DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (CICLO C) Domingo de la II Semana del Salterio (Liturgia de las Horas, Tomo II)
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR (CICLO C)
PARA LOS DÍAS DE SEMANA SANTA
- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 17.00 h. a 21.30 h.
- HERMANAS DE LA CRUZ:
- Misa del Domingo de Ramos, en las Hermanas de la Cruz (a las 9.30 h.).
- SAN FRANCISCO:
- Bendición de las palmas y ramos en Santa Clara (a las 9.30 h.). Procesión hacia San Francisco, y Eucaristía del Domingo de Ramos, en San Francisco (a las 10.00 h.).
- PARROQUIA:
- Bendición de las palmas y ramos en la Capilla de San Sebastián (a las 11.30 h.).
- Procesión hacia la Parroquia, y Solemne Eucaristía del Domingo de Ramos, en la Parroquia (a las 12.30 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
El Primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, Monseñor Sviatoslav Shevchuk, en su mensaje cotidiano, llama nuevamente a la comunidad internacional a no abandonar Ucrania y hace varias consideraciones sociopolíticas e ideológicas que suponen para la Rusia invasora la destrucción del pueblo ucraniano.
“Realmente es una guerra de exterminio total” afirma el Primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, Monseñor Sviatoslav Shevchuk, en un nuevo videomensaje, donde testimonia su visita a Bucha y su oración ante una fosa común y donde denuncia la confiscación de la ayuda humanitaria por parte de los ocupantes.
SANTORAL DE HOY
San Miguel de los Santos, religioso presbítero
(1591 - †1625)
Elogio: En Valladolid, ciudad de España, san Miguel de los Santos, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que se entregó por completo a obras de caridad y a la predicación de la palabra de Dios.
San Máximo de Alejandría, obispo y confesor
En Alejandría, en Egipto, san Máximo, obispo, que, siendo presbítero, compartió el exilio y la confesión de la fe con el obispo san Dionisio, al que después sucedió. († 282)
San Edesio, mártir
En la misma ciudad, san Edesio, mártir, hermano de san Apiano, que bajo el emperador Maximino reprochó abiertamente al juez el haber entregado a los leones a las vírgenes consagradas a Dios, y por esta causa fue detenido por los soldados, torturado y, finalmente, por perseverar en Cristo el Señor, arrojado al mar. († c. 307)
San Demetrio, mártir
Cerca de Sirmio, en Panonia, san Demetrio, mártir, muy venerado en todo el Oriente y, especialmente, en la ciudad de Tesalónica. († s. III/IV)
San Eupsiquio, mártir
En Cesarea de Capadocia, san Eupsiquio, mártir, que bajo el emperador Juliano el Apóstata, por haber destruido el templo de la diosa Fortuna, sufrió el martirio. († c. 362)
San Liborio de Le Mans, obispo
En Cenomanum (hoy Le Mans), en la Galia Lugdunense, san Liborio, obispo. († s. IV)
San Acacio de Amida, obispo
En Amida (hoy Diyarbakir), de Mesopotamia, san Acacio, obispo, que para redimir a unos persas cautivos y sometidos a crueles torturas, persuadió al clero y llegó a vender a los romanos los vasos sagrados de la Iglesia. († s. V)
Santa Valdetrudis, fundadora
En Castroloco (hoy Mons), de Henao, en Neustria, santa Valdetrudis, que fue hermana de santa Aldegundis, esposa de san Vicente Madelgario y madre de cuatro santos, y, a semejanza de su marido, se ofreció a Dios y recibió el hábito monástico en el cenobio fundado por ella misma. († 688)
San Hugo de Rouen, abad y obispo
En el monasterio de Jumiéges, también en Neustria, san Hugo, obispo de Rouen, el cual gobernó a la vez el cenobio de Fontenelle y las iglesias de París y Bayeux, y finalmente, tras renunciar a estos cargos, estuvo al frente del monasterio de Jumiéges. († 730)
San Gauquerio, religioso presbítero
En Aureil, en la región de Limoges, en Francia, san Gauquerio, canónigo regular, que, para el clero, fue ejemplo de vida en común y de celo por las almas. († 1140)
Beato Ubaldo Adimari, religioso presbítero
En el monte Senario, en la Toscana, beato Ubaldo Adimari, presbítero de la Orden de Siervos de María, que pasó de la milicia terrestre al servicio de María, por obra de san Felipe Benizi. († 1315)
