SANTORAL DE HOY
San Juan Macías, religioso O.P.
Otros santos de este día:
En Nicomedia, de Bitinia, san Océano, mártir.
En Prymnesso, de Frigia, santa Ariadna, mártir.
En el territorio de la Galia Vienense, san Ferréolo, mártir, que, según la tradición, gozando de la potestad propia de los tribunos rehusó detener a cristianos, por lo cual, apresado por mandato del prefecto, fue cruelmente azotado y encarcelado. Evadido y capturado de nuevo por sus perseguidores, finalmente fue decapitado, y recibió así la palma del martirio.
En Milán, en la Liguria, san Eustorgio, obispo, a quien san Atanasio elogia por confesar la verdadera fe contra el error arriano.
En Avranches, en el límite de la Bretaña Menor, san Senario, obispo.
En Limoges, de Aquitania, san Ferréolo, obispo, que libró de un inminente peligro a Marcos, refrendario del rey Childeberto, a quien quería matar el populacho.
En Gortina, en la isla de Creta, san Eumenio, obispo.
En Andlau, de la Baja Lotaringia, santa Ricarda, la cual, siendo reina, despreció el poder terreno para servir a Dios en el monasterio fundado por ella misma.
En Osimo, en el Piceno, san José de Cupertino, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, célebre, en circunstancias difíciles, por su pobreza, humildad y caridad para con los necesitados de Dios.
En la ciudad de Nam Dinh, en Tonquín, santo Domingo Trach, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, decapitado en tiempo del emperador Minh Mang por preferir la muerte a pisotear la cruz.
En la aldea de Paimol, cerca de la misión de Kalongi, en Uganda, beatos David Okelo y Gildo Irwa, catequistas y mártires, que, habiéndose ofrecido espontáneamente para anunciar el Evangelio al pueblo, fueron alanceados hasta la muerte, y así, en el martirio, manifestaron la fuerza de Cristo.
En Ciudad Real, en España, beato Carlos Eraña Guruceta, religioso de la Compañía de María y mártir, que, detenido por milicianos, fue fusilado sin previo juicio durante la cruel persecución contra sacerdotes y religiosos.
Cerca de Gandía, en la provincia de Valencia, también en España, beatos Fernando García Sendra, y José García Mas, presbíteros y mártires, que confirmaron su fidelidad al Señor durante la misma persecución religiosa
En el lugar llamado Montserrat, en la región de Valencia, de nuevo en España, beatos mártires Ambrosio (Salvador) Chuliá Ferrandis y Valentín (Vicente) Jaunzarás Gómez, presbíteros, y Francisco (Justo) Lerma Martínez, Ricardo (José) López Mora y Modesto (Vicente) Gay Zarzo, religiosos, de los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores, todos ellos coronados por su testimonio de Cristo durante la misma contienda.
En el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, en Baviera, de Alemania, beato José Kut, presbítero y mártir, que, oriundo de Polonia y sometido a dura custodia, bien cimentado en la fe, voló al cielo víctima de crueles tormentos.
LITURGIA DE HOY
Misa del Domingo (verde).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical.
LECC.: vol. I (C).
- Am 8, 4-7. Contra los que compran al indigente por plata.
- Sal 112. R. Alabad al Señor, que alza al pobre.
- 1 Tim 2, 1-8. Que se hagan oraciones por toda la humanidad a Dios, que quiere que todos los hombres se salven.
- Lc 16, 1-13. No podéis servir a Dios y al dinero.
La liturgia de este domingo se centra en el amor a Dios y al prójimo (cf. 1.ª orac.). No podemos anteponer nada al amor de Dios y a su servicio. El dinero es incompatible con el servicio a Dios porque es un falso ídolo al que, sin darnos cuenta, le rendimos pleitesía (cf. Ev.). Anclados en él, nos incapacitamos para amar a los más pobres, a quienes con frecuencia explotamos e intentamos comprar para nuestros intereses (cf. 1 lect.). La única salida que tenemos es ganarnos amigos con el dinero injusto, haciendo limosnas o invirtiendo, por ejemplo, en obras sociales, para que nos reciban en las moradas eternas (Ev.). La 2 lect. nos llama a pedir por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven. La oración de los fieles es un buen momento para ello.
* JORNADA
MUNDIAL DEL TURISMO (pontificia y dependiente de la CEE, optativa): Liturgia
del día, alusión en la mon. de entrada y en la hom., intención en la orac.
univ.
Monición de
entrada
El domingo es el
día en que recordamos la resurrección de Cristo, y por la participación en la
eucaristía su salvación llega hasta nosotros. Por eso, nuestra respuesta
agradecida ha de ser siempre una constante conversión que nos lleve a que él
sea el centro de nuestras vidas y a servirle con todo el corazón sin que nada
en este mundo nos aparte de este propósito.
