28 de agosto - DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

 


  DOMINGO DE LA XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
  Oficio del Domingo de la II Semana del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo IV: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta     Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 28 DE AGOSTO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.

- Eucaristía del Domingo XXI del Tiempo Ordinario, en Montemayor (a las 09.15, aprox.).


- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía II Vísperas del Domingo XXII del Tiempo Ordinario, en la Parroquia (a las 20.30 h.).



    Portada

No quería bautizarse y desafió al sacerdote con una pregunta difícil

El valioso camino de fe de la joven Magdala: cuanto más dudaba de Dios... más decidía confiar en Él

Un historiador de Cambridge evoca «la sorprendente historia de la ciencia medieval»

La intensa actividad científica de la Edad Media, otra víctima de la desinformación anticatólica

Testimonio de «un tipo con suerte», a pesar de padecer una enfermedad crónica de riñón

Transplantes, 28 operaciones, amputación, cáncer... pero, para Pablo, «la vida es maravillosa»

Vídeos

  Duro aviso del obispo Báez a los tiranos

  «Madre Teresa»: tráiler y estreno

  Hogar Jesús Niño: fe viva y entusiasmo

  La Inquisición: la historia real

  Nuevos equilibrios tras el consistorio

Otras noticias

  Marcela, católica nicaragüense: «Estamos viviendo una persecución espantosa contra la Iglesia»

  Lombardi: Benedicto XVI «transmite serenidad», se siente «preparado para el encuentro con el Señor»

  Francisco abrirá un «diálogo» sobre los ministerios de los laicos, incluidos los «de hecho»

Opinión

  La «Humanae Vitae» y la Luz al final del túnel , por José Carlos Súbtil

Blogs

  ¿Se acabo el amor? , por Pequeños secretos de la vida en común

  La Isla de Pascua, ¿española hasta 1888? , por En cuerpo y alma

  Hoy el reto del amor es que tu razón no sea más fuerte que tu amor , por El Reto Del Amor

  Grande es la promesa. Comentario para Matrimonios: Mateo 24, 42-51 , por ProyectoAmorConyugal.es


SANTORAL DE HOY


Elogio: Memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, que, convertido a la fe católica después de una adolescencia inquieta por los principios doctrinales y las costumbres, fue bautizado en Milán por san Ambrosio y, vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en la actual Argelia, durante treinta y cuatro años fue maestro de su grey, a la que instruyó con sermones y numerosos escritos, con los cuales también combatió valientemente los errores de su tiempo y expuso con sabiduría la recta fe.

Patronazgos: patrono de los teólogos, los impresores y los fabricantes de cerveza; protector de la vista.

Refieren a este santo: San Alipio de Tagaste, San Aurelio de Cartago, San Bonifacio I, San Celestino I, San Jerónimo, Santa Melania la Joven, Santa Mónica, San Pammaquio, San Posidio de Calama, San Próspero de Aquitania.

Oración

Renueva, Señor, en tu Iglesia, el espíritu que infundiste en tu obispo san Agustín, para que, penetrados de ese mismo espíritu, tengamos sed de ti, fuente de la sabiduría, y te busquemos como el único amor verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).


Otros santos de este día:

   San Hermes, mártir

En Roma, en el cementerio de Basila, en la vía Salaria Antigua, san Hermes, mártir, que, como refirió el papa san Dámaso, vino de Grecia y Roma lo acogió como ciudadano suyo, cuando fue martirizado por el santo nombre.

   San Pelagio, mártir

En Constanza, de Suabia, conmemoración de san Pelagio, mártir.

   San Julián de Brioude, mártir

En Brioude, en el territorio de los arvernios, en Aquitania, san Julián, mártir, acerca del cual la tradición refiere que, por consejo de san Ferreolo, fue a aquel territorio en tiempo de persecución y allí alcanzó la palma del martirio.

   San Alejandro I de Constantinopla, obispo

En Constantinopla, san Alejandro, obispo, cuya plegaria apostólica, según escribe san Gregorio Nazianceno, logró vencer al jefe de la herejía arriana.

   San Restituto de Cartago, obispo

En Cartago, san Restituto, obispo, en cuya festividad san Agustín ofreció al pueblo un sermón en su honor.

   San Vicinio de Sarsina, obispo

En Sarsina, de la Romagnola, san Vicinio, primer obispo de esta ciudad.

   San Viviano de Saintes, obispo

En Saintes, en la Galia, san Viviano, obispo.

   San Moisés Etíope, abad

En Egipto, san Moisés Etíope, que de conocido ladrón se convirtió en célebre anacoreta, convirtió a muchos de su condición de malhechores y los condujo con él al monasterio.

