SANTORAL DE HOY
Otros santos de este día:
Santos Zacarías e Isabel, santos del NT
Conmemoración de los santos Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista, Precursor del Señor. Isabel, al recibir a su pariente María en su casa, llena del Espíritu Santo saludó a la Madre del Señor como bendita entre todas las mujeres, y Zacarías, sacerdote lleno de espíritu profético, ante el hijo nacido alabó a Dios redentor y predicó la próxima aparición de Cristo, que procede de lo Alto.
En Roma, conmemoración de san Lino, papa, a quien, según testimonio de san Ireneo, los santos apóstoles le encomendaron el episcopado de la Iglesia fundada en la Urbe. Pablo apóstol lo recuerda como compañero.
En Capo Miseno, lugar de Campania, san Sosso, diácono y mártir, el cual, al decir del papa san Símaco, al desear proteger de la muerte a su obispo, consiguió también él mismo el martirio con igual precio y gloria.
En Ancona, del Piceno, conmemoración de san Constancio, mansionario de la iglesia, conspicuo más por la humildad que por el don de milagros.
En el monasterio de Hy, en la isla de Iona, en Escocia, san Adamnano, presbítero y abad, varón docto en conocimientos bíblicos y amantísimo de la unidad y de la paz, que tanto en Escocia como en Irlanda persuadió a muchos con su predicación para celebrar la Pascua según la tradición romana.
En África, santos Andrés, Juan, Pedro y Antonio, mártires, los cuales, hechos cautivos en Siracusa, fueron deportados y sometidos a suplicio por los sarracenos.
En Venecia, beato Pedro Acotanto, monje, que recusó humildemente el cargo de abad y prefirió vivir recluso en el monasterio.
En Bolonia, en la región de la Emilia, en Italia, beata Elena Duglioli Dall'Olio, que después de un matrimonio llevado con admirable concordia con su cónyuge, al enviudar vivió una vida ejemplar.
En Tlaxcala, en México, santos Cristóbal, Antonio y Juan, mártires, que alegres dieron su asentimiento a la fe cristiana en tiempo de la primera evangelización de América, por lo cual fueron martirizados por sus antiguos correligionarios.
En Kingston, a orillas del Támesis, en Inglaterra, beato Guillermo Way, presbítero y mártir, condenado a muerte y colgado en el patíbulo, bajo el reinado de Isabel I, por haber entrado en Inglaterra en calidad de sacerdote.
En Montreal, en la provincia de Quebec, en Canadá, beata María Emilia Tavernier, religiosa, que, al perder al marido y a los hijos, se entregó a cuidar a los necesitados, para lo cual fundó la Congregación de Hermanas de la Divina Providencia, en favor de los huérfanos, ancianos y débiles mentales.
En Três Pontas, Minas Gerais, Brasil, beato Francisco de Paula Victor, presbítero.
En Benissa, de la provincia de Valencia, en España, beato Vicente Ballester Far, presbítero y mártir, que en los días de persecución religiosa libró un buen combate por Cristo.
En Benicalap, también en la provincia española de Valencia, beatas Sofía Ximénez Ximénez, madre de familia, María de la Purificación de San José Ximénez y María Josefa del Río Mesa, vírgenes del Instituto de Carmelitas de la Caridad, mártires, que llegaron todas ellas al triunfo de la gloria sufriendo el combate del martirio.
En Cracovia, en Polonia, beata Bernardina Jablonska, virgen, fundadora de la Congregación de la Tercera Orden Franciscana Siervas de los Pobres, siempre solícita para con los necesitados y enfermos.
En Varsovia, también en Polonia, beato José Stanek, presbítero de la Sociedad Apostolado Católico y mártir, el cual sufrió, en tiempo de guerra, el martirio al ser ahorcado por los perseguidores de la fe.
En Seleucia, de Cilicia, santa Tecla, virgen y mártir, originaria de Iconio, en Licaonia.
LITURGIA DE HOY
Misa de la memoria (blanco).
MISAL: 1.ª orac. prop. y el resto del común de pastores (para un pastor) o de santos (para religiosos), o de un domingo del T.O., Pf. común o de la memoria.
LECC.: vol. III-par.
- Ecl 3, 1-11. Cada cosa tiene su momento bajo el cielo.
- Sal 143. R. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!
- Lc 9, 18-22. Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre
tiene que padecer mucho.
o bien: cf. vol. IV.
Liturgia
de las Horas: oficio de la
memoria.
Martirologio: elogs. del 24 de septiembre, pág. 572.
CALENDARIOS: Tarragona-ciudad: Santa Tecla, virgen y mártir
(S). Tarragona-diócesis: (MO).
Orden de San Jerónimo y Orden de San Juan de Jerusalén: Santos
Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista (MO).
II Franciscanos: Hallazgos del cuerpo de santa Tecla de Asís (ML).
23 de septiembre
San Pío de Pietrelcina, presbítero
Memoria
Antífona de entrada Cf. Sal 131, 9
Que tus
sacerdotes, Señor, se vistan de justicia, que tus fieles vitoreen.
