17 de julio - DOMINGO DE LA XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO C)

  


 
  DOMINGO DE LA XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
  Oficio del Domingo de la IV Semana del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta     Nona Vísperas - Completas)
 


PROGRAMA PARROQUIAL:
DOMINGO, 10 DE JULIO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Eucaristía del Domingo de la XVI Semana del Tiempo Ordinario, en la Parroquia (a las 11.00 h.).

- Rezo del Santo Rosario (20.00 h.) y Eucaristía del Domingo de la XVI Semana del Tiempo Ordinario, en la Parroquia (a las 20.30 h.).





NOTICIAS DE ACTUALIDAD






    Portada

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SANTORAL DE HOY 

Elogio: En Sevilla, en la provincia hispánica de Bética, santas Justa y Rufina, vírgenes, que, detenidas por el prefecto Diogeniano, tras ser sometidas a crueles suplicios fueron encerradas en prisión, donde les hicieron pasar hambre y más torturas. Justa exhaló su espíritu encarcelada, y Rufina, por seguir proclamando su fe en el Señor, fue decapitada.


Otros santos de este día:

Santos Doce Mártires Escilitanos, mártires

En Cartago, nacimiento en el cielo de los mártires escilitanos Esperado, Narzalo, Citino, Venturio, Félix, Aquilino, Letancio, Genara, Generosa, Vestina, Donata y Segunda, todos los cuales, por orden del procónsul Saturnino y por haber confesado a Cristo, primero fueron encarcelados, al día siguiente atados a un cepo, y finalmente, por mantenerse firmes en su fe en Cristo y negarse a dar culto al emperador como si fuera un dios, condenados a muerte. Puestos todos de rodillas en el lugar donde iban a ser ejecutados, fueron todos decapitados mientras daban gracias a Dios.

San Jacinto, mártir

En Amastris, en Paflagonia, san Jacinto, mártir.

Santa Marcelina, virgen

En Milán, ciudad de Liguria, santa Marcelina, virgen, hermana del obispo san Ambrosio, a la que el papa Liberio impuso el velo de consagrada en la basílica romana de San Pedro, en la fiesta de la Epifanía del Señor.

San Alejo, el hombre de Dios, peregrino

En Roma, en la basílica situada en el monte Aventino, se celebra con el nombre de Alejo a un hombre de Dios que, como cuenta la tradición, abandonó su opulenta casa para vivir como un pobre, mendigando limosna.

San Teodosio de Auxerre, obispo

En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Teodosio, obispo.

San Ennodio de Pavía, obispo

En Pavía, ciudad de la Liguria, san Ennodio, obispo, que compuso himnos en honor de los santos y de sus lugares de culto, y repartió generosamente sus bienes.

San Fredegando, monje

En Deurne, cerca de Anvers, en el territorio de Brabante, en Austrasia, san Fredegando, monje, al parecer procedente de Irlanda, que colaboró con san Foilán y otros misioneros itinerantes.

San Kenelmo, mártir

En el monasterio de Winchelcumbe, en la región de Mercia, en Inglaterra, san Kenelmo, príncipe de este territorio, que, según la tradición, está considerado mártir.

San León IV, papa

En Roma, en la basílica de San Pedro, san León IV, papa, protector de la ciudad y defensor del primado de Pedro.

San Colmano, peregrino

En Stockerau, cerca de la ciudad de Viena, en Baviera, san Colmano, irlandés, que, al dirigirse como peregrino en nombre de Dios a Tierra Santa, fue tomado por un explorador enemigo, motivo por el cual le colgaron de un árbol y llegó así a la Jerusalén celestial.

Santos Zoerardo, o Andrés, y Benito, eremitas

En Nitra, en la ribera del río Waag, en los montes Cárpatos, santos Zoerardo o Andrés, y Benito, ermitaños, que, venidos de Polonia a Hungría a petición del rey san Esteban, llevaron en un eremo del monte Zabor una vida de extrema austeridad.

Santa Eduvigis de Polonia, reina

En Cracovia, ciudad de Polonia, santa Eduvigis, reina, que, nacida en Hungría, heredó el reino de Polonia, y casada con el gran duque lituano Jaguelón, que en el bautismo tomó el nombre de Ladislao, sembró con él la fe católica en Lituania.

