DOMINGO DE LA OCTAVA DE PASCUA - DOMINGO DE LA MISERICORDIA
Domingo de la Octava de Pascua - (Salterio: oficio propio del día de Pascua, pp. 536-545 - Liturgia de las Horas, Tomo II)
PROGRAMA PARROQUIAL:DOMINGO, 24 DE ABRIL
- Horario de la parroquia: abierta de 09.30 a 13.30 h. y de 18.00 a 22.00 h.
- Celebración de las Comuniones (Grupo I del Domingo), en la Parroquia (a las 10.00 h.).
- Celebración de las Comuniones (Grupo II del Domingo), en la Parroquia (a las 12.00 h.).
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía II Vísperas del Domingo de la Octava de Pascua (a las 20.30 h.).
DOMINGO DE LA OCTAVA DE PASCUA - DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA
La devoción a la divina misericordia
154. En relación con la octava de Pascua, en nuestros días y a raíz de los mensajes de la religiosa Faustina Kowalska, canonizada el 30 de Abril del 2000, se ha difundido progresivamente una devoción particular a la misericordia divina comunicada por Cristo muerto y resucitado, fuente del Espíritu que perdona los pecados y devuelve la alegría de la salvación. Puesto que la Liturgia del "II Domingo de Pascua o de la divina misericordia" – como se denomina en la actualidad – constituye el espacio natural en el que se expresa la acogida de la misericordia del Redentor del hombre, debe educarse a los fieles para comprender esta devoción a la luz de las celebraciones litúrgicas de estos días de Pascua. En efecto, "El Cristo pascual es la encarnación definitiva de la misericordia, su signo viviente: histórico-salvífico y a la vez escatológico. En el mismo espíritu, la Liturgia del tiempo pascual pone en nuestros labios las palabras del salmo: "Cantaré eternamente las misericordias del Señor" (Sal 89 (88), 2)".
SANTORAL DE HOY
Santas María de Cleofás y Salomé, santas del NT
En Jerusalén, conmemoración de las santas mujeres María de Cleofás y Salomé, que junto con María Magdalena, al amanecer del día de Pascua, se dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su cuerpo y allí recibieron el primer anuncio de la Resurrección. († s. I)
San Alejandro de Lyon, mártir
En Lyon, ciudad de la Galia, san Alejandro, mártir, que, tres días después de la pasión de san Epipodio, fue sacado de la cárcel, azotado y clavado en una cruz hasta expirar. († 178)
San Antimo de Nicomedia y compañeros, mártires
En Nicomedia, en Bitinia, san Antimo, obispo, y compañeros, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano. Antimo, por confesar a Cristo, recibió la gloria del martirio al ser decapitado, y de la multitud de fieles de su grey, unos fueron también decapitados, otros quemados vivos y los restantes llevados a alta mar en pequeñas embarcaciones para ser ahogados. († 303)
San Gregorio de Elvira, obispo
En Illiberis, actual Elvira, en la Hispania Bética, san Gregorio, obispo, cuya obra titulada «Sobre la Fe» fue alabada por san Jerónimo. († s. IV)
San Deodato, diácono y abad
En las cercanías de Blois, en la Galia Lugdunense, san Deodato, diácono y abad, que, después de llevar vida de anacoreta, fue guía de un grupo de discípulos que en este lugar se habían reunido en torno a él. († s. VI)
San Melito de Canterbury, abad y obispo
En Canterbury, en Inglaterra, san Melito, obispo, que enviado a Inglaterra por el papa san Gregorio Magno como abad, fue ordenado allí obispo de los sajones orientales por san Agustín, y finalmente, tras sufrir muchas tribulaciones, accedió a la sede de Canterbury. († 624)
San Wilfrido de York, abad y obispo
En York, en Northumbría, san Wilfrido, obispo, que durante cuarenta y cinco años ejerció con gran empeño su ministerio, y obligado a ceder su sede, terminó en paz sus días entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo. († 709)
San Egberto, monje y presbítero
En la isla de lona, en Escocia, san Egberto, presbítero y monje, que se ocupó con dedicación a evangelizar varias regiones de Europa y, ya anciano, reconcilió a los monjes de lona con el uso romano del cómputo pascual, celebrando su Pascua eterna al término de la Misa de la solemnidad. († 729)
San Guillermo Firmato, eremita
En Mortain, en la región de Normandía, san Guillermo Firmato, eremita, que, canónigo y médico en Tours, tras una peregrinación a Jerusalén se retiró a la soledad hasta su muerte. († 1103)
Santa María de Santa Eufrasia Pelletier, virgen y fundadora
En Angers, en Francia, santa María de Santa Eufrasia (Rosa Virginia) Pelletier, virgen, que para acoger piadosamente a las mujeres de vida descarriada, que ella denominaba «Magdalenas», fundó el Instituto de Hermanas del Buen Pastor. († 1868)
San Benito Menni, religioso presbítero
En Dinan, en Francia, san Benito (Ángel) Menni, presbítero de la Orden de San Juan de Dios, fundador de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. († 1914)
Santa María Elisabet Hesselblad, virgenEn Roma, santa María Elisabet Hesselblad, virgen, que, oriunda de Suecia, tras haber prestado servicio durante largo tiempo en un hospital, reformó la Orden de Santa Brígida, dedicándose particularmente a la contemplación, a la caridad para con los necesitados y a la unidad de los cristianos. († 1957)
LITURGIA DE HOY
Misa del Domingo (blanco).
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pref. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».
LECC.: vol. I (B).
- Hch 4, 32-35: Un solo corazón y una sola alma.
