PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 09 DE ENERO
- Horario de la
parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Eucaristía del Domingo del Bautismo del Señor (a las 11.00 h.)
- Rezo del Santo Rosario (a las 10.00 h.) y Eucaristía II Vísperas del Domingo del Bautismo del Señor (a las 19.30 h.).
La fiesta del Bautismo del Señor
119. Los misterios del Bautismo del Señor y de su manifestación en las bodas de Caná están estrechamente ligados con el acontecimiento salvífico de la Epifanía.
La fiesta del Bautismo del Señor concluye el Tiempo de navidad. Esta fiesta, revalorizada en nuestros días, no ha dado origen a especiales manifestaciones de la piedad popular. Sin embargo, para que los fieles sean sensibles a lo referente al Bautismo y a la memoria de su nacimiento como hijos de Dios, esta fiesta puede constituir un momento oportuno para iniciativas eficaces, como: el uso del Rito de la aspersión dominical con el agua bendita en todas las misas que se celebran con asistencia del pueblo; centrar la homilía y la catequesis en los temas y símbolos bautismales.
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
SANTORAL DE HOY
Elogio: San Eulogio, presbítero y mártir, que en Córdoba, de Andalucía, fue decapitado por su preclara confesión de Cristo, el día 11 de marzo.
Patronazgos: patrono de caldereros y carpinteros.
Refieren a este santo: San Abundio, San Fandila, Santos Jorge, Aurelio y Sabigótona, Félix y Liliosa, Santos Rogelio y Servideo, San Sisenando.
Oración
Señor y Dios nuestro: tú que, en la difícil situación de la Iglesia mozárabe, suscitaste en san Eulogio un espíritu heroico para la confesión intrépida de la fe, concédenos superar con gozo y energía, fortalecidos por ese mismo espíritu, todas nuestras situaciones adversas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
San Marcelino de Ancona, obispo
En Ancona, en el Piceno, san Marcelino, obispo, que, según escribió el papa san Gregorio Magno, por gracia de Dios libró a la ciudad de un incendio.
San Adriano de Canterbury, abad
En Canterbury, en Inglaterra, san Adriano, abad, el cual, nacido en África, desde Nápoles viajó a Inglaterra, donde, muy preparado en ciencias eclesiásticas y civiles, educó egregiamente a gran número de discípulos.
San Felano, abad
En Escocia, san Felano, abad del monasterio de San Andrés, notable por su vida austera y por haber vivido en la soledad.
San Eustracio «Taumaturgo», abad
En el monte Olimpo, en Bitinia, san Eustracio, llamado «Taumaturgo», abad del monasterio de Abgaro.
San Honorato de Buzançais, laico
En Thénézay, en la región de Poitiers, en Aquitania, san Honorato de Buzançais, que, siendo comerciante de ganado, repartía su dinero entre los pobres y fue asesinado por unos ladrones a los que reprendía.
Beata Julia de la Rena, reclusa
En Certaldo, lugar de la Toscana, beata Julia de la Rena, de la Tercera Orden de San Agustín, que permaneció encerrada en una pequeña celda junto a la iglesia, en la que vivió sólo para Dios.
Beato Antonio Fatati, obispo
En Ancona, en la región del Piceno, beato Antonio Fatati, obispo, que en todas las misiones que le encomendaron los Romanos Pontífices se mostró prudente y ecuánime, austero para sí y generoso para con los pobres.
Beata María Teresa de Jesús Le Clercq, virgen y fundadora
En la ciudad de Nancy, en Francia, beata María Teresa de Jesús (Alexia) Le Clerc, virgen, que junto con san Pedro Fourier fundó la Congregación de Canonesas Regulares de Nuestra Señora, bajo la Regla de san Agustín, para la educación de las jóvenes.
Santas Agata Yi y Teresa Kim, mártires
En Seúl, en Corea, santas mártires Agata Yi, virgen, cuyos padres murieron también mártires, y Teresa Kim, viuda, que, encerradas en la cárcel, primero fueron azotadas y después degolladas.
Beatos José Pawlowski y Casimiro Grelewski, presbíteros y mártires
En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beatos José Pawlowski y Casimiro Grelewski, presbíteros y mártires, los cuales, al ser invadida Polonia en tiempo de guerra, fueron deportados a este campo de concentración y consumaron su martirio en la horca.