Acto penitencial
LECTURAS DE LA MISA
Contra los que “compran al indigente por plata”
Lectura de la profecía de Amós (Am 8, 4-7)
ESCUCHAD ESTO,
los que pisoteáis, al pobre
y elimináis a
los humildes del país, diciendo:
«¿Cuándo pasará
la luna nueva,
para vender el
grano,
y el sábado,
para abrir los sacos de cereal
—reduciendo el
peso y aumentando el precio,
y modificando
las balanzas con engaño—
para comprar al
indigente por plata
y al pobre por
un par de sandalias,
para vender
hasta el salvado del grano?».
El Señor lo ha
jurado por la Gloria de Jacob:
«No olvidaré
jamás ninguna de sus acciones».
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
SALMO
RESPONSORIAL (Sal 112, 1-2. 4-6. 7-8 (R.: cf. 1a et 7b])
R. Alabad al Señor, que alza al pobre.
V. Alabad,
siervos del Señor,
alabad el nombre
del Señor.
Bendito sea el
nombre del Señor,
ahora y por
siempre.
R. Alabad al Señor, que alza al pobre.
V. El Señor
se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre
los cielos.
¿Quién como el
Señor, Dios nuestro,
que habita en
las alturas
y se abaja para
mirar al cielo y a la tierra?
R. Alabad al Señor, que alza al pobre.
V. Levanta
del polvo al desvalido,
alza de la
basura al pobre,
para sentarlo
con los príncipes,
los príncipes de
su pueblo.
R. Alabad al Señor,
que alza al pobre.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1 Tim 2, 1-8)
QUERIDO HERMANO:
Ruego, lo
primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de
gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en
autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda
piedad y respeto.
Esto es bueno y
agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es
uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo
Jesús, que se entregó en rescate por todos; este es un testimonio dado a su
debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol —digo la verdad,
no miento—, maestro de las naciones en la fe y en la verdad.
Quiero, pues,
que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni
divisiones.
Palabra de Dios.
R. Te
alabamos, Señor.
V. Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza. R.
EVANGELIO (opción 1)
No podéis servir a Dios y al dinero
╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 16, 1-13)
R. Gloria a
ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO,
dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico
tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo
llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que
estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no
podrás seguir administrando”.
El administrador
se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a
hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas;
mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de
la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno
a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a
mi amo?”.
Este respondió:
“Cien barriles
de aceite”.
Él le dijo:
“Toma tu recibo;
aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a
otro:
“Y tú, ¿cuánto
debes?”.
Él contestó:
“Cien fanegas de
trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo
y escribe ochenta”.
Y el amo alabó
al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los
hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la
luz.
Y yo os digo:
ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban
en las moradas eternas.
El que es fiel
en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también
en lo mucho es injusto.
Pues, si no
fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no
fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo
puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o
bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios
y al dinero».
Palabra del
Señor.
R. Gloria a
ti, Señor Jesús.
No podéis servir a Dios y al dinero
╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 16, 10-13)
R. Gloria a
ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO,
dijo Jesús a sus discípulos:
«El que es fiel
en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también
en lo mucho es injusto.
Pues, si no
fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no
fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo
puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o
bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios
y al dinero».
Palabra del
Señor.
R. Gloria a
ti, Señor Jesús.
Papa Francisco
ÁNGELUS. Domingo, 22 de septiembre de 2019
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La parábola
contenida en el Evangelio de este domingo (cf. Lc 16, 1-13) tiene como
protagonista a un administrador astuto y poco honrado que, acusado de haber
despilfarrado los bienes del patrono, está a punto de ser despedido. En esta
difícil situación, no recrimina, no busca justificación ni se deja desanimar,
sino que busca una salida para asegurarse un futuro tranquilo. Al principio
reacciona con lucidez, reconociendo sus propios límites: «Cavar, no puedo;
mendigar, me da vergüenza» (Lc 16, 3); luego actúa con astucia, robando a su
amo por última vez. En efecto, llama a los deudores y reduce las deudas que
tienen con el amo, para congraciárselos y luego ser recompensados por ellos. Se
trata de hacer amigos con la corrupción y obtener gratitud con la corrupción, como
desgraciadamente es habitual hoy en día.
Jesús presenta
este ejemplo no como una exhortación a la deshonestidad, sino como una astucia.
De hecho, enfatiza: «El señor alabó a ese administrador injusto, porque había
obrado astutamente» (Lc 16, 8), es decir, con esa mezcla de inteligencia y
astucia, que te permite superar situaciones difíciles. La clave para leer esta
historia está en la invitación de Jesús al final de la parábola: «Haceos amigos
con las riquezas injustas, para que, cuando lleguen a faltar, os reciban en las
eternas moradas» (Lc 16, 9). Esto parece un poco confuso, pero no lo es: las
"riquezas injustas" son el dinero ?también llamado "estiércol
del diablo"? y en general los bienes materiales.
