. Ha sido consejero de la Fundación Argentaria, director general de la Fundación Isaac Albéniz, secretario general del Grupo de Estudios Estratégicos y director general del Centro Sefarad-Israel.
Es presidente del Consejo Asesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria, vicepresidente del Instituto de Investigación Conde de Floridablanca, vocal de la Junta Directiva del Foro de la Sociedad Civil, miembro del patronato del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado y de la Comisión Académica de la Fundación Transición Española. Es Miembro del Consejo Editorial de la revista La Ilustración Liberal, del Consejo Asesor de Revista de Libros, del Consejo Asesor de la revista Pasado y Memoria, del Consejo Asesor de Infomedio.
Quinario en honor
a Nuestro Padre Jesús Nazareno
(del 14 al 19 de marzo)
San Martín de Braga, obispo
(510 - 579)
Elogio: En Braga, ciudad de Portugal, san Martín, obispo, oriundo de Panonia, conocido por el sobrenombre de «Dumiense» por haber regido primero la sede de Dumio, desde la cual pasó después a la de Braga, donde, con su celo y predicación, abandonaron los suevos de esa diócesis la herejía arriana y abrazaron la fe católica.
Refieren a este santo: San Martín de Vertou.
San Arquipo, santo del NT
Conmemoración de san Arquipo, compañero del apóstol san Pablo, quien le recuerda en las cartas a Filemón y a los Colosenses.
Santos Pablo, Cirilo y otros, mártires
En Antioquía, de Siria, santos Pablo, Cirilo y otros mártires. († s. inc.)
San Urbicio de Metz, obispo
En Metz, en la Galia Bélgica, san Urbicio, obispo. († c. 450)
San Cutberto de Lindisfarne, monje y obispo
En la isla de Farne, en Northumbria, actual Inglaterra, san Cutberto, obispo de Lindisfarne, que en su ministerio pastoral se distinguió por la diligencia que antes había demostrado en el monasterio y en el eremo, y armonizó pacíficamente las austeridades y género de vida de los celtas con las costumbres romanas. († 687)
San Vulframno de Sens, monje y obispo
En el monasterio de Fantenelle, en Neustria, sepultura de san Vulframno, quien, siendo monje, fue elegido obispo de Sens y se dedicó a evangelizar a los frisios. Finalmente, vuelto al citado monasterio, descansó allí en la paz del Señor. († c. 700)
San Nicetas de Apolonia, obispo y confesor
Conmemoración de san Nicetas, obispo de Apolonia, en Macedonia, que, por dar culto a las santas imágenes, fue enviado al exilio por el emperador León el Armenio. († 733)
Santos Veinte monjes de San Sabas, mártires
En la laura de San Sabas, en Palestina, martirio de veinte santos monjes, asfixiados con humo en la Iglesia de la Madre de Dios por los sarracenos, que habían asaltado ese monasterio. († 797)
Beato Ambrosio Sansedoni, religioso presbítero
En Siena, en la Toscana, beato Ambrosio Sansedoni, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue discípulo de san Alberto Magno, y aunque eximio en doctrina y predicación, se mostró al mismo tiempo sencillo para con todos. († 1287)
San Juan Nepomuceno, presbítero y mártir
En Praga, en Bohemia, san Juan Nepomuceno, presbítero y mártir, que por defender la Iglesia sufrió muchas injurias por parte del rey Venceslao IV, y sometido a tormentos y torturas, todavía con vida fue arrojado al río Moldava. († 1393)
Beato Bautista Spagnoli, religioso presbítero
En Mantua, en Lombardía, beato Bautista Spagnoli, presbítero de la Orden de los Carmelitas, que fomentó la paz entre los príncipes y reformó la misma Orden, de la que fue nombrado prepósito por el papa León X. († 1516)
Beato Hipólito Galantini, fundador
