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SANTORAL DE HOY
(1193 - †1253)
Otros santos de este día:
San Alejandro «Carbonero», obispo y mártir
En Comana (Gumenek), en el Ponto, san Alejandro, de sobrenombre
«Carbonero», obispo, que a partir de la filosofía alcanzó la eminente ciencia
de la humildad cristiana, y elevado por san Gregorio Taumaturgo a la sede
episcopal de aquella Iglesia, fue célebre no solo por su predicación, sino
también por haber sufrido el martirio por el fuego.
San Tiburcio, mártir
En Roma, en el cementerio llamado «Ad duas lauros», en la vía Labicana, a
tres miliarios de la ciudad, san Tiburcio, mártir, cuyas alabanzas fueron
celebradas por el papa san Dámaso.
Santa Susana, mártir
También en Roma, conmemoración de santa Susana, bajo cuyo nombre,
celebrado entre los mártires en los anales antiguos, fue dedicada a Dios, en el
siglo sexto, una basílica en el título de Gaio, junto a las termas de
Diocleciano.
San Rufino de Asís, obispo y mártir
En Asís, de la Umbría, san Rufino, a quien se considera primer obispo de
aquella población y mártir.
San Casiano de Benevento, obispo
En Benevento, de la Campania, san Casiano, obispo.
San Taurino de Évreux, obispo
En la ciudad de Évreux, en la Galia, san Taurino, que es celebrado como
el primer obispo de esta ciudad.
Santa Atracta, abadesa
En Hibernia, santa Atracta, abadesa, que, según la tradición, recibió de
manos de san Patricio el velo de las vírgenes.
San Equicio, abad
En el territorio de Valeria, en la Umbría, san Equicio, abad, que, como
escribe el papa san Gregorio Magno, por su santidad fue padre de muchos
monasterios y, donde quiera que iba, daba a beber a los demás de la fuente de
las Sagradas Escrituras.
San Gaugerico de Cambrai, obispo
En Cambrai, en Austrasia, san Gaugerico, obispo, que, insigne por su
piedad y caridad para con los pobres, fue ordenado diácono por Magnerico de Tréveris,
y después, elegido para la sede de Cambrai, ejerció el episcopado durante
treinta y nueve años.
Santa Rustícola, abadesa
En Arlés, de la Provenza, en la Galia, santa Rustícola, abadesa, que
gobernó santamente a sus monjas durante casi sesenta años.
Beatos Juan Sandys, Esteban Rowsham y
Guillermo Lampley, mártires (1 coms.)
En Gloucester, en Inglaterra, beatos Juan Sandys y Esteban Rowsham,
presbíteros, y Guillermo Lampley, sastre, todos mártires, que durante el
reinado de Isabel I, en días distintos no conservados en la tradición,
sufrieron por Cristo los mismos tormentos.
Beato Juan Jorge Rhem, presbítero y
mártir
Cerca de la costa de Francia, ante el puerto de Rochefort, beato Juan
Jorge (Jacobo) Rhem, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual,
encerrado durante la persecución contra la fe en una lóbrega prisión, levantaba
la esperanza de sus compañeros de cárcel, cruelmente torturados, hasta que él
mismo, por amor a Cristo, murió de una enfermedad incurable.
Beato Luis Biraghi, presbítero y
fundador
En Milán, Italia, beato Luis Biraghi, presbítero y fundador de las
Religiosas de Santa Marcelina.
San John Henry Newman, presbítero
En Birmingham, ciudad de Inglaterra, san John Henry Newman, cardenal
presbítero, que pasó de la Iglesia anglicana a la católica, y con sus escritos
ayudó a muchos a reflexionar sobre la verdad de la fe.
Beatos Rafael Alonso Gutiérrez y Carlos Díaz
Gandía, mártires
En la aldea de Agullent, en el territorio de Valencia, en España, beato
Rafael Alonso Gutiérrez, mártir, padre de familia, que en el furor de la
persecución contra la fe derramó su sangre por Cristo. Con él se conmemora
también al bienaventurado mártir Carlos Díaz Gandía, que en este mismo día y en
la misma localidad recibió la vida eterna por la defensa de la fe.
Beato Miguel Domingo Cendra, religioso y
mártir
En la localidad de Prat de Compte, cerca de Tarragona, igualmente en
España, beato Miguel Domingo Cendra, religioso de la Sociedad de San Francisco
de Sales y mártir, que en la misma persecución mereció alcanzar a través del
martirio la palma de la gloria.
Beato Mauricio Tornay, presbítero y
mártir
En los confines del Tíbet, beato Mauricio Tornay, presbítero y mártir,
que primero fue canónigo regular de la Congregación de los Santos Nicolás y
Bernardo de Mont-Joux (Gran San Bernardo), y después anunció con empeño el
Evangelio en China y en el Tíbet, donde finalmente recibió la muerte a manos de
los enemigos del nombre cristiano.
LITURGIA
DE HOY
PRIMERA LECTURA
Murió Moisés, como había dicho el Señor, y ya no surgió otro profeta como él
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 34, 1-12)
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
R. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!»
R. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.
sus temibles proezas en favor de los hombres.
R. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.
R. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.
╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 15-20)
R. Gloria a ti, Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Las etapas de este itinerario indican el esfuerzo que el Señor pide a su
comunidad para acompañar a quien se equivoca, con el fin de que no se pierda.
Es necesario, ante todo, evitar el clamor de la crónica y las habladurías de la
comunidad –esto es lo primero, evitar esto–. "Repréndelo estando los dos a
solas" (Mt 18, 15). La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad y
atención respecto a quien ha cometido una falta, evitando que las palabras
puedan herir y matar al hermano. Porque, vosotros lo sabéis, también las
palabras matan. Cuando hablo mal, cuando hago una crítica injusta, cuando
"le saco el cuero" a un hermano con mi lengua, esto es matar la fama
del otro. También las palabras matan. Pongamos atención en esto. Al mismo
tiempo, esta discreción de hablarle estando solo tiene el fin de no mortificar
inútilmente al pecador. Se habla entre dos, nadie se da cuenta de ello y todo
se acaba. A la luz de esta exigencia es como se comprende también la serie
sucesiva de intervenciones, que prevé la participación de algunos testigos y
luego nada menos que de la comunidad. El objetivo es ayudar a la persona a
darse cuenta de lo que ha hecho, y que con su culpa ofendió no sólo a uno, sino
a todos. Pero también de ayudarnos a nosotros a liberarnos de la ira o del
resentimiento, que sólo hacen daño: esa amargura del corazón que lleva a la ira
y al resentimiento y que nos conducen a insultar y agredir.
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