PROGRAMA PARROQUIAL:VIERNES, 29 DE JULIO- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (20.00 h.) y Eucaristía del Viernes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario, en la Parroquia (a las 20.30 h.).
- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.
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NOTICIAS DE ACTUALIDAD
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
El avión papal con los periodistas y el sequito ha aterrizado a las 11.09 horas, tal y como estaba previsto -19.09 horas en Italia-, en el Aeropuerto Internacional de Edmonton, primera parada del 37º viaje apostólico del Papa Francisco. El Pontífice es recibido por las autoridades civiles y religiosas. A partir de mañana el programa de la visita se centrará en el proceso de reconciliación con los pueblos indígenas.
Para ir allí, donde la herida aún sangra. En su editorial, el director de L'Osservatore Romano lee así la "peregrinación penitencial" que Francisco realiza del 24 al 30 de julio. Un "delicado, agotador y doloroso viaje de curación y purificación".
SANTORAL DE HOY
Otros santos de este día:
Santos Lázaro y María, santos del NT
Conmemoración de san Lázaro, hermano de santa Marta, a quien lloró el Señor al saber que había muerto y después resucitó, y de santa María, su hermana, la cual, mientras Marta se ocupaba inquieta y nerviosa en preparar todo lo necesario, ella, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
San Calínico, mártir
En Gangra, de Paflagonia, san Calínico, mártir.
San Félix, mártir
En Roma, en el tercer miliario de la vía Portuense, en el cementerio dedicado a su nombre, san Félix, mártir.
Santos Simplicio, Faustino, Beatriz y Rufo, mártires
En Roma también, en el cementerio de Generosa, santos Simplicio, Faustino, Beatriz y Rufo, mártires.
San Lupo de Troyes, obispo
En Troyes, ciudad de la Galia Lugdunense, san Lupo, obispo, que con san Germán de Auxerre fue a Bretaña para combatir la herejía de los pelagianos, defendió con la oración a su ciudad del furor de Atila y, habiendo ejercido de modo admirable el sacerdocio durante cincuenta años, descansó en paz.
San Próspero de Orleans, obispo
En Orleans, ciudad también de la Galia Lugdunense, san Próspero, obispo.
San Olav, mártir
En Nídaros (hoy Trondheim), ciudad de Noruega, san Olav, mártir, que, siendo rey, difundió con gran diligencia la fe cristiana que había conocido en Inglaterra, liberando a su pueblo de la idolatría, y finalmente, atacado por sus enemigos, murió asesinado.
Beato Urbano II, papa
En Roma, en la basílica de San Pedro, beato Urbano II, papa, que defendió la libertad de la Iglesia de las intromisiones de los laicos, combatió la simonía y la corrupción del clero, y en el Concilio de Clermont exhortó a los soldados cristianos a que liberasen, bajo el signo de la cruz, a sus hermanos cristianos oprimidos por los infieles y recuperasen el sepulcro del Señor.
San Guillermo Pinchón, obispo y confesor
En la ciudad de Saint-Brieuc, en Bretaña Menor, san Guilleüno Pinchón, obispo, que se preocupó por la construcción de la iglesia catedral, brilló por su benignidad y sencillez y, por defender con decisión y fortaleza a sus ovejas y los derechos de la Iglesia, tuvo que sufrir muchas vejaciones y el destierro.
Beatos Luis Bertrán, Mancio de la Santa Cruz y Pedro de Santa María, mártires
En Omura, en Japón, beatos mártires Luis Bertrán, presbítero, y Mancio de la Santa Cruz y Pedro de Santa María, religiosos, todos ellos de la Orden de Predicadores, que por su fe en Cristo fueron quemados vivos.
Beato Carlos Nicolás Antonio Ancel, presbítero y mártir
En la costa de Francia, ante la ciudad de Rochefort, beato Carlos Nicolás Antonio Ancel, presbítero de la Congregación de Jesús y María, mártir, que durante la Revolución Francesa, por su condición de sacerdote, fue encarcelado en condiciones inhumanas en un barco convertido en prisión, donde murió como auténtico mártir, víctima de una enfermedad contagiosa.
