PROGRAMA PARROQUIAL:
MIÉRCOLES, 07 DE SEPTIEMBRE
- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 22.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.30 h.) y Eucaristía del Miércoles de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario (a las 21.00 h.), Noveno Día de Novena a la Virgen de Montemayor.
PROGRAMA PARROQUIAL:
MIÉRCOLES, 07 DE SEPTIEMBRE
- Horario de la parroquia: abierta de 10.00 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 22.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.30 h.) y Eucaristía del Miércoles de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario (a las 21.00 h.), Noveno Día de Novena a la Virgen de Montemayor.
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El Video del Papa - Septiembre 2022
"Por la abolición de la pena de muerte"
SANTORAL DE HOY
Patronazgos: patrona de los carpinteros y contra la sarna y los picores.
Otros santos de este día:
San Sozonte, mártir
En Pompeyópolis, de Cilicia, san Sozonte, mártir.
En Benevento, de la Campania, santos mártires Festo, diácono, y Desiderio, lector.
En Orleans, en la Galia Lugdunense, san Evorcio, obispo.
En Aosta, en los Alpes Grayos, san Grato, obispo.
En Breuil, de la Galia Trecense, santos Memorio (antes Nemorio) y compañeros, mártires, según la tradición, bajo Atila, rey de los hunos.
En Châlons, en la Galia Lugdunense, san Alpino, obispo, discípulo de san Lupo de Troyes.
En la localidad de Nogent, territorio de París, también en la Galia, san Clodoaldo, presbítero, de estirpe regia, que, asesinados sus padres y hermanos y tutelado por su abuela, santa Clotilde, se hizo clérigo y renunció al reino terreno.
En Albi, de Aquitania, santa Carísima, virgen de vida recluida.
En Maubeuge, en la región de Hainaut, en Austrasia, santa Madelberta, abadesa, sucesora de su hermana santa Adeltruda.
En Flandes, conmemoración de san Hilduardo, obispo.
En Toul, de la Lotaringia, san Gauzlino, obispo, promotor de la vida monástica.
En Gubbio, en la Umbría, san Juan de Lodi, obispo, acompañante de san Pedro Damiano en legaciones.
En Die, en Francia, san Esteban de Chatillon, obispo, que, sacado de la soledad cenobítica de la Cartuja de Les Portes (Belley), presidió la Iglesia con gran diligencia y sin menoscabo de su austeridad cartujana.
En Kosice, en los montes Cárpatos, santos mártires Marcos Crisino, presbítero de Esztergom, Esteban Pongracz y Melchor Grodziecki, presbíteros de la Orden de la Compañía de Jesús, a quienes ni el hambre, ni las máquinas, ni los tormentos del fuego les hicieron abjurar de la fe católica.
En Nagasaki, en Japón, beatos mártires Tomás Tsuji, presbítero jesuita, Luis Maki y su hijo Juan, condenados al fuego a causa de su fe cristiana.
En Londres, en Inglaterra, beatos Randulfo Corby, jesuita, y Juan Duckett, presbíteros y mártires, que, en tiempo del rey Carlos I, fueron condenados a muerte en el patíbulo de Tyburn por haber entrado en Inglaterra como sacerdotes, y alcanzaron, así, la palma celestial.
En una nave anclada frente a Rochefort, en Francia, beatos Claudio Bernabé Laurent de Mascloux y Francisco d'Oudinot de la Boissière, presbíteros y mártires, que durante la Revolución Francesa fueron detenidos por ser sacerdotes, y por Cristo murieron enfermos por el hambre.
En la isla de Woodlark, en Papua-Nueva Guinea, en Oceanía, beato Juan Bautista Mazzucconi, presbítero del Instituto de Milán para Misiones Extranjeras y mártir, que después de dos años evangelizando, ya exhausto por fiebres y llagas, fue decapitado por quienes odiaban la fe.
