23 DE ENERO - DOMINGO DE LA III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS), SAN ILDEFONSO (por caer en Domingo no se celebra)

 

   
DOMINGO DE LA III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS, CICLO C),
SAN ILDEFONSO (por caer en Domingo no se celebra)

  

PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 23 DE ENERO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Eucaristía del Domingo III del Tiempo Ordinario (a las 11.00 h.). 

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía II Vísperas del Domingo III del Tiempo Ordinario (a las 19.30 h.). 


 


 NOTICIAS DE ACTUALIDAD

Portada

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Vídeos

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Opinión

  Pederastia, la única certeza , por Enrique Álvarez




SANTORAL DE HOY

Elogio: En la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconense, san Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios.

Refieren a este santo: San Eugenio de Toledo, Santa Leocadia

   Santos Severiano y Aquila, mártires   

En Cesarea de Mauritania, santos mártires Severiano y Aquila, esposos, que fueron quemados vivos.

   Santa Emerenciana, mártir   

En Roma, en el cementerio Mayor de la vía Nomentana, santa Emerenciana, mártir.

   Santos Clemente de Ancira y Agatángelo, mártires   

En Ancira, ciudad de Galacia, santos Clemente, obispo, y Agatángelo, mártires.

   San Amasio de Teano, obispo   

En Teano, ciudad de la Campania, conmemoración de san Amasio, obispo.

   San Mainbodo, eremita   

En Dampierre, cerca de Besançon, en Borgoña, san Mainbodo, oriundo de Irlanda, el cual, peregrino y eremita, fue asesinado por unos ladrones.

   San Andrés Chong Hwagyong, catequista mártir   

En la ciudad de Seúl, en Corea, san Andrés Chong (Tyong) Hwagyong, catequista y mártir, que colaboró con el santo obispo Lorenzo Imbert haciendo de su casa un refugio para los cristianos y, por esta razón, fue herido cruelmente y estrangulado en la cárcel.

   Beata Benedetta Bianchi Porro, laica   

En Sirmione, Brescia, Italia, beata Benedetta Bianchi Porro, laica, que en la enfermedad configuró su vida a los sufrimientos de Cristo.


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (C).

- Neh 8, 2-4a. 5-6. 8-10. Leyeron el libro de la Ley, explicando su sentido.
- Sal 18. R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
- 1 Cor 12, 12-30. Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
- Lc 1, 1-4; 4, 14-21. Hoy se ha cumplido esta Escritura.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida (sal. resp.). En la liturgia de hoy se nos llama a escuchar con gozo la Palabra de Dios, que nos muestra el camino de la salvación. Esa Palabra es la que nos congrega como pueblo de Dios, llamado a vivir según sus mandamientos, una vez liberados del destierro del pecado (cf. 1 lect.). En Cristo se cumplen plenamente las Escrituras del Antiguo Testamento. Él, Ungido por el Espíritu Santo, ha sido enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar el año de gracia del Señor (Ev.). Formando un solo cuerpo con Cristo (2 lect.), escuchémoslo con fe y llevemos una vida según su voluntad para que merezcamos abundar en buenas obras (cf. 1.ª orac.).


DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS (mundial y pontificia):

Liturgia del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac. univ.


Por mandato o con permiso del Ordinario, se puede celebrar la misa «Por la unidad de los cristianos» (cf. OGMR, 373) con las lecturas del domingo.
Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 24 de enero, pág. 126.
CALENDARIOS: Teruel-ciudad: Santa Emerenciana, virgen y mártir (S).
Toledo y Zamora-ciudad: San Ildefonso, obispo (S).



Antífona de entrada Sal 95, 1. 6

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.

Monición de entrada

Nos reunimos para celebrar la eucaristía, sacramento de la unión del cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Esto se realiza acogiendo en nosotros al Señor que se hace primero palabra y después alimento. De este modo encarnamos la palabra de vida que nos es proclamada en cada misa. Preparémonos para celebrar intensamente este misterio de comunión.


Acto penitencial

Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las siguientes invocaciones:

Año C
Tú, que tienes palabras de vida eterna: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

El que escucha tus palabras no verá jamás la muerte: Cristo, ten piedad.

R. Cristo, ten piedad.

Dichosos los que escuchan tu palabra y la ponen en práctica: Señor, ten piedad.

R. Señor, ten piedad.

En lugar del acto penitencial, se puede celebrar el rito de la bendición y de la aspersión del agua bendita.

Se dice Gloria.


Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno,
orienta nuestros actos según tu voluntad,
para que merezcamos abundar en buenas obras
en nombre de tu Hijo predilecto.
El, que vive y reina contigo.

LECTURAS DE LA MISA

Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)


PRIMERA LECTURA 
Leyeron el libro de la Ley, explicando el sentido

Lectura del libro de Nehemías (Neh 8, 2-4a. 5-6. 8-10)

EN AQUELLOS DÍAS, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura de la ley.