Santos José Zhang Wenlan, Pablo Chen Changpin, Juan Bautista Lou Tingyin y Marta Wang Louzhi, mártires
En la ciudad de Quigyan, en la provincia china de Guizhou, santos mártires José Zhang Wenlan, Pablo Chen Changpin, seminaristas, Juan Bautista Lou Tingyin, administrador del seminario, y Marta Wang Louzhi, viuda, que, encerrados en una cueva calurosa y húmeda, sufrieron atroces vejaciones y fueron finalmente decapitados.
San Luis Martin, padre de familia (3 coms.)
En Burdeos, Francia, san Luis Martin, esposo de santa Celia Guerín y padre de Santa Teresa del Niño Jesús, canonizado conjuntamente con su esposa, cuya memoria se celebra el 28 de agosto, como ejemplo de matrimonio cristiano.
Beato Juan Bautista Egozcuezábal Aldaz, religioso y mártir
En la población de Esplugas, cerca de Barcelona, en España, beato Juan Bautista Egozcuezábal Aldaz, religioso de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que fue asesinado durante la persecución contra la fe desencadenada en tiempo de guerra.
Beatos Lucio Martínez Mancebo y siete compañeros, mártires
En Calanda, población cercana a Teruel, también en España, beatos Lucio Martínez Mancebo, presbítero de la Orden de Predicadores, y compañeros mártires, que, apoyándose en la fortaleza de Cristo, dieron su vida durante la misma persecución. Sus nombres son: Antonio López Couceiro, Felicísimo Diez González, Saturio Rey Robles, Tirso Manrique Melero, presbíteros; Gumersindo Soto Barros y Lamberto de Navascués y de Juan, religiosos, de la Orden de Predicadores; y Manuel Albert Ginés, presbítero.
Beato José de Calasanz Marqués, presbítero y mártir
En Valencia, igualmente en España, beato José Calasanz Marqués, presbítero de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que derramó su sangre por Cristo en esa misma persecución.
Beatos Pjetër Çuni y Lek Sirdani, presbíteros y mártires
En Koplek, Albania, beatos Pjetër Çuni y Lek Sirdani, presbíteros de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártires.
LITURGIA DE HOY
Misa de la memoria (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par para la primera lectura y vol. IV para el Evangelio.
- Jer 26, 1-9. El pueblo se arremolinó en torno a Jeremías en el
templo del Señor.
- Sal 68. R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
- Jn 11, 19-27. Creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.
o bien: Lc 10, 38-42. Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas.
o bien: cf. vol. IV.
Liturgia
de las Horas: oficio de la memoria.
Martirologio: elogs. del 30 de julio,
pág. 454.
CALENDARIOS: Reparadores: Santos Marta, María y Lázaro, amigos del
Señor (F). Benedictinos, O. Cist. y OCSO: (MO).
Málaga: Beatos Martiniano Meléndez y compañeros, mártires (ML).
29 de julio
Santa Marta
Memoria
Antífona de entrada Cf. Lc 10, 38
Entró Jesús en una aldea y una mujer llamada
Marta lo recibió en su casa.
Monición de entrada
Hoy se celebra la memoria de santa Marta,
que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús el Señor y,
muerto su hermano Lázaro, profesó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que
tenía que venir al mundo».
tu Hijo se dignó hospedarse en la casa de santa Marta,
concédenos, por su intercesión,
que, sirviendo fielmente a Cristo en nuestros hermanos,
merezcamos ser recibidos por ti en la morada celestial.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy
Lectura del libro de Jeremías.
AL COMIENZO del reinado de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, recibió
Jeremías esta palabra de parte del Señor:
«Esto dice el Señor:
“Ponte en el atrio del templo y, cuando los ciudadanos de Judá entren en él
para adorar, les repites a todos las palabras que yo te mande decirles; no
dejes ni una sola.
A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y así me
arrepentiré yo del mal que tengo pensado hacerles a causa de sus malas
acciones. Les dirás: ‘Esto dice el Señor: Si no me obedecéis y cumplís la ley
que os promulgué, si no escucháis las palabras de mis siervos los profetas, que
os he enviado sin cesar (a pesar de que no hacíais caso), trataré a este templo
como al de Siló, y haré de esta ciudad fórmula de maldición para todos los
pueblos de la tierra’”».
Los profetas, los sacerdotes y todos los presentes oyeron a Jeremías pronunciar
estas palabras en el templo del Señor.