En Florencia, en la Toscana, beato Hipólito Galantini, fundador de la Asociación de la Doctrina Cristiana de San Francisco de Asís, que realizó una destacadísima labor en la instrucción catequética de los niños y de la gente sencilla. († 1619)
Beata Juana Véron, virgen y mártir
En Ernée, en la región de Mayenne, en Francia, beata Juana Véron, virgen y mártir, que se entregó al cuidado de los niños y los enfermos, y que, por haber ocultado de los perseguidores a sacerdotes durante la Revolución Francesa, fue muerta a espada. († 1794)
Beato Francisco de Jesús, María y José Palau y Quer, religioso presbítero
En Tarragona, en España, beato Francisco de Jesús, María y José Palau y Quer, presbítero de la Orden de los Carmelitas Descalzos, que en el ministerio soportó graves vejaciones y, acusado falsamente, fue relegado a la isla de Ibiza y abandonado por todos. († 1872)
Santa María Josefa del Corazón de Jesús Sancho de Guerra, virgen y fundadora
En Bilbao, ciudad del País Vasco, en España, santa María Josefa del Corazón de Jesús Sancho de Guerra, virgen, que fundó la Congregación de Hermanas Siervas de Jesús de la Caridad, a las que formó especialmente para el cuidado de los enfermos y de los pobres. († 1912)
San José Bilczewski, obispo
En Lviv, en Ucrania, san José Bilczewski, obispo, que se dedicó con gran caridad a la edificación de las costumbres y a la instrucción del clero y del pueblo de rito latino, y en el atroz tiempo de guerra que asoló aquella región, hizo cuanto estaba en su mano para ayudar a los pobres y necesitados. († 1923)
Beato Nikollë Prennushi (Vinçenc), obispo y mártir
En Durrës, Albania, beato Nikollë Prennushi (Vinçenc), presbítero profeso de los Franciscanos Minoritas, arzobispo de Durrës y mártir. († 1949)
LITURGIA DE HOY
Solemnidad de San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de David, que hizo las veces de padre para con el Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso ser llamado hijo de José, y le estuvo sujeto como un hijo a su padre. La Iglesia lo venera con especial honor como patrón, a quien el Señor constituyó sobre su familia (elog. del Martirologio Romano).
Misa del
Domingo (morado).
MISAL: ants. y oracs. props., sin Gl., Cr., Pf. prop. No se puede
decir la PE IV.
LECC.: vol. I (C).
- Éx 3, 1-8a. 13-15. “Yo soy” me envía a vosotros.
- Sal 102. R. El Señor es compasivo y misericordioso.
- 1 Cor 10, 1-6. 10-12. La vida del pueblo con Moisés en el
desierto fue escrita para escarmiento nuestro.
- Lc 13, 1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma
manera.
La Iglesia hoy nos llama a escuchar la advertencia de Cristo: «Si no os
convertís, todos pereceréis lo mismo» (Ev.). Los textos de hoy nos ayudan a
caer en la cuenta de que estamos hundidos bajo el peso de nuestras culpas (cf.
1.ª orac.) y necesitamos que Dios nos restaure con su misericordia. Una acción
de Dios con la que tenemos que colaborar, perdonando a los que nos ofenden (cf.
orac. sobre las ofrendas). El Señor va cumpliendo sus promesas. Se vislumbra ya
la tierra que mana leche y miel (1 lect.). La 1 lect., unida a la segunda (la
vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento
nuestro), nos evoca la pascua y el éxodo de Israel como acontecimientos
proféticos que anuncian nuestro camino espiritual hacia la pascua cristiana.
* Este domingo
se celebra el primer escrutinio preparatorio al bautismo de los catecúmenos que
en la Vigilia pascual serán admitidos a los sacramentos de la Iniciación
cristiana, con oraciones e intercesiones propias.
* Hoy puede celebrarse el día y colecta del Seminario (cf. 19 de
marzo).
* Hoy no se permiten otras celebraciones, tampoco la misa exequial.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. No se dice Te Deum. Comp. Dom.