   Santa Florentina, virgen

En Sevilla, en la región hispánica de Andalucía, santa Florentina, virgen, muy versada en las disciplinas eclesiásticas, a la cual sus hermanos los obispos Isidoro y Leandro dedicaron tratados de insigne doctrina.

   Beatos Guillermo Dean y siete compañeros, mártires

En Londres, en Inglaterra, beatos mártires Guillermo Dean, presbítero, y siete compañeros, que durante el reinado de Isabel I, en el mismo día, aunque en distintos o cercanos lugares de la ciudad, consumaron en la horca su martirio. Sus nombres son: Beatos Guillermo Gunter, Roberto Morton, Tomás Holford y Jacobo Claxton, presbíteros; Tomás Felton, clérigo de la Orden de los Hermanos Menores; Enrique Webley y Hugo More, seglares.

   San Edmundo Arrowsmith, presbítero y mártir   

En Lancaster, también en Inglaterra, san Edmundo Arrowsmith, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, oriundo del mismo ducado, después de pasar muchos años entregado al cuidado pastoral en su patria, durante el reinado de Carlos I, por ser sacerdote y haber llevado a muchos a la fe católica, fue condenado a morir en la horca, con la oposición incluso de los mismos protestantes del lugar.

   San Junípero Serra, religioso presbítero

En Monterrey, en el territorio de California, san Junípero (Miguel) Serra, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que pasó por muchas dificultades y sufrimientos predicando el Evangelio en su propia lengua a las tribus todavía paganas de aquella región, y defendió con gran valentía los derechos de los pobres y los humildes.

   Beato Carlos Arnaldo Hanus, presbítero y mártir

Cerca de la costa de Rochefort, en el litoral francés, beato Carlos Arnaldo Hanus, presbítero y mártir, que, en tiempo de la Revolución Francesa, por ser sacerdote fue encarcelado en una sórdida nave, donde, débil de fuerzas y atacado prontamente por una enfermedad, consumó el martirio.

   Santa Joaquina de Vedruna, viuda y fundadora

En Barcelona, en España, santa Joaquina de Vedruna, madre de familia, que educó piadosamente a sus nueve hijos y, una vez viuda, fundó el Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad. Soportó con ánimo tranquilo toda clase de sufrimientos hasta su muerte, que ocurrió por contagio del cólera. En la Iglesia española se conmemora el 22 de mayo.

   Santa Celia Guérin de Martin, madre de familia

En Burdeos, Francia, santa Celia Guérin, esposa de san Luis Martin y madre de santa Teresa del Niño Jesús, canonizada conjuntamente con su marido, cuya memoria se celebra el 29 de julio, como ejemplo de matrimonio cristiano.

   Beatos Juan Bautista Faubel Cano y Arturo Ros Montalt, mártires

En la región de Valencia, también en España, beatos mártires Juan Bautista Faubel Cano y Arturo Ros Montait, padres de familia, que, durante la persecución contra la Iglesia, de los hombres recibieron la muerte y de Dios la vida eterna.

   Beato Aurelio Ample Alcaide, presbítero y mártir

Cerca de la localidad de Vinalesa, en la misma región valenciana, beato Aurelio (José) Ample Alcaide, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que en la referida persecución dio un fruto de gloria a través de la prueba de su fe.

   Beato Alfonso María Mazurek, presbítero y mártir

En la ciudad de Nawojowa Góra, en Polonia, beato Alfonso María Mazurek, presbítero y mártir, que, durante la guerra, por su fe en Cristo recibió la muerte a manos de los invasores de su patria.


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (verde).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.

LECC.: vol. I (C).

- Eclo 3, 17-20. 28-29. Humíllate, y así alcanzarás el favor del Señor.
- Sal 67. R. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
- Heb 12, 18-19. 22-24a. Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo.
- Lc 14, 1. 7-14. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

La 1 lect. de hoy nos invita a proceder con humildad y sencillez porque así alcanzaremos el favor de Dios, que revela sus secretos a los humildes, y el afecto de los demás. El Evangelio nos invita a ocupar los últimos puestos porque el que se humilla será enaltecido, como Jesucristo, que no vino a ser servido sino a servir. También se nos llama a dar y a darnos gratuitamente sin esperar a cambio recompensa alguna en esta vida. Es lo que ha hecho Cristo por nosotros, que se entregó gratuitamente por todos, solamente por su deseo de ser nuestro Salvador. La 2 lect. opone la experiencia de los israelitas en el Sinaí con la de los cristianos en la eucaristía, pues la liturgia que celebramos en esta vida es un anticipo de la liturgia del cielo, como lo expresamos, por ejemplo, en el canto del Santo.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 29 de agosto, pág. 520.
CALENDARIOS: Agustinos, Canónigos Regulares de Letrán, Orden Premonstratense y Asuncionistas: San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia (S).