Cuando Jeremías acabó de transmitir cuanto el Señor le había ordenado decir a
la gente, los sacerdotes, los profetas y todos los presentes lo agarraron y le
dijeron:
«Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo
acabará como el de Siló y que esta ciudad quedará en ruinas y deshabitada?».
Y el pueblo se arremolinó en torno a Jeremías en el templo del Señor.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 68,
5. 8-10. 14 [R.: 14c])
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
V. Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
numerosos los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado?
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
V. Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre.
Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mi.
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
V. Mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
R. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
V. Yo soy la luz del mundo -dice el Señor-;
el que me sigue tendrá la luz de la vida. R.
EVANGELIO (opción 1)
╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 11, 19-27)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, muchos judíos habían ido
a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba
Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a
Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría
muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo
concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en
el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que
cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no
morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
San Juan Pablo
II, Redemptor Hominis, 18.
Esta vida prometida y dada a cada hombre
por el Padre en Jesucristo, Hijo eterno y unigénito, encarnado y nacido, 'al
llegar la plenitud de los tiempos' (cfr Ga 4, 4), de la Virgen María, es el
cumplimiento final de la vocación del hombre. Es de algún modo cumplimiento de
la 'suerte' que desde la eternidad Dios le ha preparado. Esta 'suerte divina'
se hace camino, por encima de todos los enigmas, incógnitas, tortuosidades,
curvas de la 'suerte humana' en el mundo temporal. En efecto, si todo esto
lleva, aun con toda la riqueza de la vida temporal, por inevitable necesidad, a
la frontera de la muerte y a la meta de la destrucción del cuerpo humano,
Cristo se nos aparece más allá de esta meta: 'Yo soy la Resurrección y la Vida;
el que cree en mí... no morirá para siempre'. En Jesucristo crucificado,
depositado en el sepulcro y después resucitado, 'brilla para nosotros la
esperanza de la feliz resurrección..., la promesa de la futura inmortalidad'
(Misal Romano, Prefacio de difuntos 7), hacia la cual el hombre, a través de la
muerte del cuerpo, va compartiendo con todo lo creado visible esta necesidad a
la que está sujeta la materia.
╬ Lectura del santo Evangelio según San Lucas (Lc 10, 38-42)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, entró Jesús en una aldea,
y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada
María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con
los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me
haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada
con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte
mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Del Papa Francisco, Audiencia general
26-agosto-2015
El espíritu de oración restituye el tiempo
a Dios, sale de la obsesión de una vida a la que siempre le falta el tiempo,
vuelve a encontrar la paz de las cosas necesarias y descubre la alegría de los
dones inesperados. Buenas guías para ello son las dos hermanas Marta y María,
de las que habla el Evangelio que hemos escuchado. Ellas aprendieron de Dios la
armonía de los ritmos familiares: la belleza de la fiesta, la serenidad del
trabajo, el espíritu de oración (cf. Lc 10, 38-42). La visita de Jesús, a quien
querían mucho, era su fiesta. Pero un día Marta aprendió que el trabajo de la
hospitalidad, incluso siendo importante, no lo es todo, sino que escuchar al
Señor, como hacía María, era la cuestión verdaderamente esencial, la «parte
mejor» del tiempo. La oración brota de la escucha de Jesús, de la lectura del
Evangelio.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«La vida de Marta, es nuestro mundo; la vida de María es el mundo que esperamos. Vivamos la de aquí con rectitud para obtener plenamente la otra» (San Agustín).
«La palabra de Cristo es clarísima: no desprecia la vida activa, y mucho menos la generosa hospitalidad; pero recuerda el hecho de que la única cosa verdaderamente necesaria es otra: escuchar la Palabra del Señor» (Benedicto XVI).
«Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 131).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«La vida de Marta, es nuestro mundo; la vida de María es el mundo que esperamos. Vivamos la de aquí con rectitud para obtener plenamente la otra» (San Agustín).
«La palabra de Cristo es clarísima: no desprecia la vida activa, y mucho menos la generosa hospitalidad; pero recuerda el hecho de que la única cosa verdaderamente necesaria es otra: escuchar la Palabra del Señor» (Benedicto XVI).
«Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 131).
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