
DOMINGO DE LA XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO,
Fiesta
del Martirio de San Juan Bautista (no se celebra por ser Domingo)
NOTICIAS DE ACTUALIDAD

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Se encargó de la imagen de la Divina Misericordia, instituir su fiesta y fundar una congregación |
Beato Miguel Sopocko, perseguido por nazis y rusos, y director espiritual de Sor Faustina Kowalska |
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El trauma postaborto no lo superó hasta años después y gracias a una terapia |
Carolyn, traumatizada por un aborto pasado, no pudo sostener en sus manos a su hijo recién nacido |
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La Iglesia en Valencia ofrece, a través de CIDES, acogida a refugiados afganos |
«Biking for vocations», los seminaristas de Filadelfia recorren la diócesis dando testimonio |
La Asociación Médica Católica de USA demanda al gobierno por obligar a hacer operaciones transgénero |
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"Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete de tu señor. " , por ReL |
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En los quinientos años de la conversión de San Ignacio de Loyola , por María García de Fleury |
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La Concepción de Valladolid , por Sólo Dios basta |
Hoy el reto del amor es “tirar de confianza”. , por El Reto Del Amor |
Ponerlo en juego. Comentario para Matrimonios: Mateo 25, 14-30 , por ProyectoAmorConyugal.es |
Cumplir la Ley de Dios o las costumbres humanas , por La divina proporción |
Actualidad Comentada por P. Santiago Martín
(28.08.2021)
¿Merecemos seguir existiendo?
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SANTORAL DE HOY
El martirio de san Juan Bautista
(†s. I)
Elogio: Memoria del martirio de san Juan Bautista, a quien el rey Herodes Antipas retuvo encarcelado en la fortaleza de Maqueronte, en el actual Israel, y al cual mandó decapitar en el día de su cumpleaños, a petición de la hija de Herodías. De esta suerte, el Precursor del Señor, como lámpara encendida y resplandeciente, tanto en la muerte como en la vida dio testimonio de la verdad.
Patronazgos: San Juan Bautista es patrono de muchos países, regiones y ciudades, entre ellos Malta y Jordania. También de muchos oficios: tejedores, curtidores, peleteros, talabarteros, trabajadores del alimento, bodegueros, toneleros, carpinteros, arquitectos, albañiles, canteros, deshollinadores, herreros, pastores, agricultores, cantantes, bailarines, músicos, exhibidores de cine, comunicadores de masas; protector también de los corderos, las ovejas, los animales de compañía y las vides; para invocar contra el alcoholismo, los dolores de cabeza, mareos, ansiedad, epilepsia, espasmos, ronquera, enfermedades de la infancia, el miedo.
Oración
Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Otros santos de este día:
Santa Basila
En Sirmio, de Panonia, santa Basila.
Santa Sabina
En Roma, conmemoración de santa Sabina, cuya iglesia titular
construida en el monte Aventino recibe su nombre, digno de veneración.
San Adelfo de Metz, obispo
En Metz, de la Galia Bélgica, san Adelfo, obispo.
San Víctor, recluso
En la región de Nantes, en la Bretaña Menor, san Víctor,
solitario, que vivió recluido en un pequeño oratorio, construido por él mismo
junto a Bonchamp.
San Sebbo, monje
En Londres, en Inglaterra, conmemoración de san Sebbo, rey
de los sajones orientales muy devoto del Señor, que dejó la corona y quiso
morir con el hábito monacal, deseado desde largo tiempo atrás.
San Mederico, abad
En París, en Neustria, san Mederico, presbítero y abad de
Autun, que vivió en una celda cercana a la ciudad.
Beatos Juan de Perugia y Pedro de Sassoferrato,
religiosos mártires
En Valencia, de España, beatos mártires Juan de Perugia,
presbítero, y Pedro de Sassoferrato, religioso, ambos de la Orden de los
Hermanos Menores, que enviados a predicar la fe entre los musulmanes de aquel
lugar, alcanzaron la palma del martirio al ser decapitados en la plaza pública
por orden del rey.