- Sal 117: R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
- 1 Jn 5, 1-6: Todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
- Secuencia (opcional): Ofrezcan los cristianos.
- Jn 20, 19-31: A los ocho días llegó Jesús.
El domingo es el día del Señor en el que, desde el principio, la comunidad cristiana se reúne para encontrarse con Cristo resucitado, presente, orando juntos, en su Palabra y en el pan y el vino consagrados. Somos así dichosos porque creemos en Cristo sin haberlo visto. De él salió la iniciativa, cuando al anochecer del primer día de la semana se apareció a sus discípulos y, luego, otra vez a los ocho días (Ev.). Por la comunión, el Espíritu Santo nos hace crecer en la unidad con Cristo y la Iglesia. La 1ª lect. nos muestra cómo en aquella comunidad primitiva se vivía esa unidad: todos pensaban y sentían lo mismo y compartían sus bienes.
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 25 de abril, pág. 274.
Antífona de entrada 1P 2, 2
Como niños recién nacidos, ansiad la leche espiritual, no adulterada, para que con ella vayáis progresando en la salvación. Aleluya.
O bien: 4 Esd 2, 36-37
Alegraos en vuestra gloria, dando gracias a Dios, que os ha llamado al reino celestial. Aleluya.
Como sus primeros discípulos en los momentos de las apariciones de Cristo resucitado, también nosotros, aquí congregados, tenemos al Señor Jesús presente con nosotros. Avivemos la fe en su presencia, ya que estamos reunidos en su nombre, en este domingo de la octava de Pascua.
Todo como en el Ordinario de la Misa. Para la tercera fórmula pueden usarse las invocaciones propias de la cincuentena pascual. En lugar del acto penitencial, se puede celebrar el rito de la bendición y de la aspersión del agua bendita.
Se dice Gloria. Puede introducirse con la siguiente monición.
Dios de misericordia infinita,
Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)
Audio y comentario del Evangelio de hoy (II)
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 32-35)
EL GRUPO de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor
O bien: Aleluya.
V. Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
V. «La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
V. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
QUERIDOS HERMANOS:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Ofrezcan los cristianosofrendas de alabanzaa gloria de la Víctimapropicia de la Pascua.Cordero sin pecadoque a las ovejas salva,a Dios y a los culpablesunió con nueva alianza.Lucharon vida y muerteen singular batalla,y, muerto el que es la Vida,triunfante se levanta.«¿Qué has visto de camino,María, en la mañana?»«A mi Señor glorioso,la tumba abandonada,los ángeles testigos,sudarios y mortaja.¡Resucitó de verasmi amor y mi esperanza!Venid a Galilea,allí el Señor aguarda;allí veréis los suyosla gloria de la Pascua.»Primicia de los muertos,sabemos por tu gracia que estás resucitado;la muerte en ti no manda.Rey vencedor, apiádatede la miseria humanay da a tus fieles parteen tu victoria santa.
╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 20, 19-31)
R. Gloria a ti, Señor.
AL ANOCHECER de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
«Paz a vosotros».
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
«Señor mío y Dios mío!».
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Y a ti, oh Señor, que ves nítidamente con tus ojos los abismos de la conciencia humana, ¿qué podría pasarte desapercibido de mí, aun cuando yo me negara a confesártelo?» (San Agustín).
«Muchas veces pensamos que ir a confesarnos es como ir a la tintorería. Pero Jesús en el confesionario no es una tintorería. La confesión es un encuentro con Jesús que nos espera tal como somos» (Francisco).
«Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: ‘Hijo, tus pecados están perdonados’ (Mc 2,5); es el médico que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de Él para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna. Por tanto, la confesión personal es la forma más significativa de la reconciliación con Dios y con la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.484).
A pesar de su incredulidad, debemos agradecer a Tomás que no se conformara con escuchar a los demás decir que Jesús estaba vivo, ni tampoco con verlo en carne y hueso, sino que quiso ver en profundidad, tocar sus heridas, los signos de su amor. El Evangelio llama a Tomás «Dídimo» (v. 24), es decir, mellizo, y en su actitud es verdaderamente nuestro hermano mellizo. Porque tampoco para nosotros es suficiente saber que Dios existe; no nos llena la vida un Dios resucitado pero lejano; no nos atrae un Dios distante, por más que sea justo y santo. No, tenemos también la necesidad de “ver a Dios”, de palpar que él resucitó, resucitó por nosotros.
Hoy es el octavo día después de Pascua, y el Evangelio de Juan nos documenta las dos apariciones de Jesús resucitado a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo: la de la tarde de Pascua, en la que Tomás estaba ausente, y aquella después de ocho días, con Tomás presente. La primera vez, el Señor mostró a los discípulos las heridas de su cuerpo, sopló sobre ellos y dijo: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20, 21). Les transmite su misma misión, con la fuerza del Espíritu Santo.
Que la Madre de la Divina Misericordia abra nuestros ojos para que comprendamos la tarea a la que estamos llamados; y que nos alcance la gracia de vivir este Jubileo de la Misericordia con un testimonio fiel y fecundo.
Monición al Credo
Se dice Credo. Puede introducirse con la siguiente monición.
La noticia de la Pascua es el eje central que recorre y unifica los artículos del Credo. Confesemos nuestra fe.
Oración de los fieles
Antífona de comunión Cf. Jn 20, 27
Para la bendición final de la misa, conviene que el sacerdote use la fórmula de bendición solemne para la misa de la Vigilia pascual
Que os bendiga Dios todopoderoso
Para despedir al pueblo, el diácono o el mismo sacerdote, dice:
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
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