Elogio: San Eulogio, presbítero y mártir, que en Córdoba, de Andalucía, fue decapitado por su preclara confesión de Cristo, el día 11 de marzo.
Patronazgos: patrono de caldereros y carpinteros.
Refieren a este santo: San Abundio, San Fandila, Santos Jorge, Aurelio y Sabigótona, Félix y Liliosa, Santos Rogelio y Servideo, San Sisenando.
Oración
Señor y Dios nuestro: tú que, en la difícil situación de la Iglesia mozárabe, suscitaste en san Eulogio un espíritu heroico para la confesión intrépida de la fe, concédenos superar con gozo y energía, fortalecidos por ese mismo espíritu, todas nuestras situaciones adversas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
San Marcelino de Ancona, obispo
En Ancona, en el Piceno, san Marcelino, obispo, que, según escribió el papa san Gregorio Magno, por gracia de Dios libró a la ciudad de un incendio.
San Adriano de Canterbury, abad
En Canterbury, en Inglaterra, san Adriano, abad, el cual, nacido en África, desde Nápoles viajó a Inglaterra, donde, muy preparado en ciencias eclesiásticas y civiles, educó egregiamente a gran número de discípulos.
San Felano, abad
En Escocia, san Felano, abad del monasterio de San Andrés, notable por su vida austera y por haber vivido en la soledad.
San Eustracio «Taumaturgo», abad
En el monte Olimpo, en Bitinia, san Eustracio, llamado «Taumaturgo», abad del monasterio de Abgaro.
San Honorato de Buzançais, laico
En Thénézay, en la región de Poitiers, en Aquitania, san Honorato de Buzançais, que, siendo comerciante de ganado, repartía su dinero entre los pobres y fue asesinado por unos ladrones a los que reprendía.
Beata Julia de la Rena, reclusa
En Certaldo, lugar de la Toscana, beata Julia de la Rena, de la Tercera Orden de San Agustín, que permaneció encerrada en una pequeña celda junto a la iglesia, en la que vivió sólo para Dios.
Beato Antonio Fatati, obispo
En Ancona, en la región del Piceno, beato Antonio Fatati, obispo, que en todas las misiones que le encomendaron los Romanos Pontífices se mostró prudente y ecuánime, austero para sí y generoso para con los pobres.
Beata María Teresa de Jesús Le Clercq, virgen y fundadora
En la ciudad de Nancy, en Francia, beata María Teresa de Jesús (Alexia) Le Clerc, virgen, que junto con san Pedro Fourier fundó la Congregación de Canonesas Regulares de Nuestra Señora, bajo la Regla de san Agustín, para la educación de las jóvenes.
Santas Agata Yi y Teresa Kim, mártires
En Seúl, en Corea, santas mártires Agata Yi, virgen, cuyos padres murieron también mártires, y Teresa Kim, viuda, que, encerradas en la cárcel, primero fueron azotadas y después degolladas.
Beatos José Pawlowski y Casimiro Grelewski, presbíteros y mártires
En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beatos José Pawlowski y Casimiro Grelewski, presbíteros y mártires, los cuales, al ser invadida Polonia en tiempo de guerra, fueron deportados a este campo de concentración y consumaron su martirio en la horca.
LITURGIA DE HOY
Fiesta del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, en el que maravillosamente es proclamado como Hijo amado de Dios, las aguas son santificadas, el hombre es purificado y se alegra toda la tierra (elog. del Martirologio Romano).
Misa de la fiesta (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. prop. No se puede decir
la PE IV.
LECC.: vol. I (C).
- Is 42, 1-4. 6-7. Mirad a mi siervo, en quien me complazco.
- Sal 28. R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
- Hch 10, 34-38. Ungido por Dios con la fuerza del
Espíritu Santo.
- Lc 3, 15-16. 21-22. Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se
abrieron los cielos.
Lecturas alternativas para el presente año
C:
- Is
40, 1-5. 9-11. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos.
- Sal 103. R. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué
grande eres!
- Tit 2, 11-14; 3, 4-7. Nos salvó por el baño del nuevo
nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo.
Hoy termina el tiempo de Navidad, con la manifestación de Jesús como el Hijo
amado de Dios que viene a darnos la salvación (cf. 1 lect.). Esto ocurrió
cuando, una vez bautizado, se abrió el cielo y el Espíritu Santo se posó sobre
él como una paloma (Ev.). Se manifiesta Jesús así como el Cristo, el Ungido por
Dios con la fuerza del Espíritu, que pasó haciendo el bien y curando a los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él (2 lect.). También se
manifiesta como hombre, Él, el único santo, en la fila de los pecadores para
ser bautizado. Con su bautismo, Jesús instituye nuestro bautismo, cuya agua nos
da la gracia del Espíritu Santo por el que somos hijos de Dios (cf. 1.ª orac.).
