25 de enero - MARTES DE LA III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, CONVERSIÓN DE SAN PABLO, Fiesta

 


MARTES DE LA III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO,
CONVERSIÓN DE SAN PABLO, Fiesta


PROGRAMA PARROQUIAL:
MARTES, 25 DE ENERO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.00 h.

- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 21.00 h.

- Exequias de +MARÍA DEL CARMEN CRUZ CAMACHO, en la Capilla de San Sebastián (a las 12.30 h.).

- Rezo del Santo Rosario (a las 19.00 h.) y Eucaristía de la Fiesta de la Conversión de San Pablo (a las 19.30 h.). 

 


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SANTORAL DE HOY

Elogio: Fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. Viajando hacia Damasco, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino y lo eligió para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Sufrió muchas dificultades a causa del nombre de Cristo.

Refieren a este santo: Santos Pedro y Pablo.


   San Ananías, santo del NT   

Conmemoración de san Ananías, discípulo del Señor, que en Damasco bautizó a san Pablo.

   San Artemas, mártir   

En Pozzuoli, en la Campania, san Artemas, mártir.

   San Agileo, mártir   

En Cartago, ciudad de África, san Agileo, mártir, en cuyo aniversario de muerte san Agustín ofreció, en su honor, un sermón al pueblo en su basílica.

   San Gregorio de Nacianzo, obispo   

En la ciudad de Nacianzo, de la región de Capadocia, muerte de san Gregorio, obispo, cuya memoria se celebra el día dos de enero.

   San Bretanión de Tomis, obispo y confesor   

Conmemoración de san Bretanión, obispo de Tomis, en Escitia, que se opuso enérgicamente al emperador arriano Valente y se distinguió por su santidad y por su celo en defensa de la fe católica.

   San Palemón, eremita   

En Tabennesi, en la región de Tebaida, en Egipto, san Palemón, anacoreta, hombre asiduo a la oración y de gran austeridad, que fue maestro de san Pacomio.

   Santos Preyecto y Amarino, confesores   

En Auvernia, de Aquitania, santos Preyecto, obispo, y Amarino, hombre de Dios, que fueron asesinados por los notables de la ciudad.

   San Popón, abad   

En Marchiennes, en Fiandre, san Popón, abad de los monasterios de Stavelot y Malmedy, que difundió en muchos cenobios de Lotaringia la observancia de Cluny.

   Beato Enrique Suso, religioso presbítero   

En Ulm, ciudad de Suabia, beato Enrique Suso, presbítero de la Orden de Predicadores, que soportó pacientemente muchos contratiempos y enfermedades, compuso un tratado sobre la sabiduría eterna y predicó asiduamente sobre el Nombre de Jesús.

   Beato Antonio Migliorati, presbítero y eremita   

En la ciudad de Amándola, del Piceno, beato Antonio Migliorati, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín.

   Beata Arcángela Girlani, virgen y fundadora   

En Mantua, ciudad de la Lombardía, beata Arcángela (Leonor) Girlani, virgen de la Orden del Carmen, priora del convento de Parma y fundadora del cenobio de Mantua.

   Beato Francisco Zirano, presbítero y mártir   

En la ciudad de Argel, beato Francisco Zirano, presbítero y mártir, profeso de los franciscanos conventuales.

   Beato Manuel Domingo y Sol, presbítero y fundador   

En Tortosa, en España, beato Manuel Domingo y Sol, presbítero, que instituyó la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, para fomentar las vocaciones sacerdotales.

   Beata María Antonia Grillo, viuda y fundadora   

En Alessandria, en la región del Piamonte, en Italia, beata María Antonia (Teresa) Grillo, religiosa, que, al quedar viuda, asumió con misericordia las necesidades de los pobres y, después de vender todas sus posesiones, fundó la Congregación de Hermanitas de la Divina Providencia.

   Beato Antonio Swiadek, presbítero y mártir   

En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato Antonio Swiadek, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra, por defender la fe ante quienes seguían doctrinas que negaban la dignidad humana y cristiana, adquirió una corona inmarcesible.


LITURGIA DE HOY

Fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. Viajando hacia Damasco, en la actual Siria, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino y lo eligió para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Sufrió muchas dificultades a causa del nombre de Cristo (elog. del Martirologio Romano).

Misa de la fiesta (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Pf. I Apóstoles.
LECC.: vol. IV.
- Hch 22, 3-16. Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando el nombre de Jesús.
o bien: Hch 9, 1-22. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.
- Sal 116. R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
- Mc 16, 15-18. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Finaliza el Octavario de oración por la unidad de los cristianos.
Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.

Liturgia de las Horas: oficio de la fiesta. Te Deum.