Beata Bronislava, eremita
Cerca de Cracovia, en Polonia, beata Bronislava, virgen de
la Orden Premonstratense, que quiso llevar una existencia humilde y retirada, y
destruido su monasterio por los tártaros, vivió a solas con Dios en una choza.
Beato Ricardo Herst, mártir
En Lancaster, en Inglaterra, beato Ricardo Herst, mártir,
padre de familia y labrador, que, acusado falsamente de un homicidio, por su fe
en Cristo fue condenado a morir en la horca, en tiempo del rey Jacobo I.
Beato Luis Vulfilocio Huppy, presbítero y mártir
En el litoral frente a Rochefort, en Francia, beato Luis
Vulfilocio Huppy, presbítero y mártir, que encarcelado de manera inhumana, por
ser sacerdote, en una vieja nave durante la Revolución Francesa, murió víctima
de enfermedad.
Beato Edmundo Ignacio Rice, fundador
En Waterford, en Irlanda, beato Edmundo Ignacio Rice, que
con gran entusiasmo y perseverancia se entregó a la formación de los niños y de
los jóvenes de condición modesta y, para el auge de esta obra, fundó la
Congregación de los Hermanos Cristianos y la de los Hermanos de la
Presentación.
Santa María de la Cruz Jugan, virgen y fundadora
Cerca de Renes, en Francia, santa María de la Cruz (Juana)
Jugan, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanitas de los Pobres para
pedir limosna para los necesitados y para Dios, pero injustamente alejada de la
dirección del Instituto, pasó el resto de su vida en la oración y en la
humildad.
Beato Flaviano Miguel Melki, presbítero y mártir
En Cizre, Turquía, beato Flaviano Miguel Melki, presbítero
de los Hermanos de San Efrén, eparquía de Jazira de los Sirios, muerto por odio
a la fe.
Beato Constantino Fernández Álvarez, presbítero y
mártir
En Valencia, en España, beato Constantino Fernández Álvarez,
presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que en el tiempo de
persecución llevó a cabo su prueba por la fe.
Beato Francisco Monzón Romeo, presbítero y mártir
En la localidad de Híjar, cerca de Teruel, también en
España, beato Francisco Monzón Romero, presbítero de la Orden de Predicadores y
mártir, que, durante la misma persecución, confirmó con la propia sangre su
fidelidad para con el Señor.
Beato Pedro de Asúa y Mendía, presbítero y mártir
En Liendo, Cantabria, también en España, beato Pedro de
Asúa, presbítero de la diócesis de Vitoria y mártir, testigo cruento de la fe
en los años de la Guerra Civil.
Beato Domingo Jedrzejewski, presbítero y mártir
En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad
de Munich, en Alemania, beato Domingo Jedrzejewski, presbítero y mártir, que en
el furor de la guerra, deportado de Polonia y encarcelado en aquel lugar, murió
por Cristo bajo crueles torturas.
Beata Sancha Szymkowiak, virgen
En Poznan, en Polonia, beata Sancha (Joanina) Szymkowiak,
virgen, de la Congregación de las Hijas de la Virgen de los Dolores, que, en
medio de las dificultades de la guerra, se ocupó con gran entrega de la
asistencia a los encarcelados.
Beata Teresa Bracco, virgen y mártir
En la aldea de Santa Giulia, en la región del Piamonte, en
Italia, beata Teresa Bracco, virgen y mártir, que en tiempo de guerra, cuando
estaba trabajando en el campo, murió a causa de las heridas que le causaron los
golpes de unos soldados, al defender valientemente su castidad.
Santa Eufrasia del Sagrado Corazón de Jesús
Eluvathingal, virgen
En Trichur, India, santa Eufrasia del Sagrado Corazón de
Jesús (Rosa) Eluvathingal, virgen.
LITURGIA
DE HOY
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (B).
- Dt 4, 1-2. 6-8. No añadáis nada a lo que yo os mando...
observaréis los preceptos del Señor.