* Hoy no se
permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.
* Si ha de bendecirse el baptisterio o la nueva pila bautismal, se
escogerá un domingo, principalmente del tiempo pascual, o la fiesta del
Bautismo del Señor (cf. Bendicional, nn. 933 y ss.).
Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum. La salmodia para
la Hora: del domingo III del Salterio. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs.
del 10 de enero, pág. 102.
CALENDARIOS:
Córdoba: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons.
Demetrio Fernández González, obispo (2005).
Antífona de entrada Cf. Mt 3, 16-17
Apenas
se bautizó el Señor, se abrieron los cielos, y el Espíritu se posó sobre él
como una paloma, y se oyó la voz del Padre que decía: «Este es mi Hijo amado,
en quien me complazco».
Monición de entrada
Celebramos hoy la fiesta del Bautismo del Señor. Jesús se manifiesta como
el siervo de Dios, ungido por el Espíritu Santo, el Mesías, proclamado Hijo
suyo por el Padre, para manifestar a todas las gentes la Buena Noticia de la
salvación.
Acto penitencial
Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera
fórmula pueden usarse las invocaciones propias del tiempo de Navidad o las que
se proponen a continuación.
- Tú, que bautizado por Juan pasaste por un pecador: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, que ungido por el Espíritu llevaste sobre ti el pecado de todos: Cristo,
ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, el Hijo amado del Padre, que quitas el pecado del mundo: Señor, ten
piedad.
R. Señor, ten piedad.
Se dice Gloria.
Dios todopoderoso y eterno,
que en el bautismo de Cristo, en el Jordán,
al enviar sobre él tu Espíritu Santo,
quisiste revelar solemnemente a tu Hijo amado,
concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo,
perseverar siempre en tu benevolencia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
O bien:
Oh, Dios, cuyo Unigénito se manifestó en la realidad de nuestra carne,
haz que merezcamos ser transformados interiormente por aquel
que hemos conocido semejante a nosotros en su humanidad.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas de la fiesta del Bautismo del Señor del
Ciclo Común A, B, C (Lec. I C).
LECTURAS
DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)
Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)
Lectura del libro de Isaías (Is 42, 1-4. 6-7)
ESTO dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, en quien me complazco.
He puesto mi espíritu sobre él,
manifestará la justicia a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará.
Manifestará la justicia con verdad.
No vacilará ni se quebrará,
hasta implantar la justicia en el país.
En su ley esperan las islas.
Yo, el Señor,
te he llamado en mi justicia,
te cogí de la mano, te formé
e hice de ti alianza de un pueblo
y luz de las naciones,
para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la cárcel,
de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Sal 28, 1b y 2. 3ac-4. 3b y 9c-10 [R.: 11b])
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
V. Hijos de Dios, aclamad al Señor,aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
V. La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
V. El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!».
El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (Hch 10, 34-38)
EN AQUELLOS DÍAS, Pedro tomó la palabra y dijo:
«Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después
del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios
con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos
los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Lecturas de la Fiesta del Bautismo del Señor, alternativas del año C
(Lec. I C)
Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos
–dice vuestro Dios–;
hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle,
que se ha cumplido su servicio
y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido
doble paga por sus pecados».
Una voz grita:
«En el desierto preparadle
un camino al Señor;
allanad en la estepa
una calzada para nuestro Dios;
que los valles se levanten,
que montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece
y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor,
y la verán todos juntos
-ha hablado la boca del Señor-».
Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sión;
alza fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén;
álzala no temas,
di a las ciudades de Judá:
«Aquí está vuestro Dios.
Mirad, el Señor Dios llega con poder
y con su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
reúne con su brazos los corderos
y los lleva sobre el pecho;
cuida él mismo a las ovejas que crían».
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 103, 1bc-2. 3-4. 24-25. 27-28. 29-30 [R.: 1ab])
V. ¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
Extiendes los cielos como una tienda.
R. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
V. Construyes tu morada sobre las aguas,
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
los vientos te sirven de mensajeros;
el fuego llameante, de ministro.
R. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
V. Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría;
la tierra está llena de tus criaturas.
Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bullen, sin número,
animales pequeños y grandes;
R. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
V. Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se las echas y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes.
R. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
V. Escondes tu rostro, y se espantan;
les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R. Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
QUERIDO HERMANO:
Se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los
hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos,
llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha
que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro,
Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad
y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las
buenas obras.
Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al
hombre, no por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según
su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la
renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por
medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia,
seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Siempre en el año C:
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Viene el que es más fuerte que yo -dijo Juan-; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. R.
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, al final del tiempo litúrgico de Navidad, celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. La liturgia nos llama a conocer con más plenitud a Jesús, de quien recientemente hemos celebrado el nacimiento; y para ello, el Evangelio (cf. Lc 3, 15-16.21-22) ilustra dos elementos importantes: la relación de Jesús con la gente y la relación de Jesús con el Padre.
En el relato del bautismo, conferido por Juan el Bautista a Jesús en las aguas del Jordán, vemos ante todo el papel del pueblo. Jesús está en medio del pueblo. No es solo un fondo de la escena, sino un componente esencial del evento. Antes de sumergirse en el agua, Jesús “se sumerge” en la multitud, se une a ella asumiendo plenamente la condición humana, compartiendo todo, excepto el pecado. En su santidad divina, llena de gracia y misericordia, el Hijo de Dios se hizo carne para tomar sobre sí y quitar el pecado del mundo: tomar nuestras miserias, nuestra condición humana. Por eso, hoy también es una epifanía, porque yendo a bautizarse por Juan, en medio de la gente penitente de su pueblo, Jesús manifiesta la lógica y el significado de su misión.
Uniéndose al pueblo que pide a Juan el bautismo de conversión, Jesús también comparte el profundo deseo de renovación interior. Y el Espíritu Santo que desciende sobre Él «en forma corporal, como una paloma» (v.22) es la señal de que con Jesús comienza un nuevo mundo, una “nueva creación” que incluye a todos los que acogen a Cristo en su la vida. También a cada uno de nosotros, que hemos renacido con Cristo en el bautismo, están dirigidas las palabras del Padre: «Tú eres mi Hijo, el amado: en ti he puesto mi complacencia» (v. 22). Este amor del Padre, que hemos recibido todos nosotros el día de nuestro bautismo, es una llama que ha sido encendida en nuestros corazones y necesita que la alimentemos con la oración y la caridad.
El segundo elemento enfatizado por el evangelista Lucas es que después de la inmersión en el pueblo y en las aguas del Jordán, Jesús se “sumergió” en la oración, es decir, en la comunión con el Padre. El bautismo es el comienzo de la vida pública de Jesús, de su misión en el mundo como enviado del Padre para manifestar su bondad y su amor por los hombres. Esta misión se realiza en una unión constante y perfecta con el Padre y el Espíritu Santo.
También la misión de la Iglesia y la de cada uno de nosotros, para ser fiel y fructífera, está llamada a “injertarse” en la de Jesús. Se trata de regenerar continuamente en la oración la evangelización y el apostolado, para dar un claro testimonio cristiano, no según los proyectos humanos, sino según el plan y el estilo de Dios.
Queridos hermanos y hermanas, la fiesta del Bautismo del Señor es una ocasión propicia para renovar con gratitud y convicción las promesas de nuestro Bautismo, comprometiéndonos a vivir diariamente en coherencia con él. También es muy importante, como os he dicho varias veces, saber la fecha de nuestro Bautismo. Podría preguntar: “¿Quién de vosotros sabe la fecha de su bautismo?”. No todos, seguro. Si alguno de vosotros no la conoce, al volver a casa, que se lo pregunte a sus padres, a los abuelos, a los tíos, a los padrinos, a los amigos de la familia... Preguntad: “¿En qué día me han bautizado?”. Y luego no os olvidéis de ella: es una fecha que se guarda en el corazón para celebrarla cada año.
Jesús, que nos ha salvado no por nuestros méritos sino para actuar la inmensa
bondad del Padre, nos haga misericordiosos con todos. ¡Qué la Virgen María,
Madre de la Misericordia, sea nuestra guía y nuestro modelo!
