SÁBADO DE LA XIX SEMANA DEL T. ORDINARIO,
SAN
MAXIMILIANO MARÍA KOLBE, PRESBÍTERO Y MÁRTIR, (MO)
Monición
de entrada
Celebramos hoy la memoria de san Maximiliano María Kolbe, presbítero de
la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir. Nació en Polonia el año
1894. Misionero en Japón, fundó las escuelas de la Inmaculada para la educación
de la juventud. A su vuelta a Polonia, en plena guerra mundial, fue detenido
por las fuerzas del ejército nazi e internado en el campo de exterminio de
Auschwitz, donde, el año 1941, entregó su vida a cambio de un padre de familia
condenado a muerte.
Oración
colecta
Oh,
Dios, que al presbítero y mártir san Maximiliano María, inflamado de amor a la
Virgen Inmaculada, lo llenaste de celo por las almas y de amor al prójimo,
concédenos en tu bondad, por su intercesión, trabajar generosamente por tu
gloria en el servicio de los hombres y ser semejantes a tu Hijo hasta la
muerte. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA
LECTURA
Elegid
hoy a quién queréis servir
Lectura del libro de Josué (Jos 24, 14-29)
EN AQUELLOS DÍAS, hablaba Josué al pueblo diciendo:
«Pues bien: temed al Señor; servidle con toda sinceridad; quitad de en medio
los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del Río y en
Egipto; y servid al Señor. Pero si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy
a quién queréis servir: si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al
otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis; que
yo y mi casa serviremos al Señor».
El pueblo respondió:
«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque
el Señor nuestro Dios es quien nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de
Egipto, de la casa de la esclavitud; y quien hizo ante nuestros ojos aquellos
grandes prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los
pueblos por los que atravesamos. Además, el Señor expulsó ante nosotros a los
pueblos amorreos que habitaban el país. También nosotros serviremos al Señor,
¡porque él es nuestro Dios!».
Y Josué dijo al pueblo:
«No lograréis servir al Señor, porque es un Dios santo, Un Dios celoso. No
perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados. Si abandonáis al Señor y servís
a dioses extranjeros, él también se volverá contra vosotros y, después de
haberos hecho tanto bien, os maltratará y os aniquilará».
El pueblo le respondió:
«¡No! Nosotros serviremos al Señor».
Josué insistió:
«Vosotros sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido al Señor
para servirle».
Respondieron:
«¡Testigos somos!».
«Entonces, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis, e inclinad
vuestro corazón hacia el Señor, Dios de Israel».
El pueblo respondió:
«¡Al Señor nuestro Dios serviremos y obedeceremos su voz!».
Aquel día Josué selló una alianza con el pueblo y les dio leyes y
mandatos en Siquén. Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de
Dios. Cogió una gran piedra y la erigió allí, bajo la encina que hay en el
santuario del Señor. Y dijo Josué a todo el pueblo:
«Mirad, esta piedra será testigo contra nosotros, porque ha oído todas las
palabras que el Señor nos ha dicho. Ella será testigo contra vosotros, para que
no podáis renegar de vuestro Dios».
Luego Josué despidió al pueblo, cada cual a su heredad. Y después de todo esto,
murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo
responsorial Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 11 (Cf.: 5a)
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
V. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
V. Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
V. Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Aleluya Cf.
Mt 11, 25
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
has revelado los misterios del reino a los pequeños. R.
EVANGELIO
No
impidaís a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de
los cielos
╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 19, 13-15)
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les
impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
Jesús dijo:
«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es
el reino de los cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa 143
Hacernos niños: renunciar a la soberbia, a la autosuficiencia; reconocer que
nosotros solos nada podemos, porque necesitamos de la gracia, del poder de
nuestro Padre Dios para aprender a caminar y para perseverar en el camino. Ser
pequeños exige abandonarse como se abandonan los niños, creer como creen los
niños, pedir como piden los niños.
Y todo eso lo aprendemos tratando a María.
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