Beatas Teresa de San Agustín Lindoine y quince compañeras, vírgenes y mártires

En París, en Francia, beatas Teresa de San Agustín (María Magdalena Claudina) Lindoine y quince compañeras, vírgenes del Carmelo de Compiègne y mártires, que durante la Revolución Francesa se mantuvieron fieles a la observancia monástica, y ante el patíbulo renovaron las promesas bautismales y los votos religiosos. Sus nombes son: beatas María Ana Francisca de San Luis Brideau, María Ana de Jesús Crucificado Piedcourt, Carlota de la Resurrección (Ana María Magdalena) Thouret, Eufrasia de la Inmaculada Concepción (María Claudia Cipriana) Brard, Enriqueta de Jesús (María Gabriela) de Croissy, Teresa del Corazón de María (María Ana) Hanisset, Teresa de San Ignacio (María Gabriela) Trézelle, Julia Luisa de Jesús (Rosa) Chrétien de Neufville, María Enriqueta de la Providencia (Ana) Pelras, Constancia (María Genoveva) Meunier, María del Espíritu Santo (Angélica) Roussel, María de Santa Marta Dufour, Isabel Julia de San Francisco Vérolot, Catalina y Teresa Soiron.

San Pedro Liu Ziyu, mártir

En Zhujiaxiezhuang, pueblo cercano a Shenxian, en la provincia china de Hebei, san Pedro Liu Ziyu, mártir, el cual, durante la persecución desencadenada por el movimiento de los Yihetuan, desoyendo a amigos que le aconsejaban apostatar, permaneció firme en la fe cristiana ante el mandarín, por lo que fue traspasado con espada.

Beato Pablo Gojdich, obispo y mártir

En Leopoldov, lugar de Eslovaquia, beato Pablo (Pedro) Gojdich, obispo y mártir, el cual, pastor de la eparquía de Presov, bajo un régimen ateo fue encarcelado y sometido a tal clase de tribulaciones que, tras atroces torturas, acogiendo fielmente la palabra de Cristo, con una valerosa confesión de la fe pasó a la vida eterna.


LITURGIA DE HOY

Misa del Domingo (verde).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.

LECC.: vol. I (C).

- Gén 18, 1-10a. Señor, no pases de largo junto a tu siervo.
- Sal 14. R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
- Col 1, 24-28. El misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos.
- Lc 10, 38-42. Marta lo recibió. María ha escogido la parte mejor.

El conocimiento del misterio de Cristo nos lleva a la madurez de nuestra vida cristiana. La riqueza de este misterio está en que Él es para nosotros la esperanza de la gloria (2 lect.). Conocer el misterio de Cristo es conocer el amor que Dios nos tiene, crecer en él y responder con amor. Es abandonar el pecado y pasar a una vida nueva (cf. orac. después de la comunión). La fe en el Señor Jesús que nos salva es una disposición fundamental a lo largo de nuestra vida. Marta y María (Ev.) saben escuchar y acoger al Señor: dos actitudes necesarias para abrirnos a la salvación. Estemos atentos al paso del Señor por nuestras vidas y como Abrahán pidámosle: «Señor, no pases de largo junto a tu siervo». En la eucaristía acogemos al Señor escuchando su Palabra y comiendo en su banquete.

Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.

Martirologio: elogs. del 18 de julio, pág. 427.

CALENDARIOS: Zaragoza: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Vicente Jiménez Zamora, arzobispo, emérito (2004)


Antífona de entrada Sal 53, 6. 8
Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario dando gracias a tu nombre, que es bueno.

Monición de entrada

Cada celebración en los domingos del tiempo ordinario es ocasión para conocer más a Cristo, profundizar en su amor y, con su gracia, seguirlo mejor en nuestra vida. El nos pide que pongamos todo nuestro corazón en escucharlo, de modo que su palabra se haga carne en nosotros, y respondamos a su invitación con sinceridad. Con alegría nos disponemos, como comunidad, a participar de este sacramento de salvación.

 

Acto penitencial

- Tú, huésped y peregrino en medio de nosotros: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.
- Tú, lo único necesario: Cristo, ten piedad.
R. Cristo, ten piedad.
- Tú, esperanza de la gloria: Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad.

Se dice Gloria.

Oración colecta
Muéstrate propicio con tus siervos, Señor,
y multiplica compasivo los dones de tu gracia sobre ellos,
para que, encendidos de fe, esperanza y caridad,
perseveren siempre, con observancia atenta,en tus mandatos.
Por nuestro Señor Jesucristo.


PRIMERA LECTURA
Señor, no pases de largo junto a tu siervo

Lectura del libro del Génesis (18, 1-10a)

EN AQUELLOS DÍAS, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:
«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de
pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».
Contestaron:
«Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron:
«Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó:
«Aquí, en la tienda».
Y uno añadió:
«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5 [R.: 1b])
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
V. El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
V. El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
R. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?


