27 de julio - MIÉRCOLES DE LA XVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria


 
  MIÉRCOLES DE LA XVII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
  Oficio del Miércoles de la I Semana del Salterio
  (Liturgia de las Horas, Tomo III: Oficio de Lecturas Laudes - TerciaSexta     Nona Vísperas - Completas)
 



PROGRAMA PARROQUIAL:
MIÉRCOLES, 27 DE JULIO

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.

- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.

- Rezo del Santo Rosario (20.00 h.) y Eucaristía del Miércoles de la XVII Semana del Tiempo Ordinario, en la Parroquia (a las 20.30 h.).




MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA II JORNADA MUNDIAL DE LOS ABUELOS Y DE LOS MAYORES
(24 de julio de 2022)

"En la vejez seguirán dando fruto" (Sal 92,15)

Querida hermana, querido hermano:

El versículo del salmo 92 «en la vejez seguirán dando frutos» (v. 15) es una buena noticia, un verdadero “evangelio”, que podemos anunciar al mundo con ocasión de la segunda Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Esto va a contracorriente respecto a lo que el mundo piensa de esta edad de la vida; y también con respecto a la actitud resignada de algunos de nosotros, ancianos, que siguen adelante con poca esperanza y sin aguardar ya nada del futuro.

La ancianidad a muchos les da miedo. La consideran una especie de enfermedad con la que es mejor no entrar en contacto. Los ancianos no nos conciernen —piensan— y es mejor que estén lo más lejos posible, quizá juntos entre ellos, en instalaciones donde los cuiden y que nos eviten tener que hacernos cargo de sus preocupaciones. Es la “cultura del descarte”, esa mentalidad que, mientras nos hace sentir diferentes de los más débiles y ajenos a sus fragilidades, autoriza a imaginar caminos separados entre “nosotros” y “ellos”. Pero, en realidad, una larga vida —así enseña la Escritura— es una bendición, y los ancianos no son parias de los que hay que tomar distancia, sino signos vivientes de la bondad de Dios que concede vida en abundancia. ¡Bendita la casa que cuida a un anciano! ¡Bendita la familia que honra a sus abuelos!

La ancianidad, en efecto, no es una estación fácil de comprender, tampoco para nosotros que ya la estamos viviendo. A pesar de que llega después de un largo camino, ninguno nos ha preparado para afrontarla, y casi parece que nos tomara por sorpresa. Las sociedades más desarrolladas invierten mucho en esta edad de la vida, pero no ayudan a interpretarla; ofrecen planes de asistencia, pero no proyectos de existencia [1].  Por eso es difícil mirar al futuro y vislumbrar un horizonte hacia el cual dirigirse. Por una parte, estamos tentados de exorcizar la vejez escondiendo las arrugas y fingiendo que somos siempre jóvenes, por otra, parece que no nos quedaría más que vivir sin ilusión, resignados a no tener ya “frutos para dar”.

El final de la actividad laboral y los hijos ya autónomos hacen disminuir los motivos por los que hemos gastado muchas de nuestras energías. La consciencia de que las fuerzas declinan o la aparición de una enfermedad pueden poner en crisis nuestras certezas. El mundo —con sus tiempos acelerados, ante los cuales nos cuesta mantener el paso— parece que no nos deja alternativa y nos lleva a interiorizar la idea del descarte. Esto es lo que lleva al orante del salmo a exclamar: «No me rechaces en mi ancianidad; no me abandones cuando me falten las fuerzas» (71,9).

Pero el mismo salmo —que descubre la presencia del Señor en las diferentes estaciones de la existencia— nos invita a seguir esperando. Al llegar la vejez y las canas, Él seguirá dándonos vida y no dejará que seamos derrotados por el mal. Confiando en Él, encontraremos la fuerza para alabarlo cada vez más (cf. vv. 14-20) y descubriremos que envejecer no implica solamente el deterioro natural del cuerpo o el ineludible pasar del tiempo, sino el don de una larga vida. ¡Envejecer no es una condena, es una bendición!

