VIERNES DE LA XI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria Oficio del Viernes de la III Semana del Salterio (Liturgia de las Horas, Tomo II: Oficio de Lecturas - Laudes - Tercia- Sexta - Nona - Vísperas - Completas)
PROGRAMA PARROQUIAL:
VIERNES, 17 DE JUNIO- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía del Viernes de la XI Semana del Tiempo Ordinario, en la Parroquia (a las 20.30 h.)
VIERNES DE LA XI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria
VIERNES, 17 DE JUNIO
- Horario de la parroquia: abierta de 10.30 h. a 13.30 h. y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Horario de despacho: de lunes a viernes, de 10.30 h. a 13.30 h y de 18.00 h. a 21.30 h.
- Rezo del Santo Rosario (a las 20.00 h.) y Eucaristía del Viernes de la XI Semana del Tiempo Ordinario, en la Parroquia (a las 20.30 h.)
NOTICIAS DE ACTUALIDAD
SANTORAL DE HOY
Otros santos de este día:
Santos Blasto y Diógenes, mártires
En Roma, en la vía Salaria Antigua, «ad septem Palumbas», santos Blasto y Diógenes, mártires.
Santos Isauro, Inocente, Félix, Hérmio, Peregrino y Basilio, mártires
En Apolonia, de Macedonia, santos Isauro, Inocente, Félix, Hérmio, Peregrino y Basilio, mártires.
Santos Nicandro y Marciano, mártires
En Silistra, en Mesia, santos mártires Nicandro y Marciano, que, siendo soldados, rechazaron hacer ofrenda y sacrificar a los dioses, y por ello fueron condenados a la pena capital por el prefecto Máximo, en la persecución desencadenada bajo el emperador Diocleciano.
San Antidio de Besançon, obispo y mártir
En Besançon, en la Galia Lugdunense, san Antidio, obispo y mártir, que fue condenado a muerte, según la tradición, por Croco, rey de los vándalos.
San Hipacio, abad
En Bitinia, san Hipacio, hegúmeno del monasterio de los Rufinos, el cual, con una vida austera y duros ayunos, enseñó a sus discípulos la perfecta obediencia a la observancia monástica, y a los seglares el verdadero temor de Dios.
San Herveo, eremita
En Bretaña Menor, san Herveo, eremita, que, según la tradición, ciego desde su nacimiento, cantaba con gozo las maravillas del paraíso.
San Avito de Orleans, abad
En Orleans, en la Galia, san Avito, abad.
San Rainerio, peregrino
En Pisa, en la Toscana, san Rainerio o Raniero, pobre y peregrino por Cristo.
Santa Teresa de Portugal, monja
En Lorvâo, en Portugal, santa Teresa, reina de León y madre de tres hijos, que, después de la muerte de su esposo, abrazó la vida regular en un monasterio fundado por ella misma, bajo la disciplina cisterciense.
Beato Pedro Gambacorta, fundador
En Venecia, beato Pedro Gambacorta, fundador de la Orden de Eremitas de San Jerónimo, cuyos primeros religiosos fueron antiguos ladrones que él mismo había convertido.
Beato Pablo Buralo, religioso y obispo
En Nápoles, de la Campania, beato Pablo Buralo, de la Orden de Clérigos Regulares (Teatinos), primero obispo de Piacenza y después de Nápoles, que se entregó de lleno a renovar la disciplina de la Iglesia y a fortificar en la fe a la grey a él confiada.
Beato Felipe Papon, presbítero y mártir
En el litoral de Francia, en una nave anclada frente al puerto de Rochefort, beato Felipe Papon, presbítero de Autun y mártir, que, siendo párroco, durante la Revolución Francesa fue encarcelado por su condición de sacerdote y, después de haber dado la absolución a otro cautivo moribundo, también expiró él.
San Pedro Da, mártir
En el lugar de Qua Linh, en Tonkín, san Pedro Da, mártir, el cual, de oficio carpintero y sacristán, tras ser sometido a muchos y crueles tormentos en tiempo del emperador Tu Duc, permaneció firme en la profesión de su fe, por lo que finalmente fue arrojado a las llamas.
Beato José María Cassant, religioso presbítero
En Toulouse, Francia, beato José María Cassant, monje trapense y presbítero.
LITURGIA DE HOY
MISAL: cualquier formulario permitido (véase pág. 67, n. 5), Pf. común.
LECC.: vol. III-par.
- 2 Re 11, 1-4. 9-18. 20. Ungieron a Joás y gritaron: «¡Viva el
rey!».
- Sal 131. R. El Señor ha elegido Sion para vivir en ella.
- Mt 6, 19-23. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
Liturgia de las Horas: oficio de feria.
Martirologio: elogs. del 18 de
junio, pág. 370.
CALENDARIOS: Teatinos: Beato Pablo Burali, obispo (MO).
León: Santa Teresa, religiosa (ML).
OCSO: Beato José Cassant, monje cisterciense (ML).
Ibiza: Aniversario de la muerte de Mons. Francisco Planas Muntaner,
obispo, emérito (1985).
Misa por la
Iglesia:
Por la Iglesia B
Antífona de entrada Ap 7, 9
Vi una muchedumbre inmensa, que
nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas.
