02 de enero - DOMINGO II DESPUÉS DE LA NAVIDAD (CICLO C), San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia

 


DOMINGO II DESPUÉS DE NAVIDAD

 


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO 02, DE ENERO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.00 h.

- Eucaristía de Santa María, Madre de Dios (11.00 h.).

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía II Vísperas del Domingo II después de Navidad (a las 19.30 h.).

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Portada

Mauro Lepori, abad general del Císter, habla de San José como «eco del Padre»

«Dios confió su Hijo a María y a José como un niño necesitado de todo, totalmente dependiente»

La actriz ha fallecido este 31 de diciembre, a punto de cumplir cien años

Cuando Betty White y Jennifer Love-Hewitt se unieron para una visión cristiana de San Valentín

Una forma de amar más Jesús y a María es conocer cómo fue su vida cotidiana

María, madre de su tiempo y transmisora de la fe a Jesús: una mujer judía de hace más de 2.000 años

Vídeos

  Cuatro regalos que pedir a los Reyes

  Historia de la Catedral de Cristal

  Drama en la comitiva de los Reyes Magos

  La dura Navidad de Elisa y los suyos

  «Noche de paz», estreno «on line»

Otras noticias

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  Hallan un anillo cristiano del s.III en Cesarea: ¿quizá de un santo obispo mártir? ¿O de una mujer?

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Opinión

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  Palabra carne , por Enrique García-Máiquez

Blogs

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SANTORAL DE HOY

Elogio: Memoria de san Basilio Magno y san Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia. Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia, apodado «Magno» por su doctrina y sabiduría, enseñó a los monjes la meditación de la Escritura, el trabajo en la obediencia y la caridad fraterna, ordenando su vida según las reglas que él mismo redactó. Con sus egregios escritos educó a los fieles y brilló por su trabajo pastoral en favor de los pobres y de los enfermos. Falleció el día uno de enero del año 379. Gregorio, amigo suyo, fue obispo de Sancina, en Constantinopla, y finalmente de Nacianzo. Defendió con vehemencia la divinidad del Verbo, y mereció por ello ser llamado «Teólogo». Murió el 25 de enero del año 390. La Iglesia se alegra de celebrar conjuntamente la memoria de tan grandes doctores.


Otros santos de este día:

   San Telesforo, papa mártir   

En Roma, muerte de san Telesforo, papa, que, según recuerda san Ireneo, fue el séptimo sucesor de los apóstoles y sufrió un glorioso martirio.

   Santos Argeo, Narciso y Marcelino, mártires

En el territorio de Cori, a treinta miliarios de la ciudad de Roma, santos Argeo, Narciso y Marcelino, mártires.

   * San Teodoro de Marsella, obispo

En Marsella, ciudad de Provenza, en la Galia, san Teodoro, obispo, que, esforzándose en establecer la disciplina eclesiástica, fue objeto de persecución por parte de los reyes Childeberto y Guntramno, quienes le exiliaron por tres veces.

   * San Bladulfo, monje y presbítero

En el monasterio de Bobbio, en la región de la Emilia, san Bladulfo, presbítero y monje, discípulo de san Columbano.

   San Juan Bueno, obispo   

En Milán, ciudad de Lombardía, san Juan Bueno, obispo, que restituyó a esta población la sede episcopal, anteriormente trasladada por causa de los lombardos a la ciudad de Génova. Por su fe y sus buenas costumbres fue grato a Dios y a los hombres.

   * San Vincenciano, eremita   

En la región de Tulle, en Aquitania, san Vincenciano, eremita.

   * San Mainquino de Luimneach, obispo

En Luimneach, ciudad de Hibernia, san Mainquino, celebrado como obispo.

   San Adalardo, abad   

En el monasterio de Corbie, en la Galia Ambianense, san Adalardo, abad, quien dispuso las cosas para que todos tuviesen lo necesario, de modo que nadie abundase en lo superfluo o pereciese por la miseria, y así dieran alabanza a Dios.

   * San Airaldo de Maurienne, monje y obispo

En Maurienne, en la Saboya, san Airaldo, obispo, que, tanto en la soledad de Portes como en la sede de Maurienne, supo conciliar la prudencia del pastor con la austeridad y las costumbres de los cartujos.

   * San Silvestre, abad

En Troina, en Sicilia, san Silvestre, abad, que vivió bajo la disciplina de los santos Padres de Oriente.

   Beato Marcolino Amanni, religioso presbítero   

En Forlí, en la Emilia, beato Marcolino Amanni, presbítero de la Orden de Predicadores, que, en el silencio y la soledad, dedicó con gran sencillez toda su vida al servicio de los pobres y de los niños.

   Beata Estefanía Quinzani, virgen   

En Soncino, de la Lombardía, beata Estefanía Quinzani, virgen, de la Tercera Orden de Santo Domingo, dedicada enteramente a la contemplación de la Pasión del Señor y a la instrucción cristiana de las jóvenes.