II.
Martirologio: elogs. del 21 de
marzo, pág. 216.
Antífona de entrada Sal 24, 15-16
Tengo los ojos puestos en el
Señor, porque él saca mis pies de la red. Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
O
bien: Cf. Ez 36, 23-26
Cuando, por medio de vosotros,
haga ver mi santidad, os reuniré de todos los países; derramaré sobre vosotros
un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias, y os daré un
espíritu nuevo, dice el Señor.
Monición de entrada
Hoy es el tercer domingo de Cuaresma: el Señor nos sigue acompañando en
nuestro itinerario hacia la luz de la resurrección. Durante este tiempo,
nuestro ayuno y penitencia han de manifestarse en compromisos de justicia y
caridad. De esta forma nuestro camino cuaresmal irá realizando en nosotros una
auténtica conversión para seguir al Señor con un corazón más libre
No se dice Gloria.
Oración colecta
Oh, Dios, autor de toda misericordia y
bondad,
que aceptas el ayuno, la oración y la limosna
como remedio de nuestros
pecados,
mira con amor el reconocimiento de nuestra pequeñez y levanta con tu
misericordia
a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy
PRIMERA LECTURA
“Yo soy” me envía a vosotros
Lectura del
libro del Éxodo (Éx 3, 1-8a. 13-15)
EN AQUELLOS
DÍAS, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián.
Llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, la montaña de Dios. El ángel del Señor se
le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía
sin consumirse.
Moisés se dijo
«Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver por qué no se quema
la zarza».
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
«Moisés, Moisés».
Respondió él:
«Aquí estoy».
Dijo Dios:
«No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es
terreno sagrado».
Y añadió:
«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de
Jacob».
Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios.
El Señor le dijo:
«He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y he oído sus quejas contra los
opresores; conozco sus sufrimientos.
He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a
una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel».
Moisés replicó a Dios:
«Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me
ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les
respondo?».
Dios dijo a Moisés:
«“Yo soy el que Soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a
vosotros».
Dios añadió:
«Esto dirás a los hijos de Israel: “El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios
de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi
nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación”».
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Sal 102, 1b-2. 3-4. 6-7. 8 y 11 (R.: 8a)
R. El Señor
es compasivo y misericordioso
V. Bendice,
alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R. El Señor
es compasivo y misericordioso.
V. Él
perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.
R. El Señor
es compasivo y misericordioso.
V. El Señor
hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
R. El Señor
es compasivo y misericordioso.
V. El Señor
es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen.
R. El Señor
es compasivo y misericordioso.
SEGUNDA LECTURA
La vida del pueblo con Moisés en el
desierto fue escrita para escarmiento nuestro
Lectura de la
primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 10, 1-6. 10-12)
NO QUIERO que
ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos
atravesaron el mar y
todos fueron bautizados en Moisés por la nube y por el mar; y todos comieron el
mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues
bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la
mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el
desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal
como lo codiciaron ellos. Y para que no murmuréis, como murmuraron algunos de
ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía alegóricamente y fue escrito para escarmiento nuestro, a
quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se
crea seguro, cuídese de no caer.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
Versículo antes del Evangelio Mt 4, 17
Convertíos
-dice el Señor-, porque está cerca el reino de los cielos.
EVANGELIO
Si no os convertís, todos pereceréis
de la misma manera
╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 13, 1-9)
R. Gloria a
ti, Señor.
EN AQUEL MOMENTO
se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había
mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han
padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo
mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató,
¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo
que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no
lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo
encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le
echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».
Palabra del
Señor.
R. Gloria a
señor Jesús.
