LUNES DE PENTECOSTÉS, MO
- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.00 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía de exequias de +JUAN POLEY HIDALGO, en la Parroquia (a las 20.30 h.).
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
SANTORAL DE HOY
Elogio: San Norberto, obispo, hombre de austeras costumbres y totalmente dedicado a la unión con Dios y a la predicación del Evangelio, que instituyó, cerca de Laon, en Francia, la Orden Premonstratense de Canónigos Regulares, y luego, designado obispo de Magdeburgo, en Sajonia, se mostró pastor eximio en la renovación de la vida cristiana y en la difusión de la fe entre las poblaciones vecinas.
Patronazgos: patrono de la región de Bohemia, de Magdeburgo, y protector para un parto seguro.
Refieren a este santo: San Evermodo de Ratzeburg, Beato Godofredo, Beato Hugo de Fosses, San Vicelino de Oldenburgo
Oración
Señor, tú hiciste del obispo san Norberto un pastor admirable de tu Iglesia por su espíritu de oración y su celo apostólico; te rogamos que, por su intercesión, tu pueblo encuentre siempre pastores ejemplares que lo conduzcan a la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
Otros santos de este día:
Santos Artemio y Paulina, mártires
En Roma, en la vía Aurelia, a dos miliarios de la ciudad, santos Artemio y Paulina, mártires.
San Besarión, eremita
En Scete, en Egipto, san Besarión, anacoreta, que por el amor de Dios fue mendicante y peregrino.
San Ceracio de Grenoble, obispo
En Grenoble, en Burgundia, san Ceracio, obispo, que expresó palabras de gratitud al papa san León I por haber escrito a Flaviano, y preservó a su grey del contagio de la herejía.
San Eustorgio II de Milán, obispo
En Milán, en la Liguria, san Eustorgio II, obispo, que, conocido por su piedad, justicia y demás virtudes propias de un pastor, edificó un célebre baptisterio.
San Jarlato, obispo
En Hibernia, san Jarlato, obispo.
San Claudio de Condat, abad y obispo
En los montes del Jura, san Claudio, a quien se considera como obispo y abad del monasterio de Condat.
San Alejandro de Fiésole, obispo y mártir
En el territorio de Bolonia, en la Emilia, tránsito de san Alejandro, obispo de Fiésole, que, a su regreso de la ciudad de Pavía, adonde había ido para reclamar ante el rey de los longobardos los bienes de su iglesia retenidos por usurpadores, estos lo ahogaron arrojándolo a un río.
San Hilarión, abad y presbítero
En Constantinopla, san Hilarión, presbítero y abad del monasterio llamado de Dalmacio, que por defender el culto de las sagradas imágenes tuvo que soportar cárcel, azotes y el exilio.
San Colmán, obispo
En las islas Orcadas, próximas a la costa de Escocia, san Colmán, obispo.
Beato Falcón, abad
En el monasterio de Cava dei Tirreni, en la Campania, beato Falcón, abad.
San Gilberto, abad
En Clermont-Ferrand, en Aquitania, san Gilberto, abad de la Orden Premonstratense, que, después de haber vivido como eremita, fundó el monasterio y el hospital de Neufontaines.
Beato Bertrando de Aquilea, obispo y mártir
En Udine, en el territorio de Venecia, beato Bertrando, obispo de Aquilea y mártir, que trabajó en la formación del clero, alimentó con sus bienes a los pobres en tiempo de escasez, defendió con tesón los derechos de la Iglesia y, ya nonagenario, fue víctima de unos sicarios.
Beato Lorenzo de Másculis de Villamagna, religioso presbítero
En Ortona, en el Abruzo, beato Lorenzo de Másculis de Villamagna, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, ilustre por su celo en predicar la palabra de Dios.
Beato Guillermo Greenwood, monje mártir
En Londres, en Inglaterra, beato Guillermo Greenwood, mártir, monje de la Cartuja de esta ciudad, que en tiempo de Enrique VIII, por su tenaz fidelidad a la Iglesia católica, consumó su martirio con la cárcel, el hambre y la enfermedad.
San Marcelino Champagnat, presbítero y fundador
En Saint-Chamond, en el territorio de Lyon, en Francia, san Marcelino Champagnat, presbítero de la Sociedad de María, que fundó el Instituto de Hermanos Maristas de la Enseñanza, para la formación cristiana de los niños.
Santos Pedro Dung, Pedro Thuan y Vicente Duong, mártires
En la ciudad de Luong My, en Tonkín, santos mártires Pedro Dung y Pedro Thuan, pescadores, y Vicente Duong, agricultor, que en tiempo del emperador Tu Duc, por negarse a pisotear la Cruz, fueron condenados a la hoguera.
San Rafael Guizar Valencia, obispo
En Ciudad de México, tránsito de san Rafael Guizar Valencia, obispo de Veracruz, en México, que durante el tiempo de persecución, tanto clandestinamente como en el destierro, ejerció con coraje su ministerio episcopal.
Beato Inocencio Guz, presbítero y mártir
En Sachsenhausen, en Alemania, beato Inocencio Guz, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, el cual, durante la ocupación militar de Polonia, su patria, por un régimen contrario a la religión y a los hombres, fue asesinado por los guardias del campo de concentración a causa de su fe en Cristo.