SEGUNDA LECTURA
El misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (Col 1, 24-28)

HERMANOS:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


Aleluya Cf. Lc 8, 15

R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso,
la guardan y dan fruto con perseverancia. R.

EVANGELIO
Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor
╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 38-42)
R. Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


Papa Francisco
ÁNGELUS. Domingo, 21 de julio de 2019

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el pasaje de este domingo, el evangelista Lucas narra la visita de Jesús a la casa de Marta y María, las hermanas de Lázaro (cf. Lc 10,38-42). Lo reciben, y María se sienta a sus pies para escucharlo; deja lo que estaba haciendo para estar cerca de Jesús: no quiere perderse ninguna de sus palabras. Todo debe dejarse de lado porque, cuando Él viene a visitarnos en nuestra vida, su presencia y su palabra vienen antes que todo. El Señor siempre nos sorprende: cuando empezamos a escucharlo realmente, las nubes se desvanecen, las dudas dan paso a la verdad, los miedos a la serenidad y las diferentes situaciones de la vida encuentran el lugar que les corresponde. El Señor siempre, cuando viene, arregla las cosas, incluso para nosotros.
En esta escena de María de Betania a los pies de Jesús, san Lucas muestra la actitud orante del creyente, que sabe cómo permanecer en la presencia del Maestro para escucharlo y estar en sintonía con Él. Se trata de hacer una parada durante el día, de recogerse en silencio, unos minutos, para dejar espacio al Señor que “pasa” y encontrar el valor de quedarse un poco “a solas” con Él, para volver luego, con serenidad y eficacia, a las cosas cotidianas. Elogiando el comportamiento de María, que «eligió la parte buena» (v. 42), Jesús parece repetirnos a cada uno de nosotros: “No te dejes llevar por las cosas que hacer; escucha antes que nada la voz del Señor, para desempeñar bien las tareas que la vida te asigna”.
Luego está la otra hermana, Marta. san Lucas dice que fue ella la que hospedó a Jesús (cf. v. 38). Tal vez Marta era la mayor de las dos hermanas, no lo sabemos, pero ciertamente aquella mujer tenía el carisma de la hospitalidad. Efectivamente, mientras María escucha a Jesús, ella está totalmente ocupada con otros quehaceres. Por eso, Jesús le dice: «Marta, Marta, te afanas y preocupas por muchas cosas» (v. 41). Con estas palabras, ciertamente no pretende condenar la actitud del servicio, sino más bien la ansiedad con la que a veces se vive. También nosotros compartimos las preocupaciones de santa Marta y, siguiendo su ejemplo, nos proponemos asegurarnos de que, en nuestras familias y en nuestras comunidades, vivamos el sentido de aceptación, de fraternidad, para que todos puedan sentirse “como en casa”, especialmente los pequeños y los pobres cuando llaman a la puerta.
El Evangelio de hoy nos recuerda, pues que la sabiduría del corazón reside precisamente en saber conjugar estos dos elementos: la contemplación y la acción. Marta y María nos muestran el camino. Si queremos disfrutar de la vida con alegría, debemos aunar estas dos actitudes: por un lado, el “estar a los pies” de Jesús, para escucharlo mientras nos revela el secreto de cada cosa; por otro, ser diligentes y estar listos para la hospitalidad, cuando Él pasa y llama a nuestra puerta, con el rostro de un amigo que necesita un momento de descanso y fraternidad. Hace falta esta hospitalidad.
¡Qué María Santísima, Madre de la Iglesia, nos conceda la gracia de amar y servir a Dios y a nuestros hermanos con las manos de Marta y el corazón de María, para que permaneciendo siempre a la escucha de Cristo podamos ser artesanos de paz y de esperanza! Y esto es interesante: con estas dos actitudes seremos artesanos de paz y de esperanza.