- Sal 14. R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
- Sant 1, 16b-18. 21b-22. 27. Poned en práctica la palabra.
- Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23. Dejáis a un lado el mandamiento de
Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
La religiosidad verdadera es tema central de las lecturas de hoy. Ya en la
oración colecta pedimos crecer en la piedad. Pero ¿en qué consiste esto? En la
2 lect., el apóstol Santiago nos dice que debemos no solo oír la Palabra de
Dios sino llevarla a la práctica: «La religiosidad auténtica e intachable a los
ojos de Dios Padre es esta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción y
mantenerse incontaminado del mundo». En la misma línea, Jesús recrimina a los
fariseos por haber montado una religiosidad de tradiciones humanas y preceptos
exteriores, estando su corazón lejos de Dios. Y nos recuerda que lo que nos
hace impuros son las maldades que salen de nuestro corazón.
Liturgia de las Horas: oficio
dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 30 de agosto, pág. 522.
Antífona de entrada Sal 85, 3. 5
Piedad de mí, Señor; que a ti te estoy
llamando todo el día, porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en
misericordia con los que te invocan.
Monición de entrada
Celebrar bien la eucaristía exige un corazón bien dispuesto para acoger
la Palabra de Dios y participar en su banquete de amor. Necesitamos pedir la
conversión del corazón para aceptar los mandatos del Señor, desterrando nuestra
pretensión de autosuficiencia. Que nuestro culto a Dios no sea solo de
cumplimiento, sino que nazca de un verdadero deseo del corazón.
Acto penitencial
- Que no te honremos con los labios sino con el corazón: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Que siempre aceptemos tu Palabra y la llevemos a la práctica: Cristo, ten
piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Que ninguna maldad salga de nuestro corazón y nos haga impuros en tu
presencia: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
Se dice Gloria.
Oración colecta
Dios todopoderoso, que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el
amor de tu nombre y concédenos que, al crecer nuestra piedad, alimentes todo
bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor
Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
PRIMERA LECTURA
No añadáis nada a
lo que yo os mando.... observaréis los preceptos del Señor
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 4, 1-2. 6-8)
MOISÉS habló al pueblo, diciendo:
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que,
cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor,
Dios de vuestros padres, os va a dar.
No añadáis nada a lo que yo os mando ni suprimáis nada; observaréis los
preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia
a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos
mandatos, dirán:
“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.
Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como
el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan
justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?».
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5 [R.: 1b])
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
SEGUNDA LECTURA
Poned en práctica
la palabra
Lectura de la carta del apóstol Santiago (Sant 1, 16b-18. 21b-22. 27)
MIS QUERIDOS HERMANOS:
Todo buen regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las
luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación.
Por propia iniciativa nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos
como una primicia de sus criaturas.
Acoged con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en vosotros y es capaz
de salvar vuestras vidas.
Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a
vosotros mismos.
La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es esta:
atender a huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse incontaminado del
mundo.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Aleluya St 1, 18
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Por propia iniciativa el Padre nos engendró con la palabra de la
verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas. R.
EVANGELIO
Dejáis a un lado
el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres
╬ Lectura del santo evangelio según san Marcos (Mc 7, 1-8. 14-15.
21-23)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas
venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras,
es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no
comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición
de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se
aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y
comen el pan con manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos”.
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los
hombres».
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre
impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las
fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes,
desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen
de dentro y hacen al hombre impuro».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Papa Francisco
ÁNGELUS.
Domingo, 2 de septiembre de 2018.
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
En este domingo retomamos la lectura del Evangelio de Marcos. En el
pasaje de hoy (cfr Mc 7, 1-8.14-15.21-23), Jesús afronta un tema importante
para todos nosotros creyentes: la autenticidad de nuestra obediencia a la
Palabra de Dios, contra toda contaminación mundana o formalismo legalista. El
pasaje se abre con la objeción que los escribas y los fariseos dirigen a Jesús,
acusando a sus discípulos de no seguir los preceptos rituales según las
tradiciones. De esta manera, los interlocutores pretendían golpear la
confiabilidad y la autoridad de Jesús como maestro porque decían: «Pero este
maestro deja que los discípulos no cumplan las prescripciones de la tradición».