En Parma, ciudad de Emilia-Romaña, en Italia, beata Eugenia Picco, virgen de la Congregación de Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, que, entregada al cumplimiento de la voluntad de Dios, promovió la dignidad de la mujer y se dedicó a la formación de las religiosas.
En Powazki, Polonia, beato Ignacio Klopotowski, presbítero y fundador de la Congregación de Religiosas de la Bienaventurada Virgen María de Loreto.
En Gandía, ciudad de la provincia de Valencia, en España, beata Ascensión de San José de Calasanz Lloret Marco, virgen del Instituto de Hermanas de las Escuelas Cristianas y mártir, que culminó su vida terrena, en la persecución contra la Iglesia, afirmando su fe religiosa.
LITURGIA DE HOY
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- 1 Cor 7, 25-31. ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre
de mujer? No busques mujer.
- Sal 44. R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
- Lc 6, 20-26. Bienaventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 8 de septiembre, pág. 540.
CALENDARIOS: Solsona-ciudad: San Pedro Claver, presbítero (MO).
Albacete: Beato Alonso Pacheco, mártir (ML).
Cartujos: San Esteban, obispo (ML).
Antífona de
entrada Cf. Mt 9, 38
Rogad al Señor de la mies que mande trabajadores
a su mies, dijo Jesús a sus discípulos.
Monición de entrada
Los ministerios
permanentes en la Iglesia son carismas del Espíritu Santo, dones de Dios. Por
eso, el mismo Cristo nos exhorta a intensificar nuestra oración, para que Dios
haga que no falten nunca en la Iglesia los ministros necesarios.
LECTURAS DE LA MISA
Oración colecta
Oh, Dios, que quisiste dar pastores a tu pueblo, derrama sobre tu Iglesia el espíritu de piedad y fortaleza, que suscite dignos ministros de tu altar y los haga testigos valientes y humildes de tu Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (1 Cor 7, 25-31)
HERMANOS:
Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como
alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel.
Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse
así.
¿Estás unido a una mujer? No busques la separación.
¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una
soltera se casa, tampoco peca. Aunque estos tales sufrirán la tribulación de la
carne; y yo quiero ahorrársela.
Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los
que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no
lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como
si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él:
porque la representación de este mundo se termina.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a)
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
V. Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu Señor.
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
V. Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
V. Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».
R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.
╬ Lectura del santo Evangelio según san
Lucas (Lc 6, 20-26)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros
cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro
nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de
gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían
vuestros padres con los profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los
que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla
bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos
profetas».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Papa Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 1.
Quien comprende correctamente los signos de esperanza que se nos ofrecen en las Bienaventuranzas, reconoce aquí fácilmente las actitudes contrarias que atan al hombre a lo aparente, lo provisional, y que llevándolo a la pérdida de su grandeza y profundidad, y con esto a la pérdida de Dios y del prójimo, lo encaminan a la ruina. De esta manera, sin embargo, se hace comprensible también la verdadera intención de estas señales de peligro: las invectivas no son condenas, no son expresión de odio, envidia o enemistad. No se trata de una condena, sino de una advertencia que quiere salvar.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Lo que hay que temer no es que se os maldiga, sino que aparecierais envueltos en la común hipocresía: entonces sí que os habríais vuelto insípidos y seríais pisoteados por la gente» (San Juan Crisóstomo).
«Las Bienaventuranzas son promesas en las que resplandece la nueva imagen del mundo y del hombre que Jesús inaugura, y en las que ‘se invierten los valores’. Cuando el hombre camina con Jesús, entonces vive con nuevos criterios» (Benedicto XVI).
«Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.716).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Lo que hay que temer no es que se os maldiga, sino que aparecierais envueltos en la común hipocresía: entonces sí que os habríais vuelto insípidos y seríais pisoteados por la gente» (San Juan Crisóstomo).
«Las Bienaventuranzas son promesas en las que resplandece la nueva imagen del mundo y del hombre que Jesús inaugura, y en las que ‘se invierten los valores’. Cuando el hombre camina con Jesús, entonces vive con nuevos criterios» (Benedicto XVI).
«Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.716).
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