Antífona de entrada Sal 85, 3. 5
Piedad de mí, Señor; que a ti te estoy llamando todo el día, porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan.

Monición de entrada

En este domingo hemos sido invitados por Cristo al banquete eucarístico: en él nuestra vida cristiana se alimenta con la Palabra de Dios, y con el Cuerpo y la Sangre del Señor. Ante este gran misterio de la fe hemos de desterrar toda forma de orgullo y vanagloria, y ser de verdad humildes, pues él mismo está entre nosotros y se nos da como alimento; sólo desde esta actitud podemos encontrarnos con él y dejar que nos transforme continuamente a su imagen.

 

Acto penitencial

- Tú, el servidor de todos: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

- Tú, que fuiste humillado hasta la muerte de cruz: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

- Tú, que has sido enaltecido sobre todo: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

 

Se dice Gloria.

Oración colecta
Dios todopoderoso, que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y concédenos que, al crecer nuestra piedad, alimentes todo bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo.


LECTURAS DE LA MISA


PRIMERA LECTURA 
Humíllate, y así alcanzarás el favor del Señor

Lectura del libro del Eclesiástico (Eclo 3, 17-20. 28-29)

HIJO, actúa con humildad en tus quehaceres,
y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte,
y así alcanzarás el favor del Señor.
«Muchos son los altivos e ilustres,
pero él revela sus secretos a los mansos».
Porque grande es el poder del Señor
y es glorificado por los humildes.
La desgracia del orgulloso no tiene remedio,
pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.
Un corazón prudente medita los proverbios,
un oído atento es el deseo del sabio.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 67, 4-5ac. 6-7ab. 10-11 [R.: cf. 11bc])

R. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.

V. Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor.

R. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.

V. Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece.

R. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.

V. Derramaste en tu heredad, oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios,

preparó para los pobres.

R. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.

 

SEGUNDA LECTURA
Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo

Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 12, 18-19. 22-24a)

HERMANOS:
No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.
Vosotros, os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


Aleluya Mt 11, 29ab
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Tomad mi yugo sobre vosotros –dice el Señor–,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. R.
 
EVANGELIO 
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 14, 1. 7-14)
R. Gloria a ti, Señor.

EN SÁBADO, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga:
“Cédele el puesto a este”.
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco
ÁNGELUS. Domingo, 1 de septiembre de 2019

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En primer lugar, debo disculparme por el retraso, pero ha habido un incidente: ¡me he quedado encerrado en el ascensor durante 25 minutos! Hubo una caída de electricidad y el ascensor se detuvo. Gracias a Dios que el Cuerpo de Bomberos vino —¡se lo agradezco mucho!— y después de 25 minutos de trabajo consiguieron que funcionara. ¡Un aplauso para el Cuerpo de Bomberos!
El Evangelio de este domingo (cf. Lucas 14, 1. 7-14) nos muestra a Jesús participando en un banquete en la casa de un líder de los fariseos. Jesús mira y observa cómo corren los invitados, se apresuran a llegar a los primeros lugares. Esta es una actitud bastante extendida, incluso en nuestros días, y no sólo cuando se nos invita a comer: normalmente, buscamos el primer lugar para afirmar una supuesta superioridad sobre los demás. En realidad, esta carrera hacia los primeros lugares perjudica a la comunidad, tanto civil como eclesial, porque arruina la fraternidad. Todos conocemos a esta gente: escaladores, que siempre suben para arriba, arriba.... Hacen daño a la fraternidad, dañan la fraternidad.
Frente a esta escena, Jesús cuenta dos parábolas cortas. La primera parábola se dirige al invitado a un banquete, y le exhorta a no ponerse en primer lugar, «no sea —dice— que haya sido convidado otro más distinguido que tú y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: “deja el sitio a este” y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto» (cf. vv. 8-9). En cambio, Jesús nos enseña a tener una actitud opuesta: «Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”» (v. 10). Por lo tanto, no debemos buscar por nuestra propia iniciativa la atención y consideración de los demás, sino más bien dejar que otros nos la presten. Jesús siempre nos muestra el camino de la humildad —¡debemos aprender el camino de la humildad!— porque es el más auténtico, lo que también nos permite tener relaciones auténticas. Verdadera humildad, no falsa humildad, lo que en Piamonte se llama la mugna quacia, no, no esa. La verdadera humildad.
En la segunda parábola, Jesús se dirige al que invita y, refiriéndose a la manera de seleccionar a los invitados, le dice: «Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder» (vv. 13-14). Aquí también, Jesús va completamente a contracorriente, manifestando como siempre la lógica de Dios Padre. Y también añade la clave para interpretar este discurso suyo. ¿Y cuál es la clave? Una promesa: si haces esto, «se te recompensará en la resurrección de los justos» (v. 14). Esto significa que quien se comporte de esta manera tendrá la recompensa divina, muy superior al intercambio humano: Yo te hago este favor esperando que me hagas otro. No, esto no es cristiano. La humilde generosidad es cristiana. El intercambio humano, de hecho, suele distorsionar las relaciones, las hace «comerciales», introduciendo un interés personal en una relación que debe ser generosa y libre. En cambio, Jesús invita a la generosidad desinteresada, a abrir el camino a una alegría mucho mayor, la alegría de ser parte del amor mismo de Dios que nos espera a todos en el banquete celestial.
Que la Virgen María, «humilde y elevada más que criatura» (Dante, Paraíso, XXXIII, 2), nos ayude a reconocernos como somos, es decir, como pequeños; y a alegrarnos de dar sin nada a cambio.