Beato Tomás de Tolentino, presbítero y mártir
En Tana, en la India occidental, beato Tomás de Tolentino, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que habiendo viajado hasta el imperio chino para anunciar el Evangelio, al dirigirse después hacia el territorio de los tártaros y de los hindúes coronó su misión con un glorioso martirio. († 1321)
Beato Antonio Pavoni, presbítero y mártir
En Bricherasio, cerca de Pinerolo, en el Piamonte, beato Antonio Pavoni, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que al salir de la iglesia, tras haber predicado contra la herejía, fue ferozmente apuñalado. († 1374)
Beata Margarita Rutan, virgen y mártir
En Dax, Francia, beata Margarita Rutan, virgen y mártir, hermana de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, superiora de la comunidad en el hospital de Dax, muerta en la guillotina por mantener la confesión de Cristo. († 1794)
Beata Celestina Faron, virgen y mártir
En el campo de concentración de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, beata Celestina Faron, virgen de la Congregación de las Pequeñas Siervas de la Inmaculada Concepción y mártir, la cual, al ser ocupada militarmente Polonia en tiempo de guerra, por mantener la fe de Cristo fue deportada a dicho lugar, donde, agotada por las privaciones, alcanzó la gloriosa corona. († 1944)
Beata Lindalva Justo de Oliveira, virgen y mártir
En San Salvador de Bahía, Brasil, beata Lindalva Justo de Oliveira, virgen y mártir († 1993)
LITURGIA DE HOY
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
La Semana Santa
138. "Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén".
Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de la Semana Santa. Algunos muestran todavía señales de su origen en el ámbito de la piedad popular. Sin embargo ha sucedido que, a lo largo de los siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de paralelismo celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos, sobre todo las procesiones.
Esta diferencia se debería reconducir a una correcta armonización entre las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad. En relación con la Semana Santa, el amor y el cuidado de las manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente a valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de piedad popular.
Domingo de Ramos
Las palmas y los ramos de olivo o de otros árboles
139. "La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos "de la Pasión del Señor", que comprende a la vez el triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión".
La procesión que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tiene un carácter festivo y popular. A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión.
Sin embargo es preciso instruir a los fieles sobre el significado de la celebración, para que entiendan su sentido. Será oportuno, por ejemplo, insistir en que lo verdaderamente importante es participar en la procesión y no simplemente procurarse una palma o ramo de olivo; que estos no se conserven como si fueran amuletos, con un fin curativo o para mantener alejados a los malos espíritus y evitar así, en las casas y los campos, los daños que causan, lo cual podría ser una forma de superstición.
La palma y el ramo de olivo se conservan, ante todo, como un testimonio de la fe en Cristo, rey mesiánico, y en su victoria pascual.
DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor,
en Jerusalén para consumar su Misterio pascual. Por esta razón, en todas las
misas se hace memoria de la entrada del Señor en la ciudad santa; esta memoria
se hace o bien por la procesión o entrada solemne antes de la misa principal, o
bien por la entrada simple antes de las restantes misas. La entrada solemne, no
así la procesión, puede repetirse antes de aquellas misas que se celebran con
gran asistencia de fieles.
Cuando no se pueda hacer ni la procesión ni la entrada solemne, es
conveniente que se haga una celebración de la palabra de Dios con relación a la
entrada mesiánica y a la pasión del Señor, ya sea el sábado al atardecer, ya
sea el domingo a la hora más oportuna.
Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén
PROCESIÓN
Forma primera: Procesión
2. A la hora señalada se reúnen todos en una iglesia menor o en otro lugar apto fuera de la iglesia a la que se va a ir en procesión. Los fieles tienen en sus manos los ramos.
3. El sacerdote y el diácono, revestidos con las vestiduras rojas que se requieren para la celebración de la misa, se dirigen al lugar donde se ha congregado el pueblo. El sacerdote, en lugar de casulla, puede llevar capa pluvial, que se quitará una vez acabada la procesión.
4. Mientras los ministros llegan al lugar de la reunión, se canta la
siguiente antífona u otro canto apropiado:
Antífona Cf. Mt 21, 9
Hosanna al Hijo de
David, bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. Hosanna en
el cielo.
5. El sacerdote y el pueblo se signan, mientras el sacerdote
dice: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Después
saluda al pueblo como de costumbre, y hace una breve monición, en la que invita
a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de este
día, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos: Ya desde el principio de la Cuaresma nos venimos preparando con obras de penitencia y caridad. Hoy nos disponemos a inaugurar, en comunión con toda la Iglesia, la celebración anual del Misterio pascual de la pasión y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo quien, para llevarlo a cabo, hizo la entrada en la ciudad santa de Jerusalén.
6. Después de la monición, el sacerdote dice una de las siguientes oraciones, con las manos juntas:
Oremos:
Dios todopoderoso
y eterno, santifica con tu + bendición estos ramos, y, a cuantos
vamos a acompañar a Cristo Rey aclamándolo con cantos, concédenos, por medio de
él, entrar en la Jerusalén del cielo. Él, que vive y reina por los siglos
de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Aumenta, oh Dios, la fe de los que esperan en ti y escucha las plegarias de los que te invocan, para que, al levantar hoy los ramos en honor de Cristo vencedor, seamos portadores, apoyados en él, del fruto de las buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
A continuación asperja con agua bendita los ramos sin decir nada.
7. Seguidamente, el diácono, o en su defecto, el sacerdote
proclama, en la forma habitual, el evangelio de la entrada del Señor, según uno
de los cuatro Evangelios. puede utilizarse incienso, si se juzga oportuno.
R. Gloria a ti, Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
O bien:
En el nombre de Cristo. Amén.
Antífona 1
Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, salieron al encuentro del Señor, aclamando: Hosanna en el cielo.
Esta antífona se puede repetir entre los versículos de este salmo.
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, / el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre
los mares, / él la afianzó sobre los ríos. [R]
¿Quién puede subir
al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos
inocentes /
y puro corazón,
que no confía en los ídolos / ni jura contra el prójimo en falso. [R]
Ése recibirá la
bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Ésta es la
generación que busca al Señor, que busca tu rostro, Dios de Jacob. [R]
¡Portones!, alzad
los dinteles, /
que se alcen las
puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria. / ¿Quién ese Rey de la
gloria? El Señor, héroe valeroso, / el Señor valeroso en la batalla. [R]
¡Portones!, alzad
los dinteles, / que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey
de la gloria.
¿Quién ese Rey de
la gloria?
El Señor, Dios del
universo:
él es el Rey de la
gloria. [R]
Antífona 2
Los niños hebreos extendían mantos por el camino y aclamaban: Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en nombre del Señor.
Él nos somete los
pueblos / y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por
heredad suya: / gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende
entre aclamaciones; / el Señor, al son de trompetas: [R]
tocad para Dios,
tocad, / tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el
rey del mundo: / tocad con maestría. [R]
Dios reina sobre
las naciones, / Dios se sienta en su trono sagrado.
Los príncipes de
los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán; porque de Dios son
los grandes de la tierra, / y él es excelso. [R]
Himno a Cristo Rey
Pueblo:
¡Gloria, alabanza
y honor!