ÁNGELUS, Domingo 17 de julio de 2016

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy el evangelista Lucas habla de Jesús que, mientras está de camino hacia Jerusalén, entra en un pueblo y es acogido en casa de las hermanas Marta y María (cf. Lc 10, 38-42). Ambas ofrecen acogida al Señor, pero lo hacen de modo diverso. María se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra (cf. v. 39), en cambio Marta estaba totalmente absorbida por las cosas que tiene que preparar; y en esto le dice a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo. Dile, pues, que me ayude» (v. 40). Y Jesús le responde «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (vv. 41-42).
En su obrar hacendoso y de trabajo, Marta corre el riesgo de olvidar —y este es el problema— lo más importante, es decir, la presencia del huésped. Y al huésped no se le sirve, nutre y atiende de cualquier manera. Es necesario, sobre todo, que se le escuche. Recuerden bien esta palabra: escuchar. Porque al huésped se le acoge como persona, con su historia, su corazón rico de sentimientos y pensamientos, de modo que pueda sentirse verdaderamente en familia. Pero si tú acoges a un huésped en tu casa y continúas haciendo cosas, le haces sentarse ahí, mudo él y mudo tú, es como si fuera de piedra: el huésped de piedra. No. Al huésped se le escucha. Ciertamente, la respuesta que Jesús da a Marta —cuando le dice que una sola es la cosa de la que tiene necesidad— encuentra su pleno significado en referencia a la escucha de la palabra de Jesús mismo, esa palabra que ilumina y sostiene todo lo que somos y hacemos. Si nosotros vamos a rezar —por ejemplo— ante el Crucifijo, y hablamos, hablamos, hablamos y después nos vamos, no escuchamos a Jesús. No dejamos que Él hable a nuestro corazón. Escuchar: esta es la palabra clave. No lo olviden. Y no debemos olvidar que en la casa de Marta y María, Jesús, antes que ser Señor y Maestro, es peregrino y huésped. Por lo tanto, la respuesta tiene este primer y más importante significado: «Marta, Marta, ¿por qué te afanas tanto en hacer cosas para el huésped hasta olvidar su presencia? —El huésped de piedra— Para acogerlo no son necesarias muchas cosas; es más, necesaria es una cosa sola: escucharlo —he aquí la palabra: escucharlo—, demostrarle una actitud fraterna, de modo que se dé cuenta de que se está en familia, y no en una «hospitalización provisional».
Así entendida, la hospitalidad, que es una de las obras de misericordia, aparece verdaderamente como una virtud humana y cristiana, una virtud que en el mundo de hoy corre el riesgo de ser descuidada. En efecto, se multiplican los hospicios y asilos, pero no siempre en estos ambientes se practica una hospitalidad real. Se da vida a muchas instituciones que atienden distintas formas de enfermedad, de soledad, de marginación, pero disminuye la probabilidad para quien es extranjero, refugiado, inmigrante, de escuchar esa dolorosa historia. Incluso en la propia casa, entre los propios familiares puede suceder que encuentren fácilmente servicios y curas de varios tipos más que de escucha y acogida. Hoy estamos absorbidos por el frenesí, por tantos problemas —algunos de los cuales no resultan importantes— que carecemos de la capacidad de escuchar. Y yo quisiera preguntarles, hacerles una pregunta, cada uno responda en el propio corazón: tú, marido, ¿tienes tiempo para escuchar a tu mujer? Y tú, mujer, ¿tienes tiempo para escuchar a tu marido? Ustedes padres, ¿tienen tiempo que «perder» para escuchar a sus hijos, o a sus abuelos y a los ancianos? —«Pero los abuelos dicen siempre las mismas cosas, son aburridos...»— Pero tienen necesidad de ser escuchados. Escuchar. Les pido que aprendan a escuchar y a dedicarse más tiempo entre ustedes. En la capacidad de escucha está la raíz de la paz.
La Virgen María, Madre de la escucha y del servicio atento, nos enseña a ser acogedores y hospitalarios hacia nuestros hermanos y hermanas.