Martirologio: elogs. del 26 de enero, pág. 129.
CALENDARIOS: Tarragona, Sevilla, en la ciudad de Écija, y HH. Angélicas de san Pablo: Conversión de san Pablo, apóstol (S).
Solsona: Aniversario de la muerte de Mons. Jaume Traserra Cunillera, obispo, emérito (2019).


Antífona de entrada 2 Tm 1, 12; 4, 8

Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el juez justo tiene poder para velar hasta aquel día por el depósito que se me confió.


Monición de entrada

Hoy celebramos la fiesta de la conversión del apóstol san Pablo. En torno al año 31 o 32 de nuestra era, viajando hacia Damasco, en la actual Siria, cuando aún perseguía a muerte a los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino y lo eligió para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Para san Pablo lo sucedido significó el vuelco de su vida: fue alcanzado por Cristo hasta el punto de que cuanto para él había sido una ganancia, se convirtió en pérdida. Su conversión hizo de él un cristiano y su existencia pasó a ser la de un apóstol apasionado que se hizo todo para todos.

Se dice Gloria.


Oración colecta

Oh, Dios, que has instruido al mundo entero
con la predicación de san Pablo, apóstol,
concede a cuantos celebramos hoy su conversión,
avanzar hacia ti, siguiendo su ejemplo,
y ser en el mundo testigos de tu verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA (opción 1)
Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando el nombre de Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (Hch 22, 3-16)

«YO SOY JUDÍO, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad; me formé a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto celo como vosotros mostráis hoy. Yo perseguí a muerte este Camino, encadenando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres, como pueden atestiguar en favor mío el sumo sacerdote y todo el consejo de los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y me puse en camino con el propósito de traerme encadenados a Jerusalén a los que encontrase allí, para que los castigaran.

Pero yendo de camino, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor; caí por tierra y oí una voz que me decía:

“Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?

Yo pregunté:

“¿Quién eres, Señor?”.

Y me dijo:

“Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues”.

Mis compañeros vieron el resplandor, pero no oyeron la voz que me hablaba.

Yo pregunté:

¿Qué debo hacer, Señor?

El Señor me respondió:

“Levántate, continúa el camino hasta Damasco, y allí te dirán todo lo que está determinado que hagas”.

Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.

Un cierto Ananías, hombre piadoso según la ley, recomendado por el testimonio de todos los judíos residentes en la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo:

“Saúl, hermano, recobra la vista”.

Inmediatamente recobré la vista y lo vi.

Él me dijo:

“El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz de sus labios, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído. Ahora, ¿qué te detiene? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre”».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
 
PRIMERA LECTURA (opción 2)
Allí se te dirá lo que tienes que hacer

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (Hch 9, 1-22)

EN AQUELLOS DÍAS, Saulo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse encadenados a Jerusalén a los que descubriese que pertenecían al Camino, hombres y mujeres. Mientras caminaba, cuando ya estaba cerca de Damasco, de repente una luz celestial lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía:

«Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?».

Dijo él:

«¿Quién eres, Señor?».

Respondió:

«Soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tienes que hacer».

Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías.

El Señor lo llamó en una visión:

«Ananías».

Respondió él:

«Aquí estoy, Señor».

El Señor le dijo:

«Levántate y ve a la calle llamada Recta, y pregunta en casa de Judas por un tal Saulo de Tarso. Mira, está orando, y ha visto en visión a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista».

Ananías contestó:

«Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre».

El Señor le dijo:

«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».

Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:

«Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno de Espíritu Santo».

Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y fue bautizado.

Comió, y recobró las fuerzas.

Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a anunciar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.

Los oyentes quedaban pasmados y comentaban:

«¿No es este el que hacía estragos en Jerusalén con los que invocan ese nombre? Y ¿no había venido aquí precisamente para llevárselos encadenados a los sumos sacerdotes?».

Pero Pablo cobraba cada vez más ánimo y tenía confundidos a los judíos de Damasco, demostrando que Jesús es el Mesías.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 116, 1. 2 [R.: 16, 15])


 
V. Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
 
V. Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

 
Aleluya Cf. Jn 15, 16
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo os he elegido del mundo —dice el Señor— para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. R.

 
EVANGELIO
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

╬ Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 16, 15-18)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, Jesús se apareció a los once y les dijo:

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.

A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Benedicto XVI, Audiencia general 22 de noviembre de 2006

La adhesión de Pablo a la Iglesia se realizó por una intervención directa de Cristo, quien al revelársele en el camino de Damasco, se identificó con la Iglesia y le hizo comprender que perseguir a la Iglesia era perseguirlo a él, el Señor. En efecto, el Resucitado dijo a Pablo, el perseguidor de la Iglesia: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hch 9, 4). Al perseguir a la Iglesia, perseguía a Cristo. Entonces, Pablo se convirtió, al mismo tiempo, a Cristo y a la Iglesia. Así se comprende por qué la Iglesia estuvo tan presente en el pensamiento, en el corazón y en la actividad de san Pablo.

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