¡Gritad Hosanna,
y haceos como los
niños hebreos
al paso del
Redentor!
¡Gloria y honor al que viene en el nombre del Señor!
Cantores:
1. Como Jerusalén con su traje festivo, vestida de palmeras,
coronada de olivos, viene la cristiandad en son de romería a inaugurar tu
Pascua con himnos de alegría. R.
2. Ibas como va el sol a un ocaso de gloria; cantaban ya tu
muerte al cantar tu victoria; Pero tú eres el Rey, el Señor, el Dios Fuerte, la
Vida que renace del fondo de la Muerte. R.
3. Tú, que amas a Israel y bendices sus cantos, complácete en nosotros, el pueblo de los santos; Dios de toda bondad que acoges en tu seno cuanto hay entre los hombres sencillamente bueno. R.
10. Al entrar la procesión en la iglesia se canta el siguiente responsorio u otro canto que haga alusión a la entrada del Señor:
V. Al entrar el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos
profetizaban la resurrección de Cristo, proclamando, con ramos de palmas:
«Hosanna en el cielo».
R. Hosanna en
el cielo.
V. Como el pueblo oyese que Jesús llegaba a Jerusalén, salió a su
encuentro, proclamando con ramos de palmas: «Hosanna en el cielo».
R. Hosanna en
el cielo.
11. El sacerdote, al llegar al altar, lo venera y, silo juzga
oportuno, lo inciensa. Después va a la sede, se quita la capa pluvial si la ha
usado, y se pone la casulla y, omitidos los demás ritos iniciales de la misa y,
según la oportunidad, el Señor ten piedad, dice la oración colecta de la
misa y continúa como de costumbre.
Forma segunda: Entrada solemne
12. Cuando no es posible hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor se celebra dentro de la iglesia, por medio de una entrada solemne antes de la misa principal.
13. Los fieles se reúnen o en la puerta de la iglesia o en la misma iglesia, teniendo los ramos en las manos. El sacerdote, los ministros y una representación de fieles se dirigen a un lugar apto de la iglesia, fuera del presbiterio, donde por la mayor parte de los fieles pueda ver el rito.
14. Mientras el sacerdote se dirige al lugar indicado, se canta la antífona: Hosanna u otro canto adecuado. En este lugar se bendicen los ramos y se proclama el evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se ha indicado más arriba (nn. 5-7). Después del evangelio, el sacerdote con los ministros y algunos fieles se dirigen al presbiterio por la iglesia; mientras tanto se canta el responsorio: Al entrar el Señor (n. 10), u otro canto apto.
15. Cuando ha llegado al altar, el sacerdote lo venera, después va a
la sede, y, omitiendo los ritos iniciales de la misa y, según la oportunidad,
el Señor ten piedad, dice la oración colecta. Después la misa continúa
como de costumbre.
Forma tercera: Entrada simple
16. En las restantes misas de este domingo en las que no se hace la entrada solemne, se hace memoria de la entrada del Señor en Jerusalén como entrada simple.
17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona
de entrada con el salmo (n. 18), u otro canto que haga alusión a la
entrada del Señor. El sacerdote, llegado al altar, lo venera y se dirige a la
sede. Después de hacer la señal de la cruz, saluda al pueblo y la misa prosigue
como de costumbre.
En otras misas, en las que no es posible cantar una antífona de entrada, el sacerdote, inmediatamente después de llegar al altar y venerarlo, saluda al pueblo, lee la antífona de entrada y prosigue la misa como de costumbre.
18. Antífona de entrada Cf. Jn 12, 1. 12, 12-13; Sal 23, 9-10
MISA
19. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la misa con la oración colecta.
20. Oración
colecta
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste que nuestro Salvador se encamase y soportara la cruz para que imitemos su ejemplo de humildad, concédenos, propicio, aprender las enseñanzas de la pasión y participar de la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
Te alabamos, Señor.