Por ello, debemos vigilar sobre nosotros mismos y aprender a llevar una ancianidad activa también desde el punto de vista espiritual, cultivando nuestra vida interior por medio de la lectura asidua de la Palabra de Dios, la oración cotidiana, la práctica de los sacramentos y la participación en la liturgia. Y, junto a la relación con Dios, las relaciones con los demás, sobre todo con la familia, los hijos, los nietos, a los que podemos ofrecer nuestro afecto lleno de atenciones; pero también con las personas pobres y afligidas, a las que podemos acercarnos con la ayuda concreta y con la oración. Todo esto nos ayudará a no sentirnos meros espectadores en el teatro del mundo, a no limitarnos a “balconear”, a mirar desde la ventana. Afinando, en cambio, nuestros sentidos para reconocer la presencia del Señor [2],  seremos como “verdes olivos en la casa de Dios” (cf. Sal 52,10), y podremos ser una bendición para quienes viven a nuestro lado.

La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro. «La sensibilidad especial de nosotros ancianos, de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos. Y será una elección de amor de los ancianos hacia las nuevas generaciones» [3].  Es nuestro aporte a la revolución de la ternura [4],  una revolución espiritual y pacífica a la que los invito a ustedes, queridos abuelos y personas mayores, a ser protagonistas.

El mundo vive un tiempo de dura prueba, marcado primero por la tempestad inesperada y furiosa de la pandemia, luego, por una guerra que afecta la paz y el desarrollo a escala mundial. No es casual que la guerra haya vuelto en Europa en el momento en que la generación que la vivió en el siglo pasado está desapareciendo. Y estas grandes crisis pueden volvernos insensibles al hecho de que hay otras “epidemias” y otras formas extendidas de violencia que amenazan a la familia humana y a nuestra casa común.

Frente a todo esto, necesitamos un cambio profundo, una conversión que desmilitarice los corazones, permitiendo que cada uno reconozca en el otro a un hermano. Y nosotros, abuelos y mayores, tenemos una gran responsabilidad: enseñar a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo a ver a los demás con la misma mirada comprensiva y tierna que dirigimos a nuestros nietos. Hemos afinado nuestra humanidad haciéndonos cargo de los demás, y hoy podemos ser maestros de una forma de vivir pacífica y atenta con los más débiles. Nuestra actitud tal vez pueda ser confundida con debilidad o sumisión, pero serán los mansos, no los agresivos ni los prevaricadores, los que heredarán la tierra (cf. Mt 5,5).

Uno de los frutos que estamos llamados a dar es el de proteger el mundo. «Todos hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado en brazos» [5];  pero hoy es el tiempo de tener sobre nuestras rodillas —con la ayuda concreta o al menos con la oración—, junto con los nuestros, a todos aquellos nietos atemorizados que aún no hemos conocido y que quizá huyen de la guerra o sufren por su causa. Llevemos en nuestro corazón —como hacía san José, padre tierno y solícito— a los pequeños de Ucrania, de Afganistán, de Sudán del Sur.

Muchos de nosotros hemos madurado una sabia y humilde conciencia, que el mundo tanto necesita. No nos salvamos solos, la felicidad es un pan que se come juntos. Testimoniémoslo a aquellos que se engañan pensando encontrar realización personal y éxito en el enfrentamiento. Todos, también los más débiles, pueden hacerlo. Incluso dejar que nos cuiden —a menudo personas que provienen de otros países— es un modo para decir que vivir juntos no sólo es posible, sino necesario.

Queridas abuelas y queridos abuelos, queridas ancianas y queridos ancianos, en este mundo nuestro estamos llamados a ser artífices de la revolución de la ternura. Hagámoslo, aprendiendo a utilizar cada vez más y mejor el instrumento más valioso que tenemos, y que es el más apropiado para nuestra edad: el de la oración. «Convirtámonos también nosotros un poco en poetas de la oración: cultivemos el gusto de buscar palabras nuestras, volvamos a apropiarnos de las que nos enseña la Palabra de Dios» [6].  Nuestra invocación confiada puede hacer mucho, puede acompañar el grito de dolor del que sufre y puede contribuir a cambiar los corazones. Podemos ser «el “coro” permanente de un gran santuario espiritual, donde la oración de súplica y el canto de alabanza sostienen a la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida» [7].