Pero Jesús replica fuerte y replica diciendo: «Bien profetizó Isaías de
vosotros, hipócritas, según esta escrito: "Este pueblo me honra con los
labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que
enseñan doctrinas que son preceptos de hombres"» (Mc 7, 6-7). Así dice
Jesús, ¡Palabras claras y fuertes! Hipócrita es, por así decir, uno de los
adjetivos más fuertes que Jesús usa en el Evangelio y lo pronuncia dirigiéndose
a los maestros de la religión: doctores de la ley, escribas… «Hipócrita», dice
Jesús.
Jesús de hecho quiere sacudir a los escribas y los fariseos del error en
el que han caído, ¿y cuál es este error? El de alterar la voluntad de Dios,
descuidando sus mandamientos para cumplir las tradiciones humanas. La reacción
de Jesús es severa porque es mucho lo que hay en juego: se trata de la verdad
de la relación entre el hombre y Dios, de la autenticidad de la vida religiosa.
El hipócrita es un mentiroso, no es auténtico.
También hoy el Señor nos invita a huir del peligro de dar más importancia
a la forma que a la sustancia. Nos llama a reconocer, siempre de nuevo, eso que
es el verdadero centro de la experiencia de fe, es decir el amor de Dios y el
amor del prójimo, purificándola de la hipocresía del legalismo y del
ritualismo. El mensaje del Evangelio hoy está reforzado también por la voz del
apóstol Santiago, que nos dice en síntesis como debe ser la verdadera religión,
y dice así: la verdadera religión es «visitar a los huérfanos y a las viudas en
su tribulación y conservarse incontaminado del mundo» (Mc 7, 27). «Visitar a
los huérfanos y a las viudas» significa practicar la caridad hacia el prójimo a
partir de las personas más necesitadas, más frágiles, más a los márgenes. Son
las personas de las cuales Dios cuida de forma especial, y nos pide a nosotros
hacer lo mismo. «No dejarse contaminar de este mundo» no quiere decir aislarse
y cerrarse a la realidad. No. Tampoco aquí debe ser una actitud exterior sino
interior, de sustancia: significa vigilar para que nuestra forma de pensar y de
actuar no esté contaminada por la mentalidad mundana, o sea de la vanidad, la
avaricia, la soberbia. En realidad, un hombre o una mujer que vive en la
vanidad, en la avaricia, en la soberbia y al mismo tiempo cree que se hace ver
como religiosa e incluso llega a condenar a los otros, es un hipócrita. Hagamos
un examen de conciencia para ver cómo acogemos la Palabra de Dios. El domingo
la escuchamos en la misa. Si la escuchamos de forma distraída o superficial,
esta no nos servirá de mucho. Debemos, sin embargo, acoger la Palabra con mente
y corazón abiertos, como un terreno bueno, de forma que sea asimilada y lleve
fruto en la vida concreta. Así la Palabra misma nos purifica el corazón y las
acciones y nuestra relación con Dios y con los otros es liberada de la
hipocresía.
El ejemplo y la intercesión de la Virgen María nos ayuden a honrar siempre
al Señor con el corazón, testimoniando nuestro amor por Él en las elecciones
concretas por el bien de los hermanos.