Papa Francisco
ÁNGELUS. Plaza
de San Pedro. III Domingo de Cuaresma, 24 de marzo de 2019
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13, 1-9) nos habla de
la misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús narra la parábola de la
higuera estéril. Un hombre ha plantado una higuera en su viña, y con gran
confianza todos los veranos va a buscar sus frutos, pero no encuentra ninguno,
porque el árbol es estéril. Empujado por esa decepción que se repite durante
tres años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Llama al campesino
que está en la viña y expresa su insatisfacción, ordenándole que corte el
árbol, para no desperdiciar el suelo innecesariamente. Pero el campesino le
pide al dueño que sea paciente y que le conceda una prórroga de un año, durante
la cual el mismo dedicará más atención a la higuera, para estimular su
productividad. Esta es la parábola. ¿Qué representa esta parábola? ¿Qué
representan los personajes de esta parábola?
El dueño representa a Dios Padre y el viñador es la imagen de Jesús, mientras
que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús
intercede ante el Padre en favor de la humanidad ―y lo hace siempre― y le pide
que espere y le conceda un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la
justicia broten en ella. La higuera de la parábola que el dueño quiere
erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, incapaz de hacer
el bien. Es un símbolo de quien vive para sí mismo, sacio y tranquilo,
replegado en su comodidad, incapaz de dirigir su mirada y su corazón a aquellos
que están cerca de él en un estado de sufrimiento, pobreza y malestar. A esta
actitud de egoísmo y esterilidad espiritual se contrapone el gran amor del
viñador por la higuera: hace esperar al dueño, tiene paciencia, sabe esperar,
le dedica su tiempo y su trabajo. Promete al dueño que prestará una atención
especial a ese árbol desafortunado.
Y esta similitud del viñador manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja
un tiempo para la conversión. Todos necesitamos convertirnos, dar un paso
adelante, y la paciencia de Dios, la misericordia, nos acompaña en esto. A
pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene
paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar por el camino del
bien. Pero la prórroga implorada y concedida mientras se espera que el árbol
finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador
le dice al dueño: «Déjala por este año todavía» (v. 8). La posibilidad de
conversión no es ilimitada; por eso hay que tomarla de inmediato. De lo
contrario se perdería para siempre. En esta Cuaresma podemos pensar: ¿Qué debo
hacer para acercarme al Señor, para convertir, para “cortar” las cosas que no
van bien? “No, no, esperaré la próxima Cuaresma”. Pero ¿estarás vivo la próxima
Cuaresma? Pensemos hoy, cada uno de nosotros: ¿qué debo hacer ante esta
misericordia de Dios que me espera y que siempre perdona? ¿Qué debo hacer?
Podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No
debemos justificar la pereza espiritual, sino aumentar nuestro compromiso de
responder con prontitud a esta misericordia con sinceridad de corazón.
En el tiempo de Cuaresma, el Señor nos invita a la conversión. Cada uno de
nosotros debe sentirse interpelado por esta llamada, corrigiendo algo en
nuestras vidas, en nuestra manera de pensar, de actuar y vivir las relaciones
con los demás. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía
en la capacidad de todos para poder “levantarse” y reanudar el viaje. Dios es
Padre, y no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para
que puedan fortalecerse y aportar su contribución de amor a la comunidad. Que
la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para la Pascua como
un tiempo de renovación espiritual y de confianza abierta a la gracia de Dios y
a su misericordia.
Papa
Benedicto XVI
ÁNGELUS,
Plaza de San Pedro, Domingo 7 de marzo de 2010
Queridos
hermanos y hermanas:
La liturgia de este tercer domingo de Cuaresma nos presenta el tema de la
conversión. En la primera lectura, tomada del Libro del Éxodo, Moisés, mientras
pastorea su rebaño, ve una zarza ardiente, que no se consume. Se acerca para
observar este prodigio, y una voz lo llama por su nombre e, invitándolo a tomar
conciencia de su indignidad, le ordena que se quite las sandalias, porque ese
lugar es santo. "Yo soy el Dios de tu padre –le dice la voz– el Dios de
Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"; y añade: "Yo soy el que
soy" (Ex 3, 6.14). Dios se manifiesta de distintos modos también en la
vida de cada uno de nosotros. Para poder reconocer su presencia, sin embargo,
es necesario que nos acerquemos a él conscientes de nuestra miseria y con
profundo respeto. De lo contrario, somos incapaces de encontrarlo y de entrar
en comunión con él. Como escribe el Apóstol san Pablo, también este hecho fue
escrito para escarmiento nuestro: nos recuerda que Dios no se revela a los que
están llenos de suficiencia y ligereza, sino a quien es pobre y humilde ante
él.