Es por eso que la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores es una ocasión para decir una vez más, con alegría, que la Iglesia quiere festejar con aquellos a los que el Señor —como dice la Biblia— les ha concedido “una edad avanzada”. ¡Celebrémosla juntos! Los invito a anunciar esta Jornada en sus parroquias y comunidades, a ir a visitar a los ancianos que están más solos, en sus casas o en las residencias donde viven. Tratemos que nadie viva este día en soledad. Tener alguien a quien esperar puede cambiar el sentido de los días de quien ya no aguarda nada bueno del futuro; y de un primer encuentro puede nacer una nueva amistad. La visita a los ancianos que están solos es una obra de misericordia de nuestro tiempo.

Pidamos a la Virgen, Madre de la Ternura, que nos haga a todos artífices de la revolución de la ternura, para liberar juntos al mundo de la sombra de la soledad y del demonio de la guerra.

Que mi Bendición, con la seguridad de mi cercanía afectuosa, llegue a todos ustedes y a sus seres queridos. Y ustedes, por favor, no se olviden de rezar por mí.

 

Roma, San Juan de Letrán, 3 de mayo de 2022, fiesta de los santos apóstoles Felipe y Santiago.

FRANCISCO

 


[1]  Catequesis sobre la vejez, 1: “La gracia del tiempo y la alianza de las edades de la vida” (23 febrero 2022).

[2]  Ibíd., 5: “La fidelidad a la visita de Dios para la generación que viene” (30 marzo 2022).

[3]  Ibíd., 3: “La ancianidad, recurso para la juventud despreocupada” (16 marzo 2022).

[4]  Catequesis sobre san José, 8: “San José padre en la ternura” (19 enero 2022).

[5]  Homilía durante la Santa Misa, I Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores (25 julio 2021).

[6]  Catequesis sobre la familia, 7: “Los abuelos” (11 marzo 2015).

[7]  Ibíd.

 

NOTICIAS DE ACTUALIDAD




El avión papal con los periodistas y el sequito ha aterrizado a las 11.09 horas, tal y como estaba previsto -19.09 horas en Italia-, en el Aeropuerto Internacional de Edmonton, primera parada del 37º viaje apostólico del Papa Francisco. El Pontífice es recibido por las autoridades civiles y religiosas. A partir de mañana el programa de la visita se centrará en el proceso de reconciliación con los pueblos indígenas.



Para ir allí, donde la herida aún sangra. En su editorial, el director de L'Osservatore Romano lee así la "peregrinación penitencial" que Francisco realiza del 24 al 30 de julio. Un "delicado, agotador y doloroso viaje de curación y purificación".




    Portada

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Los misioneros intentaron proteger a los indios hurones de los crueles iroqueses

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El Papa pide perdón por el papel de los católicos en el nefasto sistema canadiense de internados

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  Kateri Tekakwitha, la indígena santa

  Miles de jóvenes en Tierra Santa

  Santiago Apóstol, patrón de España

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Opinión

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  Pedir perdón por culpa ajena , por En cuerpo y alma

  Hoy el reto del amor es que, en este día de San Joaquín y Santa Ana , por El Reto Del Amor

  Surcos de Gracia. Comentario para Matrimonios: Mateo 13, 36-43 , por ProyectoAmorConyugal.es

  Para conocer mejor África , por Benigno Blanco



SANTORAL DE HOY 

Elogio: En Nicomedia, ciudad de Bitinia, san Pantaleón o Pantalaimón, mártir, venerado en Oriente por haber ejercido como médico sin esperar retribución alguna.

Patronazgos: Patrono de médicos, enfermeras, parteras, protector de los animales domésticos, y contra los dolores de cabeza, agotamiento, soledad, y contra las enfermedades de los animales.

