VIERNES DE LA OCTAVA DE PASCUA
Viernes de la Octava de Pascua - I Semana del Salterio
- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 a 13.30 h. y de 18.00 a 21.00 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 20.00 h.
- Ensayo de las Comuniones (Grupo II del Domingo), en la Parroquia (a las 17.00 h.).
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía del Jueves de la Octava de Pascua (a las 20.30 h.): Primer Día de Triduo de Romería de la Virgen de Montemayor
En su video mensaje del lunes 18 de abril, el Primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, tras 54 días de guerra, eleva sus oraciones por las ciudades del país donde se están librando batallas feroces y agradece a todos los que apoyan a Ucrania en el anhelo de la libertad y la independencia.
SANTORAL DE HOY
San Epipodio, mártir
En Lyon, de la Galia, san Epipodio, que, detenido con su amigo Alejandro, consumó su martirio al ser decapitado después de la muerte de otros cuarenta y ocho mártires. († 178)
San Leónidas, mártir
En Alejandría de Egipto, conmemoración de san Leónidas, mártir, que bajo el emperador Septimio Severo fue muerto a espada por su fe en Cristo, y dejó a su hijo Orígenes aún niño. († 204)
San Maryahb, obispo y mártir
Conmemoración de san Maryahb, cuyo nombre significa «El Señor actúa», corepíscopo y mártir en Persia, que sufrió el suplicio por su fe en Cristo durante la octava de Pascua, bajo la persecución desencadenada por el rey Sapor II. († 341)
San Agapito I, papa
En Constantinopla, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que el obispo de Roma fuese elegido libremente por el clero de la Urbe y para que se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, allí difundió la fe ortodoxa ante el emperador Justiniano y ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad, donde finalmente descansó en paz. († 536)
San León de Sens, obispo
En Sens, de Neustria, san León, obispo. († s. VI)
San Teodoro de Anastasiópolis, abad y obispo
En la aldea de Siceone, en Galacia, san Teodoro, obispo y hegúmeno, que desde su infancia se distinguió por el amor a la soledad, motivo por el cual abrazó una vida austera, pero obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de este cargo y volver a su amado eremo. († 613)
Santa Oportuna, abadesa
En la región de Séez, en Neustria, santa Oportuna, abadesa, célebre por su abstinencia y austeridad. († c. 770)
Santa Senorina, abadesa
En Basto, en Portugal, santa Senorina, abadesa, de la que se narra que, por su intercesión, Dios proveyó de pan a las monjas que pasaban necesidad. († c. 982)
Beato Francisco Venimbeni, religioso presbítero
En Fabriano, del Piceno, en Italia, beato Francisco Venimbeni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, eximio predicador de la Palabra de Dios. († 1322)
Beato Ndoc Suma, presbítero y mártir
En Shkodrë, Albania, beato Ndoc Suma, presbítero de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult y mártir. († 1958)
LITURGIA DE HOY
MISAL: ants. y oracs. props., Gl., sin Cr., Pref. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».
LECC.: vol. II.
- Hch 4, 1-12: No hay salvación en ningún otro.
- Sal 117: R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
- Secuencia (opcional). Ofrezcan los cristianos.
- Jn 21, 1-14: Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Liturgia de las Horas: oficio del viernes de la Octava. Te Deum. Comp. Dom. II.
Martirologio: elogs. del 10 de abril, pág. 248.
LECTURAS DE LA MISA
Audio y comentario del Evangelio de hoy
Antífona de entrada Cf. Sal 77, 53
El Señor condujo a su pueblo seguro, mientras el mar cubría a sus enemigos. Aleluya.
Se dice Gloria.
No hay salvación en ningún otro
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 1-12)
EN AQUELLOS DÍAS, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo, después de que el paralítico fuese sanado, se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos, indignados de que enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de los muertos. Los apresaron y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Muchos de los que habían oído el discurso creyeron; eran unos cinco mil hombres.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los ancianos y los escribas, junto con el sumo sacerdote Más, y con Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes, Hicieron comparecer en medio de ellos a Pedro y a Juan y se pusieron a interrogarlos:
«¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho eso vosotros?».
Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es “la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a [○R.: 22)]
R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
O bien: Aleluya.
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
V. Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
╬ Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 21, 1-14)
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque rio distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.
San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios 267
Los demás discípulos vinieron en la barca, tirando de la red llena de peces, pues no estaban lejos de tierra, sino como a unos doscientos codos (Jn 21, 8). Enseguida ponen la pesca a los pies del Señor, porque es suya. Para que aprendamos que las almas son de Dios, que nadie en esta tierra puede atribuirse esa propiedad, que el apostolado de la Iglesia -su anuncio y su realidad de salvación- no se basa en el prestigio de unas personas, sino en la gracia divina.
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