Monición de entrada
Hacemos memoria en esta celebración de san
Francisco Forgione, conocido popularmente como san Pío de Pietrelcina,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos. Nació en Pietrelcina
(Italia), el año 1887. En el convento de San Giovanni Rotondo, en la región
italiana de Apulia, se dedicó a la dirección espiritual de los fieles y a la
reconciliación de los penitentes, mostrando una atención particular hacia los
pobres y necesitados. Tal día como hoy del año 1968 terminó su peregrinación
terrena, configurándose con Cristo crucificado.
que concediste a san Pío, presbítero,
la gracia singular de participar en la cruz de tu Hijo,
y por su ministerio renovaste las maravillas de tu misericordia,
concédenos, por su intercesión,
que, asociados siempre a los sufrimientos de Cristo,
lleguemos felizmente a la gloria de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Audio y comentario del Evangelio de hoy
Audio y comentario del Evangelio de hoy
Lectura del libro del Eclesiastés (Ecl 3, 1 -11)
TODO tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:
Tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de destruir, tiempo de construir;
tiempo de llorar, tiempo de reír;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar;
tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas;
tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse;
tiempo de buscar, tiempo de perder;
tiempo de guardar, tiempo de arrojar;
tiempo de rasgar, tiempo de coser;
tiempo de callar, tiempo de hablar;
tiempo de amar, tiempo de odiar;
tiempo de guerra, tiempo de paz.
¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Comprobé la tarea que Dios ha encomendado a
los hombres para que se ocupen en ella: todo lo hizo bueno a su tiempo, y les
proporcionó el sentido del tiempo, pero el hombre no puede llegar a comprender
la obra que hizo Dios, de principio a fin.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 143, 1ab y 2abc. 3-4 [R.: 1a])
R. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!
V. Bendito el Señor, mi Roca;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y refugio.
R. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!
V. Señor, ¿qué es el hombre
para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán
para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
R. ¡Bendito el Señor, mi alcázar!
╬ Lectura del santo Evangelio según san
Lucas (Lc 9, 18-22)
R. Gloria a ti, Señor.
UNA VEZ que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les
preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos contestaron:
«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado
uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie, porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos,
sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Papa Francisco, Ángelus 19-junio-2016
Después de haber
concluido el diálogo con los Apóstoles, Jesús se dirige a todos diciendo: «Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y
sígame» (Lc 9, 23). No se trata de una cruz ornamental, o de una cruz ideológica,
sino que es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás
con amor –por los padres, los hijos, la familia, los amigos, también por los
enemigos–, la cruz de la disponibilidad para ser solidarios con los pobres,
para comprometerse por la justicia y la paz. Asumiendo esta actitud, estas
cruces, siempre se pierde algo. No debemos olvidar jamás que «quien perderá la
propia vida [por Cristo], la salvará» (Lc 9, 24). Es un perder para ganar. Y
recordamos a todos nuestros hermanos que aún hoy ponen en práctica estas
palabras de Jesús, ofreciendo su tiempo, su trabajo, su propia fatiga y hasta
su vida para no renegar de su fe en Cristo. Jesús, mediante su Espíritu Santo,
nos da la fuerza para ir hacia adelante en el camino de la fe y del testimonio:
actuar de acuerdo con lo que creemos; no decir una cosa y hacer otra. Y en este
camino la Virgen siempre está cerca nuestro y nos precede: dejémonos tomar de
la mano por ella, cuando atravesamos los momentos más oscuros y difíciles.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«¡Ah!, Dios mío!, que la mayor parte de los hombres prosiguen hoy gritando: “No a éste, sino a Barrabás”, cada vez que menosprecian a Cristo por un placer, por puntillos de honra, por un desahogo de cólera» (San Alfonso Mª de Ligorio).
«El acontecimiento de la Cruz sólo revela su sentido pleno si ‘este hombre’, que sufrió y murió en la Cruz, ‘era verdaderamente Hijo de Dios’, usando las palabras pronunciadas por el centurión ante el Crucificado» (Benedicto XVI).
«Ya que son nuestras malas acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Señor Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda, los que se sumergen en los desórdenes y en el mal ‘crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia’ (Hb 6,6) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 598).
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«¡Ah!, Dios mío!, que la mayor parte de los hombres prosiguen hoy gritando: “No a éste, sino a Barrabás”, cada vez que menosprecian a Cristo por un placer, por puntillos de honra, por un desahogo de cólera» (San Alfonso Mª de Ligorio).
«El acontecimiento de la Cruz sólo revela su sentido pleno si ‘este hombre’, que sufrió y murió en la Cruz, ‘era verdaderamente Hijo de Dios’, usando las palabras pronunciadas por el centurión ante el Crucificado» (Benedicto XVI).
«Ya que son nuestras malas acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Señor Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda, los que se sumergen en los desórdenes y en el mal ‘crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia’ (Hb 6,6) (…)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 598).
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