Oración

Padre Misericordioso, Dios de todo consuelo, que diste a San Pantaleón el don de interceder por nosotros: Danos por tu amor la salud que te pedimos, danos también un corazón grande y generoso que te sepa ver en el rostro de los otros. Padre Bueno y Todopoderoso, por San Pantaleón te rogamos nos concedas la paz y felicidad que con Fe de Vos esperamos. Amén.


Otros santos de este día:

San Desiderato de Besançon, obispo

En Lons-le-Saulnier, en los montes del Jura, san Desiderato, a quien se tiene por obispo de Besanzón.

San Celestino I, papa

En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria, san Celestino I, papa, que, esforzándose para que la Iglesia se mantuviese en la verdadera fe y ampliase su extensión, instituyó el episcopado en Gran Bretaña e Irlanda y promovió la celebración del Concilio de Éfeso, en donde se condenó a Nestorio y se saludó a María como Madre de Dios.

San Simeón Estilita, monje

Cerca de Antioquía de Siria, san Simeón, monje, que durante muchos años vivió sobre una columna, por lo que recibió el sobrenombre de «Estilita», y cuya vida y trato con todos fue admirable.

San Urso, abad

En Loches, lugar del territorio de Tours, junto al río Indre, san Urso, abad, padre de muchos cenobios, célebre por su abstinencia y sus virtudes.

San Eclesio de Rávena, obispo

En Rávena, en la vía Flaminia, san Eclesio, obispo, que fue compañero del papa san Juan I en la resistencia a las crueldades del rey Teodorico y, después de haberlas sobrevivido tan sólo él, llevó a su Iglesia a un nuevo esplendor.

San Galactorio de Lescar , obispo y mártir

En Béarn, región cercana a los Pirineos vasco-franceses, san Galactorio, honrado como obispo y como mártir en Lescar.

Santa Antusa, monja y confesora

En Mantinea, cerca de Claudiópolis, en la Honoríada, santa Antusa, monja, que, siendo emperador Constantino Coprónimo, por defender el culto de las sagradas imágenes sufrió la pena de azotes, tras lo cual fue desterrada, aunque, pasado un tiempo, pudo volver a la patria, donde murió en paz.

Santos Jorge, Aurelio y Sabigótona, Félix y Liliosa, mártires

En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Jorge, monje originario de Siria y diácono, Aurelio y Sabigótona, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, quienes, en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, en la cual fueron finalmente decapitados.

Santos Clemente, Gorazdo, Nahum, Sabas y Angelario, obispos

En Ochrida, en el Ilírico, san Clemente, obispo de Velica, insigne por su erudición y por sus conocimientos de las ciencias sagradas, que llevó la luz de la fe al pueblo búlgaro. Se conmemoran con él a los santos obispos Gorazdo, Nahum, Sabas y Angelario, continuadores en Bulgaria de la obra de los santos Cirilo y Metodio.

Beato Bertoldo, abad

En el cenobio de Garsten, en Estiria, beato Bertoldo, abad, que estuvo siempre dispuesto a aconsejar a quienes se lo pedían y a favorecer a los necesitados que acudían a él.

Santos Siete Durmientes, mártires

Conmemoración de los Siete Santos Durmientes, que, como cuenta la tradición, tras haber sido martirizados descansan en paz en Éfeso, esperando el día de la resurrección.

Beato Raimundo Palmerio, laico

En Piacenza, beato Raimundo Palmerio, padre de familia, que, al quedar privado de su esposa y de sus hijos, fundó un albergue para recibir a los pobres.

Beato Nevolone, eremita

En Faenza, en Romagna, beato Nevolone, insigne por sus santas peregrinaciones, por su austeridad y por la práctica de la vida eremítica.

Beata Lucía Bufalari, virgen

En Amelia, de la Umbría, beata Lucía Bufalari, virgen, hermana del beato Juan de Rieti y oblata de la Orden de San Agustín, ilustre por sus penitencias y por su celo en salvar almas.

Beato Roberto Sutton, presbítero y mártir

En la ciudad de Stafford, en Inglaterra, beato Roberto Sutton, presbítero y mártir, ahorcado en tiempo de Isabel I por su condición de sacerdote.