La riqueza puede
empujar a la gente a construir muros, crear divisiones y discriminación. Jesús,
por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso: "Hacer
amigos con las riquezas". Es una invitación a saber transformar bienes y
riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan
más que las riquezas que poseen. En la vida, en efecto, no son los que tienen
tantas riquezas los que dan fruto, sino los que crean y mantienen vivos tantos
lazos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las diferentes
"riquezas", es decir, de los diferentes dones con los que Dios los ha
dotado. Pero Jesús indica también el fin último de su exhortación: "Haceos
amigos con las riquezas injustas para que os reciban en las moradas
eternas". Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de
fraternidad y solidaridad, nos acogerá en el Paraíso no solamente Dios, sino
también aquellos con los que hemos compartido, administrándolo bien lo que el
Señor ha puesto en nuestras manos.
Hermanos y
hermanas, esta página evangélica hace resonar en nosotros la pregunta del
administrador deshonesto, expulsado por su amo: «¿Qué haré pues?» (Lc 16, 3).
Frente a nuestras carencias y fracasos, Jesús nos asegura que siempre estamos a
tiempo para sanar el mal hecho con el bien. Que los que han causado lágrimas
hagan felices a alguien; que los que han quitado indebidamente, done a los
necesitados. Al hacerlo, seremos alabados por el Señor "porque hemos
obrado astutamente", es decir, con la sabiduría de los que se reconocen
como hijos de Dios y se ponen en juego por el Reino de los cielos.
Que la Santísima
Virgen nos ayude a ser astutos para asegurarnos no el éxito mundano, sino la
vida eterna, para que en el momento del juicio final las personas necesitadas a
las que hemos ayudado sean testigos de que en ellas hemos visto y servido al
Señor.
ÁNGELUS, Domingo 18 de septiembre de 2016
ÁNGELUS, Domingo 23 de septiembre de 2007
Queridos
hermanos y hermanas
Durante la
solemne celebración eucarística, comentando los textos litúrgicos, he
reflexionado sobre el uso correcto de los bienes terrenos, un tema que en estos
domingos el evangelista san Lucas ha vuelto a proponer de diversos modos a
nuestra atención.
Narrando la
parábola de un administrador injusto, pero muy astuto, Cristo enseña a sus
discípulos cuál es el mejor modo de utilizar el dinero y las riquezas
materiales, es decir, compartirlos con los pobres, granjeándose así su amistad
con vistas al reino de los cielos. "Haceos amigos con el dinero injusto
-dice Jesús-, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas"
(Lc 16, 9). El dinero no es "injusto" en sí mismo, pero más que
cualquier otra cosa puede encerrar al hombre en un egoísmo ciego. Se trata,
pues, de realizar una especie de "conversión" de los bienes
económicos en vez de usarlos sólo para el propio interés, es preciso pensar
también en las necesidades de los pobres, imitando a Cristo mismo, el cual,
como escribe san Pablo, "siendo rico, por vosotros se hizo pobre, a fin de
que os enriquecierais con su pobreza" (2Co 8, 9). Parece una paradoja
Cristo no nos ha enriquecido con su riqueza, sino con su pobreza, es decir, con
su amor, que lo impulsó a entregarse totalmente a nosotros.
Aquí podría
abrirse un vasto y complejo campo de reflexión sobre el tema de la riqueza y de
la pobreza, incluso a escala mundial, en el que se confrontan dos lógicas
económicas la lógica del lucro y la lógica de la distribución equitativa de los
bienes, que no están en contradicción entre sí, con tal de que su relación esté
bien ordenada. La doctrina social católica ha sostenido siempre que la
distribución equitativa de los bienes es prioritaria. El lucro es naturalmente
legítimo y, en una medida justa, necesario para el desarrollo económico.
En la
encíclica Centesimus Annus escribió Juan Pablo II "La
moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la
libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros
campos" (n. 32). Sin embargo -añadió-, no se ha de considerar el
capitalismo como el único modelo válido de organización económica (cf. ib.,
35). La emergencia del hambre y la emergencia ecológica muestran cada vez con
más evidencia que cuando predomina la lógica del lucro aumenta la desproporción
entre ricos y pobres y una dañosa explotación del planeta. En cambio, cuando
predomina la lógica del compartir y de la solidaridad, es posible corregir la
ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo y sostenible.
María santísima,
que en el Magníficat proclama el Señor "a los hambrientos los colma de
bienes y a los ricos los despide vacíos" (Lc 1, 53), ayude a los
cristianos a usar con sabiduría evangélica, es decir, con generosa solidaridad,
los bienes terrenos, e inspire a los gobernantes y a los economistas
estrategias clarividentes que favorezcan el auténtico progreso de todos los
pueblos.
Se
dice Credo.
Oración de los
fieles
Yo soy el Buen Pastor, dice el Señor, que conozco
a mis ovejas, y las mías me conocen.
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