Monición de entrada
La Iglesia es por esencia católica, es decir, universal. Cristo la ha
fundado, está presente en ella y la ha enviado en misión a todos los hombres
sin distinción. Pidamos a Cristo que, por la Iglesia y en la Iglesia, lleve a
plenitud su obra de salvación.
Oración colecta
Oh, Dios, que en la nueva alianza de Cristo no dejas de congregar para ti,
de entre todas las naciones, un pueblo en crecimiento hacia la unidad en el
Espíritu, haz que tu Iglesia, fiel a la misión recibida, progrese sin cesar con
la familia humana, y actúe siempre como fermento y alma de la sociedad que ha
de ser renovada en Cristo y transformada en la familia de Dios. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Lectura del segundo libro de los Reyes.
EN AQUELLOS DÍAS, cuando la madre del rey Ocozías, Atalía, vio que su
hijo había muerto, se dispuso a eliminar a toda la estirpe real. Pero Josebá,
hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías, de entre
los hijos del rey que estaban siendo asesinados, lo escondió y lo instaló, a él
y a su nodriza, en su dormitorio, manteniéndolo oculto a la vista de Atalía y
así no lo mataron. Estuvo seis años con ella, escondido en el templo del Señor,
mientras Atalía reinaba en el país.
El séptimo año, el sacerdote Yehoyadá mandó buscar a los centuriones de los
canos y de los guardias y los condujo junto a sí al templo del Señor para
establecer un pacto con ellos y hacerles prestar juramento. Luego les presentó
al hijo del rey.
Los centuriones cumplieron cuanto Yehoyadá les ordenó. Cada uno tomó sus
hombres, los que entraban y los que salían de servicio el sábado, y se
presentaron ante el sacerdote. Yehoyadá entregó a los centuriones las lanzas y
escudos del rey David que había depositados en el templo del Señor.
Los guardias se apostaron, arma en mano, desde el extremo sur hasta el extremo
norte del templo, ante el altar y el templo, en tomo al rey, por un lado y por
otro.
El sacerdote hizo salir al hijo del monarca y le impuso la diadema y las
insignias reales. Luego lo proclamaron rey y lo ungieron. Aplaudieron y
gritaron:
«¡Viva el rey!».
Cuando Atalía oyó el griterío de los guardias y del pueblo, se fue hacia la
muchedumbre que se hallaba en el templo del Señor. Miró y vio al rey de pie
junto a la columna, según la costumbre: los jefes con sus trompetas con él, y a
todo el pueblo de la tierra en júbilo, tocando sus instrumentos.
Atalía rasgó entonces sus vestiduras y gritó:
«¡Traición!, ¡traición!».
Entonces el sacerdote Yehoyadá dio orden a los jefes de las tropas:
«Hacedla salir de entre las filas. Quien la siga será pasado a espada» (pues el
sacerdote pensaba: «No debe ser ejecutada en el templo del Señor»).
Le abrieron paso y, cuando entró en el palacio real por la puerta de los
Caballos, fue ejecutada.
Luego Yehoyadá hizo una alianza entre el Señor, el rey y el pueblo, por la que
el pueblo se convertía en pueblo del Señor; hizo también una alianza entre el
rey y el pueblo.
Y todo el pueblo de la tierra acudió al templo de Baal para derribarlo.
Hicieron pedazos sus altares e imágenes, y ejecutaron a Matán, sacerdote de
Baal, frente a los altares.
El sacerdote puso entonces centinelas en el templo del Señor. Todo el pueblo de
la tierra exultaba de júbilo y la ciudad quedó tranquila: Atalía ya había
muerto a espada en palacio.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 131, 11. 12. 13-14. 17-18 [R.: cf. 13)]
R. El Señor ha elegido Sión, para vivir en ella.
V. El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono».
R. El Señor ha elegido Sión, para vivir en ella.
V. «Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono».
R. El Señor ha elegido Sión, para vivir en ella.
V. Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Esta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo».
R. El Señor ha elegido Sión, para vivir en ella.
V. «Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema».
R. El Señor ha elegido Sión, para vivir en ella.
EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús a sus discípulos:
«No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá
luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues,
la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!».
Palabra del Señor.
San Josemaría Escrivá, Amigos de
Dios 118.
Si queréis actuar a toda hora como señores de vosotros mismos, os aconsejo que
pongáis un empeño muy grande en estar desprendidos de todo, sin miedo, sin
temores ni recelos. Después, al atender y al cumplir vuestras obligaciones
personales, familiares..., emplead los medios terrenos honestos con rectitud,
pensando en el servicio a Dios, a la Iglesia, a los vuestros, a vuestra tarea
profesional, a vuestro país, a la humanidad entera. Mirad que lo importante no
se concreta en la materialidad de poseer esto o de carecer de lo otro, sino en
conducirse de acuerdo con la verdad que nos enseña nuestra fe cristiana: los
bienes creados son sólo eso, medios. Por lo tanto, rechazad el espejuelo de
considerarlos como algo definitivo.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«Cuando comienzas a detestar lo que has hecho, entonces tus obras buenas comienzan porque reconoces tus obras malas» (San Agustín).
«Jesús invita a usar las cosas sin egoísmo, sin sed de posesión o de dominio, sino según la lógica de Dios, la lógica de la atención a los demás, la lógica del amor» (Benedicto XVI).
«La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.455).
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