Queridos hermanos y hermanas:
Con este domingo después de la Epifanía concluye el Tiempo litúrgico de Navidad: tiempo de luz, la luz de Cristo que, como nuevo sol aparecido en el horizonte de la humanidad, dispersa las tinieblas del mal y de la ignorancia. Celebramos hoy la fiesta del Bautismo de Jesús: aquel Niño, hijo de la Virgen, a quien hemos contemplado en el misterio de su nacimiento, le vemos hoy adulto entrar en las aguas del río Jordán y santificar así todas las aguas y el cosmos entero –como evidencia la tradición oriental. Pero ¿por qué Jesús, en quien no había sombra de pecado, fue a que Juan le bautizara? ¿Por qué quiso realizar ese gesto de penitencia y conversión junto a tantas personas que querían de esta forma prepararse a la venida del Mesías? Ese gesto –que marca el inicio de la vida pública de Cristo– se sitúa en la misma línea de la Encarnación, del descendimiento de Dios desde el más alto de los cielos hasta el abismo de los infiernos. El sentido de este movimiento de abajamiento divino se resume en una única palabra: amor, que es el nombre mismo de Dios. Escribe el apóstol Juan: "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de Él", y le envió "como víctima de propiciación por nuestros pecados" (1Jn 4, 9-10). He aquí por qué el primer acto público de Jesús fue recibir el bautismo de Juan, quien, al verle llegar, dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29).
Narra el evangelista Lucas que mientras Jesús, recibido el bautismo, "oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre Él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco"" (Lc 3, 21-22). Este Jesús es el Hijo de Dios que está totalmente sumergido en la voluntad de amor del Padre. Este Jesús es aquél que morirá en la cruz y resucitará por el poder del mismo Espíritu que ahora se posa sobre Él y le consagra. Este Jesús es el hombre nuevo que quiere vivir como hijo de Dios, o sea, en el amor; el hombre que, frente al mal del mundo, elige el camino de la humildad y de la responsabilidad, elige no salvarse a sí mismo, sino ofrecer la propia vida por la verdad y la justicia. Ser cristianos significa vivir así, pero este tipo de vida comporta un renacimiento: renacer de lo alto, de Dios, de la Gracia, Este renacimiento es el Bautismo, que Cristo ha donado a la Iglesia para regenerar a los hombres a una vida nueva. Afirma un antiguo texto atribuido a san Hipólito: "Quien entra con fe en este baño de regeneración, renuncia al diablo y se alinea con Cristo, reniega del enemigo y reconoce que Cristo es Dios, se despoja de la esclavitud y se reviste de la adopción filial" (Discurso sobre la Epifanía, 10: pg 10, 862).
Según la tradición, esta mañana he tenido la alegría de bautizar a un nutrido
grupo de niños nacidos en los últimos tres o cuatro meses. En este momento
desearía extender mi oración y mi bendición a todos los neonatos; pero sobre
todo invitar a todos a hacer memoria del propio Bautismo, de aquel renacimiento
espiritual que nos abrió el camino de la vida eterna. Que cada cristiano, en
este Año de la fe, redescubra la belleza de haber renacido de lo alto, del amor
de Dios, y viva como hijo de Dios.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, los dones en este día
en que manifestaste a tu Hijo predilecto,
y haz que esta ofrenda de tu pueblo se convierta
en el sacrificio de aquel que quiso borrar los pecados del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
En verdad es justo y necesario,
nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque estableciste un nuevo bautismo con señales admirables en el Jordán,
para que mediante la voz venida del cielo,
se creyera que tu Verbo habitaba entre los hombres;
y, por el Espíritu que descendió en forma de paloma,
fuese reconocido Cristo, tu Siervo,
y enviado a evangelizar a los pobres.
Por eso, con las virtudes del cielo
te aclamamos continuamente en la tierra alabando tu gloria sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión Cf. Jn 1, 32. 34
Este es de quien decía Juan: «Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
Señor, alimentados con estos dones sagrados,
imploramos de tu bondad, que, escuchando fielmente a tu Unigénito,
de verdad nos llamemos y seamos hijos tuyos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Se puede usar la fórmula de bendición solemne. Tiempo ordinario, IV
Dios, fuente de todo consuelo, disponga vuestros días en su paz y os otorgue
el don de su bendición.
R. Amén.
Que él os libre de toda perturbación y afiance vuestros corazones en su
amor.
R. Amén.
Para que, enriquecidos por los dones de la fe, la esperanza y la caridad,
abundéis en esta vida en buenas obras y alcancéis sus frutos en la eterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y
Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
R. Amén.
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