Te alabamos, Señor.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo
╬ Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (Lc 22, 14-23,
56)
Ardientemente he deseado comer esto Pascua con vosotros, antes de padecer
Cronista:
CUANDO LLEGÓ la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con él y les dijo:
+ «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con
vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta
que se cumpla en el reino de Dios».
C. Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias, dijo:
+ «Tomad
esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del
fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios».
Haced esto en memoria mía
C. Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
+ «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».
C. Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo:
+ «Este
cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros».
Ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado
+ «Pero mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!».
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos
podía ser el que iba a hacer eso.
Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve
C. Se produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser tenido como el mayor. Pero él les dijo:
+ «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve.
Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo
preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que
comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las
doce tribus de Israel».
Tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos
+ «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos».
C. Él le dijo:
S. «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la
muerte».
C. Pero él le dijo:
+ «Te
digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme».
Es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito
C. Y les dijo:
+ «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?».
C. Dijeron:
S. «Nada».
C. Jesús añadió:
+ «Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo mismo la alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito: “Fue contado entre los pecadores”, pues lo que se refiere a mí toca a su fin».
C. Ellos dijeron:
S. «Señor, aquí hay dos espadas»
C. Él les dijo:
+ «Basta».
En medio de su angustia, oraba con más intensidad
C. Salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
+ «Orad, para no caer en tentación».
C. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo:
+ «Padre,
si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la
tuya».
C. Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo:
+ «¿Por
qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en tentación».
Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció una turba; iba a la cabeza el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús.
Jesús le dijo:
+ «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?».
C. Viendo los que estaban con él lo que iba a pasar, dijeron:
+ «Señor, ¿herimos con la espada?».
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo:
+ «Dejadlo, basta».
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
+ «¿Habéis
salido con espadas y palos como en busca de un bandido? Estando a diario en el
templo con vosotros, no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y la del
poder de las tinieblas».
Pedro, saliendo afuera, lloró amargamente
C. Después de prenderlo, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro estaba sentado entre ellos.
Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo:
S. «También este estaba con él».
C. Pero él lo negó diciendo:
S. «No lo conozco, mujer».
C. Poco después, lo vio otro y le dijo:
S. «Tú también eres uno de ellos».
C. Pero Pedro replicó:
S. «Hombre, no lo soy».
C. Y pasada cosa de una hora, otro insistía diciendo:
S. «Sin duda, este también estaba con él, porque es galileo».
C. Pedro dijo:
S. «Hombre, no sé de qué me hablas».
C. Y enseguida, estando todavía él hablando, cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces».
Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?
C. Y los hombres que tenían preso a Jesús se burlaban de él, dándole
golpes.
Y, tapándole la cara, le preguntaban diciendo:
S. «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?».
C. E, insultándolo, proferían contra él otras muchas cosas.
Lo condujeron ante su Sanedrín
C. Cuando se hizo de día, se reunieron los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los escribas; lo condujeron ante su Sanedrín, y le dijeron:
S. «Si tú eres el Mesías, dínoslo».
C. Él les dijo:
+ «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder.
Pero, desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del poder de Dios».
C. Dijeron todos:
S. «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?».
C. Él les dijo:
+ «Vosotros lo decís, yo lo soy».
C. Ellos dijeron:
S. «Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».
C. Y levantándose toda la asamblea, lo llevaron a presencia de Pilato.
No encuentro ninguna culpa en este hombre
C. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
S. «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey».
C. Pilato le preguntó:
S. «Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él le responde:
+ «Tú lo dices».
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre».
C. Pero ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea hasta llegar aquí».
C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al
enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, que estaba precisamente en Jerusalén
por aquellos días, se lo remitió.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio
C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante tiempo que deseaba verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero él no le contestó nada.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse
de él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día
se hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados
entre sí.
