20 de abril - MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA

  


 
  MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE PASCUA
  Miércoles de la Octava de Pascua - I Semana del Salterio
  (oficio propio del día de Pascua - Liturgia de las Horas, Tomo II)
 



PPROGRAMA PARROQUIAL:
MIÉRCOLES, 20 DE ABRIL

- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 a 13.30 h. y de 18.00 a 21.30 h.

- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 17.00 h. a 20.00 h.

- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía del Miércoles de Pascua, en la Parroquia (a las 20.30 h.).

Para la transmisión en directo, pincha aquí







NOTICIAS DE ACTUALIDAD

En su video mensaje del lunes 18 de abril, el Primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, tras 54 días de guerra, eleva sus oraciones por las ciudades del país donde se están librando batallas feroces y agradece a todos los que apoyan a Ucrania en el anhelo de la libertad y la independencia.





    Portada

Hablan de Cristo Zelenskyi -judío-, Starmer -laborista agnóstico-, Modi -hindú-, Biden...

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Vídeos

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Otras noticias

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Opinión

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Blogs

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  Hoy el reto del amor es dedicar unos minutos a estar con Cristo , por El Reto Del Amor

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  Los sonidos reales de la batalla celestial , por Diálogos con Dios




SANTORAL DE HOY

Elogio: En Montepulciano, también de la Toscana, santa Inés, virgen, que vistió el hábito de las vírgenes a los nueve años, y a los quince, muy a su pesar, fue elegida superiora de las monjas de Procene. Más tarde fundó un monasterio sometido a la disciplina de santo Domingo, donde dio muestras de una profunda humildad.

Refieren a este santo: Beato Buenaventura Bonaccorsi, Beato Raimundo delle Vigne.


   San Aniceto, papa

En Roma, san Aniceto, papa, que recibió fraternalmente como huésped insigne a san Policarpo, para determinar juntos acerca de la fecha de la Pascua. († c. 166)

   Santos Sulpicio y Serviano, mártires

También en Roma, santos Sulpicio y Serviano, mártires, enterrados en el segundo miliario de la Vía Latina. († s. inc.)

   San Secundino, mártir

En Córdoba, en la Hispania Bética, san Secundino, mártir. († c. 306)

   San Marcelino de Embrún, obispo   

En Embrún, en la Galia, san Marcelino, primer obispo de esta ciudad, el cual, oriundo de África, convirtió a la fe de Cristo la mayor parte de la población de los Alpes Marítimos y fue ordenado obispo por san Eusebio de Vercelli. († c. 374)

   San Marciano, monje  

En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Marciano, monje. († c. 488)

   San Teodoro «Triquino», eremita   

En Constantinopla, san Teodoro, que fue llamado «Triquino» por el áspero cilicio con que se cubría, y llevó una admirable existencia en la soledad. († s. V)

   San Anastasio II de Antioquía, obispo y mártir   

En Antioquía de Siria, san Anastasio, obispo y mártir, que durante el reinado del emperador Focas fue asesinado cruelmente por unos sicarios. († 609)

   Santa Heliena, virgen   

En la región de Laurino, cerca de Pesto, en la Campania, santa Heliena, virgen, la cual, firme en el seguimiento de Cristo, abrazó una vida solitaria, en la que sirvió constantemente a Dios en las necesidades de los religiosos y de los enfermos. († s. VII)

   San Vihón de Osnabrück, abad y obispo

En Osnabrück, población de Sajonia, san Vihón, obispo, oriundo de Frisia, que fue enviado por el emperador Carlomagno como abad para evangelizar la región y, ordenado obispo de esta iglesia, tuvo que sufrir mucho por Cristo. († 804)

   Beato Geraldo de Salles, eremita fundador

En el monasterio de Cháteliers, en la región de Poitiers, en Francia, beato Geraldo de Salles, que, dedicado a la vida penitente, fue un canónigo pobre y un eremita más pobre aún, ejemplo con el cual atrajo a muchos al amor de Dios y a la vida eremítica, y además fundó varias casas de canónigos regulares. († 1120)