 
Papa Benedicto XVI
ÁNGELUS, Castelgandolfo, Domingo 18 de julio de 2010

Queridos hermanos y hermanas:
Estamos ya en pleno verano, al menos en el hemisferio boreal. Es el tiempo en el que cierran las escuelas y se concentran la mayor parte de las vacaciones. También las actividades pastorales de las parroquias se reducen y yo mismo he suspendido las audiencias por un período. Es por lo tanto un momento favorable para dar el primer lugar a lo que efectivamente es más importante en la vida, o sea, la escucha de la Palabra del Señor. Así lo recuerda también el Evangelio de este domingo, con el célebre episodio de la visita de Jesús a casa de Marta y María, narrado por san Lucas (Lc 10, 38-42).
Marta y María son dos hermanas; tienen también un hermano, Lázaro, quien en este caso no aparece. Jesús pasa por su pueblo y –dice el texto– Marta le recibió (cf. 10, 38). Este detalle da a entender que, de las dos, Marta es la mayor, quien gobierna la casa. De hecho, después de que Jesús entró, María se sentó a sus pies a escucharle, mientras Marta está completamente ocupada en muchos servicios, debidos ciertamente al Huésped excepcional. Nos parece ver la escena: una hermana se mueve atareada y la otra como arrebatada por la presencia del Maestro y sus palabras. Poco después, Marta, evidentemente molesta, ya no aguanta y protesta, sintiéndose incluso con el derecho de criticar a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude". Marta quería incluso dar lecciones al Maestro. En cambio Jesús, con gran calma, responde: "Marta, Marta –y este nombre repetido expresa el afecto–, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada" (Lc 10, 41-42). La palabra de Cristo es clarísima: ningún desprecio por la vida activa, ni mucho menos por la generosa hospitalidad; sino una llamada clara al hecho de que lo único verdaderamente necesario es otra cosa: escuchar la Palabra del Señor; y el Señor en aquel momento está allí, ¡presente en la Persona de Jesús! Todo lo demás pasará y se nos quitará, pero la Palabra de Dios es eterna y da sentido a nuestra actividad cotidiana.
Queridos amigos: como decía, esta página del Evangelio es especialmente adecuada al tiempo de vacaciones, pues recuerda el hecho de que la persona humana debe trabajar, sí; empeñarse en las ocupaciones domésticas y profesionales; pero ante todo tiene necesidad de Dios, que es luz interior de amor y de verdad. Sin amor, hasta las actividades más importantes pierden valor y no dan alegría. Sin un significado profundo, toda nuestra acción se reduce a activismo estéril y desordenado. Y ¿quién nos da el amor y la verdad sino Jesucristo? Por eso aprendamos, hermanos, a ayudarnos los unos a los otros, a colaborar, pero antes aún a elegir juntos la parte mejor, que es y será siempre nuestro mayor bien.

Se dice Credo.

 

Oración de los fieles

Oremos a Dios Padre, que prepara su casa a los desvalidos.

- Por la Iglesia, que se siente solidaria con todos, para que sea hogar abierto, acogedor. Roguemos al Señor.

- Por todos los que tienen responsabilidades en la sociedad, para que procuren la necesaria convivencia de todos los ciudadanos en el respeto y estima mutuos. Roguemos al Señor.

- Por los hijos abandonados por sus padres, por los ancianos, por los emigrantes, para que encuentren siempre en la Iglesia calor y acogida. Roguemos al Señor.

- Por nosotros mismos, por nuestras familias, por nuestros grupos de amistad, para que tengamos siempre presentes, en nuestras relaciones personales, las palabras de Cristo: «El que os recibe a vosotros me recibe a mí». Roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, que en tu Hijo Jesucristo has venido a visitarnos;
acógenos por tu bondad, y atiende nuestras súplicas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

Oración sobre las ofrendas

Oh, Dios, que has llevado a la perfección
del sacrificio único los diferentes sacrificios de la ley antigua,
recibe la ofrenda de tus fieles siervos
y santifica estos dones como bendijiste los de Abel,
para que la oblación que ofrece cada uno
de nosotros en alabanza de tu gloria,
beneficie a la salvación de todos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio VI Dominical del Tiempo Ordinario
La prenda de nuestra pascua eterna


En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

En ti vivimos, nos movemos y existimos;
y, todavía en nuestro cuerpo,
no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor,
sino que poseemos ya en prenda la vida futura; 
pues esperamos gozar de la Pascua eterna, 
porque tenemos las primicias del Espíritu, 
por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos.

Por eso, te alabamos con todos los ángeles, 
aclamándote llenos de alegría:

Santo, Santo, Santo…


Antífona de comunión Sal 110, 4-5

Ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente. Él da alimento a los que lo temen.

O bien: Ap 3, 20

Mira, estoy a la puerta y llamo, dice el Señor. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.


Oración después de la comunión

Asiste, Señor, a tu pueblo
y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva
los que hemos sido alimentados
con los sacramentos del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Marta, bendita seas por tus buenos servicios; cuando llegues a la patria celestial todo esto allí ya no existirá: allí sólo habrá lo que María ha elegido» (San Agustín).

«La palabra de Cristo es clarísima: ningún desprecio por la vida activa, mucho menos por la generosa hospitalidad; sino una llamada clara al hecho de que lo único verdaderamente necesario es escuchar la Palabra del Señor, que es eterna y da sentido a nuestra actividad cotidiana» (Benedicto XVI).

«Meditar lo que se lee conduce a apropiárselo confrontándolo consigo mismo. Aquí, se abre otro libro: el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad (…). Se trata de hacer la verdad para llegar a la Luz: ‘Señor, ¿qué quieres que haga?’ (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.706).


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