ÁNGELUS, Plaza
de San Pedro, Domingo 30 de agosto de 2015
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo presenta una disputa entre Jesús y algunos
fariseos y escribas. La discusión se refiere al valor de la «tradición de los
antepasados» (Mc 7, 3) que Jesús, refiriéndose al profeta Isaías, define
«preceptos humanos» (v. 7) y que nunca deben ocupar el lugar del «mandamiento
de Dios» (v. 8). Las antiguas prescripciones en cuestión comprendían no sólo
los preceptos de Dios revelados a Moisés, sino también una serie de dictámenes
que especificaban las indicaciones de la ley mosaica. Los interlocutores
aplicaban tales normas de manera muy escrupulosa y las presentaban como
expresión de auténtica religiosidad. Por eso recriminan a Jesús y a sus
discípulos la transgresión de éstas, en particular las que se refieren a la
purificación exterior del cuerpo (cf. v. 5). La respuesta de Jesús tiene la
fuerza de un pronunciamiento profético: «Dejáis a un lado el mandamiento de
Dios —dice— para aferraros a la tradición de los hombres» (v. 8). Son palabras
que nos llenan de admiración por nuestro Maestro: sentimos que en Él está la verdad
y que su sabiduría nos libra de los prejuicios.
Pero ¡atención! Con estas palabras, Jesús quiere ponernos en guardia también a
nosotros, hoy, del pensar que la observancia exterior de la ley sea suficiente
para ser buenos cristianos. Como entonces para los fariseos, existe también
para nosotros el peligro de creernos en lo correcto, o peor, mejores que los
demás por el sólo hecho de observar las reglas, las costumbres, aunque no
amemos al prójimo, seamos duros de corazón, soberbios y orgullosos. La observancia
literal de los preceptos es algo estéril si no cambia el corazón y no se
traduce en actitudes concretas: abrirse al encuentro con Dios y a su Palabra,
buscar la justicia y la paz, socorrer a los pobres, a los débiles, a los
oprimidos. Todos sabemos, en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en
nuestros barrios, cuánto daño hacen a la Iglesia y son motivo de escándalo, las
personas que se dicen muy católicas y van a menudo a la iglesia, pero después,
en su vida cotidiana, descuidan a la familia, hablan mal de los demás, etc.
Esto es lo que Jesús condena porque es un antitestimonio cristiano.
Continuando su exhortación, Jesús se centra sobre un aspecto más profundo y
afirma: «Nada que entra de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de
dentro es lo que hace impuro al hombre» (v. 15). De esta manera subraya el
primado de la interioridad, es decir, el primado del «corazón»: no son las
cosas exteriores las que nos hacen o no santos, sino que es el corazón el que
expresa nuestras intenciones, nuestras elecciones y el deseo de hacerlo todo
por amor de Dios. Las actitudes exteriores son la consecuencia de lo que hemos
decidido en el corazón y no al revés: con actitudes exteriores, si el corazón
no cambia, no somos verdaderos cristianos. La frontera entre el bien y el mal
no está fuera de nosotros sino más bien dentro de nosotros. Podemos
preguntarnos: ¿dónde está mi corazón? Jesús decía: «tu tesoro está donde está
tu corazón». ¿Cuál es mi tesoro? ¿Es Jesús, es su doctrina? Entonces el corazón
es bueno. O ¿el tesoro es otra cosa? Por lo tanto, es el corazón el que debe
ser purificado y convertirse. Sin un corazón purificado, no se pueden tener
manos verdaderamente limpias y labios que pronuncian palabras sinceras de amor
—todo es doble, una doble vida—, labios que pronuncian palabras de
misericordia, de perdón. Esto lo puede hacer sólo el corazón sincero y
purificado.
Pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen Santa, que nos dé un corazón
puro, libre de toda hipocresía. Este es el adjetivo que Jesús da a los
fariseos: «hipócritas», porque dicen una cosa y hacen otra. Un corazón libre de
toda hipocresía, para que así seamos capaces de vivir según el espíritu de la
ley y alcanzar su finalidad, que es el amor.
Papa
Benedicto XVI
ÁNGELUS.