   Beato Domingo Vernagalli, monje y presbítero

En Pisa, de la Toscana, beato Domingo Vernagalli, presbítero de la Orden de los Camaldulenses, constructor de un orfanato. († 1218)

   Beato Simón Rinalducci de Todi, monje y presbítero   

En Bolonia, de la Emilia, beato Simón Rinalducci de Todi, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que con su enseñanza y ejemplo edificó a los jóvenes estudiantes y a todo el pueblo de Dios. († 1322)

   Beatos Jacobo Bell y Juan Finch, mártires   

En Lancaster, en Inglaterra, beatos Jacobo Bell y Juan Finch, mártires. El primero de ellos era sacerdote, aunque vivió durante veinte años en otra confesión hasta que se reconcilió con la Iglesia católica a instancias de una piadosa mujer, y el segundo, padre de familia, agricultor y catequista, por su fe estuvo encarcelado durante varios años y sufrió hambre y otras pruebas. Finalmente, ambos, en tiempo de la reina Isabel I, alcanzaron el premio de la gloria con su martirio. († 1584)

   Beatos Ricardo Sageant y Guillermo Thompson, presbíteros y mártires   

En Londres, también en Inglaterra, beatos Ricardo Sageant y Guillermo Thompson, presbíteros y mártires, que condenados a muerte por haber entrado y permanecido en el país siendo sacerdotes, cumplieron su martirio en Tyburn. († 1584)

   Beato Mauricio MacKenraghty, presbítero y mártir

En Clone, en Irlanda, beato Mauricio MacKenraghty, presbítero y mártir, que tras dos años encerrado en la cárcel por negarse a reconocer la autoridad de Isabel I sobre la Iglesia, fue llevado al suplicio del patíbulo. († 1585)

   Beato Antonio Page, presbítero y mártir   

En York, en Inglaterra, beato Antonio Page, presbítero y mártir, hombre manso y honesto, que por ser sacerdote fue condenado a crueles suplicios. († 1593)

   Beatos Francisco Page y Roberto Watkinson, presbíteros y mártires   

En Londres, de nuevo en Inglaterra, beatos Francisco Page, de la Orden de la Compañía de Jesús, y Roberto Watkinson, presbíteros y mártires. Este último había sido ordenado apenas un mes antes, y ambos, por su condición de sacerdotes, fueron ajusticiados en Tyburn, en tiempo de Isabel I. († 1602)

   Beata Clara Bosatta, virgen y fundadora

En Pianello, cerca del lago de Como, en Italia, beata Clara (Dina) Bosatta, virgen, que, con la ayuda del beato Luis Guanella, fundó la Pequeña Casa de la Divina Providencia. († 1887)

   Beato Anastasio Pankiewicz, presbítero y mártir   

En el lugar de Hartheim, cerca de Linz, en Austria, mientras era conducido al campo de concentración de Dachau, beato Anastasio Pankiewicz, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que contra un régimen opresor de la dignidad cristiana dio fiel testimonio de su fe hasta la muerte. († 1942)

   Beato Michel Coquelet, presbítero y mártir 

En Sop Xieng, Xieng Khouang, Laos, beato Michel Coquelet, sacerdote profeso de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, y mártir. († 1961)


LITURGIA DE HOY

Misa del miércoles de la Octava (blanco).

MISAL: ants. y oracs. props., Gl., sin Cr., Pref. Pasc. I «en este día», embolismos props. en las PP. EE. No se puede decir la PE IV. Despedida con doble «Aleluya».

LECC.: vol. II.

- Hch 3, 1-10: Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda.

- Sal 104: R. Que se alegren los que buscan al Señor.

- Secuencia (opcional): Ofrezcan los cristianos.

 - Lc 24, 13-35: Lo reconocieron al partir el pan.

Hoy no se permiten otras celebraciones, excepto la misa exequial.

Liturgia de las Horas: oficio del miércoles de la Octava. Te Deum. Comp. Dom. I o II.