En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús es interpelado acerca de algunos
hechos luctuosos: el asesinato, dentro del templo, de algunos galileos por
orden de Poncio Pilato y la caída de una torre sobre algunos transeúntes (cf.
Lc 13, 1-5). Frente a la fácil conclusión de considerar el mal como un efecto del
castigo divino, Jesús presenta la imagen verdadera de Dios, que es bueno y no
puede querer el mal, y poniendo en guardia sobre el hecho de pensar que las
desventuras sean el efecto inmediato de las culpas personales de quien las
sufre, afirma: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos
los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no
os convertís, todos pereceréis del mismo modo" (Lc 13, 2-3). Jesús invita
a hacer una lectura distinta de esos hechos, situándolos en la perspectiva de
la conversión: las desventuras, los acontecimientos luctuosos, no deben
suscitar en nosotros curiosidad o la búsqueda de presuntos culpables, sino que
deben representar una ocasión para reflexionar, para vencer la ilusión de poder
vivir sin Dios, y para fortalecer, con la ayuda del Señor, el compromiso de
cambiar de vida. Frente al pecado, Dios se revela lleno de misericordia y no
deja de exhortar a los pecadores para que eviten el mal, crezcan en su amor y
ayuden concretamente al prójimo en situación de necesidad, para que vivan la
alegría de la gracia y no vayan al encuentro de la muerte eterna. Pero la
posibilidad de conversión exige que aprendamos a leer los hechos de la vida en
la perspectiva de la fe, es decir, animados por el santo temor de Dios. En
presencia de sufrimientos y lutos, la verdadera sabiduría es dejarse interpelar
por la precariedad de la existencia y leer la historia humana con los ojos de
Dios, el cual, queriendo siempre y solamente el bien de sus hijos, por un designio
inescrutable de su amor, a veces permite que se vean probados por el dolor para
llevarles a un bien más grande.
Queridos amigos, recemos a María santísima, que nos acompaña en el itinerario
cuaresmal, a fin de que ayude a cada cristiano a volver al Señor de todo
corazón. Que sostenga nuestra decisión firme de renunciar al mal y de aceptar
con fe la voluntad de Dios en nuestra vida.
ÁNGELUS, Domingo 11 de marzo de 2007
Queridos hermanos y hermanas:
La página del evangelio de san Lucas, que se proclama en este tercer domingo de
Cuaresma, refiere el comentario de Jesús sobre dos hechos de crónica. El
primero: la revuelta de algunos galileos, que Pilato reprimió de modo
sangriento; el segundo, el desplome de una torre en Jerusalén, que causó
dieciocho víctimas. Dos acontecimientos trágicos muy diversos: uno, causado por
el hombre; el otro, accidental. Según la mentalidad del tiempo, la gente tendía
a pensar que la desgracia se había abatido sobre las víctimas a causa de alguna
culpa grave que habían cometido. Jesús, en cambio, dice: "¿Pensáis que
esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos?... O aquellos
dieciocho, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban
en Jerusalén?" (Lc 13, 2. 4). En ambos casos, concluye: "No, os lo
aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo" (Lc 13, 3.
5).
Por tanto, el mensaje que Jesús quiere transmitir a sus oyentes es la necesidad
de la conversión. No la propone en términos moralistas, sino realistas, como la
única respuesta adecuada a acontecimientos que ponen en crisis las certezas
humanas. Ante ciertas desgracias -advierte- no se ha de atribuir la culpa a las
víctimas. La verdadera sabiduría es, más bien, dejarse interpelar por la
precariedad de la existencia y asumir una actitud de responsabilidad: hacer
penitencia y mejorar nuestra vida. Esta es sabiduría, esta es la respuesta más
eficaz al mal, en cualquier nivel, interpersonal, social e internacional.