 

Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Palacio Apostólico de Castelgandolfo, Domingo 29 de agosto de 2010

Queridos hermanos y hermanas:
En el Evangelio de este domingo (Lc 14, 1.7-14), encontramos a Jesús como comensal en la casa de un jefe de los fariseos. Dándose cuenta de que los invitados elegían los primeros puestos en la mesa, contó una parábola, ambientada en un banquete nupcial. "Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a este"... Al contrario, cuando seas convidado, ve a sentarte en el último puesto" (Lc 14, 8-10). El Señor no pretende dar una lección de buenos modales, ni sobre la jerarquía entre las distintas autoridades. Insiste, más bien, en un punto decisivo, que es el de la humildad: "El que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado" (Lc 14, 11). Esta parábola, en un significado más profundo, hace pensar también en la postura del hombre en relación con Dios. De hecho, el "último lugar" puede representar la condición de la humanidad degradada por el pecado, condición de la que sólo la encarnación del Hijo unigénito puede elevarla. Por eso Cristo mismo "tomó el último puesto en el mundo –la cruz– y precisamente con esta humildad radical nos redimió y nos ayuda constantemente" (Deus caritas est, 35).
Al final de la parábola, Jesús sugiere al jefe de los fariseos que no invite a su mesa a sus amigos, parientes o vecinos ricos, sino a las personas más pobres y marginadas, que no tienen modo de devolverle el favor (cf. Lc 14, 13-14), para que el don sea gratuito. De hecho, la verdadera recompensa la dará al final Dios, "quien gobierna el mundo... Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podamos y mientras él nos dé fuerzas" (Deus caritas est, 35). Por tanto, una vez más vemos a Cristo como modelo de humildad y de gratuidad: de él aprendemos la paciencia en las tentaciones, la mansedumbre en las ofensas, la obediencia a Dios en el dolor, a la espera de que Aquel que nos ha invitado nos diga: "Amigo, sube más arriba" (cf. Lc 14, 10); en efecto, el verdadero bien es estar cerca de él. San Luis IX, rey de Francia –cuya memoria se celebró el pasado miércoles– puso en práctica lo que está escrito en el Libro del Sirácida: "Cuanto más grande seas, tanto más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor" (3, 18). Así escribió en el "Testamento espiritual a su hijo": "Si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas" (Acta Sanctorum Augusti 5 [1868] 546).
Queridos amigos, hoy recordamos también el martirio de san Juan Bautista, el mayor entre los profetas de Cristo, que supo negarse a sí mismo para dejar espacio al Salvador y que sufrió y murió por la verdad. Pidámosle a él y a la Virgen María que nos guíen por el camino de la humildad, para llegar a ser dignos de la recompensa divina.


Se dice Credo.

Oración de los fieles

Oremos al Señor, que abre sus puertas a los desvalidos.
- Para que la Iglesia sea pobre, servidora, humilde y así aparezca a los ojos del mundo. Roguemos al Señor.
- Para que todos los que ejercen cargos de responsabilidad trabajen sin descanso por la promoción de los que están en los últimos puestos de la sociedad. Roguemos al Señor.
- Para que desaparezcan las diferencias injustas y logremos una mayor nivelación social. Roguemos al Señor.
- Para que nos amemos unos a otros con obras y de verdad, sin exigir nada a cambio. Roguemos al Señor.

Concédenos, Señor, imitar a tu Hijo Jesús
en la humildad y servicio a todos,
y así alcancemos tu favor.
Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.


Oración sobre las ofrendas
Señor, que esta ofrenda santa
nos alcance siempre tu bendición salvadora,
para que perfeccione con tu poder
lo que realiza en el sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.



Antífona de la comunión Sal 30, 20

Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen.

O bien: Mt 5, 9-10

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.


Oración después de la comunión
Saciados con el pan de la mesa del cielo, te pedimos, Señor,
que este alimento de la caridad fortalezca nuestros corazones
y nos mueva a servirte en nuestros hermanos. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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