Beato Guillermo Davies, presbítero y mártir

En Beaumaris, en el País de Gales, beato Guillermo Davies, presbítero y mártir, que durante la misma persecución, solo por ser sacerdote, orando por los presentes sufrió el mismo suplicio.

Beata María Magdalena Martinengo, abadesa

En Brescia, en la región de la Lombardía, beata María Magdalena Martinengo, abadesa de la Orden de Clarisas Capuchinas, insigne por su abstinencia.

Beata María de la Pasión, virgen

En Nápoles, Italia, beata María de la Pasión (Maria Gracia) Tarallo, virgen.

Beato Joaquín Vilanova Camallonga, presbítero y mártir

En Ollería, pueblo de la provincia de Valencia, en España, beato Joaquín Vilanova Camallonga, presbítero y mártir, que en tiempo de persecución contra la fe consiguió la gloria celestial.

Beato Modesto Vegas Vegas, presbítero y mártir

En el pueblo de Llisà, cerca de Barcelona, también en España, beato Modesto Vegas Vegas, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, que derramó su sangre por Cristo durante la misma persecución.

Beatos Felipe Hernández Martínez, Zacarías Abadía Buesa y Santiago Ortiz Alzueta, religiosos mártires

También en Barcelona, beatos Felipe Hernández Martínez, Zacarías Abadía Buesa y Santiago Ortiz Alzueta, religiosos de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártires, que sufrieron el martirio durante la mencionada persecución.

Beato José Camí Camí, mártir

En Aytona, provincia de Lérida, beato José Camí Camí, presbítero y mártir, postulante del monasterio trapense de Viaceli, en Cantabria.

Beata María Clemente de Jesús Crucificado Staszewska, virgen y mártir

En Auschwitz, lugar cercano a Cracovia, en Polonia, beata María Clemente de Jesús Crucificado Staszewska, virgen de la Orden de Santa Ursula y mártir, que, internada en un campo de exterminio por quienes odiaban la fe, murió a causa de los terribles suplicios a los que fue sometida.


LITURGIA DE HOY

Misa de feria (verde).

MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.

LECC.: vol. III-par.

- Jer 15, 10. 16-21. ¿Por qué se ha hecho crónica mi llaga? Si vuelves, estarás a mi servicio.
- Sal 58. R. Dios es mi refugio en el peligro.
- Mt 13, 44-46. Vende todo lo que tiene y compra el campo.

Liturgia de las Horas: oficio de feria.

Martirologio: elogs. del 28 de julio, pág. 450. 

CALENDARIOS: Segorbe-Castellón, en la ciudad de Castellón: San Cristóbal, mártir (S).
Tenerife: San Cristóbal, mártir (S).
Obra Misionera de Jesús y María: Beata María del Pilar Izquierdo Albero, virgen (F). Calahorra y La Calzada-Logroño, Madrid y San Sebastián: (ML).
Barcelona, Sant Feliu de Llobregat y Terrassa: San Cucufato, mártir (MO).
Clarisas Capuchinas: Beata María Magdalena Martinengo, virgen (MO). Franciscanos: (ML).
Huesca: Beato Zacarías Abadía, mártir (ML).
Mallorca: Beato Jesús-Eduardo Massanet Flaquer (ML).
Sevilla: San Teodomiro de Carmona, mártir (ML).
Carmelitas: Beato Tito Brandsma, mártir (ML).
Dominicos: Beato Roberto Nutter, mártir (ML).


Misa votiva:

De San José
Esta misa dice con vestiduras de color blanco.

Antífona de entrada Lc 12, 42

Este es el siervo fiel y prudente a quien el Señor puso al frente de su servidumbre.

Monición de entrada

En el misterio de la redención humana, san José tuvo una misión única, personal e irrepetible. Fiel y obediente a los designios de Dios, estuvo al frente de la sagrada familia y ejerció con Jesucristo las funciones de padre, por su condición de verdadero esposo de la Madre de Dios. En la celebración de hoy, unámonos a la veneración que la Iglesia, desde antiguo, profesa a san José por este ministerio tan valiente y de tan enorme responsabilidad.