Martirologio: elogs. del 21 de abril, pág. 268.

CALENDARIOS: Sevilla: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo, emérito (1997).


Antífona de entrada Mt 25, 34

Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Aleluya.

Se dice Gloria.


Oración colecta
Oh, Dios, que todos los años nos alegras
con la solemnidad de la resurrección del Señor,
concédenos propicio llegar a la alegría eterna
mediante las fiestas que celebramos en el tiempo.
Por nuestro Señor Jesucristo.


LECTURAS DE LA MISA

Audio y comentario del Evangelio de hoy (I)

Audio y comentario del Evangelio de hoy (II) 


PRIMERA LECTURA
Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 3,1-10)

EN AQUELLOS DÍAS, Pedro y Juan subían al templo, a la oración de la hora de nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo:

«Míranos».

    Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo:

«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda».

    Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios. Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.

 

Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 104, 1-2. 3-4. 6-7. 8-9 [R.: 3b])

R. Que se alegren los que buscan al Señor

O bien: Aleluya.


V. Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas.

R. Que se alegren los que buscan al Señor.
 
V. Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.

R. Que se alegren los que buscan al Señor. 

V. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.

R. Que se alegren los que buscan al Señor.

V. Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac.

R. Que se alegren los que buscan al Señor.
 

SECUENCIA (opcional)


Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
 
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
 
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
 
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
 
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
 
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
 
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
 
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Aleluya Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Éste es el día que hizo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

 

EVANGELIO
Lo reconocieron al partir el pan

╬ Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 24,13-35)
R. Gloria a ti, Señor.

AQUEL MISMO DÍA, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

    Él les dijo:

«Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

    Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:

«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?».

    Él les dijo:

«¿Qué?».

    Ellos le contestaron:

«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, ylo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

    Entonces él les dijo:

«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».

    Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

    Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:

«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

    Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

    Y se dijeron el uno al otro:

«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

    Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

    Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 

Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Papa Francisco, Discurso 22 de junio de 2019

Tampoco los discípulos de Emaús querían que su "huésped misterioso" se fuera… «Quédate con nosotros», decían, intentando convencerlo de que se quedara con ellos. En otros episodios del Evangelio también aflora este mismo sentimiento. Recordemos, por ejemplo, la transfiguración, cuando Pedro, Santiago y Juan querían hacer tiendas, carpas, y quedarse en el monte. O cuando María Magdalena se encontró con el Resucitado y quería retenerlo. Pero «su Cuerpo resucitado no es un tesoro para retener, sino un Misterio para compartir» (Documento Final del Sínodo, 115). A Jesús lo encontramos, sobre todo, en la comunidad y por los caminos del mundo. Cuanto más lo llevemos a los demás, más lo sentiremos presente en nuestras vidas. Y estoy seguro de que ustedes lo harán cuando vuelvan a sus lugares de origen. El texto de Emaús dice que Jesús encendió un fuego en los corazones de los discípulos (cf. Lc 24, 32). Como saben, el fuego, para que no se apague, tiene que expandirse, sino se convierte en cenizas, tiene que propagarse. Por ello, ¡alimenten y propaguen el fuego de Cristo que tienen en ustedes!


Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Puede resultar extraño que nos exhorte a orar aquel que conoce nuestras necesidades. Nuestro Dios y Señor pretende que, por la oración, se acreciente nuestra capacidad de desear, para que así nos hagamos más capaces de recibir los dones que nos prepara» (San Agustín).

«Creemos en Dios que es Padre, que es Hijo, que es Espíritu Santo. Creemos en las Personas, y cuando hablamos con Dios hablamos con Personas: o hablo con el Padre, o hablo con el Hijo, o hablo con el Espíritu Santo» (Francisco).

«‘Tiene deseos ardientes el Espíritu que Él ha hecho habitar en nosotros’ (Sant 4,5). Nuestro Dios está “celoso” de nosotros, lo que es señal de la verdad de su amor. Entremos en el deseo de su Espíritu y seremos escuchados» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.737).

 

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