Castelgandolfo. Domingo 2 de septiembre de 2012
Queridos hermanos y hermanas:
En la liturgia de la Palabra de este domingo destaca el tema de la Ley de
Dios, de su mandamiento: un elemento esencial de la religión judía e incluso de
la cristiana, donde encuentra su plenitud en el amor (cf. Rm 13, 10). La Ley de
Dios es su Palabra que guía al hombre en el camino de la vida, lo libera de la
esclavitud del egoísmo y lo introduce en la "tierra" de la verdadera
libertad y de la vida. Por eso en la Biblia la Ley no se ve como un peso, como
una limitación que oprime, sino como el don más precioso del Señor, el
testimonio de su amor paterno, de su voluntad de estar cerca de su pueblo, de
ser su Aliado y escribir con él una historia de amor.
El israelita piadoso reza así: "Tus decretos son mi delicia, no
olvidaré tus palabras. (...) Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella
es mi gozo" (Sal 119, 16.35). En el Antiguo Testamento, es Moisés quien en
nombre de Dios transmite la Ley al pueblo. Él, después del largo camino por el
desierto, en el umbral de la tierra prometida, proclama: "Ahora, Israel,
escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos,
viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros
padres, os va a dar" (Dt 4, 1).
Y aquí está el problema: cuando el pueblo se establece en la tierra, y es
depositario de la Ley, siente la tentación de poner su seguridad y su gozo en
algo que ya no es la Palabra del Señor: en los bienes, en el poder, en otros
"dioses" que en realidad son vanos, son ídolos.
Ciertamente, la Ley de Dios permanece, pero ya no es lo más importante,
ya no es la regla de la vida; se convierte más bien en un revestimiento, en una
cobertura, mientras que la vida sigue otros caminos, otras reglas, intereses a
menudo egoístas, individuales y de grupo.
Así la religión pierde su auténtico significado, que es vivir en escucha
de Dios para hacer su voluntad –que es la verdad de nuestro ser–, y así vivir
bien, en la verdadera libertad, y se reduce a la práctica de costumbres
secundarias, que satisfacen más bien la necesidad humana de sentirse bien con
Dios. Y este es un riesgo grave para toda religión, que Jesús encontró en su
tiempo, pero que se puede verificar, por desgracia, también en el cristianismo.
Por eso, las palabras de Jesús en el evangelio de hoy contra los escribas
y los fariseos nos deben hacer pensar también a nosotros. Jesús hace suyas las
palabras del profeta Isaías: "Este pueblo me honra con los labios, pero su
corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina
que enseñan son preceptos humanos" (Mc 7, 6-7; cf. Is 29, 13). Y luego
concluye: "Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la
tradición de los hombres" (Mc 7, 8).
También el apóstol Santiago, en su carta, pone en guardia contra el
peligro de una falsa religiosidad. Escribe a los cristianos: "Poned en
práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros
mismos" (St 1, 22). Que la Virgen María, a la que nos dirigimos ahora en
oración, nos ayude a escuchar con un corazón abierto y sincero la Palabra de Dios,
para que oriente todos los días nuestros pensamientos, nuestras decisiones y
nuestras acciones.
Se dice Credo.
Oración de los fieles
Oremos al Señor, nuestro Dios. Él está cerca de los que lo invocan.
- Por la Iglesia, para que sepa guardar y actualizar lo que ha recibido del
Señor y prescindir de todo lo que impide o dificulta su misión en el mundo.
Roguemos al Señor.
- Por los dirigentes de los países más pobres, para que promuevan la justicia
social y eviten cualquier tentación de corrupción. Roguemos al Señor
- Por la juventud de nuestro tiempo, para que descubra los valores evangélicos
que guíen su vida. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, aquí reunidos, para que nuestro culto a Dios sea en espíritu y
en verdad. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, que te honra con los labios y
desea honrarte con sincero corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas
Señor, que esta ofrenda santa nos alcance siempre tu bendición salvadora,
para que perfeccione con tu poder lo que realiza en el sacramento. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de la comunión Sal 30, 20
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen.
O bien: Mt 5, 9-10
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados
hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque
de ellos es el reino de los cielos.
Oración después de la comunión
Saciados con el pan de la mesa del cielo, te pedimos, Señor, que este
alimento de la caridad fortalezca nuestros corazones y nos mueva a servirte en
nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.