Oración colecta
Oh, Dios, que con inefable providencia
elegiste a san José como esposo de la santísima Madre de tu Hijo,
concédenos que merezcamos tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LECTURAS DE LA MISA

Audio y comentario del Evangelio de hoy

Audio y comentario del Evangelio de hoy


PRIMERA LECTURA
¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga? Si vuelves, estarás a mi servicio


Lectura del libro de Jeremías (Jr 15, 10. 16-21)

¡AY DE MÍ, madre mía, me has engendrado
para discutir y pleitear por todo el país!
Ni presté ni me han prestado,
en cambio, todos me maldicen.
Si encontraba tus palabras, las devoraba:
tus palabras me servían de gozo,
eran la alegría de mi corazón,
y tu nombre era invocado sobre mí,
Señor Dios del universo.
No me junté con la gente
amiga de la juerga y el disfrute;
me forzaste a vivir en soledad,
pues me habías llenado de tu ira.
¿Por qué se ha hecho crónica mi llaga,
enconada e incurable mi herida?
Te has vuelto para mí arroyo engañoso
de aguas inconstantes.
Entonces respondió el Señor:
«Si vuelves, te dejaré volver,
y así estarás a mi servicio;
si separas la escoria del metal,
yo hablaré por tu boca.
Ellos volverán a ti,
pero tú no vuelvas a ellos.
Haré de ti frente al pueblo
muralla de bronce inexpugnable:
lucharán contra ti,
pero no te podrán,
porque yo estoy contigo
para librarte y salvarte
—oráculo del Señor—.
Te libraré de manos de los malvados,
te rescataré del puño de los violentos».


Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL (Sal 58, 2-3. 4. 10-11. 17. 18 [R.: 17d])

R. Dios es mi refugio en el peligro.

V. Líbrame de mi enemigo, Dios mío;
protégeme de mis agresores,
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. 

R. Dios es mi refugio en el peligro.

Mira que me están acechando,
y me acosan los poderosos:
sin que yo haya pecado ni faltado, Señor. 

R. Dios es mi refugio en el peligro.

V. Por ti velo, fortaleza mía,
que mi alcázar es Dios.
Que tu favor se me adelante, Dios mío,
y me haga ver la derrota de mi enemigo.

R. Dios es mi refugio en el peligro. 

Pero yo cantaré tu fuerza,
por la mañana proclamaré tu misericordia,
porque has sido mi alcázar
y mi refugio en el peligro.

R. Dios es mi refugio en el peligro.

V. Y tocaré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh, Dios, eres mi alcázar,
Dios mío, misericordia mía. 

R. Dios es mi refugio en el peligro.

 

Aleluya Jn 15, 15b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. A vosotros os llamo amigos -dice el Señor-, porque todo lo que oído a mi Padre os lo he dado a conocer. R.
 
EVANGELIO
Vende todo lo que tiene y compra el campo
╬ Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 13, 44-46)
Gloria a ti, Señor.

EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra».

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.


San Josemaría Escrivá, Camino 432

Considera lo más hermoso y grande de la tierra..., lo que place al entendimiento y a las otras potencias..., y lo que es recreo de la carne y de los sentidos.
Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. –Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas..., nada vale, es nada y menos que nada, al lado de ¡este Dios mío! –¡tuyo!– tesoro infinito, margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa... y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«En esta santa Iglesia Católica, instruidos con esclarecidos preceptos y enseñanzas, alcanzaremos el reino de los cielos y heredaremos la vida eterna, por la cual todo lo toleramos, para que podamos alcanzarla del Señor» (San Cirilo de Jerusalén).

«Vale la pena dejarlo todo por este Reino. Es el tesoro enterrado en el campo: quien lo encuentra lo vuelve a enterrar y vende todo lo que tiene para poder comprar el campo, y así quedarse con el tesoro» (Benedicto XVI).

«(…) Este tesoro [la Buena Nueva] recibido de los apóstoles ha sido guardado fielmente por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 3).


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