El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.

Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas:

«Amén, amén».

Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra.

Los levitas leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura.

Entonces, el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea:

«Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios: No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).

Nehemías les dijo:

«Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!».


Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 18, 8. 9. 10. 15. [R.: cf. Jn 6, 63c])



V. La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.

V. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.
R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
 
V. El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
 
V. Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío. 

R. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.


SEGUNDA LECTURA (forma larga)
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 12, 12-30)

HERMANOS:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro sino muchos.

Si el pie dijera: «Puesto que no soy mano, no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no formo parte del cuerpo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿dónde estaría el oído?; si fuera todo oído, ¿dónde estaría el olfato? Pues bien, Dios distribuyó cada uno de los miembros en el cuerpo como quiso.

Si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

Sin embargo, aunque es cierto que los miembros son muchos, el cuerpo es uno solo.

El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito»; y la cabeza no puede decir a los pies: «No os necesito». Sino todo lo contrario, los miembros que parecen más débiles son necesarios. Y los miembros del cuerpo que nos parecen más despreciables, los rodeamos de mayor respeto; y los menos decorosos los tratamos con más decoro; mientras que los más decorosos no lo necesitan.

Pues bien, Dios organizó el cuerpo dando mayor honor a los que carece de él, para que así no haya división en el cuerpo, sino que más bien todos los miembros se preocupen por igual unos de otros. Y si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alelgran con él.

Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

Pues en la Iglesia Dios puso en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar a los profetas; en el tercero a los maestros; después los milagros; después el carisma de curaciones, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas.

¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
 

SEGUNDA LECTURA (forma breve)
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1 Cor 12, 12-14. 17)

HERMANOS:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro sino muchos.

Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.

 
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

 
Aleluya Lc 4, 18cd
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad. R.
 

EVANGELIO 
Hoy se cumple esta Escritura

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 1-4; 4, 14-21)
R. Gloria a ti, Señor.

ILUSTRE TEÓFILO:

Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
 

Papa Francisco
ÁNGELUS, Plaza de San Pedro, Domingo 24 de enero de 2016

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el evangelio de hoy el evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente la actividad evangelizadora. Es una actividad que Él realiza con la potencia del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el sentido de las Escrituras, es una palabra que tiene autoridad, porque ordena incluso a los espíritus impuros, y estos le obedecen (cf. Mc 1, 27). Jesús es diferente de los maestros de su tiempo: por ejemplo Jesús no abrió una escuela dedicada al estudio de la Ley, sino que sale para predicar y enseñar por todas partes: en las sinagogas, por las calles, en las casas, siempre moviéndose. Jesús también es distinto de Juan el Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras que Jesús anuncia su perdón de Padre.

Y ahora imaginémonos que también nosotros entramos en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde Jesús creció hasta aproximadamente sus 30 años. Lo que allí sucede es un hecho importante que delinea la misión de Jesús. Él se levanta para leer la Sagrada Escritura. Abre el pergamino del profeta Isaías, el pasaje donde está escrito: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (Lc 4, 18). Después, tras un momento de silencio lleno de expectativa por parte de todos, dice, para sorpresa general: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (v. 21).

Evangelizar a los pobres: esta es la misión de Jesús, como Él dice; esta es también la misión de la Iglesia y de cada bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el Evangelio con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, es más, privilegiando a los más lejanos, a quienes sufren, a los enfermos y a los descartados por la sociedad.

Preguntémonos: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa, antes que nada, acercarlos, tener la alegría de servirles, liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el evangelio de Dios, es Él la misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza. El texto de Isaías, reforzado por pequeñas adaptaciones introducidas por Jesús, indica que el anuncio mesiánico del Reino de Dios que vino entre nosotros se dirige de manera preferencial a los marginados, a los prisioneros y a los oprimidos.

Probablemente en el tiempo de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de fe. Podemos preguntarnos: hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, ¿somos fieles al programa de Cristo? La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, ¿es la prioridad? Atención: no se trata sólo de dar asistencia social, menos aún de hacer actividad política, Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales, de acuerdo a la lógica del amor. Los pobres, de hecho, están en el centro del Evangelio.

Que la Virgen María, Madre de los evangelizadores, nos ayude a sentir fuertemente el hambre y la sed del evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de los pobres. Y obtenga para cada uno de nosotros y para cada comunidad cristiana poder dar testimonio concreto de la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha donado.


Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Domingo 27 de enero de 2013

Queridos hermanos y hermanas:

La liturgia de hoy nos presenta, juntos, dos pasajes distintos del Evangelio de Lucas. El primero (Lc 1, 1-4) es el prólogo, dirigido a un tal "Teófilo"; dado que este nombre en griego significa "amigo de Dios", podemos ver en él a cada creyente que se abre a Dios y quiere conocer el Evangelio. El segundo pasaje (Lc 4, 14-21) nos presenta en cambio a Jesús, que "con la fuerza del Espíritu" entra el sábado en la sinagoga de Nazaret. Como buen observante, el Señor no se sustrae al ritmo litúrgico semanal y se une a la asamblea de sus paisanos en la oración y en la escucha de las Escrituras. El rito prevé la lectura de un texto de la Torah o de los Profetas, seguida de un comentario. Aquel día Jesús se puso en pie para hacer la lectura y encontró un pasaje del profeta Isaías que empieza así: "El Espíritu del Señor está sobre mí, / porque el Señor me ha ungido. / Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres" (Is 61, 1-2). Comenta Orígenes: "No es casualidad que Él abriera el rollo y encontrara el capítulo de la lectura que profetiza sobre Él, sino que también esto fue obra de la providencia de Dios" (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 32, 3). De hecho, Jesús, terminada la lectura, en un silencio lleno de atención, dijo: "Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír" (Lc 4, 21). San Cirilo de Alejandría afirma que el "hoy", situado entre la primera y la última venida de Cristo, está ligado a la capacidad del creyente de escuchar y enmendarse (cf. pg 69, 1241). Pero en un sentido aún más radical, es Jesús mismo "el hoy" de la salvación en la historia, porque lleva a cumplimiento la plenitud de la redención. El término "hoy", muy querido para san Lucas (cf. Lc 19, 9; Lc 23, 43), nos remite al título cristológico preferido por el mismo evangelista, esto es, "salvador" (soter). Ya en los relatos de la infancia, éste es presentado en las palabras del ángel a los pastores: "Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor" (Lc 2, 11).

Queridos amigos, este pasaje "hoy" nos interpela también a nosotros. Ante todo nos hace pensar en nuestro modo de vivir el domingo: día de descanso y de la familia, pero antes aún día para dedicar al Señor, participando en la Eucaristía, en la que nos alimentamos del Cuerpo y Sangre de Cristo y de su Palabra de vida. En segundo lugar, en nuestro tiempo dispersivo y distraído, este Evangelio nos invita a interrogarnos sobre nuestra capacidad de escucha. Antes de poder hablar de Dios y con Dios, es necesario escucharle, y la liturgia de la Iglesia es la "escuela" de esta escucha del Señor que nos habla. Finalmente, nos dice que cada momento puede convertirse en un "hoy" propicio para nuestra conversión. Cada día (kathemeran) puede convertirse en el hoy salvífico, porque la salvación es historia que continúa para la Iglesia y para cada discípulo de Cristo. Este es el sentido cristiano del "carpe diem": aprovecha el hoy en el que Dios te llama para darte la salvación.

Que la Virgen María sea siempre nuestro modelo y nuestra guía para saber reconocer y acoger, cada día de nuestra vida, la presencia de Dios, Salvador nuestro y de toda la humanidad.

Se dice Credo.


Oración de los fieles (Año C)

Oremos a Dios Padre. que nos envió a su Hijo. Buena Noticia para el mundo.ç

- Por los que han recibido en la Iglesia el encargo de anunciar la Palabra de Dios, para que sepan actualizarla, iluminando la vida de los oyentes. Roguemos al Señor.

- Por los gobernantes de las naciones, para que promuevan una verdadera libertad religiosa que permita que el mensaje evangélico pueda ser propuesto a todas las personas. Roguemos al Señor.

- Por los que escuchan la Palabra de Dios, para que sean capaces de descubrir al que es la Buena Noticia para los pobres, la luz para los ciegos, la libertad para los oprimidos. Roguemos al Señor.

- Por nosotros, aquí reunidos, para que tomemos en serio la Palabra de Dios, y sepamos escucharla, celebrarla y realizarla en nuestra vida. Roguemos al Señor.

Señor, Dios nuestro,
lleguen a tu presencia los deseos de nuestro corazón
y las súplicas de nuestros labios.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Oración sobre las ofrendas

Señor, recibe con bondad nuestros dones
y, al santificarlos, haz que sean para nosotros dones de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio III dominical del Tiempo Ordinario
El hombre salvado por un hombre

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque reconocemos como obra de tu poder admirable
no sólo socorrer a los mortales con tu divinidad,
sino haber previsto el remedio en nuestra misma condición humana,
y de lo que era nuestra ruina haber hecho nuestra salvación,
por Cristo, Señor nuestro.

Por él, los coros de los ángeles
adoran tu gloria eternamente,
gozosos en tu presencia.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando con ellos tu alabanza:

Santo, Santo, Santo…


Antífona de comunión Cf. Sal 33, 6

Contemplad al Señor y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.

O bien: Cf. Jn 8, 12

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.


Oración después de la comunión

Concédenos, Dios todopoderoso,
que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora
nos gloriemos siempre del don que nos haces.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


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