Cristo invita a responder al mal, ante todo, con un serio examen de conciencia
y con el compromiso de purificar la propia vida. De lo contrario -dice-
pereceremos, pereceremos todos del mismo modo.
En efecto, las personas y las sociedades que viven sin cuestionarse jamás
tienen como único destino final la ruina. En cambio, la conversión, aunque no
libra de los problemas y de las desgracias, permite afrontarlos de
"modo" diverso. Ante todo, ayuda a prevenir el mal, desactivando
algunas de sus amenazas. Y, en todo caso, permite vencer el mal con el bien, si
no siempre en el plano de los hechos -que a veces son independientes de nuestra
voluntad-, ciertamente en el espiritual. En síntesis: la conversión vence el
mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre puede evitar sus
consecuencias.
Pidamos a María santísima, que nos acompaña y nos sostiene en el itinerario
cuaresmal, que ayude a todos los cristianos a redescubrir la grandeza, yo
diría, la belleza de la conversión. Que nos ayude a comprender que hacer penitencia
y corregir la propia conducta no es simple moralismo, sino el camino más eficaz
para mejorarse a sí mismo y mejorar la sociedad. Lo expresa muy bien una feliz
sentencia: Es mejor encender una cerilla que maldecir la oscuridad.
Se dice Credo.
Oración de los
fieles
Año C
Oremos al Señor
nuestro Dios. Él es compasivo y misericordioso.
- Por la Iglesia, pueblo
de Dios, que peregrina en la Cuaresma hacia la Pascua, para que sepa responder
a la llamada de Dios en todo lo que sucede. Roguemos al Señor.
- Por todos los llamados,
como Moisés, a ejercer cargos de responsabilidad al servicio de los demás, para
que cumplan su gestión con la mayor generosidad de ánimo. Roguemos al Señor.
- Por todos los que sufren
injusticias y han perdido la esperanza, para que sus quejas sean oídas.
Roguemos la Señor.
- Por nosotros, para que
no nos creamos seguros, sepamos comprender los signos de Dios y no se endurezca
nuestro corazón. Roguemos al Señor.
Ten, Señor, paciencia con
nosotros, perdona nuestras culpas, escucha nuestras súplicas. Por Jesucristo
nuestro Señor.
Oración sobre
las ofrendas
Señor, por la celebración de este sacrificio concédenos, en tu bondad, que,
al pedirte el perdón nuestras ofensas, nos esforcemos en perdonar las de
nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I de Cuaresma
Significación Espiritual De La Cuaresma
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Por él concedes a tus fieles anhelar, año tras año, con el gozo de habernos
purificado, los sacramentos pascuales, para que, dedicados con mayor entrega a
la oración y a la caridad fraterna, por la celebración de los misterios que nos
dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios.
Por eso, con los ángeles y arcángeles, tronos y dominaciones, y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, santo santo.
Antífona de comunión Sal 83, 4-5
Hasta
el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus
polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío. Dichosos los
que viven en tu casa alabándote siempre.
Oración después de la comunión
Alimentados ya en la tierra con el pan del cielo, prenda de eterna
salvación, te suplicamos, Señor, que se haga realidad en nuestra vida lo que
hemos recibido en este sacramento. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el pueblo
V. El Señor esté con vosotros. R.
V. Inclinaos para recibir la bendición.
Te pedimos, Señor, que dirijas los corazones de tus fieles y les concedas
benigno la gracia de permanecer firmes en el amor a ti y al prójimo, y de
cumplir plenamente tus mandamientos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
V. Y la
bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo +, y Espíritu Santo, descienda
sobre vosotros y os acompañe siempre.
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