   Beatos Guillermo Repin y Lorenzo Bâtard, presbíteros y mártires   

En la ciudad de Angers, en Francia, beatos Guillermo Repin y Lorenzo Bâtard, presbíteros y mártires, que fueron guillotinados durante la Revolución Francesa por su fidelidad a la Iglesia.

   Beata María Ana Soureau-Blondin, virgen y fundadora   

En la ciudad de Lachine, en la provincia canadiense de Quebec, beata María Ana (María Stella) Soureau-Blondin, virgen, la cual, aunque analfabeta en su juventud, fundó la Congregación de las Hermanas de Santa Ana, para la educación de los hijos de los campesinos, y dio siempre muestras de un carisma extraordinario en favor de la enseñanza a los jóvenes.

   Beatos Pedro Cortasa Monclús y tres compañeros, religiosos mártires   

En Novales (Cantabria), España, beatos Pedro (Jaime) Cortasa Monclús, Narciso (Baldomero) Arribas Arnáiz, Néstor Eugenio (Tesifonte) Ortega Villamudrio, Columbanus Paul (Henri) Oza Motinot, religiosos de los Hermanos Maristas, mártires de la persecución religiosa en época de la Guerra Civil.


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (blanco).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. Nav.

LECC.: vol. I (B).

- Eclo 24, 1-2. 8-12. La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido.

- Sal 147. R. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

- Ef 1, 3-6. 15-18. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos.

- Jn 1, 1-18. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.


Dios está cerca de nosotros. Dios no nos salva desde lejos sino que se hace nuestro compañero de camino. Tampoco nos salva sacándonos de nuestro propio entorno vital. Nos salva en este mundo y en nuestra historia. Las tres lecturas convergen hacia un único anuncio: Dios está cerca de nosotros. La sabiduría desde el principio habitó en medio del pueblo de Dios (1 Lect.). La Palabra de Dios, la Sabiduría, plantó su tienda entre nosotros (Ev.). Dios nos ha hecho sus hijos adoptivos para alabanza de la gloria de su gracia (2 Lect.).


* Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum.

Martirologio: elogs. del 4 de enero, pág. 92.

CALENDARIOS: Jesuitas: Santísimo Nombre de Jesús (S).


Antífona de entrada Sb 18, 14-15

Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu Palabra omnipotente, Señor, se lanzó desde el cielo, desde el trono real.


Monición de entrada

Hoy, segundo domingo después de Navidad, seguimos conmemorando el nacimiento de Cristo. Con aquella su primera venida en carne moral dio comienzo este nuevo tiempo, que perdurará hasta que él vuelva.


Monición al Gloria

Se dice Gloria. Puede introducirse con la siguiente monición.


Nos asociamos al coro de los ángeles en la noche de la Navidad del Señor, con nuestra alabanza y nuestra súplica.


Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno, esplendor de los que en ti creen, dígnate, propicio, llenar de tu gloria el mundo y que el resplandor de tu luz se manifieste a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.


LITURGIA DE LA PALABRA

Lecturas propias del Domingo II después de Navidad (Lec. I ABC).


PRIMERA LECTURA Eclo 24, 1-2. 8-12

La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido.

Lectura del libro del Eclesiástico.


La sabiduría hace su propia alabanza, encuentra su honor en Dios y se gloría en medio de su pueblo.

En la asamblea del Altísimo abre su boca y se gloría ante el Poderoso.

«El Creador del universo me dio una orden, el que me había creado estableció mi morada y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob, y fija tu heredad en Israel”.

Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y nunca más dejaré de existir.

Ejercí mi ministerio en la Tienda santa delante de él, y así me establecí en Sion.

En la ciudad amada encontré descanso, y en Jerusalén reside mi poder.

Arraigué en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad».


Palabra de Dios.

R. Te alabamos, Señor.


Salmo responsorial Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: Jn 1, 14)

R. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

O bien: Aleluya.


V. Glorifica al Señor Jerusalén;

alaba a tu Dios, Sion.

Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,

y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

R. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.


V. Ha puesto paz en tus fronteras,

te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,

y su palabra corre veloz.

R. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.


V. Anuncia su palabra a Jacob,

sus decretos y mandatos a Israel;

con ninguna nación obró así,

ni les dio a conocer sus mandatos.

R. El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.


SEGUNDA LECTURA Ef 1, 3-6. 15-18

Él nos ha destinado por medio de Jesucristo a ser sus hijos

Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios.


Bendito sea el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.

Él nos eligió en Cristo, antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.

Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.

Por eso, habiendo oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mis oraciones, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.


Palabra de Dios.

R. Te alabamos, Señor.


Aleluya Cf. 1 Tm 3, 16

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Gloria a ti, Cristo, proclamado en las naciones; gloria a ti, Cristo, creído en el mundo. R.


EVANGELIO (forma larga) Jn 1, 1-18

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

R. Gloria a ti, Señor.


En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.

No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,

ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo:

«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».

Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.

Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


Palabra del Señor.

R. Gloria a ti, Señor Jesús.


EVANGELIO (forma breve) Jn 1, 1-5. 9-14

El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros

╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

R. Gloria a ti, Señor.


En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.

Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,

ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.


Palabra del Señor.

R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco

ÁNGELUS, Domingo, 3 de enero de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este segundo domingo después de Navidad, la Palabra de Dios no nos presenta un episodio de la vida de Jesús, sino que nos habla de Él antes de que naciera. Nos retrotrae para revelar algo sobre Jesús antes de que viniera entre nosotros. Lo hace sobre todo en el prólogo del Evangelio de Juan, que comienza: «En el principio era el Verbo» (Jn 1,1). En el principio: son las primeras palabras de la Biblia, las mismas con las que comienza el relato de la creación: «En el principio creó Dios el cielo y la tierra» (Gn 1,1). Hoy el Evangelio dice que Aquel que hemos contemplado en su Natividad, como niño, Jesús, existía antes: antes del comienzo de las cosas, antes del universo, antes de todo. Él está antes del espacio y el tiempo. «En Él estaba la vida"» (Jn 1,4) antes de que apareciera la vida.

San Juan lo llama Verbo es decir, Palabra. ¿Qué quiere decirnos? La Palabra sirve para comunicar: no se habla solo, se habla con alguien. Siempre se habla con alguien. Cuando vemos por la calle gente que habla sola, decimos: “A esta persona le pasa algo”. No: nosotros hablamos siempre con alguien. Así pues, el hecho de que Jesús sea desde el principio la Palabra significa que desde el principio Dios se quiere comunicar con nosotros, quiere hablarnos. El Hijo unigénito del Padre (cf. v. 14) quiere decirnos la belleza de ser hijos de Dios; es «la luz verdadera» (v. 9) y quiere alejarnos de las tinieblas del mal; es «la vida» (v. 4) que conoce nuestras vidas y quiere decirnos que las ama desde siempre. Nos ama a todos. Este es el mensaje maravilloso de hoy: Jesús es la Palabra, la Palabra eterna de Dios, que desde siempre piensa en nosotros y desea comunicar con nosotros.

Y para hacerlo, fue más allá de las palabras. En efecto, el núcleo del Evangelio de hoy nos dice que la Palabra «se hizo carne y habitó entre nosotros» (v. 14). Se hizo carne: ¿por qué San Juan usa esta expresión, “carne”? ¿No podría haber dicho, de una manera más elegante, que se hizo hombre? No, usa la palabra carne porque indica nuestra condición humana en toda su debilidad, en toda su fragilidad. Nos dice que Dios se hizo fragilidad para tocar de cerca nuestras fragilidades. Por lo tanto, desde el momento en que el Señor se hizo carne, nada en nuestra vida le es ajeno. No hay nada que Él desdeñe; podemos compartir todo con Él, todo. Querido hermano, querida hermana, Dios se hizo carne para decirnos, decirte que te ama precisamente allí, que nos ama precisamente allí, en nuestras fragilidades, en tus fragilidades; precisamente allí donde nosotros más nos avergonzamos, donde más te avergüenzas. Es audaz: la decisión de Dios es audaz: se hizo carne precisamente allí, donde nosotros tantas veces nos avergonzamos; entra en nuestra vergüenza para hacerse hermano nuestro, para compartir el camino de la vida.

Se hizo carne y no se volvió atrás. No asumió nuestra humanidad como un vestido, que se pone y se quita. No, nunca se separó de nuestra carne. Y jamás se separará de ella: ahora y por siempre está en el cielo con su cuerpo de carne humana. Se unió para siempre a nuestra humanidad; podríamos decir que la “desposó”. A mí me gusta pensar que cuando el Señor le reza al Padre por nosotros, no le habla solamente: le enseña las heridas de la carne, le enseña las llagas que ha sufrido por nosotros. Y este es Jesús: con su carne es el intercesor, quiso llevar también las señales del sufrimiento. Jesús, con su carne, está ante el Padre. El Evangelio dice, en efecto, que vino a habitar entre nosotros. No vino de visita y luego se fue, vino a habitar con nosotros, a estar con nosotros. ¿Qué desea entonces de nosotros? Desea una gran intimidad. Quiere que compartamos con Él alegrías y penas, deseos y temores, esperanzas y tristezas, personas y situaciones. Hagámoslo con confianza, abrámosle nuestro corazón, contémosle todo. Detengámonos en silencio ante el belén para saborear la ternura de Dios que se hizo cercano, que se hizo carne. Y sin miedo, invitémosle a nuestra casa, a nuestra familia, y también —cada uno las conoce bien— invitémosle a nuestras fragilidades. Invitémosle a que vea nuestras llagas. Vendrá y la vida cambiará.

La Santa Madre de Dios, en quien el Verbo se hizo carne, nos ayude a acoger a Jesús, que llama a la puerta del corazón para vivir con nosotros.

 

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