Pilato entregó a Jesús a su voluntad
C. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los
magistrados y al pueblo, les dijo:
S. «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Ellos vociferaron en masa:
S. «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás».
C. Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en
la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Por tercera vez les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío.
Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le
reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a
Jesús se lo entregó a su voluntad.
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con
él.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen
C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.
Este es el rey de los judíos
C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo:
S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
C. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
C. Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los
judíos».
Hoy estarás conmigo en el paraíso
C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
+ «No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
S. «Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».
C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
C. Jesús le dijo:
+ «En
verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu
C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
C. Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:
S. «Realmente, este hombre era justo».
C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se
mantenían a distancia, viendo todo esto.
José colocó el cuerpo de Jesús en un sepulcro excavado en la roca
C. Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sanedrín, hombre bueno y justo (este no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la actuación de ellos); era natural de Arimatea, ciudad de los judíos, y aguardaba el reino de Dios. Este acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía.
Era el día de la Preparación y estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuerdo con el precepto.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
╬ Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (Lc 23, 1-49)
Cronista:
En aquel tiempo, los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes
y los escribas llevaron a Jesús a presencia de Pilato.
No encuentro ninguna culpa en este hombre
C. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
S. «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey».
C. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él le responde:
+ «Tú lo dices».
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre».
C. Pero ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea hasta llegar aquí».
C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al
enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, que estaba precisamente en
Jerusalén por aquellos días, se lo remitió.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio
C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, pues hacía
bastante tiempo que deseaba verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle
hacer algún milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero él
no le contestó nada.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse
de él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día
se hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados
entre sí.
Pilato entregó a Jesús a su voluntad
C. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo:
S. «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Ellos vociferaron en masa:
S. «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás».
C. Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en
la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Por tercera vez les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene,
que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de
Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiar lo con
él.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen
C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:
+ «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.
Este es el rey de los judíos
C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo:
S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
C. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
C. Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los
judíos».
Hoy estarás conmigo en el paraíso
C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
S. «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
S. «¡Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».
C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
C. Jesús le dijo:
+ «En
verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu
C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
C. Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:
S. «Realmente, este hombre era justo».
C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al
ver las cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo todo esto.
22. Después de la lectura de la historia de la Pasión téngase, oportunamente, una breve homilía. También puede observarse algún espacio de silencio.
Se dice el Credo y se hace la oración universal.
Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, que por nosotros entregó a su Hijo Jesús a la muerte y lo levantó sobre todo, como Mediador nuestro.
- Por la Iglesia, que sufre en sus miembros y se solidariza con el sufrimiento de toda la humanidad, para que sepa decir al abatido una palabra de aliento. Roguemos al Señor.
- Por la unidad de todos los cristianos, para que el sacrificio de Cristo nos reúna en la unidad a los hijos de Dios dispersos. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, la oración de tu pueblo, que conmemora la pasión de Jesucristo, tu Hijo, para que, siguiendo su ejemplo, cumpla siempre tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
23. Oración
sobre las ofrendas
Señor, que por la pasión de tu Unigénito se extienda sobre nosotros tu misericordia y, aunque no la merecen nuestras obras, que con la ayuda de tu compasión podamos recibirla en este sacrificio único. Por Jesucristo, nuestro Señor.
24. Prefacio de la Pasión del Señor
Santo, Santo,
Santo...
25. Antífona de comunión Mt 26, 42
Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo
beba, hágase tu voluntad.
26. Oración después de la comunión
Saciados con los
dones santos, te pedimos, Señor, que, así como nos has hecho esperar lo que
creemos por la muerte de tu Hijo, podamos alcanzar, por su resurrección, la
plena posesión de lo que anhelamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
27. Oración sobre el pueblo
V. El Señor esté con vosotros. R.
V. Inclinaos para recibir la bendición.
Dirige tu mirada, Señor, sobre esta familia tuya por la que nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a los verdugos y padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
V. Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo +, y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.
R. Amén.
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