LITURGIA DE HOY
Se vuelve a utilizar el volumen III de la Liturgia de las Horas
En la misa ferial: volumen III-par del Leccionario
Memoria de la bienaventurada Virgen María, madre de la Iglesia, a quien Cristo encomendó sus discípulos para que, perseverando en la oración al Espíritu Santo, cooperaran en el anuncio del Evangelio (elog. del Martirologio Romano).
Misa de la memoria (blanco).
MISAL: ants. y oracs. de la misa votiva de la BVM, Madre de la Iglesia, Pf. común o III de la BVM.
LECC.: vol. IV.
- Gén 3, 9-15. 20. La madre de todos los que viven.
o bien: Hch 1, 12-14. Perseveraban en la oración
junto con María, la madre de Jesús.
- Sal 86. R. Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de
Dios.
- Jn 19, 25-34. Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu
madre.
Liturgia de las Horas: oficio de la memoria.
Martirologio: elogs. del 7 de junio, pág. 353.
CALENDARIOS: Discípulas de Jesús e Hijas de María Madre de la Iglesia: Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia (S).
Maristas: San Marcelino Champagnat (S).
Orden Premonstratense: San Norberto, obispo (S).
Siervas de San José: Santa Bonifacia Rodríguez de Castro, virgen (S).
Santander-ciudad: Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, bajo la advocación «del Mar» (MO).
Canarias: Aniversario de la ordenación episcopal de Mons. José Mazuelos Pérez, obispo (2009).
Monición de entrada
Concluido el tiempo pascual, celebramos hoy la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia. Por designio divino, el nacimiento de la Iglesia y los comienzos de su misión en el mundo están confiados al cuidado materno la Virgen María: en la cruz, Cristo nos dio a su Madre por madre nuestra en el discípulo amado y ella esperó junto con los apóstoles la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Desde aquellos primeros pasos de la Iglesia hasta el día de hoy, este cuidado materno de la Virgen María se extiende a todos los discípulos del Hijo. Es una prueba más del insondable misterio del amor de Dios, que quiso que tuviéramos por Madre a la misma Madre del Salvador
Oración colecta
Oh, Dios, Padre de misericordia, cuyo Unigénito, clavado en la cruz,
proclamó a santa María Virgen, su Madre, como Madre también nuestra,
concédenos, por su cooperación amorosa, que tu Iglesia, cada día más fecunda,
se llene de gozo por la santidad de sus hijos y atraiga a su seno
a todas las familias de los pueblos.
Por nuestro Señor Jesucristo.
LECTURAS DE LA MISA
Pongo hostilidad entre tu descendencia y la descendencia de la mujer
Lectura del libro del Génesis (Gén 3, 9-15. 20)
DESPUÉS de comer Adán del árbol, el Señor Dios lo llamó yle dijo:
«Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 12-14)
DESPUÉS de que Jesús fue levantado al cielo, los apóstoles volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 86, 1-2. 3 y 5. 6-7 [R.: 3])
V. Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sion
a todas las moradas de Jacob.
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
V. ¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
Se dirá de Sion: «Uno por uno,
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado».
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
V. El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Este ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti».
R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!
R. Gloria a ti, Señor.
EN AQUEL TIEMPO, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
«Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
«Está cumplido».
E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Del Papa Francisco, Audiencia general 10-mayo-2017
Ella "estaba". Estaba allí, en el peor momento, en el momento más cruel, y sufría con el hijo. "estaba". María "estaba", simplemente estaba allí. Ahí está de nuevo la joven mujer de Nazareth, ya con los cabellos grises por el pasar de los años, todavía con un Dios que debe ser solo abrazado, y con una vida que ha llegado al umbral de la oscuridad más intensa. María "estaba" en la oscuridad más intensa, pero "estaba". No se fue. María está allí, fielmente presente, cada vez que hay que tener una vela encendida en un lugar de bruma y de nieblas. Ni siquiera Ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba abriendo para todos nosotros hombres: está allí por fidelidad al plan de Dios del cual se ha proclamado sierva en el primer día de su vocación, pero también a causa de su instinto de madre que simplemente sufre, cada vez que hay un hijo que atraviesa una pasión. Los sufrimientos de las madres: ¡todos nosotros hemos conocido mujeres fuertes, que han afrontado muchos sufrimientos de los hijos!
La volveremos a encontrar en el primer día de la Iglesia, Ella, madre de esperanza, en medio de esa comunidad de discípulos tan frágiles: uno había renegado, muchos habían huído, todos habían tenido miedo (cf. Hch 1, 14). Pero Ella simplemente estaba allí, en el más normal de los modos, como si fuera una cosa completamente normal: en la primera Iglesia envuelta por la luz de la Resurrección, pero también de los temblores de los primeros pasos que debía dar en el mundo.
Por esto todos nosotros la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo, que es la Santa Madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la espera, incluso cuando todo parece sin sentido: Ella siempre confiada en el misterio de Dios, también cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. Que en los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús nos ha regalado a todos nosotros, pueda siempre sostener nuestros pasos, pueda siempre decir a nuestro corazón: "¡levántate!, mira adelante, mira el horizonte", porque Ella es Madre de esperanza.
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